lunes, 7 de noviembre de 2011

5108.- DIMITRIS PAPADITSAS


Dimitris P. Papaditsas (griego: Δημήτρης Π. Παπαδίτσας) (Samos, Grecia; 1922 – Atenas, Grecia; 1987) fue un poeta griego.

Dimitris P. Papaditsas nació en Samos en 1987, hijo de padre militar. Estudió medicina en la Universidad de Atenas, recibiéndose en 1958. Continuó sus estudios en Múnich, especializándose en ortopedia. Entre 1943 y 1947 trabajó para la Cruz Roja, y entre 1951 y 1967 fue médico y cirujano ortopédico en varios hospitales de la capital y de provincia.1 Se estableció en Atenas en 1976 siendo director del Instituto Nacional de Rehabilitación de Grecia.
Fue fundador de la revista Materia prima (Πρώτη Ύλη), 1958-1959, junto con Epameinondas X. Gonatas, y colaboró con las revistas literarias Voz juvenil (Νεανική Φωνή), Nueva Hestia (Νέα Εστία), El blanco (Ο Στόχος), entre otras.1 Obtuvo dos veces el Primer Premio Estatal de Poesía por Poesía I (Ποίηση Ι) en 1963 y por Δυοειδή λόγο en 1980. En 1983 obtiene el Premio de la Academia de Atenas por Ασώματη.
Su obra es única en medio de una generación que se desarrolló durante la guerra al mostrar una tendencia lírica y un repertorio de imágenes autónomas reminiscente de la obra de Pierre Reverdy.2 Durante la ocupación de Grecia durante la Segunda Guerra Mundial participó en las reuniones organizadas por Andreas Embirikos y su esposa Matsi Hatzilazarou en su casa a la cual asistían, entre otros, escritores como Nikos Engonopoulos, Odysseas Elytis, Nikos Gatsos, Miltos Sachtouris, Epameinondas X. Gonatas, Ektor Kaknavatos, Nanos Valaoritis y Yorgos V. Makris3 Teniendo una profunda amistad con Epameinondas X. Gonatas y Ektor Kaknavatos, cultivó la vena del surrealismo lírico, la cual se hizo gradualmente más sutil después de sus primeros dos libros, mientras que su obra adquirió tonos explícitamente metafísicos a partir de ese momento.






Prólogo

Aquello que ocurre dentro de nosotros por sorpresa
Cuando nos visita un suceso o un pensamiento
Nos libera de la sensación de la vida cotidiana

Los ojos de nuestro semejante se llenan de rocío de la mañana
Olvidadas primaveras llegan con todas sus fiestas
Desesperadas súplicas expulsan su desesperación
Y sin disminuir sus fuerzas reparten
Su luz

Aquello que ocurre dentro de nosotros
Musicalmente nos toca a través de la existencia
Y nos refresca, como la sombra
De algunas hojas que se mueven sobre una tumba.

Versión de Francisco Torres Córdova








Escucha siempre

Escucha el crecimiento de la noche
Escucha el salmo de las manos la piedra que se desprende del muro
Escucha la planta que cruje en la mañana,
el crecimiento de la noche en la piel
Escucha el aire en los huesos de los pájaros
Escucha el camino del pájaro el amor de la casa la luz del agua
Escucha la vibración de los ojos cuando vuelven del horizonte
E inmovilizan la hamaca en otros ojos
Escucha el pánico del fuego, el lamento del animal
La paja que se quema al sol
Al sol escucha golpeado por el brillo de la gota
Escucha el color de la estrella
Escucha el aroma de la estrella que el mundo respiró y se hizo huerto
Escucha en el desierto los saltos de la raíz
Escucha entre los ruidos el rumor de la mente que clavan en el muro
Escucha el cabello las cejas la frente y su tristeza
Como cuando escuchamos en el cerebro cuchillos que se afilan
Escucha las manos o las mejillas que en las manos están calientes y tiemblan
Escucha el disparo que falla y sin embargo parte todo en dos
Y después el sueño une de nuevo
Escucha el dolor de la hendidura que se ensancha para que se yerga Dios
Escucha a Dios en el asesinato como al florín en la noche
Como el rayo en el florín
El corazón escucha
Escucha el cielo que se mueve en el sueño del feto
El corazón escucha que llena el mundo de niños y otras lunas
Escucha en el suelo al caballo, en el suelo la excavación, la herida del agua
El roce del caballo en el aire
Escucha siempre.

Véase La Jornada Semanal, núm. 989, 27/ IV /2008. La poesía griega.Antología y gramatología, de Aléxandros Argyríou, t. v. Ediciones Sokolis.Versión de Francisco Torres Córdova


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