jueves, 4 de noviembre de 2010

1728.- CARLOS RIVERA


Carlos Rivera nació a finales del año 1941 en La Coronada (Córdoba), España. Es Licenciado en Filosofía y Letras. Participó en la fundación primera del grupo ZUBIA en 1972. Es colaborador en las páginas de opinión de Diario Córdoba desde 1993.
Su obra poética ha sido antologada en Poesía andaluza contemporánez (Revista Bahía, Algeciras), Córdoba en la poesía (Córdoba, selección de Mario López),Quince años de (joven) poesía en Córdoba (Córdoba, selección de Pedro Roso), La memoria y la sangre (Ediciones Libertarias, Madrid), Poesía en la bodega (Arca del Ateneo de Córdoba) y en las revistas literarias Poesía hispánica (Madrid), Zubia (Córdoba), Caracola (Málaga), Árbol de fuego (Caracas, Venezuela), Azor (Barcelona), Peña Labra (Santander) y Cuadernos de Uria(Universidad de Oviedo).


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-POESÍA:

La luz y el camino (1971).
Veinte poemas desde los ojos de la libertad (1978).
Los destierros (1980).
Diario a bordo de una isla (1981).
Verdes tinieblas (1987).
Libro de Mellaria (1990).
Discurso de espuma (1991).
El verbo en la llaga (1992).
Fuego de leña verde (1993).
Bella epoca (1993).
Mirando al mar que vuela (2004).
Babilonia. Libro inédito.





Sin pasaportes ni mapas de la ruta
es peligroso adentrarse en el reino
de la palabra
sus caminos son ciegos conducen a los bosques
donde la noche cae en abundancia
donde hay árboles que gotean estrellas
que están envenenadas
donde la luz es una flor cubierta de gotas de rocío
con música de lágrimas
y sílabas carnívoras que matan por sorpresa
la gélida gramática
donde un claro de luna
es sólo el agujero de una trampa.
(Inédito)


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MAR DE OLVIDO

Inatrapable esencia, mar de olvido,
alto confín de soledad, ausente
en ti y sin ti que, silenciosamente,
te vas y no te vas, como un latido.
Obseso de la luz y repetido
en el cielo que ahonda su simiente
en tu diario amor, que es el ser fuente
tu vocación, oh mar, por no ser nido.
Te vas y no te vas, nunca saciado
de amar y desamar, siempre poseso
del cielo y de la tierra, tu embeleso
y tu inocente original pecado,
que esa es tu culpa, mar, culpa de beso
eternamente huído y encontrado.

(De La luz y el camino, 1971).




ADIÓS, LIBÉLULA

Adiós, libélula, adiós patraña dulce
«de los álamos vengo, madre»
Vengo de las praderas
De las islas sumidas
De los perdidos ojos del chopo.
Vengo de amar a diós libélula
De amar gamente amar
Desde los equinoccios y las olas
Desde las torres y los cisnes
Desde la nieve y el clavel
Adiós
Libélula
Patraña innumerable enamorada
De libertad herida
No pudiste ser polvo
Ni lágrima
Ni muerte
Adiós
Libélula.






ALICIA EN EL PAÍS

Una taza de música voy a tomar contigo,
Alicia, no te quemes los labios todavía,
Suelta de tu mirada el hielo que la cubre,
Ven a tomar café y un soplo
Inmaterial de vida en ese alado
Movimiento que en mí ya resucita
La llama de tu nombre.
Porque existes y tu difunta forma
En la extensión lingüística equivale
A nuestra destrucción, yo te convido
Al efluvio de Proust inaparente
De este café con música.
El gladiolo de un vals me dice que has llegado,
Que las flores de árticos olvidos
No han podido expulsarte de mi reino
Y que, vaga o disuelta en el azúcar
De esta taza de música tú eres
Alicia, como un pájaro extraviado
Entre los laberintos de mis ojos.




AYER O MUSA

Fue una temeridad de adolescencia:
Busqué el grial, leía entonces a Voltaire,
Y como disciplina de la fatal mesura,
Transgrediendo la lógica,
Puse mis ojos en oscuros
Enigmas del oráculo,
Salté los muros del corazón,
Recorrí los planetas del instinto
Recogiendo las flores, criaturas matutinas,
De Rilke y Babilonia,
Con la voluptuosa complacencia
Del precursor, busqué el grial, conservo
Todavía en los ojos el rastro inextinguible
De la insensible duración del ángel.





BEGUIN THE BEGUIN

Ni Cole Porter ni este poeta que ama bajo las almas de los saxos
Podrían saber que la noche y la lluvia hilan otro regreso
A la vicisitud de la nostalgia.
Por eso este volver a empezar huele a magnolias de aquel día
En que dios era el pétalo de cada hora nueva
Como si se iniciara el primer hombre
A la azul madredumbre de su propia niñez irrepetible.
Ni dios ni este poeta ni Cole Porter
Ni los saxos que gimen como un rumor de olas sin ribera
Pueden restituirme el polvo de aquel sueño.
Y ahora enmudezco y vengo de la espuma.
Y de las caracolas me enamoro.





DIARIO DE UN SEDUCIDO

Es inútil leer a Kierkegaard:
No somos dioses,
Todo lo más, relámpagos desiertos
Con la tea del sexo iluminando vientres,
Calcinando una flor
O —pavesa sumaria del instinto—
Ordeñando sus fuegos a la nada
Con un perfume clavado entre los ojos.





MI DIOS

Florece ya, mi Dios, y resucita
Al fiel del tercer día, que me muero
En esta aberración de invernadero
Que me cansa un dolor de estalactita.
No me cabe tu nombre en lengua escrita
Ni sé llamarte, Dios, cuando yo quiero,
Ni he buscado tu sangre en un madero
Ni una oración te puedo dar por cita.
Quiero saber de Tï cuando no sepa
Hallarte en la verdad clarividente
De tu plena ignorancia sosegada.
Que quepas Tú, mi Dios, donde yo quepa,
Si hay para Ti un lugar que esté caliente
En este neverío de mi nada.




ORDEN JÓNICO

Días le nace el corazón
De resinas del bosque de los sueños
Y el lándano que canta, gota a gota,
Vomita un ser azul.
Ni Pan toca la flauta,
Ni las fuentes heridas conocen el secreto de su música,
Mas el atisba las caderas del viento
Que le traen praderas ondulantes
De mares jónicos,
Píndaro con sus labios libando ojos al abril
Y el beso de Paris
Inaugurando el acto de la vida
En el helado corazón de Helena.






TEMA DE DALÍ

De la muchacha asomada al mar
Tras los velos del alba mi corazón desciende
A los abismos.
Tuvo que ser su sombra
Aquella que emergí,
Había un ave
Desconocida en ella,
Un ave que cansada
De su vuelo profundo mi corazón eleva,
Mi ser hecho de espumas
De los abismos sube,
Mientras ella se duerme
Por mis ojos, mirándome
Mirando al mar que vuela.




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