martes, 27 de septiembre de 2011

4831.- ANTONIA BEATRIZ TALETI


Antonia Beatriz Taleti. ARGENTINA
Profesora en Letras, egresada de la Facultad de Humanidades y Artes de Rosario, donde se ha desempeñado en las cátedras de Análisis del Texto y Literatura Española Medieval .Profesora titular de las Cátedras de Literatura Española en el profesorado “N. S. Guadalupe” de Rosario. Ha participado, con categoría de ponente, en Congresos Nacionales e Internacionales de Crítica y en Encuentros de Escritores.

Miembro Fundador del Centro de Estudios Orientales de la Facultad de Humanidades y Artes de Rosario.
Desde hace once años coordina talleres de lectura y producción.- Participa en los ciclos de lectura organizados por la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Rosario.

Libros publicados:

Itinerarios de lectura. La narrativa de María Elvira Sagarzazu (2003) ( en colaboración con G. Aletta de Sylvas). Editorial Laborde , Rosario.
La voz que nunca alcanzo (2004). Editorial Ciudad Gótica, Rosario.
Río de paso (2007) Editorial Nuevo Hacer. Buenos Aires

Antologías

Un lugar de Escritura Nro.16 ( 2006) Gea. Buenos Aires
Poetas del Tercer Mundo .(2008) Ciudad Gótica, Rosario
 tonataleti@gmail.com 





2 de Noviembre

Me asomé un momento
sobre la ciudad de las cúpulas desconocidas.
Bóvedas y agujas me recibieron.
Un hombre en un pedestal mantiene
el esfuerzo de la marcha forzada.
Ciudad de los cipreses,
hoy colorida, poblada de mujeres
que enlazan en sus charlas
efímeros ramitos.








En el terraplén


Su sangre transparente mecen las amapolas.
Juan Ramón Jiménez

Entre bolsos de raído nailon
se instala un diálogo fugaz
y llegan historias de várices
desalojo, desempleo.
Algún amor furtivo escandaloso
colorea el relato
y una insólita mata de amapolas
con su sangre transparente
como diría él
cierra la escena.







Egipcios

a Santiago Mascetti

Navego desbordado el río
cuyo limo deposita naufragios
de un juego en bordes de papiro,
donde tus ojos leen
la historia de Osiris y
ven la oscura cabeza del chacal.

Lejano el pacto hemos cumplido.
Detrás de mis pupilas
tu mirada trepa pirámides
hasta el encuentro con Gizeh,
protectora como era
de la tarde del relato,
consumación del tiempo
recreada en la arena.

En tu legado me arriesgo.
Cámaras, corredores
en la oquedad profunda el oro
la máscara contemplo.

Que la severidad de Anubis sea leve aquí,
que en la balanza pese
convertido en moneda
el chocolate mágico
que traían nuestros dibujos.
Rocío el cuerpo con agua
y las cintas te envuelven
incienso, perfumes
mi amable lectora ,
la barca está pronta.








Cuando íntimo e intenso

Cuando íntimo e intenso
en la duna
para que no olvides
acalladas las olas, agrisado el cielo
te abraza
el viento.








Bordes donde incrusta

Bordes donde incrusta
verde la indiferencia
su artera daga.
Vidrios en la arena.








Indecisa

Indecisa
la casa te mira
magnolias, la casa
higos, la casa
ha dejado una ventana abierta
ondulan las ramas, entran
las hojas te cubren la boca
aprisionan el cuello.

Silencio.
Sólo pájaros.

Estremecida
la casa te mira
quisiera atraerte a húmedas grietas
retenerte el tiempo justo
mientras vibra
al paso del tren.








En Lanzarote

Este círculo de hierro
forma perfecta de ausencia
es límite del vacío tolerable
que atrapa e inmoviliza
como espejeantes ojos
de serpiente.
Más allá el sol cubre encalado paredes rugosas.
Otros evadieron bordes
crearon juguetes con el viento,
inundaron de luz ,encapsularon cascadas
convirtieron en paisaje la dura piedra que evidencia
que aquí hay un volcán.

Quedará para nosotros
crecer en huecos como estas vides
esperando que una boca nos reconozca e instale
en nuestra lengua el cráter
que libera montañas de su fuego.









Esquina

Sobre el rumor, en este bar
se delinean palabras
y confidencias bajo el temblor de otoño.
Flácida la risa de un amigo
recuerda lo que el otro olvida.
Aquel hombre le habla a una mujer
y ella finge creerle.
Un dios sonriente se desplaza
solícito de mesa en mesa
y el reloj de péndulo
desaparece.









Escucho en esta letra

Escucho en esta letra
a Nicolás
y escribo.
Escribo la gota insistente
el móvil itinerante, los ruidos de la calle.
Todo.
Vacío, silencio, distancia.









Esta noche en Bagdad

Esta noche en Bagdad aterradas suspendieron
sus mágicos vuelos las alfombras
los amantes olvidaron la cita
los niños que se atrevieron a mirar comprendieron
que esas luces que surcaban el cielo no eran
estrellas fugaces que cumplen deseos
las madres intentaron en vano mantener un gesto cotidiano.
Esta noche en Bagdad, Shereezade interrumpió su relato.

20 de marzo de 2003









Mujer que juega

Cuarenta naipes han desplazado la vida.
Jorge Luis Borges

Una mujer en escorzo se extiende
sobre el paño verde
los pies se aferran y vuelan en la arena
los brazos desnudos precisan el taco.
En cada golpe una mitología
de barrio adolescente, la rodea
el humo de antiguos hombres que envuelve
como la espuma del mar.
El pareo ceñido a la cintura
ajusta un tiempo indescifrable.
Ella busca en la carambola
el poema que la declame
la rubia, ésa
que escribe al pool.







La Hora de la Tarde

vocifera susurros
la concepción de las palabras
Marcelo Valenti

Costado izquierdo
postrera puerta herida donde el hueco
proclama la zancada de la muerte.
En la lanzada del atardecer
divisoria flecha que indica
en qué momento se partió la historia
y clausuró la marca de un territorio en lucha
efímera victoria.
Vení
antes que el sol nos abandone
animáte a esta bronca
de palabras y de falta de palabras
de silencio mudo y orillas devastadas.
Si rastrearas las grietas
en cada intento
descubrirías
que mi susurro vocifera:
Somos cicatrices.
Vení
antes que el sol nos abandone
tocame.









La Hora de la Siesta.

De bruces verde llora
la niña la culpa
inocente sobre los listones de aquel banco
por lo que le han mostrado.







Jameos del Agua

Celebraron la boda
en la oquedad de la caverna
blancos cangrejos ciegos
testificaron el ceremonial
las luces colorearon el vestido de ella y desnudaron el rostro de él
danzar fue la propuesta
armonizaron sin pronunciar la plegaria que habían imaginado
lejos se erizaban los cactus
mientras ellos de burbuja en burbuja
por túneles que custodian mil palmeras
apuestan los cuerpos
a la espera del amanecer
en Jameos del Agua






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