Yves Bonnefoy
Yves Bonnefoy (Nació en Tours, Indre y Loira, 24 de junio de 1923 y falleció el 1 de Julio de 2016)
Fue un poeta, crítico literario, ensayista, traductor y prosista francés de primera importancia. Pero, además de ser un gran crítico literario, Bonnefoy ha escrito ensayos fundamentales sobre arte y artistas del Barroco y del siglo XX, incluyendo a Goya, Joan Miró y Alberto Giacometti.
El padre de Yves Bonnefoy fue montador de los talleres ferroviarios de Paris-Orléans; su madre era enfermera, y más tarde llegó a ser institutriz. De joven, Bonnefoy pasó muchos años en Tours, si bien en vacaciones iba a menudo a Toirac (Lot), en casa de sus abuelos maternos; ese será, como ha dicho, su «verdadero lugar», su lugar de referencia para él (L'Arrière-pays). En 1936, la muerte de su padre va a dar un giro a su vida. Tiene por entonces 13 años, y tendrá que estar recluido en su casa para estudiar.
Hace sus estudios secundarios en un instituto de Tours, y elige ya las matemáticas y la filosofía como preferidas; sigue después en esa ciudad estudiando latín y matemáticas, rama que elige en las Universidades de Poitiers y de París. Se instala en la capital francesa en 1944. Desde entonces, realizará numerosos viajes, por Europa (notablemente por Italia), y por los Estados Unidos.
Entre 1943 y 1953, abandona la matemática (pero guardará el gusto por la sobriedad y la inventiva disciplinada de ésta). Se consagra a la poesía, la literatura y también a la historia del arte, pues sigue las enseñanzas de uno de los más originales estudiosos franceses, André Chastel. Al principio se vincula al surrealismo, movimiento del que se apartará en 1947, al percibir cierta gratuidad en sus producciones: véase André Breton à l'avant de soi. Pero los poetas que le van a influir, por ser a su juicio los verdaderos revolucionarios en la lírica, son Gérard de Nerval, Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, a quien dedicó un libro pionero, y Stéphane Mallarmé; sobre todos ellos ha escrito páginas influyentes una y otra vez.
Además, Bonnefoy es autor de numerosas traducciones (principalmente inglesas, si bien también tradujo a Leopardi), pero destaca sobre todo su trabajo extraordinario con Shakespeare (Hamlet, Macbeth, Lear, Romeo y Julieta, Julio César, Cuento de invierno, Tempestad, Antonio y Cleopatra, Otelo, Como gustéis, Poemas, Sonetos). Desde 1960, ha venido siendo invitado por numerosas universidades, nacionales o no (en Ginebra, norteamericanas). En 1981, tras el fallecimiento de Roland Barthes, le fue encomendada la cátedra de Estudios comparados de la función poética en el Colegio de Francia; allí desarrollará una fructífera actividad hasta 1993, con sus lecciones magistrales y sus invitaciones a figuras de relieve, como Jean Starobinski.
Se dice que es el poeta francés más importante de la segunda mitad del siglo XX; su poesía, muy concentrada, no es muy extensa. Pero su actividad plural ha sido incesante, y su obra ensayística ha cobrado una dimensión fuera de serie. Bonnefoy ha recibido varios premios; el de la Crítica (1971), el Balzan (1995) y el Franz Kafka, que le fue entregado en Praga el 30 de octubre de 2007.
En el año 2013 ha sido galardonado con el Premio en Lenguas Romances que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en México.
Sobre su obra
Además de ser el escritor de la ensoñación controlada (L'Arrière-pays, Récits en rêve) y de la obsesión por las imágenes, se le considera un «poeta del lugar y de la presencia», junto a otros escritores como Philippe Jaccottet, por ejemplo, amigo suyo. Según dice él, la presencia es la experiencia inmediata, pura, vinculada al mundo: sus evocaciones filosóficas suelen partir de los neoplatónicos pero para desplazar sus nociones comunes.
Para Bonnefoy, que por lo demás es un gran teorizador, el concepto y la abstracción pueden separar a los seres humanos del mundo sensible, pues las cosas cotidianas y las miradas ajenas pesan en ellos, en sus mentes, mucho más que las ideas. Su poesía supone la trasmutación de esa experiencia en un lenguaje que no quiere ser arrebatado por la falsedad de lo trivial o de lo inmediato, que desea expresar la unidad de nuestra percepción del mundo rescatando y puliendo determinadas experiencias sensibles o emocionales.
Libros
Poesía y relatos
Traité du pianiste, 1946; ampliado en 2008.
Du mouvement et de l'immobilité de Douve, 1953. Trad. de Carlos Piera: Del movimiento y de la inmovilidad de Douve, Madrid, Visor, 2002 ISBN 13: 978-84-7522-082-6
Hier régnant désert, 1958.
Anti-Platon, 1953.
Pierre écrite, 1965.
L'Arrière-pays, 1971.
Dans le leurre du seuil, 1975.
Rue Traversière, 1977. Trad. de Julián Mateo: Relatos en sueños, Valladolid, Cuatro, ediciones, 2009 ISBN 978-84-933199-9.
Antología poética, Barcelona, Lumen, 1977 ISBN 978-84-264-2719-9
Poèmes (1947–1975), 1978.
Entretiens sur la poésie, 1980.
Ce qui fut sans lumière, 1987.
Récits en rêve, 1987.
Début et fin de neige, con Là où retombe la flèche, 1991. Tr. de Jesús Munárriz: Principio y fin de la nieve. Début et fin de la neige. Edición bilingüe. Madrid, Hiperión, 1993 ISBN 978-84-7517-385-6
La vie errante, con Une autre époque de l'écriture, 1993.
L'encore aveugle, 1997.
La Pluie d'été, 1999. Tr.: La lluvia de verano, Córdoba (Argentina), Alción, 1999.
Le théâtre des enfants, 2001.
Le cœur-espace, 2001.
Les planches courbes, 2001. Trad. de Jesús Munárriz: Las tablas curvas. Les Planches courbes. Edición bilingüe. Madrid, Hiperión, 2003. ISBN 978-84-7517-761-8.
Tarea de esperanza, Valencia, Pre-Textos, 2007, antología ISBN 978-84-8191-839-7.
La longue chaine de l'ancre, 2008.
Ensayos y prosas
Peintures murales de la France gothique, 1954.
Dessin, couleur, lumière, 1995.
L'Improbable, 1959. Tr.: Lo improbable, Córdoba (Argentina), Alción, 1998.
Arthur Rimbaud, 1961. Tr.: Rimbaud, Caracas, Monteávila, 1975.
La seconde simplicité, 1961.
Un rêve fait à Mantoue, 1967.
Rome, 1630: l'horizon du premier baroque, 1970.
Miró, Barcelona, Juventud, 1970.
L'Ordalie, 1975.
Le Nuage rouge, 1977. Tr.La nube roja, Madrid, Síntesis, 2003 ISBN 978-84-9756-143-3.
Trois remarques sur la couleur, 1977. Tr.: Notas sobre el dibujo, Sta. Cruz de Tenerife, A. León, 1998.
L'Improbable, con Un rêve fait à Mantoue, 1980.
Dictionnaire des mythologies et des religions des sociétés. traditionnelles et du monde antique, 1981, editor; 4 tomos. Tr.: Diccionario de mitologías, Destino, 2002, director y editor.
La présence et l'image, 1983, lección en el Collège de France.
La vérité sur parole, 1988.
Sur un sculpteur et des peintres, 1989.
Entretiens sur la poésie, 1972-1990.
Alberto Giacometti, Biographie d'une œuvre, 1991.
Alberto Giacometti, Madrid, H. Kliczkowski, 2002.
Aléchinsky, les traversées, 1992.
Remarques sur le dessin, 1993.
Palézieux, 1994, con Florian Rodari.
La Vérité de parole, 1995.
Dessin, couleur et lumière, 1999.
La Journée d'Alexandre Hollan, 1995.
Théâtre et poésie: Shakespeare et Yeats, 1998.
Lieux et destins de l'image, 1999. Tr.: Lugares y destinos de la imagen, Buenos Aires, El cuenco de plata, 2007.
La Communauté des traducteurs, 2000. Tr. par. La traducción de la poesía, Valencia, Pre-Textos, 2002.
Baudelaire: la tentation de l’oubli, 2000.
L'Enseignement et l'exemple de Leopardi, 2001.
André Breton à l'avant de soi, 2001.
Poésie et architecture, 2001.
Sous l'horizon du langage, 2002.
Sobre el origen y el sentido, Buenos Aires, Acción, 2002.
Remarques sur le regard, 2002.
La Hantise du ptyx, 2003.
Le Poète et «le flot mouvant des multitudes», 2003.
Le Nom du roi d'Asiné, 2003.
L'Arbre au-delà des images, Alexandre Holan. 2003.
Goya, Baudelaire et la poésie, 2004, con textos de Jean Starobinski.
Feuilée, con el artista Gérard Titus-Carmel, 2004.
Le Sommeil de personne, 2004.
Assentiments et partages, 2004, exposición en el Musée des Beaux-Arts de Tours.
L'Imaginaire métaphysique, 2006.
Goya, les peintures noires, 2006.
La stratégie de l'énigme, 2006.
Dans un débris de miroir, 2006.
L'Alliance de la poésie et de la musique, 2007.
Ce qui alarma Paul Celan, 2007.
La Poésie à voix haute, La Ligne d'ombre, 2007.
L'amitié et la réflexion, 2007.
André Mason, la liberté de l'esprit, 2007.
Le grand espace, 2008.
Notre besoin de Rimbaud, 2009.
Deux Scènes, 2009.
Pensées d'étoffe ou d'argile, Col. Carnets, L'Herne, 2010
Genève, 1993, Col. Carnets, L'Herne, 2010.
L'inachevable, Albin Michel, 2010
Raturer outre, Galilée, 2010
Le lieu d'herbes, Galilée, 2010
Le siècle où la parole a été la victime, Mercure de France, 2010
La rapidez de las nubes
La cama, la ventana cercana, el valle, el cielo,
La rapidez espléndida de esas nubes,
La súbita garra de la lluvia en los cristales
Como si la nada rubricase el mundo.
En mi sueño de ayer
El grano de otros años ardía a fuego lento,
Sin calor, en el suelo embaldosado.
Descalzos, lo apartaban nuestros pies como un agua límpida.
¡Oh amiga mía,
Qué distancia tan débil separaba nuestros cuerpos!
La hoja de la espada del tiempo que merodea
Hubiese allí buscado en vano lugar para vencer!
Noli me tangere
De nuevo en el cielo azul vacila el copo
De nieve, el último copo de la gran nevada.
Y es como si en el jardín entrase aquella que
Bien había debido soñar lo que podría ser,
Esa mirada, ese dios simple, sin memoria
Del sepulcro, sin otro pensamiento que la dicha,
Sin otro porvenir
Que su disolución en el azul del mundo.
"No me toques, no", le diría él,
pero hasta el decir no sería luminoso.
Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán
PERO QUE SE CALLE ESA QUE VELA
Pero que se calle esa que vela todavía
En el hogar, su rostro caído entre las llamas
Que permanece sentada, careciendo de cuerpo
Que habla de mí con los labios cerrados,
Que se levanta y me llama, careciendo de carne,
Que se aleja abandonando su cuerpo dibujada,
Que ríe siempre, habiendo muerto la risa hace tiempo.
A MENUDO EN EL SILENCIO
A menudo en el silencio de un abismo
Oigo – o deseo oír , no sé-
Un cuerpo que cae entre las ramas. Larga y lenta
Es esta caída; ningún grito
Viene nunca a interrumpirla y darle fin.
Entonces pienso en las procesiones luminosas
En un país que no nace ni muere.
TE ACOSTARÁS SOBRE LA TIERRA
Te acostarás sobre la tierra sencilla,
¿Quién te dijo que te pertenecía ?
Desde el cielo inmutable, la luz errante
Volverá a comenzar la eterna mañana.
Creerás renacer con las horas profundas
Del fuego negado, de fuego mal extinguido.
Pero el ángel vendrá con sus manos de ceniza
Para calmar la fiebre del día que nace.
FÉNIX
El pájaro irá al encuentro de nuestras cabezas.
Para él se alzará un hombro sangriento.
Cerrará alegre sus alas sobre la cima
De tu cuerpo, el árbol que tú ofrecerás.
Cantará largo tiempo alejándose entre las ramas
La sombra vendrá a marcar los límites de su grito.
Pero rechazando toda muerte inscrita en sus ramas
Se atreverá a traspasar las crestas de la noche
El libro, para envejecer
Estrellas trashumantes; y el pastor que se inclina
Sobre la dicha de la tierra; y tanta paz
Como ese grito irregular de insecto
Que un dios pobre modela. De tu libro
Subió el silencio hasta tu corazón.
Corre un viento sin ruido en los ruidos del mundo.
Lejos sonríe el tiempo, por dejar de existir.
Sencillos en el huerto son los frutos maduros.
Envejecerás
Y, al perder tu color en los árboles,
Al formar una sombra más lenta sobre el muro,
Al ser amenazada la tierra, al fin, de alma,
Retomarás el libro donde lo abandonaste,
Y dirás: Eran ésas las últimas palabras oscuras. -
*
¿Qué asir sino lo que se escapa?
¿Qué ver sino lo que se obscurece?
¿Qué desear sino lo que muere
Sino lo que habla y se desgarra?
Palabra próxima a mí
Qué buscar sino tu silencio,
Qué resplandor tan profundo
Tú amortajada conciencia,
Palabra, ¿dique material
Sobre el origen y la noche?(De Du Mouvement et de L`Immobilité de Douve, 1953 )
Para la Tierra del Alba
Alba, hija de las lágrimas, reestablece
La habitación en su paz grisácea
Y en su orden al corazón. Tanta noche
Pedía al fuego que decline y se acabe,
Más nos vale velar cerca del rostro muerto.
A penas se ha movido… ¿El navío de las lámparas
Entrará al puerto que lo había llamado,
Aquí, sobre las tablas, la flama hecha ceniza
Crecerá más alta en otra claridad?
Alba, toma, levanta el rostro sin sombra,
Colorea poco a poco el tiempo recomenzado.
TENDRÁS QUE ATRAVESAR LA MUERTE
La cama, la ventana cercana, el valle, el cielo,
La rapidez espléndida de esas nubes,
La súbita garra de la lluvia en los cristales
Como si la nada rubricase el mundo.
En mi sueño de ayer
El grano de otros años ardía a fuego lento,
Sin calor, en el suelo embaldosado.
Descalzos, lo apartaban nuestros pies como un agua límpida.
¡Oh amiga mía,
Qué distancia tan débil separaba nuestros cuerpos!
La hoja de la espada del tiempo que merodea
Hubiese allí buscado en vano lugar para vencer!
Noli me tangere
De nuevo en el cielo azul vacila el copo
De nieve, el último copo de la gran nevada.
Y es como si en el jardín entrase aquella que
Bien había debido soñar lo que podría ser,
Esa mirada, ese dios simple, sin memoria
Del sepulcro, sin otro pensamiento que la dicha,
Sin otro porvenir
Que su disolución en el azul del mundo.
"No me toques, no", le diría él,
pero hasta el decir no sería luminoso.
Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán
PERO QUE SE CALLE ESA QUE VELA
Pero que se calle esa que vela todavía
En el hogar, su rostro caído entre las llamas
Que permanece sentada, careciendo de cuerpo
Que habla de mí con los labios cerrados,
Que se levanta y me llama, careciendo de carne,
Que se aleja abandonando su cuerpo dibujada,
Que ríe siempre, habiendo muerto la risa hace tiempo.
A MENUDO EN EL SILENCIO
A menudo en el silencio de un abismo
Oigo – o deseo oír , no sé-
Un cuerpo que cae entre las ramas. Larga y lenta
Es esta caída; ningún grito
Viene nunca a interrumpirla y darle fin.
Entonces pienso en las procesiones luminosas
En un país que no nace ni muere.
TE ACOSTARÁS SOBRE LA TIERRA
Te acostarás sobre la tierra sencilla,
¿Quién te dijo que te pertenecía ?
Desde el cielo inmutable, la luz errante
Volverá a comenzar la eterna mañana.
Creerás renacer con las horas profundas
Del fuego negado, de fuego mal extinguido.
Pero el ángel vendrá con sus manos de ceniza
Para calmar la fiebre del día que nace.
FÉNIX
El pájaro irá al encuentro de nuestras cabezas.
Para él se alzará un hombro sangriento.
Cerrará alegre sus alas sobre la cima
De tu cuerpo, el árbol que tú ofrecerás.
Cantará largo tiempo alejándose entre las ramas
La sombra vendrá a marcar los límites de su grito.
Pero rechazando toda muerte inscrita en sus ramas
Se atreverá a traspasar las crestas de la noche
El libro, para envejecer
Estrellas trashumantes; y el pastor que se inclina
Sobre la dicha de la tierra; y tanta paz
Como ese grito irregular de insecto
Que un dios pobre modela. De tu libro
Subió el silencio hasta tu corazón.
Corre un viento sin ruido en los ruidos del mundo.
Lejos sonríe el tiempo, por dejar de existir.
Sencillos en el huerto son los frutos maduros.
Envejecerás
Y, al perder tu color en los árboles,
Al formar una sombra más lenta sobre el muro,
Al ser amenazada la tierra, al fin, de alma,
Retomarás el libro donde lo abandonaste,
Y dirás: Eran ésas las últimas palabras oscuras. -
*
¿Qué asir sino lo que se escapa?
¿Qué ver sino lo que se obscurece?
¿Qué desear sino lo que muere
Sino lo que habla y se desgarra?
Palabra próxima a mí
Qué buscar sino tu silencio,
Qué resplandor tan profundo
Tú amortajada conciencia,
Palabra, ¿dique material
Sobre el origen y la noche?(De Du Mouvement et de L`Immobilité de Douve, 1953 )
Le livre, pour vieillir
Étoiles transhurnantes; et le berger
Voûté sur le bonheur terrestre; et tant de paix
Comme ce cri d'insecte, irrégulier,
Qu'un dieu pauvre façonne. Le silence
Est monté de ton livre vers ton coeur.
Un vent bouge sans bruit dans les bruits du monde.
Le temps sourit au loin, de cesser d'être.
Simples dans le verger sont les fruits mûrs.
Tu vieilliras
Et, te décolorant dans la couleur des arbres,
Faisant ombre plus lente sur le mur,
Etant, et d'âme en fin, la terre menacée,
Tu reprendras le livre à la page laissée,
Tu diras, C'étaient done les derniers mots obscures.
Para la Tierra del Alba
Alba, hija de las lágrimas, reestablece
La habitación en su paz grisácea
Y en su orden al corazón. Tanta noche
Pedía al fuego que decline y se acabe,
Más nos vale velar cerca del rostro muerto.
A penas se ha movido… ¿El navío de las lámparas
Entrará al puerto que lo había llamado,
Aquí, sobre las tablas, la flama hecha ceniza
Crecerá más alta en otra claridad?
Alba, toma, levanta el rostro sin sombra,
Colorea poco a poco el tiempo recomenzado.
TENDRÁS QUE ATRAVESAR LA MUERTE
PARA VIVIR
La luz profunda necesita para mostrarse
de una tierra aplastada y crujiente de noche.
Es de un tronco tenebroso que se exalta la llama.
La palabra misma necesita una materia,
Una ribera inerte más allá de todo canto.
Tendrás que atravesar la muerte para vivir,
La más pura presencia es una sangre derramada.
UN PAÍS QUE NO NACE NI MUERE
A menudo en el silencio de un abismo
Oigo –o deseo oír, no sé-
Un cuerpo que cae entre las ramas. Larga y lenta
Es esta caída; ningún grito
Viene nunca a interrumpirla y darle fin.
Entonces pienso en las procesiones luminosas
En un país que no nace ni muere.A menudo en el silencio
La luz profunda necesita para mostrarse
de una tierra aplastada y crujiente de noche.
Es de un tronco tenebroso que se exalta la llama.
La palabra misma necesita una materia,
Una ribera inerte más allá de todo canto.
Tendrás que atravesar la muerte para vivir,
La más pura presencia es una sangre derramada.
UN PAÍS QUE NO NACE NI MUERE
A menudo en el silencio de un abismo
Oigo –o deseo oír, no sé-
Un cuerpo que cae entre las ramas. Larga y lenta
Es esta caída; ningún grito
Viene nunca a interrumpirla y darle fin.
Entonces pienso en las procesiones luminosas
En un país que no nace ni muere.A menudo en el silencio
Presentamos, en versión de la poeta, editora, periodista y traductora Una Pérez Ruiz (México, 1970), de tres poemas de Yves Bonnefoy
http://circulodepoesia.com/2012/07/traduccion-yves-bonnefoy-por-una-perez-ruiz/
La salamandra
III
“¡Mírame, mírame correr hasta ti!”
Estoy cerca de ti, Douve, te alumbro. No hay nada entre nosotros más que esta lámpara de piedra, este poco de quieta oscuridad, nuestras manos que la sombra espera. Te quedas sorprendida, inmóvil salamandra.
Así te quedas, tras vivir el instante en que la carne más próxima transmuta en conocimiento.
La salamandre
III
“Regarde-moi, regarde-moi, j’ai couru!”
Je suis près de toi, Douve, je t’éclaire. Il n’y a plus entre nous que cette lampe rocailleuse, ce peu d’ombre apaisé, nos mains que l’ombre attend. Salamandre surprise, tu demeures immobile.
Ayant vécu l’instant où la chair la plus proche se mue en connaisance.
El único testigo
Luego de librar su cabeza a las llamas bajas
del mar, de perder sus manos
en su profundidad ansiosa, luego de arrojar
a las materias acuáticas su cabellera;
muerta ya, pues morir es ese camino
de verticalidad bajo la luz,
y ebria aún, incluso muerta: yo fui,
ménade consumada, gozo pétreo y pérfido,
el único testigo, la única presa cautiva
en las redes de tu muerte que fueron arenas
peñascos o calor, tu signo, me decías.
Le seul témoin
Ayant livré sa tête aux basses flammes
De la mer, ayant perdu ses mains
Dans son anxieuse profondeur, ayant jeté
Aux matières de l’eau sa chevelure ;
Étant morte, puisque mourir est ce chemin
De verticalité sous la lumière,
Et ivre encore étant morte : ô je fus,
Ménade consumée, dure joie mais perfide,
Le seul témoin, la seule bête prise
Dans ces rets de ta mort que furent sables
Ou rochers ou chaleur, ton signe disais-tu.
Presentamos, en versión del poeta y traductor Gustavo Osorio de Ita, una selección de poemas de unos de los escritores franceses más representativos su tradición: Yves Bonnefoy (1923). Además de poesía escribe ensayo y crítica literaria. también es traductor. Uno de sus últimos libros de creación es La longue chaine de l’ancre, 2008. Mereció el Premio Franz Kafka en 2007.
NOMBRE VERDADERO
Nombraré desierto este palacio que fuiste
Noche esta voz, ausencia tu rostro,
Y cuando caigas en la tierra estéril
Nombraré nada al destello que te ha portado.
Morir es un país que tu amabas. Yo vengo
Mas eternamente por tus sombreados caminos.
Yo destruyo tu deseo, tu forma, tu memoria,
Soy tu enemigo quien no tendrá piedad alguna.
Te nombraré guerra y tomaré
Sobre ti las libertades de la guerra y tendré
En mis manos tu rostro obscuro y apesadumbrado,
En mi corazón este país que ilumina la tormenta.
ORILLA DE UNA OTRA MUERTE
III
La arena es al principio como será
El horrible fin bajo el empuje de este viento frío.
¿Dónde está el límite, dices, de tantas estrellas,
Porqué avanzamos en este lugar frío?
¿Y por qué decimos tantas palabras vanas,
Andando y como si la noche no hubiese existido?
Más vale caminar más cerca de la línea de espuma
Y aventurarnos en el umbral de un otro frío.
Veníamos de siempre. Precipitadas luces
Portaban a lo lejos para nosotros la majestuosidad del frío.
– Poco a poco crecía la costa largamente vista
Y dicha por las palabras que no sabíamos.
EL PUENTE DE HIERRO
Existe sin duda siempre al final de una larga calle
Donde caminaba cuando niño una charca de aceite,
Un rectángulo de pesada muerte bajo el cielo negro.
Desde la poesía
Ha separado sus aguas de las otras aguas,
Ninguna beldad ningún color la retiene,
Ella se angustia por el fierro y por la noche.
Ella alimenta
Un largo penar de orilla muerta, un puente de hierro
Lanzado hacia la otra orilla aún más nocturna
Y su sola memoria y su único verdadero amor.
LA IMPERFECCIÓN ES LA CIMA
Sería necesario destruir y destruir y destruir,
Sería necesario que la salvación no se diese más que a este precio.
Arruinar la cara desnuda que crece en el mármol,
Martillar toda forma toda belleza.
Amar la perfección porque es el umbral,
Mas negarla tan pronto haberla conocido, olvidarla muerta,
La imperfección es la cima.
A LA VOZ DE KATHLEEN FERRIER
Toda dulzura toda ironía se asemejaban
por un adiós de cristal y de bruma,
Los cortes profundos del hierro hacían casi silencio,
La luz de la espada se encontraba velada.
Celebro la voz combate de color gris
Que vacila en las lejanías del canto que se perdió
Como si más allá de toda forma pura
Temblase un otro canto y el único absoluto.
¡Oh luz y ausencia de la luz, oh lágrimas
Sonrientes más allá de la angustia o la esperanza,
Oh cisne, lugar real en la irreal agua sombría,
Oh fuente, cuando esto fue profundamente la noche!
Parece que conocieses ambas orillas,
La extrema alegría y el extremo dolor,
Allá abajo, entre estos juncos grises a la luz,
Parece que extrajeras de lo eterno.
EL MIRTO
A veces te sabía la tierra, bebía
Sobre tus labios la angustia de las fuentes
Cuando ella brotaba de las piedras calientes, y el verano
Dominaba alto la piedra dichosa y el bebedor.
A veces te decía mirto y hacíamos arder
El árbol de todos tus gestos todo un día,
Eran grandes fuegos breves de luz vestal,
Así te inventaba entre tus cabellos claros.
Todo un inmenso verano desastroso había secado nuestros sueños,
Herrumbrado nuestras voces, acrecentado nuestros cuerpos, deshecho nuestros hierros.
A veces el lecho volcaba como una balsa libre
Que gana lentamente lo más lejano de la mar.
EL ADIÓS
Somos devueltos a nuestro origen
Este fue el lugar de la evidencia, mas desgarrado,
Las ventanas entreveraban demasiadas luces,
Las escaleras subían demasiadas estrellas
Que son arcos que se hunden, escombros,
El fuego parecía arder en otro mundo.
Y ahora los pájaros vuelan de recámara en recámara
Los postigos caídos, el lecho está cubierto de piedras,
El hogar pleno de restos del cielo que pronto se apagarán,
Allá nosotros hablábamos, la noche, casi a voz baja
A causa de los rumores de las bóvedas, allá sin embargo
formamos nuestros proyectos: mas una barca,
Cargada de piedras rojas, se alejaba
Irresistiblemente de una orilla, y el olvido
Posaba ya su ceniza sobre los sueños
Que recomenzábamos sin fin, poblando imágenes
El fuego que ardió hasta el último día.
¿Es verdad, amiga mía,
Que no existe más que una palabra para designar
En la lengua que llamamos la poesía
Al sol de la mañana y aquel de la tarde,
Uno sólo el grito de alegría y el grito de angustia,
Uno solo el río arriba desierto y los golpes de hachas,
Uno solo el lecho destruido y el cielo de tormenta,
Uno solo el niño que nace y el dios muerto?
Sí, yo lo creo, quiero creerlo, ¿pero cuáles son
Estas sombras que dominan el espejo?
Y ve, la zarza toma entre las piedras
Sobre la vía de hierba aún mal trazada
Donde se sostenían nuestros pasos hacia los jóvenes árboles.
Me parece hoy, aquí, que la palabra
Es este cántaro medio quebrado, en donde se derrama
Con cada nube de lluvia el agua inútil.
La hierba y en la hierba el agua que brilla, como un río.
Todo busca siempre retejer el mundo.
El paraíso es disperso, lo sé,
Es la mancha terrestre de en ello reconocer
Las flores diseminadas en la hierba pobre,
Mas el ángel ha desaparecido, una luz
Que no fue más repentina que el crepúsculo.
Y como Adán y Eva nosotros caminaremos
Una última vez en el jardín.
Como Adán el primer arrepentimiento, como Eva la primera
Valentía nosotros querremos y no querremos
Franquear la puerta baja que se entreabre
Allá abajo, al otro extremo de los bordes, coloreado
como auguralmente por un último rayo.
El porvenir se toma en el origen
Como el cielo reflejado en un espejo curvo,
¿Podremos recoger de esta luz
que ha sido el milagro de aquí
La semilla en nuestras manos sombrías, para otras charcas
Al secreto de otros campos “tachados de piedras”?
Claro, el lugar para vencer, para nosotros vencer, es aquí
Del cual partimos, esta noche. Aquí sin fin
Como esta agua que se escapa del cántaro.
L'adieu
Nous sommes revenus à notre origine.
Ce fut le lieu de l'évidence, mais déchirée.
Les fenêtres mêlaient trop de lumières,
Les escaliers gravissaient trop d'étoiles
Qui sont des arches qui s'effondrent, des gravats,
Le feu semblait brûler dans un autre monde.
Et maintenant des oiseaux volent de chambre en chambre,
Les volets sont tombés, le lit est couvert de pierres,
L'âtre plein de débris du ciel qui vont s'éteindre.
Là nous parlions, le soir, presque à voix basse
A cause des rumeurs des voûtes, là pourtant
Nous formions nos projets : mais une barque,
Chargée de pierres rouges, s'éloignait
Irrésistiblement d'une rive, et l'oubli
Posait déjà sa cendre sur les rêves
Que nous recommencions sans fin, peuplant d'images
Le feu qui a brûlé jusqu'au dernier jour.
Est-il vrai, mon amie,
Qu'il n'y a qu'un seul mot pour désigner
Dans la langue qu'on nomme la poésie
Le soleil du matin et celui du soir,
Un seul le cri de joie et le cri d'angoisse,
Un seul l'amont désert et les coups de haches,
Un seul le lit défait et le ciel d'orage,
Un seul l'enfant qui naît et le dieu mort ?
Oui, je le crois, je veux le croire, mais quelles sont
Ces ombres qui emportent le miroir ?
Et vois, la ronce prend parmi les pierres
Sur la voie d'herbe encore mal frayée
Où se portaient nos pas vers les jeunes arbres.
Il me semble aujourd'hui, ici, que la parole
Est cette auge à demi brisée, dont se répand
A chaque aube de pluie l'eau inutile.
L'herbe et dans l'herbe l'eau qui brille, comme un fleuve.
Tout est toujours à remailler du monde.
Le paradis est épars, je le sais,
C'est la tâche terrestre d'en reconnaître
Les fleurs disséminées dans l'herbe pauvre,
Mais l'ange a disparu, une lumière
Qui ne fut plus soudain que soleil couchant.
Et comme Adam et Ève nous marcherons
Une dernière fois dans le jardin.
Comme Adam le premier regret, comme Ève le premier
Courage nous voudrons et ne voudrons pas
Franchir la porte basse qui s'entrouvre
Là-bas, à l'autre bout des longes, colorée
Comme auguralement d'un dernier rayon.
L'avenir se prend-il dans l'origine
Comme le ciel consent à un miroir courbe,
Pourrons-nous recueillir de cette lumière
Qui a été le miracle d'ici
La semence dans nos mains sombres, pour d'autres flaques
Au secret d'autres champs « barrées de pierres » ?
Certes, le lieu pour vaincre, pour nous vaincre, c'est ici
Dont nous partons, ce soir. Ici sans fin
Comme cette eau qui s'échappe de l'auge.
EL TODO, LA NADA
Es la última nevada de la temporada,
La nieve de primavera, la más hábil
En rezurcir los desgarros de la madera muerta
Antes de que carezca de importancia y se le queme.
Es la primera nieve de tu vida
Pues, ayer, no eran aún más que manchas
De color, placeres breves, temores, penas
Inconsistentes, falta de la palabra.
Y veo que la felicidad triunfa sobre el miedo
En tus ojos donde se abre la sorpresa
Una avanzada, de un gran salto claro: este grito, este reír
Que amo, y que encuentro meditable.
Porque estamos muy cerca, y el infante
Es el progenitor de quien lo ha tomado
Una mañana en sus manos de adulto y levantado
En el consentimiento de la luz.
II
Sí, entender, sí, hacer mía
Esta fuente, el grito de alegría, que efervescente
Surgía de entre las piedras de la vida
Toda, y tan fuerte, luego debilitada y se ciega.
Mas escribir no es tener, no es ser,
Porque el estremecimiento de la felicidad no es ahí
Más que una sombra, tal vez la más clara,
En palabras que aún se recuerdan
De tanto en tanto cosas que el tiempo
Tiene duramente aprisionadas por sus garras,
– Y así no puedo hacer más que decirte
Lo que no soy, salvo en deseo.
Una forma de tomar, que sería
De cesar de ser uno mismo en el acto de tomar,
Una manera de decir, que haría
Que uno no estuviese más sólo en el lenguaje.
III
Te sea la gran nieve el todo, la nada,
Niño de primeros pasos titubeantes en la hierba,
Los ojos aún plenos del origen,
Las manos no se sujetan más que a la luz
Te sean estas ramas que centellean la palabra
Que tú debes escuchar pero sin comprender
El sentido de su tala sobre el cielo,
De lo contrario no nombrarás más que al precio de perder.
Te basten los dos valores, el uno brillante,
De la colina en la sisa de los árboles,
Abeja de la vida, cuando se agotará
En tu sueño del mundo este mundo mismo.
Y que el agua que chorrea en el prado
Te muestre que la dicha puede sobrevivir al sueño
Cuando la brisa de quien sabe dónde llegada, ya dispersa
Las flores del almendro, sin embargo el otro nieva.
Presentamos, en versión del poeta Adalberto García López (Culiacán, 1993), un poema del escritor francés Yves Bonnefoy.
http://circulodepoesia.com/2015/01/lo-inacabado-un-poema-de-yves-bonnefoy/
Lo inacabado
Cuando él tuvo veinte años, alzó la mirada, vio el cielo, vio nuevamente la tierra, con suma atención. ¡Era cierto entonces! Dios no había hecho más que un bosquejo del mundo. No dejó nada sino ruinas.
Ruinas este roble, aun siendo tan bello. Ruinas el agua que viene a romper suavemente en la orilla. Ruinas el sol mismo. Ruinas todos estos signos de la belleza, como bien lo prueban las nubes, aun más bellas.
Sólo la luz poseyó vida plena, se dijo. Y por eso pareciera simple e increada. Desde entonces, los bosquejos es lo único que le gustan de la obra de los pintores. El trazo que se cierra sobre sí le parece que traiciona la causa de este dios que ha preferido la angustia de la búsqueda a la alegría de la obra concluida.
L’inachevable
Quand il eut vingt ans il leva les yeux, regard le ciel, regarda la terre à nouveau, -avec attention. C’était donc vrai! Dieu n’avait fait qu’ebaucher le monde. Il n’y avait laissé que des ruines.
Ruines ce chêne, si beau pourtant. Ruines cette eau, qui vient se briser si doucement sur la rive. Ruines le soleil même. Ruines tous ces signes de la beauté comme le prouvent bien les nuages, plus beaux encore.
Seule la lumière a eu vie pleine peut-être, se dit-il. Et c’est pour cela qu’elle semble simple, et incréée. -Depuis, il n’aime plus, dans l’œvre des peintres, que les ébauches. Le trait qui se ferme sur soi lui semble trahir la cause de ce dieu qui a préféré l’angoisse de la recherche à la joie de l’œvre accomplie.
YVES BONNEFOY: LA TRADUCCIÓN COMO INTERCAMBIO
¿Es posible traducir la poesía? No existe traductor que, en algún momento de su quehacer, no haya tenido la impresión de que se le escapaba aquello que en ese preciso instante le parecía lo más valioso de lo que estaba intentando recrear. El matiz de un adjetivo, la sonoridad de una palabra, algo insignificante en apariencia, pero que, sin duda conmovió y atrapó a un poeta y que ahora lo conmueve a él también. ¿Es realmente necesario sacrificar este regalo? ¿Podemos consentir este sacrificio? Y, si fuera así, ¿podemos seguir pensando que tiene sentido hablar de traducción?
Y, sin embargo, nada más experimentar esta frustración, el traductor de poesía siente de nuevo el intenso deseo de traducir.
¿Por qué? Ante todo, porque la experiencia que acaba de vivir le ha enseñado de manera precisa e inmediata —ya que se produce en el desarrollo mismo de su trabajo— que las cosas fundamentales de la naturaleza o de la existencia se perciben en otra lengua mediante conceptos distintos a los suyos debido al medio de abordar el objeto, de articularse entre sí, de producir significado. Y ello le ha permitido comprender mejor que el discurso de los conceptos no consiste solo en palabras, hecho que lo empuja aún más a la poesía, pues esta es justamente el recuerdo de lo que se añade a la realidad con respecto a su percepción a través de los conceptos, además de ser, el deseo de dar con este añadido mediante una forma distinta de decir. Si no lo era ya cuando emprendió esta tarea, el traductor se hará poeta mientras la lleva a cabo. En adelante, no aspirará solo a traducir una obra concreta, sino que, al descubrir en el conjunto de su propia lengua y de su habla esas redes de significados que ocultan el brillo de la vida y de la naturaleza, querrá profundizar en esas formas de ver y de no ver y que el lenguaje se dote de ojos.
Pero, ¿por qué se vuelve entonces hacia el poeta que estaba traduciendo, por qué no lo deja a merced de su texto para poder, así, dedicarse más a esa nueva, y tan difícil, empresa? Pues porque ahora sabe apreciar mejor que ese poeta tuvo, en su propio idioma, su propio lugar o su propia época, exactamente el mismo proyecto de renovación de la lengua al que ahora él se entrega; y que ello lo lleva a pensar que ese amigo lejano puede hablarle de su propia experiencia, aunque él no sea capaz de traducir completamente lo que así se le dice. El otro poeta lo guiará. De él aprenderá, por ejemplo, a descubrir en unos acontecimientos que aquel tuvo la suerte de vivir de lleno, determinadas virtualidades simbólicas que el pensamiento suele ocultar. Y podrá hacer suyos, retomar, los obstáculos, los conflictos entre niveles de habla, entre ensoñación y lucidez, a los que se vio expuesto ese otro, lo mismo que a sus fracasos o sus alegrías. Todo ello le permitirá afrontar mejor sus peligros —ilusiones, utopías, desalientos— inherentes a la creación poética.
En resumen, lo que en un primer momento fue solo la lectura de un texto y el intento de trasponer sus significados —un propósito que, por desgracia, les parece suficiente a los grandes filósofos que reflexionan sobre la traducción— se convierte en escuchar a otra persona y colaborar con ella, realizar una búsqueda en común. La obra original aconseja al traductor en su relación con su propia lengua. Le sugiere maneras de ver y de sentir. Y, por qué no, el traductor puede incluso, a través de lo que va descubriendo, criticar lo que escribió su iniciador, discutir sus propuestas y modificar sus imágenes, añadiendo con toda legitimidad, precisión, claridad, color a determinados pasajes del texto.
Un intercambio, este podría ser el futuro de la traducción. No un proyecto de simple transposición, palabra por palabra, que considera el texto como algo intangible que viene dado —condenándolo por ello irremisiblemente al pasado— y que silencia una voz, sino la recuperación de sus expectativas bajo el signo de un devenir.
¿Y por qué, si todavía está vivo y es capaz, por tanto, de oír lo que va a decirle su traductor, el poeta traducido no aceptaría gustoso verse privado de algunas parcelas de su palabra, perpetuando, de esta forma, su anhelo más querido?
La traducción puede ser una pérdida de poesía, un peligro para la idea de la poesía, Pero, al mismo tiempo, tiene la fortuna de ser lo que intensifica su necesidad y recuerda su derecho a existir y su valor redimidor en un mundo en el que el discurso conceptual amenaza cada vez más con anegarlo todo. La traducción es, así, mucho más que un nuevo texto: es un lugar de confluencia, la indicación de un camino.
Creo que en el futuro asistiremos a una relación cada vez más estrecha entre la necesidad de la poesía y la de traducirla, con actos de traducción que serán poemas en sí mismos y que podrían cambiar incluso formas todavía hoy difíciles de imaginar.
Yves Bonnefoy
(Traducción de Clara Curell)
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