viernes, 29 de julio de 2011

4354.- IRINA GARBATZKY



IRINA GARBATZKY
Nació en 1980 en Rosario (Argentina), donde vive. Es Profesora en Letras. Ha participado en festivales, lecturas y grupos de investigación relacionados con la poesía.
Formó parte del grupo colectivo Eveling desde donde se elaboraron performances y propuestas escénicas para lo poético. Desde 2004 colabora como periodista en el diario La Capital en el suplemento Señales de Rosario y en distintas revistas de crítica literaria. Actualmente trabaja en la cátedra de Literatura Iberoamericana II de la carrera de Letras de la Universidad Nacional de Rosario como docente e investiga los vínculos entre poesía, oralidad y performance. Ha publicado Movimientos Imposibles, Eveling, (2004), Fotograma mínimo: Andrajo de poros (1997). Figura en las antologías La infancia del procedimiento. (www.lainfanciadelprocediminto.blogspot.com), Texturas. Escritores en imagen. (Formato CD). Ed. Área Literaria de la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario (2007), Poetas Rosarinos, Ed. Universidad Nacional de Rosario (2001) y Antología del Concurso de Poesía Premio Juglar de la revista Poesía de Rosario, (1999).




El polvo que guardaste en las cajitas

El polvo que guardaste en las cajitas de ojos plásticos huele a esmeraldas
y los pósters de tarsila como pintadas con faber castell
olham pra mim
coloco pegatinas en la pared, en la pequeña silla.
No lo sentí. Me miré
a cada segundo en una habitación distinta con un acolchado naranja
donde acompasábamos un termómetro, remediábamos,
es que sí,
no estoy enamorada, tengo la lengua de los lagartos
que se me pega al porland y camino enredada en mi bailarina

Digo que lo que escribo es de verdad
escucho a maría bethânia y reconozco el toque de oxossí
me resulta extraño haberlo aprendido. Me imagino
comunicándolo,
la primera vez que jugué a la maestra fue con mi mamá
mamá era la aprendiz
era una mañana fresca.
Sólo me imagino donde no estoy,
vuelve a ser presente algo del río
todo restablece ahí un kilómetro:
luces que no funcionan,
un eucaliptos que dice que escoja
las palmeras son como el posto nove
creo que podría tirar los verbos como conchitas
no les queda mucho tiempo
antes de que la rotonda se pierda y yo me escape.







Una cama
una cama
llena de ramas, hierro,
zarzales.
Todo para trepar,
contornos iluminados con una luz azulina.
Irina se mece y se acuna:
“mataron a papá”.
Se levanta, se limpia el rostro.
Su cama se parece al cuenco de su ferocidad..










Una gata
La toma de la piel del cuello y la sube a su falda,
la sostiene tiesa en su momento de ardor.
Se permite percibir
un olisqueo
la tibieza que precede al despertarse
cuando abre los ojos y la encuentra observando:
la presencia distante que necesita.













Mi abuelo pensaba que sólo la música clásica
era música.
Ahora se me extiende ese recuerdo,
una novela
que comienza con mi padre pidiéndome disculpas.
En el piano que robábamos
con él, con su hermano y con mis primos
lográbamos que en una pieza de Liszt
sonara A hard day’s night.











¿es esto
lo real?
el sol me quema los oídos
y una nieve
se esparce por encima de mi cara.
Me despierto a la noche gritando,
mis amigos me derraman una bolsa de sal.
en el sueño
en la nuca
dónde está

mi abuela se va en una camioneta llena de otras bolsas







m
podemos quedarnos mirando el cielo
imantados
por el calor de un sol celeste
creo
te espero con las piernas y los brazos formando una estrella
ya no quiero abrazarte o cuidarte como a un hijo
puedo quedarme en la tierra como si fuera un cama de sábanas blandas
un colchón
algo tibio
en el fondo, con una fuerza que no alcanzo a describir
como algo pegajoso y divertido
me encuentro con el hueco de lo dulce
una caramelera que no tenía
mi abuela, porque no quería
darme de comer.










El poster de Tarsila
El polvo que guardaste en las cajitas de ojos plásticos huele a esmeraldas
y el poster de Tarsila como pintada con faber castell
olhava pra mim
coloco pegatinas en la pared.
No lo sentí. Me miré
a cada segundo en una habitación distinta con un acolchado naranja
donde acompasábamos un termómetro, remediábamos,
es que sí,
no estoy enamorada, tengo la lengua de los lagartos
que se me pega al porland y camino enredada entre mi bailarina
y mi bailarina
Digo que lo que escribo es de verdad
escucho a maría bethania y reconozco el toque de oxossí
me resulta extraño haberlo aprendido. Me imagino
comunicándolo,
la primera vez que jugué a la maestra fue con mi mamá
mamá era la aprendiz
era una mañana fresca.
Sólo me imagino donde no estoy,
vuelve a ser presente algo del río
todo restablece ahí un kilómetro:
luces que no funcionan,
un eucaliptos que dice que escoja
las palmeras son como el posto nove
creo que podría tirar los verbos como conchitas
no les queda mucho tiempo
antes de que la rotonda se pierda y yo me escape
Nadábamos
sobre tu espalda
y el agua era una gelatina radiante.
Una milésima de segundo
en el ahogo
de hacer como hacen las madres de las amebas
Ingrávidas, nosotras
y vos, abriendo los brazos
hacia abajo,
al fondo
luego al frente.
Esa imagen.










Huesitos
Sentada en la fila del médico
me toco los huesitos
reconozco a mamá en alguno de ellos
en la pelvis, como un triángulo, tirada
suelta en el tapizado
en las muñecas pequeñitas
en la cara
no me faltan carnes
pero aparece mamá
en los huesos de mi cara
En la fila del médico me vi de afuera
y me veo de afuera cada vez
que veo una foto mía
sobras
en mis huesos soy mamá,
y yo soy lo que sobra.
Un chico me dice “qué linda”
lo dice por una foto que me sacó otro chico
en la que estoy con los ojos bajos
mirando algo
La forma de mis ojos es de un largo,
más de una vez me hablaron en oriental
pero la forma de mis ojos es de Rusia
de una abuela de mi abuelo
el padre de mamá
Yo no tengo error pero tampoco tengo forma.
tal vez yo también bautice cada parte de tu cuerpo,
y establezca filiaciones
por ahora en cada cuerpo veo una sombra
como una apariencia deformada
unas ubres que se estiran
o unas rodillas que dan flores
si mi cuerpo fuera madera lo usarías como barraca para el patio
colocarías en el centro una ruda macho
que difumine tu olor.
Me veo flaquita,
no soy yo, es mamá
la veo cómo se me sienta en las caderas
cómo ensancha mis costillas cuando tomo aire o cuando voy a nadar
en el color del pelo, en la nariz
no soy flaquita
siento muy fuerte que mi cuerpo está a punto de ser usado
como si desear fuera cosa de que alguien me pellizque a gran escala
un muslo y otro muslo o mis tetas
y se quede con todas mis partes.
No se cierra la cabeza si no podés mirarte
pero tu imagen de vos sí se cierra
en un molde de fiebre
todo de vos
Marosa escribía la fábula de sus tetas y el lobo
yo no soñé con el lobo, soñé con vos, un niño,
nos agarrábamos y nos mordíamos delante de nuestros parientes
en una cama, en una bolsa de dormir, en un campamento
era un reencuentro con un hermano inexistente.
Los tobillos de papá, la nariz de mamá, los pómulos de mamá
los ojos de mamá, las tetas de mamá, las orejas de papá
el médico me habló de glándulas
y los ovarios tienen forma de almendras
¿Alguna vez agarraste una almendra?
tiene el tamaño de una semilla y tal vez ocupa un centro
¿no cerraste tu mano durante un tiempo?
¿no dejaste a la almendra húmeda,
con arruguitas?
en el teléfono a larga distancia
rebota mi voz
es horrible
es como si escuchara una caricatura
aguda, pitilla, mocosa
debo tener una voz
pero la voz que me imagino no es la que digo
ni la que se escucha si queda grabada
o sea, no.
Tampoco tengo una voz.
Una compulsión para decir, no es lo mismo que tener una vibra.
Compulsivamente excito mi voz
por dentro,
hacia fuera,
pero lo único que tengo
de mi cuerpo
son modificaciones.





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