jueves, 17 de febrero de 2011
3053.- ANTONIO LLAMAS
Antonio Llamas nace en Rute (Córdoba) en 1972. Licenciado en Ciencias Matemáticas y profesor de instituto de dicha especialidad. Con su primer libro de poemas, Paraísos irregulares (Colección Arca del Ateneo, Córdoba, 2004), obtuvo el Premio Juan Bernier. Como crítico ha publicado la antología Geografías habitadas (25 poetas –25 paisajes) (Ánfora Nova, Córdoba, 2005). Márgenes de un silencio es su segundo libro de creación poética, con el que ha conseguido el Premio Rosalía de Castro. Ha publicado trabajos de crítica literaria y poemas en revistas especializadas y su obra ha sido incluida en diversas antologías. Reside en su pueblo natal donde le fue concedido el Premio Villa de Rute de 2004.
QUEHACERES DOMÉSTICOS
Lavar las tardes con besos de espuma,
enjuagar las mañanas con caricias,
cenar y recoger la noche,
tender al cielo los poemas
y las almohadas hundir.
Plegar el corazón, barrer el tedio,
hornear el amor por aquel lado,
aclarar la tristeza o echarla al cubo,
centrifugar el miedo a no quererte,
comprar pasión que apenas queda,
abrir la ventana de par en par
que se vaya el olor a casa sola.
(De Paraísos irregulares)
NESSUN DORMA
Ya la esperanza no me pertenece.
Me aparté del camino y cualquier día
acabarán hundiéndose las manos
en el himno desnudo de los versos.
Para que el sueño abrace este paisaje
he prestado mi voz a la distancia
y hoy es mía la lluvia
que enciende de tan lejos la memoria.
Bajo la noche eterna de los ojos
es sosiego el murmullo de la tierra
que al olvido sucumbe por su olvido.
Que nadie duerma. Aquí donde los nombres
son arpegio de amor y de locura.
(De Márgenes de un silencio)
LA INCIERTA TENTACIÓN DE SER YO MISMO
No puedo demostrar de piel afuera
que los ojos naufragan
si se mantienen fijos como un sol
en la línea azul del horizonte.
Ni por qué un animal prevé su muerte
y se arrincona en sangre y se está quieto,
como en suave murmullo de hojas muertas,
hasta quedar sin agua su mirada.
Por qué nunca es posible huir del otoño,
alquilar la esperanza a bajo saldo
e imitar a las aves migratorias
refugiarse de amor a contratiempo.
Por qué a pesar del eco de un latido
una voz acaricia nuevas sombras
vistiendo de amarillo la ternura.
Por qué sí recordamos lo que no se comprende
de tanta oscuridad compacta y fría
al otro lado anónimo del sueño.
Por qué al atardecer uno se vuelve triste
y no encuentra el porqué en el poema.
(De Márgenes de un silencio)
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