INMACULADA CALDERÓN GUTIÉRREZ
Nació junto al mar de la bahía gaditana en San Fernando pero despertó a la vida en Puerto Real y en su adolescencia marchó a Sevilla donde estudió Filología Clásica y Teología.
Librera y editora, ha sido ganadora del Premio “8 de Marzo” de Poesía en el año 2005 con su obra Corred, mujeres y en el mismo año finalista de la primera edición del Premio “Plumier de Versos” con el poemario Tejedora de anhelos, publicado por Nuño Editorial. En el 2007 con Ronda de la rima rima gana el Premio de Poesía Infantil “Plumier de Colores” y la obra es editada. Su poema Reencuentro forma parte de la antología Poetas en Bicicleta de Nuño Editorial, habiendo participado también en la antología El Aljarafe y el Vino de Aconcagua Libros y en La mujer en la poesía hispanomarroquí. Ha dirigido y prologado tres antologías: en 2008 Mujeres en el Espejo, donde se recoge su relato Despertares, y en 2009 Poéticos Maullidos, en la que también se encuentra su poema Mi pequeña Bastet, y Versos para derribar muros en donde se puede leer su poema Caligrafía .
I
PLEGARIA
Hoy mi pecho se viste
Con el luto de madres y viudas,
Atravesado por el rayo
De la lúcida y terrible clarividencia,
Y mi corazón doliente lleva
Blanco pañuelo
Cual mortaja
Que envuelva tanto cuerpo mártir.
Hoy mis entrañas
Preñadas de dolor,
Parturientas de desesperanza
Gimen la angustia,
Estériles de cualquier alegría,
Por los hijos e hijas de otras,
Que podían ser el fruto de mi vientre,
Por el cuerpo huérfano de caricias
De la novia del lecho vacío,
Luna de hieles.
Y en mis lágrimas busco las tuyas,
Madre eterna, tu que eres
El inmenso regazo de la Vida,
Recoge con tus brazos
La impotencia sufriente de tus criaturas,
Para que los hombres de ojos cegados
Y corazones escleróticos
No osen tornar
Los novilunios de tus menstruos sagrados
En noches de sangre inmolada
Sobre el ara de ídolos sin rostro.
II
MALEDICTUS
Por el regazo violado
De la madre que amamanta,
Por la parturienta reseca
De pechos agostados,
Por el anciano desposeído
Hasta de la hermana muerte,
Por la criatura mutilada
Y el varón envenenado
De odio ciego,
Por el feto de la vida
Que no es vida,
Y el embrión malformado,
Yo te maldigo, monstruo
De entrañas de frío acero
Con sangre de negro crudo,
Bestia de zarpas de fuego
Con letal aliento oscuro.
Yo te maldigo, animal
De faz sin rostro,
Y maldigo a tus sumos sacerdotes,
A tus idólatras adoradores
En los templos del mercado,
A tus apologetas y predicadores
Desde las cátedras y tribunas
Donde se enmascaran tus horrores.
Yo os maldigo,
Porque sólo maldiciéndoos,
Vomitando sobre vosotros
La dolorosa hiel
Que el corazón me embota
Podré volver a contemplar
En el brillo de los ojos de mis hijos
La promesa de la vida que se impone,
Y no el reflejo de esas otras
tristes miradas infantiles
a las que el misil y el tanque
han arrebatado para siempre
el don más preciado: su inocencia.
III
PLEGARIA
Hoy mi pecho se viste
Con el luto de madres y viudas,
Atravesado por el rayo
De la lúcida y terrible clarividencia,
Y mi corazón doliente lleva
Blanco pañuelo
Cual mortaja
Que envuelva tanto cuerpo mártir.
Hoy mis entrañas
Preñadas de dolor,
Parturientas de desesperanza
Gimen la angustia,
Estériles de cualquier alegría,
Por los hijos e hijas de otras,
Que podían ser el fruto de mi vientre,
Por el cuerpo huérfano de caricias
De la novia del lecho vacío,
Luna de hieles.
Y en mis lágrimas busco las tuyas,
Madre eterna, tu que eres
El inmenso regazo de la Vida,
Recoge con tus brazos
La impotencia sufriente de tus criaturas,
Para que los hombres de ojos cegados
Y corazones escleróticos
No osen tornar
Los novilunios de tus menstruos sagrados
En noches de sangre inmolada
Sobre el ara de ídolos sin rostro.
II
MALEDICTUS
Por el regazo violado
De la madre que amamanta,
Por la parturienta reseca
De pechos agostados,
Por el anciano desposeído
Hasta de la hermana muerte,
Por la criatura mutilada
Y el varón envenenado
De odio ciego,
Por el feto de la vida
Que no es vida,
Y el embrión malformado,
Yo te maldigo, monstruo
De entrañas de frío acero
Con sangre de negro crudo,
Bestia de zarpas de fuego
Con letal aliento oscuro.
Yo te maldigo, animal
De faz sin rostro,
Y maldigo a tus sumos sacerdotes,
A tus idólatras adoradores
En los templos del mercado,
A tus apologetas y predicadores
Desde las cátedras y tribunas
Donde se enmascaran tus horrores.
Yo os maldigo,
Porque sólo maldiciéndoos,
Vomitando sobre vosotros
La dolorosa hiel
Que el corazón me embota
Podré volver a contemplar
En el brillo de los ojos de mis hijos
La promesa de la vida que se impone,
Y no el reflejo de esas otras
tristes miradas infantiles
a las que el misil y el tanque
han arrebatado para siempre
el don más preciado: su inocencia.
III
PASCUA FLORIDA
Por más que el monstruo negro
De abismales fauces abiertas
Pisotee con demoledora bota
Todo lo bello
Que de mi entraña nace;
Aunque la ambición sin colmo
Y la razón de estado
Continúe haciendo cristos
Sin brazos
Para ser crucificados;
Aun en el caos tumultuoso
O en el silencio de la tumba
Que guarda los restos
Más queridos
Cruelmente arrebatados;
Recordad:
Yo soy la Vida,
La brisa siempre renacida
En un amanecer de esperanza.
Yo, la tierra Madre,
Para recoger en amoroso regazo
El dolor de mis criaturas.
Yo, claro manantial,
Pozo de aguas renovadas
Que saciaran la sed de justicia.
Yo, lengua de fuego,
Zarza eternamente ardiente
Para prenderos de amor en lo más hondo.
Recordad:
Yo soy la Vida.
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