martes, 8 de noviembre de 2016

CHRISTIAN HENNINGS VALENZUELA [19.504]


Christian Hennings Valenzuela 

(Santiago, Chile, 1994).
Estudia periodismo en la Universidad de Chile. Sus escritos –crónicas y poemas- han aparecido en diversas revistas de Internet como Digo.palabra.txt, ConTintaNegra y Otro Páramo.

Desde pequeña edad lector empedernido, ya en su juventud un gran atracador de libros. Perro romántico adicto a las andanzas y al éxtasis del atrevimiento, cuenta con diversos proyectos literarios en un corazón que anhela empapar la vida. Fagocitador de andanzas. Palpitar de un nómade reprimido. Melancolía del rojo hematoma que colorea el horizonte. Afán truncado con lucidez de la existencia y la combustión de una espíritu a punto de estallar en carcajadas.


En tus ojos

En tus ojos,
cementerios verdosos,
estancaría la evocación
hasta volver hueso mi pesar

Reposando incontables temporadas
dentro de tus óvalos de esmeralda
que deslumbran sobre el sol.



La presidenta está exaltada

La banda reposa sobre un estante de mármol.
Al lado izquierdo hay fotos de un joven.
Al derecho un Bailey recién comprado.
Cierra los párpados, suspira largamente.
Desploma un brazo sobre el cubrecama
mientras atrinchera la palma dentro de sus bragas.
Aprieta las muelas con furia.
En sus evocaciones
las encuestas han perdido la importancia
que diversos torsos esbeltos acaban de obtener.
Es hora de darse un gustito, concluye
mientras piensa en Alexis Sánchez
y de cómo la abrazó semidesnudo
en los camarines.
Sonríe.
Las yemas de sus dedos son poseídas por una fuerza superior
y giran alrededor de un punto ciego.
Exaltada, la presidenta está exaltada
percibe como sus paredes se humedecen
mientras comprende que es tan sumisa como cualquiera
Sus lentes tambalean encima del velador.
Su respiración se vuelve entrecortada.
Su rubia cabellera se agita como plumero.
Pero su dedo corazón e índice
no dan tregua y se siguen mareando
al son de la noche y la soledad
con que la siempre
la ha amordazado
el poder.



Des-almadas

Yacen desnudas
como pétalos                                                                                                          
contorsionándose bajo la lluvia                                                                                                 
mientras danzan
entre cuatro paredes empolvadas
y saborean sus soledades
como saliva naciente
de una piedra envuelta en el paladar.

Esperando
gimiendo
y retorciéndose.

Sus bocas
sacan burbujas,
sus orgasmos
se llenan de arañas,
sus movimientos
se tornan epilépticos,
y sus pezones
se endurecen
con libidinosas imágenes
de otro universo.

¡Vaya invocación!

No hay rey
ni reinado
ni corona
ni tesoro

Sólo tumores verdosos
que con cada zamarreo erógeno
se expanden
en sus mentes sin mesura.

Esperando, gimiendo y retorciéndose
esperando, gimiendo y retorciéndose
se han vuelto esqueletos delirantes                                                           
esperando, gimiendo y retorciéndose.


Exilio onírico

Exiliémonos en el sueño del ángel lujurioso                                              
y bailemos tangos ante torsos desnudos.                                                                                      
Que nuestras piernas sean las anclas de la desmesura                              
y nuestro espíritu una pérgola de rosas carnívoras.

Habrá una galaxia fermentada en el centro
gemidos eléctricos provocando estallidos
más dos corazones eyaculando todos sus latidos a la luna.

El esfuerzo llenará de gotas diamante nuestras pieles
y ni siete trompetas, ni siete demonios
podrán calmar nuestra luminosa transfiguración.

Seamos, por algunos minutos, inmunes a putrefacción
y exiliémonos en el sueño del ángel lujurioso
y bailemos tangos ante torsos desnudos.


Incendio

A centímetros de tu rostro
veo como dos meteoritos
se me acercan
y tras un beso
estrellan su núcleo
en éste cuerpo helado
incendiando así
mis días invernales.

Inmediatamente
mi existir comienza a arder.
No lo cuestiono
y con llamas en mis brazos

te envuelvo entera
parezco un universo
arropando a una
estrella aturdida
perdida en la infinitud.
Y tú, liebre entumecida,

no opones resistencia
y te dejas quemar
al mismo instante
en que ambos 

lentamente

nos dejamos consumir.

Un rojo titilante
nos rodea

buscas mi boca
entre humo
de astros derretidos
y la encuentras
y la sientes
y la fundes
con tu alma;
encendida
como el crepúsculo
del génesis
que acabamos
de pintar.


Nonsense

A Albert Camus

En camimo a un ridículo baile de sonámbulos
voy despierto
pero a bailar como el que más.


Bibliocleptómano

Que el bolsillo trague las hojas
mientras se esquiva cada volteo con agilidad
para escapar con el corazón bajo la lengua
para correr bajo un cielo vertiginoso
para entonarse bajo las cómplices paredes del bar la Unión.

Sabino, una jarra de borgoña, por favor,
antes que me rompa el pecho este prófugo palpitar.


Abstracción

Sin saber fumar siquiera
traigo en mis pómulos la contemplación del fumador
y mis palabras no son más que la vellosidad del silencio
que ha merodeado este caminar durante veintiún años.
En parques bulliciosos
dejo dormir el mentón sobre mi palma
y entre tequilas y guitarreos
la miopía me dificulta saber quién a lo lejos me saluda.
Hoy parece que es Sofía, la misma que cortejé años atrás,
cuando intoxicado en inocencias
creía que un poema sincero abría piernas y corazones.
En aquel entonces ignoraba
que el verso era una serpiente de fuego
y el poeta, la polilla sedienta de fulgor
que coquetea con esas flamas alargadas
para evitar incinerarse.

No, no era ella
y tampoco era a mí a quien saludaban.


Escribo porque no quiero asesinar

Escribo porque no quiero asesinar. Escribo porque quiero joder. Escribo porque quiero doblar (o amputar) las rodillas del abusador. Escribo porque quiero silenciar mi pecho cuando se exalta.  Escribo porque quiero degollar buitres escondidos. Escribo porque quiero fundir mi juventud con las marejadas nacientes de tus labios. Escribo porque quiero homenajear al héroe que tirita bajo el irónico fulgor lunar. Escribo porque quiero reírme del último paraje. Escribo porque quiero vivir. Escribo porque no quiero morir.


Cenit

Desgarrame, envenéname con tus dientes
tira de esta turbulenta cabellera
como si fuera la rienda del animal que galopéas,  
aturdida en la contracción, mientras muerdes mi pecho hasta abollar su músculo
empapándote con sus licores, vampira mía.

Fundámonos aunque la luna caiga y nos aplaste, fundámonos
aunque las sombras gocen y nos muerdan, fundámonos
aunque los poetas se impacienten y nos injurien, fundámonos
aunque se escupan pétalos y murciélagos, fundámonos
hasta poder renacer mientras se perece.


L’ amour

No
es
sano
penetrar
dos
corazones
con
una
lanza
y
aislarlos
hasta
que
se
arruguen
con
el
sol





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