PABLO YÉPEZ MALDONADO, Ibarra, ECUADOR 1958. Poeta y novelista. En los ochenta integró el taller de creación literaria Matapiojo. Ha publicado en las más importantes revistas del país. Actualmente forma parte del colectivo literario K-Oz de Quito
Bibliografía: Poesía: Con las manos en los bolsillos, Editorial Matapiojo, 1990; Deseábulos -coautor- Editado por la Red Cultural Imaginar, Quito, 1993; Reconstrucción metálica -Primer Premio Trienal de Poesía, Cuenca, 1993- Búho Editores, Quito, 1995; Toca piano duende de la magia, Búho Editores, 1997. Novela: La alcoba de los patojos, Segundo Premio, II Bienal de Novela Ecuatoriana, Quito, 1993-, K-Oz Editorial, Quito, 2001.
Toca piano duende de la magia
Estas ganas de sentirme tierra húmero
o corazón pentafónico
de ponerme zapatos para repasar mis dudas
desayunar la gravedad de mis escritos
o satisfacer con el índice
la necesidad de airear mi esternón
y mis costillas
subir a los buses
y servirme un gran poema de vallejo
guardarlo debajo de mi seriedad postiza
y secretamente humedecer mi miopía
caminar con la ternura sobre urnas y ceniceros
comprar una lámpara el aceite
y depositar su llama en el vértice de mis dos brazos
expropiar un cuento a los propietarios de la tristeza
y la caspa
y el silencio que adormece sus cerebros
fumar el último cigarrillo apretando tus manos
descoser el peldaño
que me hace dirigente de pulgas y sueños terrenales
material para encofrar el cielo
gusano y fumigador de estrellas
soy una araña balanceándose en el invisible hilo
que separa y suelda
lo
re
vo
lu
cionario
ac
re
lo
porque bien puede gloriarse
este revólver en puntillas
de entorpecer las relaciones humanas
o los contactos con los otros espacios
o las penas con las cuales juego en mis versos
o las críticas que aplico con todo celo
a mis flacos personajes
el individuo que se queda banca o principio o dogma
el espacio que es repetición y repartición
los sueños que son canas y más trabajo
el inicio una tarde la cama el beso y vos pedazo de ilusión
o cortecadete
o la sotana y sus asfaltos
la lavandera y sus tres aguas
la masa de juguete para estructurar teoría rompope
o ensayo
el sudor que por el miedo me descubre enfermo y paralizado
la muerte que me rodea como un viejo amigo
la risa el polvo la pequeña gana de ser escritor
con teléfono en los despachos del partido
comité pro
comité para
comité cuando
comité ahora
ahora cuando los rastros de los bombarderos están a veinte yardas tierra
cuando la huella es una diáspora caminando de espaldas para creer que regresa
un niño con diez frios círculos desubicándose en el dato
a la carga
dónde y porqué
dónde se esconde la palanca para derribar el tiempo
o los esquemas dónde el borrador para temer la vida y sus sensuales huesos
dónde la escoba para derretir el cometa que nos dejó estáticos
dónde la luna con sus enormes gafas azules para almorzar la fe
donde vos y tus enormes ojos verdes para desanudar la inercia
dónde yo y mis terrenales ganas de morir haciendo lo justo
o lo preciso o lo generoso o lo que se acostumbra en estos casos
y qué de mi miedo a quedarme solo y sin voz
y sin vos
dónde el panorama y su cementerio
el espejo que pueda reflejarme en el reverso del universo
dónde la razón para desordenar el pequeño ciclo que
conduce a la nada
la perinola que navega en los charcos para destemplar el frio
dónde la raya los billusos
la prima desafiando la curiosidad
dónde comienza el mito y sus ganas de animarlo todo
dónde mi imaginación y la angustia
el cerco con el cual se juega en la concha enorme del deseo
el vidrio y la sábana con que cobijé mis ganas de cambiar
o la mordaza para los gritos de los muertos dónde
la humanidad que pulula en los barrios pobres
y la necesidad del silencio
o la criminal acción del cuchillo atravesando la garganta y
sus vocales
o la prostituta y su vagina cargando todos los pecados del mundo
dónde la ternura del intelectual que cubre su pobreza
con el harapo de teorías peregrinas
dónde la mano que destruya
que nos ponga a producir la historia con otra servilleta
toca piano
partido de la imaginación
amor escrito en los ásperos molinos del tiempo
toca piano duende de la magia.
Poema con dos puntas de una estrella
Por vos
llegué a esto
tambaleándome por los tensos andamios del cosmos
vestido con luces del costillar humano
con tímpanos de lo efímero
como la muerte
por vos
encontré la cicatriz que se forma en el viento
y su signo
la luna de neón
y la mujer de sonido metálico
la estrecha sonrisa del horizonte
-imágenes encontradas al azar
en una funda de trapos viejos-
lo hermoso de una botella
incendiaria
las desiguales formas con las que golpea el agua
en las telas extendidas de la imaginación
las luces
y los inviernos de papel
los éxodos voluntarios
la oportunidad de estar vivos
y con ojos como reos de culpabilidad
por la tierna fuerza que se refugia
a la izquierda del corazón
por los márgenes clausurados
por la rutina que se descorcha cuando apareces
y de la nada fabricas
lo helechos emplumados para el amor
por la curva demasiado pronunciada
de la noche
o el estigma de la angustia
en nuestros pechos
por la lucha que damos
al ritmo
de estos espumosos
cuerpos.
Naturaleza muerta
Vuela embrión de caracol
vuela debajo de la axila de cristal
incrústate crustáceo en el ombligo molido
corcovea como golpe astral
vuela para aprisionar el cielo
vuela con la rabia diluida
con la tenacidad del árbol que cae permanentemente
Hay una historia trabada en las bisagras
en las coyunturas óseas de la memoria
el corazón bate e hincha los canales
la sombra se desliza del personaje
corazón maldito y gitanero
corazón bimotor cuasi hidráulico
muere el cuerpo y rebrota el tiempo
ah manecilla terca que va cobrando sueños
muere ventilador rojo y plúmbeo
con el carbón atado al fuego y sus cenizas
un gato ha comido tus sombras con gran apetito
no hay ejercicio capaz de reptar
de arañar la tierra como la serpiente
con el sueño exorbitante de los poros
de los elegidos
dos axilas se mezclan con lubricidad
cartón cromado
alma trepadora
rojo reloj entorchado en marcas y figuras
pared entera para fabricar muertos y graffitis
si no escapo de la aldea
me comeré sus calles sus cloacas y sus putas
digeriré sus grandes edificios empotrados en el cielo
sus relampagueantes historias de héroes y manos partidas
de columpios sin bancos argollas o cadenas
que los anclen en el viento
si no huyo dibujaré mis pies en el asfalto
descolgaré sus campanas ciegas
para que se desplacen en las ondas magnéticas
de las radios
si no logro escapar derretiré al sol en una sartén
para freír mi ansia mi locura
mi deseo reprimido por tanto bus por tanto silencio
descubriré que la muerte es el lado más humano de la vida
la vida un pasatiempo certero para endulzar el tiempo
el tiempo un hueco en la razón
la razón un abecedario desteñido en la cabeza
la cabeza un artículo de lujo en una biblioteca
la biblioteca un arsenal de palabras para habitar la tierra
la tierra una malla metálica para biodegradar las células
las células muertas de hambre
las células catafalcos vacíos de vidrio y luz
y movimiento en círculo en el mismo terreno
en la misma y llana posición de desposeído
de nihilista a tiempo completo
a través de escenarios y lugares serios
a través de la muerte como posición histriónica
como reflujo
de las mismas voces porque después de todo
la vida es una puesta en escena
de los inventarios de huesos
de los litros de plasma
de los archivos de neuronas
de los viejos y desgarbados sueños
de los mismos y entumecidos poros
que me hicieron volar al principio
de esta naturaleza muerta.
Muerte en el papel de los deseos
Muerte blanca de papel
muerte tornasol y azucarada
muerte encaramada en los andamios
y recubierta por un cielo gris pastel
bajo la manga de los fotógrafos
en el balance de los economistas
sobre el conventillo de los desocupados
y a la esquina de la misma historia
muerte de paletó y corbata negra
muerte alucinante como la sangre de los guillotinados
muerte de cal y maleficio
de primera plana y sonrisa congelada
muerte del reloj atrapado en el concreto
y -la posibilidad de soñar-
muerta también
muerte de los sonidos en los subterráneos
en los trípodes de los muralistas de fachadas
muerte en la garganta que no replica
ni define al mar porque no conoce su sentido
muerte en martes por qué no
o en julio
-bonito mes-
para un entierro
muerte en silencio y apoplejía
de cadáveres con ritmo en los videos
que los vuelve tangibles
en las portadas.
La muerte
en su democracia divina y engominada
posa su pie sobre la historia
a pesar de
la sal de los espantos
el vino de las cofradías
el sudor de las vírgenes
el placer de los epicúreos
el juego alado de los niños
y la sangre fría de los cirujanos.
Los días no terminan de acostumbrarse
a mi garganta
ni a tu sexo
ni a tus senos
en este hueco para la ternura y su presagio
para el contagio y su estampida
sus falsas expectativas
yo sé
con certeza que la muerte
anda con zancos en esta cama
y en la de cualquier mortal
que pinte el placer
como un poseso.
Sarajevo
Es la cabeza de un fósforo
frotada contra la lengua áspera del mapa
es el sitio donde confabuló la ficción
para terminar el siglo bajo el signo de la locura
es la puerta de escape del enlatado marca XX.
El mundo abre sus fauces para deglutir principios
animar versiones
construir tratados
admirar teorías
elaborar reportajes
con los huesos de su gente bajo un sol asesino
bajo la luz de luciérnagas dementes
que arrasan iglesias supermercados
la risa de los niños
ni la celda de los orates permanece intacta
el rito de la guerra reclama su cuota de cadáveres.
Sarajevo es una canción estridente
en medio del escaparate de la razón académica
es la bandera de la limpieza racial
que juega ajedrez con la brutalidad propia
del hombre acorralado
-el asfalto se derrite en los paladares de los niños-
se desangra por la heridas causadas en sus edificios
en sus parques infantiles
en sus prostíbulos y museos
y juega a la gallina ciega
en la era del metal
es la ruina de la imagen de los ordenadores
de la poesía escrita en las paredes
de la publicidad y su mundo feliz
es la soledad degollada en un estallido
y su onda expansiva flota en los estómagos satisfechos
de los televidentes
la muerte es la cotidiana razón de la vida
se recrea en los dardos atormentados de la insignificancia
es una luz cobriza
que salpica los muros de esta aldea inmensa
en que se ha convertido el mundo
y vende periódicos
y justifica sueldos
y hace exclamar el ¡ay¡ en las asambleas.
En mi pequeño pueblo
las prostitutas destinan una noche
a Sarajevo
los curas elevan oraciones con vino
y la mirada gacha de los feligreses
los niños juegan a la guerra bajo su bandera
y los poetas rasgan sus cuartillas
e incendian el viento con su nombre
pero Sarajevo
es una gaviota herida
por los tiburones del comercio
los mercaderes del fuego
se frotan los dólares en el pecho
y se reparten su aroma con un puñal
y destinan pólvora para alentar la paz
mientras se desangra el ala
mientras el as de oros se despeina en el umbral de las bocas.
La cetrería se ha convertido en el arte de fin de siglo
la carne se exhibe en los vitrales de los diarios
y la angustia camina sobre las calles de la estulticia
la raíz femenina de su nombre
es la cuota mensual de sangre
de la vida.
Sarajevo .
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