jueves, 28 de abril de 2011

ESTER VALLBONA [3.769]


Ester Vallbona Domínguez

Berga, Barcelona, España, 1970
Ester Vallbona, filóloga por convicción, correctora editorial de profesión y escritora por devoción, se atreve con todos los géneros: poesía, relato, cuento infantil, teatro, microtexto…, y ha cosechado en los últimos años varios premios:

En mayo de 2004, el Teatro Ponent de Granollers representó la obra colectiva Dones sota traïció, en la que Ester Vallbona participó con el texto dramático «Flores para Ana».

En junio de 2006, su relato Conversaciones a solas fue finalista del III Certamen de Narrativa Breve Canal de Literatura.

En octubre de 2006 quedó finalista en el «XXVIII Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla» con su libro de poemas El verbo presentido, que figura en Laberinto íntimo.

En abril de 2007, ganó el primer premio del V Premio de Cartas de Amor, organizado por el Ayuntamiento de Granollers (Barcelona), con su texto Carta de amor de un desconocido.

En julio de 2010 ganó el Primer Concurso Dues Tintes con su texto Un tal León.

En febrero de 2011 ganó el VII Concurso de Literatura Hiperbreve
Pompas de Papel con su texto En tres palabras.

Esta autora colabora en varias revistas y páginas web literarias y, desde 2005, tiene su propio blog, La Letra Escarlata.

http://www.canal-literatura.com/
http://www.tierradepoetas.com/foro/
http://forum.letrasescondidas.net/bb/index.php?
http://www.ariadna-web.org/

Títulos publicados:

Laberinto íntimo (2008)
El mismo mar, la misma sal (cuento infantil) (2012)

Página web de la autora:  http://www-laletraescarlata.blogspot.com
Correo electrónico :          estervallbona@gmail.com




DÉJAME DECIRTE

Déjame decirte lo que ayer no supe.
Deja que llene,
para siempre,
mi carne de calma.
Déjame contarte
por qué no pude darles
más que espadas a tus labios
y abrojos a tus manos.
Déjame que llore hoy la dicha perdida,
déjame pasar cuentas con este torpe ser
que habita en mí a escondidas.
Si no te di lo que esperabas,
si no busqué dentro de mí,
fue por temor a que,
detrás de espadas y abrojos,
creciera fuerte
una flor con tu nombre.




NECESITO

Necesito creer en un mundo en el que un día alguien abra su mano
y otra la ocupe sin preguntas.
Creer que si extendemos los brazos,
otros los abarcarán sin detenernos.
Necesito ver un horizonte libre de fronteras, colores o banderas.
Necesito creer que pronto encontrar la paz será una opción personal
y no el ruego de una nación mordida por la guerra.
Necesito que mis hijos sepan que quizá no les legué un mundo demasiado amable,
pero sí que hice todo lo posible porque lo fuera.
Por eso necesito encontrarte en ese mundo que quiero para mí y para ti.
Necesito que tu mano reconozca la mía y que nuestros brazos se vistan de abrazos.
Necesito que tus ojos me devuelvan la calma que hoy huye a mis espaldas.
Pero, por encima de todo, necesito que tú también me necesites,
aunque el nudo de este trabalenguas se empeñe en enredarse entre tú y yo
y se me ponga el alma en carne viva al descubrir que aún no te encontré
y ya te estoy perdiendo.




DETESTO

Detesto a la gente que me condena sin tomarse la molestia de conocerme.
No soporto a los que no miran de frente,
a los que miran por encima del hombro,
a los que hablan a la espalda.
Aborrezco a aquellos que te valoran por lo que tienes o,
peor,
por lo que no tienes.
Me repugnan los que creen que el dinero lo compra todo y a todos.
Maldigo a quienes no respetan la vida
y ponen en manos de críos máquinas de matar y no juguetes.
Me aburren quienes no tienen nada que decir
y se conforman con lo que dicen los demás.
No aguanto la envidia.
Censuro la maldad.
Reniego de la mentira.
Me apenan los que traicionan la palabra confianza.
Desapruebo las batallas,
si no son por amor.
Sin embargo,
valoro a quienes se toman la molestia de conocerme
antes de juzgarme.
Me seducen los que me miran cara a cara,
con mirada franca.
Aprecio a quienes me quieren por lo que tengo
y lo que perdí.
Me cautivan los que no venden su alma,
la regalan.
Admiro a quienes saben hacer felices a los demás,
a los que regalan a un niño un sueño, una esperanza, una ilusión.
Me interesan quienes miran hacia dentro
y descubren que necesitarían dos vidas para explicar todo lo que ven.
Me entusiasma la generosidad.
Alabo la bondad.
Bendigo la verdad.
Me alegra poder conjugar,
día tras día,
el verbo confiar.
Apruebo las batallas que se ganan con palabras,
con besos.
Y, por encima de todo,
te amo a ti,
por lo que eres,
por lo que haces de mí.




UNA PALABRA SOLA

Una palabra tuya
bastaría para sanarme.
Me redimiría de esta pena
que me has impuesto
y de la que no sé la causa.
¿Qué pude hacer
para merecer tal castigo?
¡Hasta el ser más ruin
y miserable de la tierra
tiene derecho a saber
por qué se le condena!




ESPÉRAME EN LA ORILLA DE TU MAR

Espérame en la orilla de tu mar
cuando atraque en el puerto la tristeza.
Espérame en tu mar de espuma juguetona
y olas tibias de caricias.
En tu mar, seré tu abrigo.
En mi mar, serás sirena.
Espérame en la costa al naufragar
y seré el viento que amaine tempestades
en las tardes perfumadas de risas y anís.




NO PIDO TANTO

No pido tanto para ser feliz.
Sólo pido tener a alguien a mi lado que sepa leer en mis ojos lo que callen mis palabras;
que me observe en silencio y me pregunte dónde estoy cuando descubra mi mirada perdida;
que me diga «no te vayas sin mí,
yo también quiero navegar contigo por ese mar por el que vas huyendo»;
que cuando le mire a los ojos me pregunte qué leo en ellos;
que sonría cuando me vea sonreír, aunque no sepa el motivo;
que me pida que le lea un poema al oído, despacito, para que sea sólo nuestro, suyo y mío;
que cierre los ojos cuando siembre en sus labios semillas de esperanza
que regaré cada mañana al despertar…
Sólo pido tener a alguien a mi lado que invente mil historias al vuelo
con que ahuyentar la tristeza que amenace mi alma;
que se vista de mimo, bombero o mago por robarme una sonrisa;
que recoja mis lágrimas una a una,
las coloque en un avión de papel y las eche a volar gritando:
«¡Hasta nunca, no os queremos más por aquí!».
Que apoye su cabeza en mi regazo y,
mientras contemplamos las caprichosas formas de las nubes,
dibuje en el cielo,
con su dedo,
un corazón.
Que se entretenga a desenredar mi pelo,
alborotado por la brisa,
y teja con sus manos un lazo invisible entre los dos.
Que me arrope de noche con su voz y de día con su risa.
Que sea capaz de admirarme y decírmelo,
sin sentirse por ello inferior.
Que me escuche cantar en silencio y me susurre al oído:
«Canta en voz alta, por favor, cántale al mundo».
Que se emocione con una nota, una palabra, una canción,
con las lágrimas de dos desconocidos unidos por un mismo dolor.
Que las únicas guerras que apruebe sean por amor,
que sus armas sean besos y abrazos,
que dibuje en un papel una pistola de la que asoma una flor.
Que me diga:
«Tengámosle la maleta preparada a la monotonía, al desamor».
Sólo pido eso y todo eso,
tener cerca a alguien que me entienda,
alguien como yo…





PROMÉTEME

Prométeme que jamás dejarás de buscarme cuando te sientas perdida,
y yo te prometo que sabré dónde encontrarte.
Prométeme que jamás dejarás morir una caricia que me tengas destinada,
y yo te prometo buscarla con todas mis fuerzas.
Prométeme que no dejarás de mirarme con esos ojos de niña con que me miras,
y yo te prometo llevarte donde ellos me pidan.
Prométeme que me prestarás tu risa,
y yo prometo devolvértela intacta,
prendida en la mía.
Pero prométeme también que no te dejarás llevar por la tristeza,
porque es un frío que atraviesa el alma
y que devora el aliento y la entereza.
Prométeme que lucharás contra ella con todas tus fuerzas,
y yo prometo prestarte las mías
cuando tú las pierdas.




RAZONES DE CÓMO TE QUIERO

Puede que algún día te preguntes si te quiero.
Puede que algún día me preguntes si te quiero.
Y, cuando llegue ese día,
no tendré más remedio que decirte
que te quiero y no.
O mejor,
que sé cómo te quiero y cómo no te quiero,
lo que, en realidad, es decir que sí te quiero.
Así pues, no debería embarcarme en trabalenguas absurdos,
pero ya sabes que me encanta liar, anudar, enrollarlo todo,
y sentarme a esperar que me rescates del embrollo.
Yo sé cómo te quiero.
Te quiero como el mar a las gaviotas,
como el verano a la fruta,
como la voz al silencio,
como la noche a la albura.
Y sé cómo no te quiero.
No te quiero como el yugo que aprisiona.
Ni como el cerco que acorrala.
No te quiero como un lazo que aprieta y ahoga.
Ni como un arma cargada de promesas afiladas.
Yo te quiero como la tinta al papel,
como la palabra a un verso,
como un beso sin cuartel.
Ahora ya sabes cómo te quiero y no.
Y puede que algún día te preguntes si me quieres,
y puede que me quieras y no.




SI SOY RARA

Si soy rara por intentar sembrar en el camino semillas de alegría.
Si soy rara por sonreírle a la vida aunque me lo ponga difícil.
Si lo soy por creer que el mundo es un ser vivo que tiene derecho a recibir,
no sólo a dar.
Si lo soy por prestar oídos al pulso de la naturaleza
en lugar de a los engañosos cantos de sirena de la sociedad.
Si defiendo que la ayuda no se compra ni se vende,
sino que se presta.
Si me emociona el retorno,
cada año,
de una golondrina al nido que la vio nacer.
Si me indigna ver a una mujer con las manos ajadas de trabajo mal recompensado.
Si me duele el niño de mirada marchita
que se cruza en mi camino.
Si soy rara por pensar que a la humanidad le queda una esperanza
mientras haya una sola persona que lo crea.
Si consiguen embelesarme el sonido de una nota,
el arrullo de un mar en calma.
Si no escucho las palabras
porque me pierdo en la voz que las pronuncia.
Si soy rara por despertar,
a media noche,
con la urgencia de un verso prendido en mi boca.
Si soy rara por creer que el corazón me da la libertad y la razón me la quita.
Si soy rara por vestirme de payaso para robar una sonrisa amiga.
Si lo soy por mirarme en unos ojos con la esperanza de verme reflejada en ellos,
entonces, sí.
Entonces confieso que soy rara,
y mientras quede en mi cuerpo un soplo de vida
lucharé por seguir siéndolo y por dejar constancia de ello.




ME GUSTARÍA

Me gustaría ser capaz de decir todas aquellas cosas
que esperaste oír un día.
Me gustaría saber explicarte por qué nunca las dije,
aunque las pensé.
Me gustaría que entendieras que,
si alguna vez te herí,
fue sin querer.
Fueron mis palabras o mis no-palabras,
mis acciones o mis negaciones,
incluso mis contradicciones,
seguro que sí,
las que te dolieron.
A veces perdemos lo más hermoso del mundo
por una palabra mal entendida,
mal escogida,
mal remendada de tanto equivocarnos.
Me niego a perder a alguien en vida por eso,
a que me aparten a un lado sin saber siquiera por qué.
Jamás pensé que se pudiera herir a quien más quieres,
simplemente por quererlo.
Ahora lo sé.




A PROPÓSITO DE UN INSTANTE

Por un segundo he asistido
al derrumbe inminente de tus ojos,
y te he visto ganarles la batalla.
He visto una lágrima nacer y morir en un instante,
sin tiempo para quejarse.
La he visto reflejada
en el espejo empañado de tus ojos,
buscando una salida,
y la he visto retroceder,
de nuevo,
vencida.
Has conseguido postergar la pena para más tarde,
guardarla para ti sola,
quizá para protegerme de ella.
Pero es imposible.
No rehúyas el consuelo amigo.
No me niegues la oportunidad de dártelo,
en ese instante,
segundo acaso,
en que me has hecho testigo mudo
de tu melancolía
y he muerto y vuelto a nacer
a la vida
sin tiempo para quejarme.




DUDUKI

Debo pedirte calma,
que tus ojos no me lleven la luz de tu mirada
si no es para salvarme.
Debo pedirte que no me preguntes qué me pasa,
si no te dan estos versos la respuesta por mí.
Entonces quizá entiendas
que tras la sombra de un silencio
se esconde mucho por decir.
Porque no te busqué,
y sin embargo te encontré,
y te llevé al fondo de mis versos y mi alma,
donde resuenan hermosos acordes
que me interrogan en una lengua antigua y sabia
que no he aprendido a descifrar,
una letanía acusadora
que me hace cómplice de una historia
sin principio ni final.




CREO

Creo en ti.
Tu palabra es mi fe,
tu amor, mi religión.
Tu cabellera, mi bandera,
tu piel, mi perdición.
Tu voz es mi himno,
tu cuerpo, mi nación.
Tu risa, mi ley,
tus labios, mi oración.
Creo en ti.
Sólo en ti.




LATIENDO UN CORAZÓN

Cuando pienso en ti
se me escapan las palabras
bordadas de metáforas.
Cuando estoy contigo,
sin embargo,
enmudecen,
me rehúyen,
se esconden.
Por mucho que las busque
no doy con ellas.
Y cuando me rindo y las doy por perdidas,
como niñas traviesas,
afloran de mi mirada,
se desprenden de mi risa,
se descuelgan de estas manos
que reprimen la caricia.
Me falta el coraje para decirme lo que siento,
para decirte que lo siento,
que no encuentro el modo de hacerlo.
No puedo hacer más que ser quien soy,
no sé si eres un espejismo,
si tu amor,
si mi amor,
son puros frutos de mi imaginación
o el oasis que necesito
para seguir latiendo este corazón,
tan incompleto
como yo.




SI TE ACERCAS

Mi entereza
es un castillo de naipes
que se desmorona,
pieza a pieza,
si te acercas.




PARA QUE VUELVAS

 “El mar sonríe a lo lejos.”
(Federico G. Lorca)

Desde la isla encendida
te escribo.
Desde un rincón escondido
te extraño.
No llegas con la luna
a desgranarte en mil abrazos.
Celebraré tu llegada
tejiendo mil caricias con sabor a madrugada.
Mi cuerpo será tu almohada;
después,
sutil encrucijada
donde perderte si te quedas...
Para que vuelvas de nuevo,
mar,
hoy me ha vestido la noche
con hilos de luz y seda
bordados por olas mansas
que despiertan a tu vera.





HOY ECHO DE MENOS

Hoy echo de menos la leve caricia de tu mano buscándome,
ésa que me grita en silencio estoy aquí,
reclamando suavemente mi atención.
Hoy echo de menos contestarla tendiendo sutilmente mi mano
para que la recojas y la recorras despacio.
Hoy echo de menos el lenguaje secreto de tu tacto,
que desentraño distraídamente atenta
al devenir de tu piel,
a la caricia que no puedo evitar devolver,
contenida en apenas unos segundos
que alargaría hasta el infinito,
si fuese capaz de sustraerme al miedo
de que escape a mi control y,
despojándose de su ropaje comedido,
se muestre tal cual es,
me muestre tal cual soy.




DEMANDA

Rebasa con creces mis expectativas.
Resucita mis horas muertas.
Llena mis páginas en blanco.
Sé la nota que afine mi vida.
Tatúa tu nombre en mi repliegue más oculto.
Sé la gota que colme mi vaso medio vacío,
la pizca de locura en este espíritu sombrío.
No te rindas,
no enarboles la bandera blanca,
sigue luchando:
no te acostumbres a vivir sin mí.
Deslía la maraña de mis dudas.
Hazme dudar cuando lo tenga todo claro.
Sé mi dios ateo,
protégeme de los demonios de este tiempo.
Sé constante en mi inconstancia,
la ola atormentada
de mi mar en calma.
Pero no te rindas,
no arrojes la toalla,
sigue luchando:
no me acostumbres a vivir sin ti.




SIN TÍTULO

Mis palabras,
pequeñas huérfanas
malinterpretadas,
ignoradas
hasta la saciedad,
confiaron y perdieron.
Desde este momento,
las declaro culpables
y las condeno a una pena
de silencio absoluto.
Se levanta la sesión
y se cierra el telón.
Fin de la función.










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