martes, 16 de marzo de 2010

LUIS MUÑOZ [092]


LUIS MUÑOZ

Granada, España, 1966.  Licenciado en Filología Española y Filología Románica por la Universidad de Málaga, es una de las voces importantes de la nueva poesía española.
En 1994 preparó el libro colectivo El lugar de la poesía y ha traducido, entre otros autores, a Giuseppe Ungaretti y a poetas británicos de la "New Generation". Dirigió el Aula de Literatura de la Universidad de Málaga hasta el año 2000 y fue director de la revista de poesía Hélice hasta el año 2002. Ha impartido cursos de poesía española en diversas universidades norteamericanas y actualmente vive en Madrid donde trabaja como asesor de la Residencia de Estudiantes. 
Su obra poética está contenida en las siguientes publicaciones: "Calle del mar" 1987, "Septiembre" 1991, "Manzanas amarillas" 1995,"El apetito" 1998, "Correspondencias" 2001 y "Querido silencio" 2006. El volumen "Limpiar pescado" recoge su obra hasta el año 2005.
Entre los galardones recibidos se destacan: Premio Ciudad de Córdoba de Poesía 1995 por Manzanas amarillas, IV Premio Internacional de Poesía Generación del 27 en el año 2000 y el Premio Ojo Crítico de Poesía por Correspondencias.



De "Septiembre" 1991

El mar nunca

El mar nunca propone la nostalgia
porque sólo regresa
en busca de un comienzo,
de unos ojos primeros,
de una torre sin marcas de combate,
de unos lentos tobillos indecisos
que lo sientan llegar con la extrañeza
del amor que precede al cuerpo del amor.
Pero tú eliges que las olas vengan
arrastrando fragmentos de un pasado
que simula el murmullo
azul de la memoria
y la alta noche lo corona de fuego
y lo secundan quietas ilusiones perdidas.




El verano que huye 

De vuelta, adormecidos en el coche,
el verano tenía
la calidad abstracta del sueño de los otros.
Si las velas contienen
los momentos finales del crepúsculo,
si un animal inmenso se deshace
en las gentes de fuego de las playas
y los rompientes cumplen
el amargo papel de signo adverso,
todo aquello que huía con nosotros,
en el orden juicioso y familiar
de los veranos, de repente
nos desplazó del mundo
y en los ojos de extraños
se fundó su memoria.




Razones de peso

La adivinamos breve también aquellos años.
Inexplicable y breve
como la luz del cuarto que baja hasta las sombras
rosadas y malignas de las tardes felices.
Como el baño en el mar donde seguimos
la dirección secreta de las olas
o el cuerpo de lagarto de la espuma.

En todo la encontramos y a todo parecida
no dibujó en el curso de los sueños
las formas desleales de una ausencia.
No simuló en nosotros ninguna eternidad
ni apareció tan bella como quisimos luego.




Septiembre

En el pálido azul que acogen las terrazas,
los labios desprovistos que saben regresar
y el vuelo de las últimas gaviotas.

Voces que el mar congrega,
que vienen con las olas y son la lejanía.
Playas tendidas como alas de nieve
al pie de los bañistas
y autobuses velados con tenues pasajeros
que persiguen la falta de costumbre.

También entonces
rubias muchachas sumergidas
en el agua templada de las historias breves
y la pasión del horizonte, el hilo de ciudades
que definen los barcos que se alejan.

No es más real, septiembre, que un recuerdo,
pero nombres que dimos por perdidos
recobran claridad, el aire que atraían
y el sueño en que resisten los veranos.




De "Manzanas amarillas" 1995


Adolescencia

(J. R. J.)
Una rueda de fuego era tu vida,
del placer a la culpa.
Como un nido de abejas el temblor de silencio,
la luz de la mañana, la azotea
flotante sobre paisajes aguados
y sobre poetas díscolos.

Todo se fue moviendo
a costa del futuro sin demasiada prisa.
Las huellas de esa rueda las leí en mi vida
mientras que se alejaba, como buscando un margen,
el amor por tus libros, del placer a la culpa.




Luces apagadas

La oscuridad reclama en cuanto llega
un orden para el mundo.

Se lo daría, si pudiese,
igual que puedo darle mi cadena de azares,
un nombre a algún presagio aleteante,
el mapa descifrado de mi limbo
y aun la gratitud que no le debo.

Nunca llega de pronto sino que desvanece
el tejido de fondo de los días
como si sumergiera
un cuerpo en la mirada que lo sigue.

La oscuridad precede a cuanto toca.
Y si finge lanzarse como un ave de presa
sobre tu cuarto solo,
si amenaza su salto de repente,
no creas en su caída,
no temas su ala trampa,
hazle un hueco.




Primera hora

Con sus patas de araña
el día apenas toca lo que toca.
Al cielo de la plaza lo despeina
un viento tibio.
A menudo lo oí y no lo quise:
que la repetición te manda.
No:
con la fibra de ayer, con lo que quieras
el hoy es uno.




De "El apetito" 1998


Diario

A Isolde Gornemann

El sosiego, de pronto, no es un plazo,
ni es un anuncio, ni una salva.
El sosiego, de pronto, es una guerra
que se libra en los márgenes del día.
En la lengua del alba, en la cal de la tarde.




Espiral

¿Con qué viene el amor
en su tromba dormida?

Con hilos de una red de lance
del pasado, con luces rutilantes
brillando en su argumento.

Con su gama de olores,
de miedos, de costumbres
que siguen y que esquivan las costumbres,
con su plano de vías, de cruces, de paradas,
con vocación de marca, con su marca.

Ésta
Ésta es la noche
con su lomo de iguana.
Yo no pienso temerla
ni por lo que embosca
ni por lo que ilumina.
Tu miedo no termina sin mi miedo
cuando son una fuerza.





De "Correspondencias" 2001

Plan de fuga

Cerrar algunas puertas de salida.
A la calle sedosa, al patio ensimismado,
a la sombra partida que husmea en los jazmines,
a la facilidad, a la dificultad,
a la nieve embarrada que duerme en tu deseo.




Sencillo y complicado

No sé si cuando espero, a la vez convoco algo
o a alguien.
Los brotes tiernos de una rama,
los nudos afilados que no punzan,
como la luz del día
o el olvido deseado del amor.
Como todo lo que es cuestión de tiempo.

Esperar se supone que es ser hacia adelante,
pero es también volver a un ámbito sombrío.
Donde se chocan ciegos,
igual que pececillos moribundos,
lo que se cumple tarde y lo que nunca llega,
lo que se quiere aún y lo que se desdeña.
En el agua podrida de una charca.




Un paisaje con gente

Estar así fundido en el paisaje.
Ser parte de él.
Una hebra prendida,
una gota de un curso,
un pequeño motor
del movimiento.

No ser tan sólo uno,
ser uno entre los otros,
en esa irrigación
que das y dan los otros.






.

No hay comentarios:

Publicar un comentario