viernes, 15 de julio de 2011

4183.- EUGÈNE GUILLEVIC


Eugène Guillevic nació en Carnac, un pueblo del Morbihan, en Bretaña, Francia, el 5 de agosto de 1907. Su padre fue marinero y policía. Su madre, una mujer severa. Le prohibieron aprender el bretón; a cambio aprendió el alemán y el alsaciano. Trabajó en la administración pública toda su vida, principalmente en la oficina de registro y en el Ministerio de Finanzas como inspector de la Economía Nacional. casó en 1930. Tuvo una hija que murió a los 16 años. Simpatizó con los republicanos durante la guerra civil española. Se inscribió en el Partido comunista en 1942 donde militó hasta 1980. A partir de 1955 hasta su retiro, vivió en París.

Sus primeros poemas los escribió en 1932. Sin embargo, su primer libro, Requiem, aparece hasta 1938. Terraque, se publica en 1942. Proses ou boire dans le secret des grottes compila su producción entre 1935 y 1943. En 1947 publica Exécutoire, que fue inmediatamente editado por Gallimard. Dos años después apareció Gagner. A partir de la segunda mitad del siglo pasado su producción se vuelve más intensa. Terre à bonheur es de 1952; Trente et un sonnets, de 1954. En 1961, se publican; Carnac, Sphère y Rond. Otros de sus títulos son: Euclidiennes, 1967. Ville, 1969; Encoches, de 1970; Paroi, 1971; Inclus, 1973; Du domaine, 1977; Etier, 1979; Autres, 1980; Trouées, 1981; Requis, 1983. Art Poétique, 1989; Le Chant, 1990; Maintenant, 1993; Nature épousée, 1993; Possibles futurs, 1996. Recibió el Gran premio de poesía de la Academia Francesa en 1976. En 1984, el Gran premio nacional de poesía. Murió en marzo de 1997.

Guillevic es considerado uno de los grandes poetas franceses del siglo XX. Sus traducciones en 60 países se han vertido en 40 lenguas. Para él, la poesía "permite acercarse a la inquietante extrañeza de las cosas".


DIÁLOGOS


– Se aburre, ese campanario.
– No.
– ¿Cómo lo sabes?
– Se caería.



– ¿Y el cielo?
– Ahí está.
– ¿Y no le dices nada?
– ¡Que mire!



– Esta puerta.
– La conozco.
– Sordomuda.
– Por fuera.



– Ese paseante.
– Pasa.
– Tal vez quisiera...
– Tal vez.



– Otra piedra.
– No es seguro.
– ¿Cómo?
– No hay más que una.



– La hoja cae.
– No lo sabía.
– La teja cae.
– Lo había predicho.



– ¿Por qué esta barrera?
– Vete a saber.
– ¿Quién lo sabe?
– Ni tan siquiera ella.



– Y el verano, ¿puede durar?
– Pues claro.
– ¿Pero mucho, mucho tiempo?
– Todo un instante, tal vez.



– Un páramo, ¿qué es?
– Un espacio que muerde.
– ¿A quién?
– Al espacio.



– El reloj de pared.
– ¿Qué hace?
– Se acostumbra.
– A repetirse.



– Llaman a la puerta.
– Es el viento.
– Entonces, ¿por qué ese miedo?
– ¿Qué viento es?



– Bajo el suelo.
– Un techo.
– ¿Entre los dos?
– Lo que cuenta.



– Lo que quieres.
– Bastantes cosas.
– Se ahuecan ante ti.
– Luego existo.



– Una bola que rueda.
– Para eso está.
– ¿Y cuando no rueda?
– Es una bola.



– Las puertas.
– Me dan miedo.
– Pero duermen.
– ¿Sobre qué?



– Otro muro.
– Hace falta.
– Pero ¿un muro para nada?
– Es lo que hace falta.



– Con prismáticos.
– Es bastante triste.
– ¿Por qué?
– No alargan los brazos.



– Un guardia de guardia.
– En pleno campo.
– ¿Y qué guarda?
– El horizonte, tal vez.



– Hay cinco continentes.
– No se me dan bien.
– ¿Qué?
– Las divisiones.




– Los viajes, los puertos, las islas.
– Para los demás.
– ¿Y para ti?
– Demasiado espacio.



– A tiro de piedra.
– Se dice.
– ¿Tienes práctica?
– Como si.



– Entra.
– ¿Se apoya en la barra?
– Bebe un vaso, pelea, cae.
– Ya lo he leído.



– Iba muy rápido.
– ¿Hacia dónde?
– Aleluya.
– Exactamente.



– ¿Estás a merced?
– Como de costumbre.
– ¿De las palabras?
– Además.



– Es como la hoja.
– ¿Qué hace?
– Se hace la hoja.
– Como la hoja.



– ¿Así que estuviste solo?
– Completamente solo.
– ¿En todas esas calles?
– En esas calles completamente solas.



– ¿Duró mucho?
– Demasiado.
– ¿En relación a qué?
– En relación a mí.



– ¿Qué? ¿El agua?
– Ella también.
– ¿Qué?
– Su historia.



– Es decir.
– Di.
– ¿Qué?
– No digas.



– ¿Dibujas?
– Invento.
– ¿Qué?
– La carretilla.



– ¿Otra hora?
– Nos hace tanta falta.
– ¿Para qué?
– Para preparar la nuestra.







– ¿Estás cansado?
– Vuelve a preguntar.
– Te cansa.
– Menos que tu silencio.



– ¿Calculas?
– A veces.
– ¿Qué, por ejemplo?
– Tu resistencia.



– ¿Anotas?
– Sí.
– ¿Lo que digo?
– Al margen.



– ¿Duermes?
– A veces me gustaría.
– Pero te veo dormir.
– Es que me duermen.



– Mira mis ojos.
– Los conozco.
– ¿Seguro?
– Seguro de que me huyen.



– ¿Es todo?
– Sí.
– ¿No hay más que decir?
– Otro tanto.



– ¿Sales?
– No.
– ¿Partes?
– Creo.



– ¿Lejos?
– Sí.
– ¿Contento?
– Adiós.



– La amistad.
– Hace falta.
– ¿Toda?
– Mira el agua.



– ¡Qué historia!
– ¿Cuál?
– La nuestra.
– ¿Es una historia?



– Y mientras, el mar.
– ¿Qué?
– Sigue.
– Como si nada.



– Abre, abrid.
– No.
– Abramos.
– Sí.


TRADUCCIONES DE JORDI DOCE







DE ABRE EL MAR





Inventamos la melodía
Que engloba lo viviente

Y olvido
Que es en ti
Donde navego,

Que por tal preludio
De negro y de luz
Que es tu presencia

Penetro tu eternidad,
Que es en ella estas olas
Donde asciendo y me deslizo.






Olvido que tu cuerpo
Ha sido para mí
Un acantilado –

Que he buscado la grieta
por donde descubrir su interior,
Los horizontes que lo desgastan

Porque es la integridad de tu ser
Quien se regala

Cuando me invade
Una onda
Que tu penumbra emite.

*
Tus curvas me atraen
Sobre las del planeta.

La floración de tu carne,
tu mirada también
me permiten esta libertad.






Estallo en ti
Después está el vacío
Una vacío que me colma.

De lo que vivimos
Crece sin fin
La extensión de nuestros cuerpos.






Con frecuencia, si no es que siempre
He buscado
No ser yo mismo ya,

Sino el otro, todo lo otro
Y yo mismo.

Es en el júbilo de nuestros cuerpos
Que la aventura se anuncia.

Allá, yo te amo
De todo nuestro sol,

Nosotros nos amamos
De todo el sol.


1995





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