lunes, 8 de marzo de 2010

024.- FAUSTO VONBONEK









MEXICALI. MÉXICO



Escritor y poeta mexicano. Ha sido acreedor a Mención Honorífica en el Certamen “Pedro F. Pérez y Ramírez” en el ramo poesía, en 2007, con su trabajo “Murmullo de Glorietas”. Ganador absoluto del Primer Lugar en el mismo certamen 2008, con el poemario “Pasión de Sahuaros” que ha sido editado por la Fundación “Peritus” del estado de Baja California con el que obtuvo la Rosa de oro. En 2006 publicó su poemario “Nupcias del Tiempo” (Castañeada Libros, 2006) Su poema “Rosa de Polvo” (2006) fue seleccionado para ser publicado en la edición especial que conmemoró el centenario en la ciudad de Mexicali. Fue el poeta elegido en 2007 para inaugurar los ciclos literarios de la compañía “Trap Door Poetry” en la ciudad de Palm Springs. Ha sido coordinador del festival binacional de cine que conjuntamente realizan los Valles de Coachella y Mexicali. Ha publicado para el diario regional “La Prensa Hispana” en la ciudad de Indio, California, y ha realizado con apoyo del XVIII Ayuntamiento de Mexicali un cortometraje llamado “Apocalipsis de Soles” (2006) donde él mismo declama en distintas locaciones urbanas del norte de México.




ALMA DE ALMENDRAS

Me preguntas a mí si las almas de almendra sabrán las
palabras que ayer inventamos
Te respondo que sí
que ellas mismas dotaron de horario al reloj de las sombras
El óleo del día discurre en tu rostro como una obra de arte
Suspiras y entiendes que cada palabra es un lúcido sueño de
un fénix aún virgen
Me preguntas a mí las palabras que ayer inventamos
Las pronuncio una a una como si en ellas volviera a nacer la
memoria que apenas ayer era un flan de vainilla en el medio
del hambre
Dónde inhumamos aquellas palabras de letras inciertas que
iremos a ver ya pasada la vida
Las pronuncio una a una:
gazmandra sarispa azusantu achariel luxamante
Tus ojos evocan sus significados y me hacen temblar la
ilusión de rozar con mis labios la página rota en que
acaba el poema
Hemos estado inventando por horas la orgía de las horas
Eres entonces el único libro en que leo la pasión con que el
tiempo enamora al arcángel terrestre
Las manecillas han sido por siempre la lanza de aquél cuyo
nombre he olvidado
Hoy no me importa si el radio no toca canciones que muevan el
alma
Me he enamorado del péndulo hambriento que vuelve otra
vez a posar su estertor sobre el alma sedienta
No sé si algún día las almas de almendra sabrán las
palabras que ayer inventamos
No sé si estos versos serán recordados pasado el instante o si
en vano transitan
Sólo sé que gazmandra sarispa azusantu achariel luxamante
no son las palabras que ayer inventamos
Porque ayer otra luna ofrendaba su arrope a lengua del lago
Y porque ayer el futuro era un tibio presagio al regazo del cielo
Sólo una pregunta trasciende los siglos
¿Dónde estabas el pasado Pluterday?
Te pregunto y tus ojos se van dilatando a encontrar la respuesta
Puedo escuchar tu silueta perderse en el tiempo como una
espiral que secuestra tus ojos
Dejo que caigas en ese vacío existencial de la cuántica etérea y las
danzas sanguíneas
La canción de la radio repite las mismas palabras que ayer inventamos
Las he pronunciado y tus ojos retornan aquí donde el ovalo abraza el
paisaje
Asomas tu vista a las casas distantes
La calle ha olvidado que debe fingir custodiar a las sombras
Somos transeúntes de un libro perdido
La habitación se despide del resto del mundo y enciende el motor que
nos lleva hasta el punto final de esta página rota





ÁNGEL HUMANO

Fue recibido en un mundo encubierto por
seres con alas fingidas y vuelo ilusorio.
Fue un cigoto de cópula humana.
Fue gestado en un tubo de ensayo con
forma de huevo en un árbol ficticio.
Lo alimentaron con miel de piruetas y
lácteos de sueños.
Fue sometido al meneo de los vientos y
al trino continuo de todas las aves.
Nació cuando él mismo rompió el
cascarón desde adentro.
No sospechó del apócrifo aviario.
Llegado el momento quisieron saber si
al sentirse más ave que humano tendría
los arrestos de lanzarse al aire.
Miles de cámaras listas, la prensa mundial,
la Internet. Todo un planeta expectante a
su salto a una muerte segura.
Primero asomó su cabeza,
escaló el borde del nido,
extendió sus brazos,
trinó dulcemente y se lanzó al vacío.
Su cuerpo jamás fue encontrado.
Jamás llegó al suelo.
Ese día los suicidios contaron millones.
Se arrojaban con fe hacia las nubes.
Se lanzaban con toda intención de
volar como el ángel humano.
Como el ave de brazos y
piernas que escapó del mundo.




Oda al agua

En el centro del sol
una gota de ti simboliza universo.
Eres azul porque lavas en ti las
cesáreas del cielo.
Pero también eres clara como
agua divina.
Eres lozana substancia que logra rendir el
insomnio en la roca y cubrir de caricias
la novia en tus fondos.
Eres heraldo del ángel dormido en las
algas azules.
Vences el fuego asfixiando serpientes.
Das a las olas sus óleos de espuma y
después las revives y en ellas reencarnas.
Únicamente tu boca ha besado el amor que
ha dormido en tus ríos.
Eres la gota de tinta que inventa un
idioma en los átomos ebrios.
¿Cómo nombrarte sin luego decir que existí en
tu placenta?
De un hato de estrellas desciende tu aliento al
orgasmo del brillo, porque en ti cada nube ha
engendrado el vapor que socava el infierno.
Agua te nombro y te nombras tú misma.
Agua de Asbaje, agua de luz, de marfil,
de moliendas.
Agua extranjera, agua de Europa, de Dios,
de mil pozos.
Inalcanzables tus piernas bordean el encierro.
Toda tu piel es de tersa escafandra al
amparo del tiempo.
De hielo es el sueño de un Circe en silencio que
ostenta guardarte.
Un duelo de perlas diamantan tus ojos.
El sol siembra en ti sus luciérnagas rotas.
Tú te deshielas en fábulas blancas que aprenden
las letras que irán a ser lluvia.
La historia te exhala en un geiser de niebla y entonces
compartes tu libro de abismos, de monstruos,
de barcos hundidos.
¿Qué mascarón pinta el árbol flotante en la sombra del
cielo?
Abres desnuda tus brazos y das luz al hombre en
lejanos orientes.
Bañas en ti el horizonte en desalma y lo instruyes la
noche en que enciende sus venas.
Inmaculada tu voz de sirena hipnotiza los vientos.
Alzas tu mano y ordeñas las ubres que oculta la luna.
Tienes prudencia de sólo mamar una pinta de estrellas,
porque basta una gota de súbita leche y despierta el
dragón cuyo aliento es la hornilla que cuece agua nueva.





Erótika

¿Para qué matizar el deseo de la zarpa?
Quiero matar, revivir, penetrarte
Hiere la luz la elegía de tus senos
Necesito entender que en tu boca soy ruinas
El semen no cesa en su afán de agonía
Sí me atormenta el tatuaje en tu sangre
Puedo besarlo por siglos y luego por siglos morar en
tus huesos
Esta es la orgía de los tigres
Zarpa, acechanza, mordida, erección desfrenada
El abismo es un clítoris negro sediento de luna
¿Quién es el dios de la cruz en tu nuca?
Dios nos proteja del diablo después de adorarnos






Horas pico

El tiempo también ejercita su abdomen,
también se aparea con la aurora y se
bate a navaja al doblar de los gallos.
Si sangra el tiempo y su sangre es la
herrumbre.
Si empina un mar de alipus si su enfado es
abstemio.
Si reza un credo a la eterna ecuación que
masturba los siglos.
El tiempo es eructo de un mundo en
destiempo.
El tiempo es la guerra en la mano de
Homero.
Es un mudo Moisés a la vera de un
mar boca abajo esperando el milagro.
Como suele pasar en las horas pico de
cualquier instante.



Homeless

Caminas desnudo a pesar de vestir con penumbra tus huesos
Cada otoño ha portado su diezmo en tu mano sin ríos
Porque ya no eres nadie y en ti la intemperie desgarra el textil
Que te prestan las hojas
Oteas los silencios
Procuras pisar donde sólo el fantasma ha dispuesto tus pasos
Tú eres ese fantasma que sale a buscar su esqueleto extraviado




Paradero

Esta es
Mi aldea
De palabras

Mi propia
Comala
En
Murmullos
De tinta


Amnesia de calles

Al recorrer la ciudad me pregunto si alguna
ciudad reconoce en mis pasos su casa andariega.
He andado en la ausencia mil siglos, un año,
dos horas y nunca una carta, una letra anidó en
el buzón de un segundo ya en cruces.
Duelen las calles que ostentan memorias, son
como cristos de iglesias, ya tristes, ya rotos,
ya heridos de ruegos. Sí, duelen las calles que
son como calles dispuestas en tumbas.
Uno camina y el eco reencarna en las sombras de
aquellos que aquí transitaron.
Esta es la calle jamás olvidada, aquí desembocan
los nómadas pasos del río de los sueños. Tantas,
tantas, tantas ciudades y nunca una calle sembró
en mí una rosa.
Aquí fue aquel pacto de nunca volver y ahora he
vuelto sediento a la fuente del pacto.
Tal vez me olvidé del aliento del ruido,
tal vez me olvidé de la sangre que emerge en la luz de
la herrumbre.
Todo es tan igual que parece otro mundo.
Ahora comprendo aquel hombre que fui al
permutar la montaña por alas sin plumas.
No cargan ofrenda mi espalda y mis brazos,
no temo al cáncer del odio enclaustrado en las grietas.
Llego por fin a los últimos pasos, aquí en este
hilván desprendí el algodón que arrojé al
cielo ingrato.
Nada, nada ha cambiado, todo es tan igual que parece
otro mundo.
Ya no es la misma ciudad que olvidé en la memoria,
ya las estrellas no esbozan el río al que pude lanzarme.
Ya no es la misma ciudad y el espejo que un día olvidó
reflejarme se acerca ya roto, ya herido de tiempo,
ya ciego. Muestra senil sus fisuras de olvido, iza su
palma rogando limosna, pongo en su cuenco la esquela
del tiempo y su herrumbre sonríe en un vago recuerdo









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