miércoles, 21 de septiembre de 2011

4787.- JULIO FAUSTO AGUILERA


Julio Fausto Aguilera 



Nació en Jalapa (Guatemala) en 1929. Su amor por la poesía se va desarrollando en él en tanto crece, aun siendo niño. Junto con otros jóvenes poetas y escritores, forma parte del grupo literario Saker-Ti, con la clara intención de incidir en la renovación política y cultural de su país. Tras siete años de fecunda labor literaria, la llegada al poder político del dictador Castillo Armas (financiado por la oligarquía económica norteamericana) en 1954, pone fin a la actividad del grupo y supone la represión, el exilio, e incluso la muerte, de algunos de sus componentes.
Retazos de su vida:
Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias 2002.
Vivió soltero hasta los 50 años, cuando conoció a Vidalia Quiñónez, su compañera, quien falleció en 1984.
Durante la época revolucionaria (1944-1954) fue miembro fundador del grupo Saker-Ti.
Tras la caída del presidente Jacobo Árbenz fue perseguido por la dictadura de Castillo Armas, y por meses permaneció escondido, hasta que decidió entregarse a la Policía.
Estuvo preso durante cuatro meses. Fue uno de los fundadores del Grupo Nuevo Signo.
Amenazado de muerte en listas que publicaban las organizaciones de extrema derecha no cejaba nunca en sus posturas ó ideales.
Ha publicado en diarios y revistas nacionales y extranjeros y ha sido traducido a varios idiomas.
Entre los homenajes que ha recibido está el Emeritissimum, de la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Por su libro La patria es una casa se le otorgó el Quetzal de Oro de la APG.
Es autor del poema La patria que yo ansío. Otros libros suyos son : Canto y Mensaje (1960); Diez poemas fieles (1964); Mi buena amiga muerte y otros poemas vivos (1965); Poemas fidedignos (1967); Poemas guatemaltecos (1969); 30 poemas cortos (1974); Antigua como la muerte (1975); La patria es una casa (1954, libro por el que la APG le otorgó el Quetzal de Oro, en 1983, también fue publicado por la Dirección General de Bellas Artes, en el 2003); Selección poética (2005).
En el ocaso de su vida es relegado al olvido y sin medios económicos, termina en una residencia de ancianos que en el 2005 estaba la punto del cierre, solo algunas personas de conciencia piden que no se olvide a este poeta consecuente, valiente y ejemplo de persona, “quiero que mis amigos me visiten, que sepan que no he muerto” dice el poeta.







INMODESTIA
(Sencillas líneas para explicarme)
No, hermano,
yo no quiero
aplausos ni “homenajes”…
Perdona la inmodestia:
Me explicaré en la forma más sencilla.

Yo quiero que tú ignores dónde vivo;
pasar al lado tuyo en la sexta avenida
con mis pobres zapatos, sin que sepas que soy
aquél por quien preguntas haciendo conjeturas
acerca de sus años, de su rostro y su traje…

Quiero que tú, incluso, cuando pases de prisa
me botes de la acera sin darme una disculpa,
mientras llevas
pulcramente doblado en tu bolsillo
el recorte de mi último poema,
ese poema donde mi dolor
posa su torturada mariposa
sobre tu pecho herido;
o aquél, donde mi risa
es un brindis coral con tu risa y la de otros
y la de otros muchos
que miran a la vida
con rostro de Alegría y Esperanza…

Que no sepas quién soy cuando me encuentres,
mientras ostentas orgulloso, hermano,
un geranio encendido
cortado en los plantíos donde mi Amor florece
en corolas de lumbre para ti y para todos;
un geranio de luz, hermano mío,
que brille –honda estrella– en tu pecho,
como mi pecho, claro
y abierto…

Diez poemas fieles, 1964.







LA BATALLA DEL VERSO

Con un verso,
es verdad,
no botas a un tirano.
Con un verso no llevas pan y techo
al niño vagabundo,
ni llevas medicinas
al campesino enfermo.
Sobre todo, no puedes
hacerlo ahora mismo.

Pero… vamos a ver:

Un verso
bien nacido y vigoroso,
y otro más encendido,
y otro más desvelado,
y otro más fuerte y más veraz,
le dan vida
a un sueño que recogieron tierno,
y este sueño de muchos, ya nutrido,
se vuelve una conciencia,
y esta conciencia, una pasión, un ansia…
Hasta que un día,
todo
–sueño, conciencia, anhelo–,
compacto se organiza…
Y entonces
viene el grito,
y el puño,
y la conquista…

En la esfigie de la conquista
brilla una diadema: el verso.

Poemas fidedignos, 1967.






PETICIÓN POR MI PATRIA

Para mi patria maya
quiero un güipil radiante, con aromas de nuevo,
un güipil donde esplendan
-sol y color, sin sombras de congoja-
los vergeles de una infinita primavera.

Para mi pobre patria, demacrada
de castigo y de hambre,
yo quiero, dadme, una canasta llena
de frutos de esta tierra;
muy honda la canasta,
porque el hambre es muy honda.

Dadme un cántaro inagotable
de azules, de celestes contenidos
para la sed de su alma.
Y el cenzontle
de su alma cantarina
prorrumpa en un son vivo, en un son
aborigen y mágico
que en todas las almas del mundo dance.

Para mi patria niña, yo quiero una piñata,
yo quiero una piñata repleta de alegrías,
de alegrías de todos los sabores,
para romperla un día de universal y festejo,
romperla entre canciones, abrazos y algazara
entre toda la muchachada:
entre todos los pueblos hermanos de la tierra.







NO PROFANÉIS LOS ÁNGELES

Hay quien engaña: fácilmente engaña
con su apellido de ángeles falsos,
y mancha la pureza manoseando a un Ángel
mientras está parado sobre lodo.

Con afán de limpiarse, estas gentes mancillan
tocando con su pluma, a los ángeles sin mácula,
pues su pluma está sucia, manchada de salario;
callaron, por salario,
la tortura y la muerte de un Poeta...
Y la verdad burlada no puede perdonarlas.

Algo sienten adentro de sí mismas,
algo tal vez quisieran, y nos lloran,
nos vienen a llorar con lágrimas espurias...
Empero, no podemos olvidar
que desprecian la vida de un Poeta;
ignoran que el poema es vida y es verdad,
y con mentira y con lodo lo entierran;
no saben en qué creen -o no tienen
en qué creer-; no saben por qué escriben;
no tienen otra meta que su cálculo;
una campana, a veces
suena dentro de sí, trata de conmoverlas:
no saben quién la toca... Una mueca, unas líneas
y algo, entonces, que quiere ser un llanto.

Llorad vuestra miseria:
cobrad vuestro salario y ocultad lo demás:
ocultadlo con hábiles sonrisas...
Llorad de veras, en silencio, a solas.
¡No profanéis los ángeles auténticos!







SALMO A LA LIBERTAD

Como el enfermo que venció a la muerte,
y ya convaleciente
deja la cama y el recinto oscuro
para ir al encuentro
de la luz y la vida;
como al brillar el sol después de la tormenta
en el campo, en el bosque
resuena el alborozo de la pajarería;
como el obrero que feliz recibe
la esperada moneda
al concluir su primera semana de trabajo
después de mucho tiempo
en que estuvo cesante y despojado,
así,
Libertad que ahora llegas,
yo te recibo,
te saludo
y canto.

Te canto, Libertad,
con palabras sencillas.
Con palabras sencillas y comunes,
para que me oigan todos mis hermanos,
hoy digo, en alta voz, esta plegaria:

Libertad, Libertad,
llega plena, completa;
toma definitiva posesión de este suelo;
consubstancial nuestra
como la iluminada sonrisa del maíz,
nunca nos dejes,
nunca te vayas de nuestro solar;
venga, llegue contigo de la mano
tu hermana la Justicia,
porque no os concibo separadas;
que hoy apenas sea
el instante en que empieza
un día interminable...

Libertad y justicia,
sed nuestro pan de cada día;
sed nuestra sed, la infatigable
suprema voluntada
de todos, todos los hombres
hoy y siempre.









PEQUEÑO HIMNO AL TRABAJO
Cantemos al trabajo
y seamos, erguidos y alegres, sus esclavos,
pues él nos hace, nos hace libres.
Cantemos al trabajo
y sean para él todas nuestras potencias,
pues él nos hace grandes.
Por él somos, tenemos,
caminamos,
por él venimos creciendo,
remontándonos, velludo pulidor
de Cro-Magnón, hasta el gigante
Yuri empinado hasta el espacio.
Más allá del bocado de hoy, más allá
del vestido comprado con un mes de salario,
más allá de la efímera fiesta del domingo
mirad:
toda la savia que asciende,
que florece y fructifica
todo el verde y el rojo
y el celeste,
toda la luz, todo lo que gira,
todo lo que sonríe, lo que canta,
trabajo son, paciente y continuada
y jamás concluida labor
de manos diáfanas…..
Trabajo, Padre nuestro,
¡gloria a Ti!
Yo te alabo,
yo te bendigo, ahora y en la hora
de nuestra vida, de la que vendrá….
Y ese día te espero justo,
Justamente repartido,
Con el pan y la luz, entre los hombres.


Del libro Poemas fieles, Guatemala, octubre 1964








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