jueves, 7 de abril de 2011

PEDRO LEZCANO MONTALVO [3.681]



Pedro Lezcano 

Nace en Madrid en 1920, pero vive en Gran Canaria desde los nueve años. Después de algunos años en Barcelona pasa los años de la Guerra Civil de nuevo en Las Palmas. Sus primeras composiciones poéticas las encontramos en la revista estudiantil Spes. En ella, Lezcano desempeñaba labores de secretario de redacción y encargado de la sección humorística "Crónica Estudiantil". Podemos datar el nacimiento de Lezcano como poeta en 1938, fecha en que fue publicado su poemilla "Canción de Castilla", ganador del primer premio en un certamen literario organizado por su profesor de Literatura durante esos años. Tras terminar el Instituto de nuevo en Barcelona, vuelve a Gran Canaria. En 1942 se traslada a La Laguna para comenzar sus estudios universitarios, que continuaría en Madrid. En 1944 se publica un pequeño folleto titulado Cinco poemas con una selección de cinco poemas suyos. En 1946 vería la luz Romancero Canario. Ambas publicaciones, más otro folleto de seis poemas le valieron para consolidarse como uno de los poetas canarios más importantes de aquel momento.

El trienio 1944-45-46 fue vital en su carrera, debido a su continuada colaboración para publicaciones como Garcilaso, Espadaña, La Estafeta Literaria, Alba, Mensaje (de Sta.Cruz de Tenerife) y algunas otras. En esta época publica su primer libro Muriendo de a dos (Valladolid 1947) y gana el Premio Nacional de Teatro por Desconfianza (1945).En 1947 vuelve a Canarias y se instala definitiamente, formando una familia. en 1950 publica Romance en el tiempo, entre 1956 y 1968 se dedica al teatro, aunque en 1964 publica un relato corto titulado El pescador. En 1965 aparece Consejo de paz, su libro más maduro, en 1968 publica su libro de narraciones Cuentos sin geografía y en 1982 edita Cartilla de ajedrez, pequeño folleto orientado a los escolares con las reglas y trucos elementales del ajedrez. Estos años comienza su andadura política, primero en UPC (Unión del Pueblo Canario) y luego en AC-INC (Asamblea Canaria-Izquierda Nacionalista Canaria) donde fue consejero de Educación del Cabildo de Gran Canaria. En 1986 publica una antología seleccionada por él titulada Biografía poética.

Lezcano, un ajedrecista consumado, era también un gran micólogo, y un buceador; hasta muy poco antes de morir siguió sumergiéndose en su querido mar de Fuerteventura, adonde iba todos los años en verano, hasta que ahora una enfermedad le hizo pasar -otra vez, estuvo muy enfermo en los últimos tiempos- primero por el quirófano, luego por un posoperatorio muy difícil y finalmente por una agonía cuya eventualidad él enfrentó con esta amargura: 'He vivido demasiado, tendría que haberme muerto yo'. Esto lo dijo recientemente, cuando falleció una hija suya, dejándole una honda herida sentimental.

Era un hombre extremadamente austero, de una enorme independencia personal, también como político; por sus virtudes literarias tuvo los más diversos galardones en su tierra, entre ellos el Premio Canarias de Literatura, la ciudad de Las Palmas le hizo ciudadano de honor y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria le concedió el doctorado honoris causa. Aprovechó todos esos acontecimientos para alejarse de una imagen de autocomplacencia; su crítica a todo lo que le rodeaba empezaba por sí mismo. Combinó con sabiduría el humor y la amargura, y su acidez siempre tuvo una enorme dosis de ternura. En una entrevista reciente dijo: 'Yo pensaba que morirse era irse y que el mundo se iba al mismo tiempo. Pero el mundo se queda, mi mundo querido sigue exactamente igual, pero está lejos ya'.
Pedro Lezcano murió a los 82 años, en Las Palmas, el miércoles 10 de Septiembre de 2002.


Romance sin novia

La mariposa nocturna
busca la luz en la sombra.
¡Salir de noche por luces!
¡Yo no comprendo estas cosas!

Hombres tenía en su tierra.
Hombres tenía de sobras,
y vino a buscarlos fuera.
¡Mujeres hay mariposas!

Ahora su calle está muerta
desde que nadie la ronda.
Cuatro faroles la velan.
Dos surtidores la lloran.
Brilla el safalto de babosa.
Esa calle ya está muerta
desde que no tengo novia.

Vino un peninsular guapo
de la mezquita de Córdoba,
con la tristeza en las cejas
y con el chiste en la boca.
(¡Dios hunda a los que hablan tanto!)
Vino y arrancó mi rosa.

Creo que se casan hoy,
pero a mí no me importa.
Hablaré a la novia como
el que no quiere la cosa,
vistiendo el muerto de fiesta
aunque la pena me coma.

Al novio, porque es de fuera,
le deseo cuatro cosas.

Que se le pierda el anillo.

Que se le olvide la hora.

Que se le claven las "ces"
como anzuelos en la boca.
Y que apenas anillada
se le vuele la paloma.

¡Sí que voy a llorar yo
tan mal empleada novia!

Esa calle ya está muerta,
muerta sin remedio y sola.
¡Por qué no me enterrarán
debajo de sus baldosas!

Que tengo un cactus hincado
en un corazón de sobra.


Escultor de barro


Yo no podré jamás ser un buen padre
con el pecho estrellado de condecoraciones
y el cuadro de un abuelo bien barbado,
modelo de mi prole.

A una mujer le brotarán mis hijos
tan milagrosamente como flores.
Llegarán preguntando a dónde vienen
desde Dios sabe dónde.
Y yo, que he estado siempre entre preguntas,
¿qué responderé entonces?

Qué pena no poder ser un buen padre
lleno de tesis y de nombres,
con un consejo a flor de labio
y un dedo enarbolando las secciones.

Mal puede un escultor hecho de barro
querer moldear hombres.

Ellos me pedirán para sus pasos
sendas seguras en el bosque.
-"Dejad la mano izquierda en el ocaso
y el corazón quemando el polo norte,
zaguero del sur y a la derecha el alba.
Y ahora que conocéis horizontes,
marchad -diré a mis hijos-
a donde oigáis cantar los ruiseñores."

Qué pena no poder ser un buen padre
de los que todo lo conocen,
y qué vergüenza que mis hijos
se enteren por los libros de que hay padres mejores.

Les dejaré la herencia de mi frente,
un arca llena de interrogaciones.
¿Qué van a pensar ellos
sintiéndose tan pobres?

Qué lástima tener que ser mal padre,
tan viejo y triste junto a alegres jóvenes,
con la espalda curvada
de tanto cortar flores...



Consejo de paz


1

Muchachos que soñáis con las proezas
y las glorias marciales.
Bajaos del corcel, tirad la espada;
los héroes ya no existen o están en cualquier parte.
Llegará la hora cero de ser héroes
cualquier día cruzando cualquier calle.

2

Contables misteriosos
cerrarán su balance.

Decretarán la nada entre los hombres
misteriosos contables.
Cuando en los hondos sótanos,
valientes y cobardes
recen al Alto Mando
por un soplo de aire
no los oirá ni Dios, que está más cerca;
no los oirá ya nadie.

3

Negación de los hombres.
Negación de las frases.
Si no sois primavera, espuma o viento,
Fuerzas de Tierra, Mar y Aire;
si el vendaval no sois ni la semilla,
ni la lluvia que nace de los mares,
usurpadores sois de las palabras
nobles y elementales.

4

Homicidas sin culpa se disfrazan
del color de la tierra y de los árboles,
con floridos ramajes en la frente,
como en las bacanales...
Pero no son alegres las canciones
que inspiran el mosto de la sangre.

5

Muchachos soñadores de epopeyas,
escuchadme:
el pecho es el lugar que se designa
para el balazo de los mártires.
El pecho, nave heroica
dende retumba el corazón amante,
donde el plomo penetra limpiamente
como en templo de sangre...
Pero sucia de barro y excremento
cae la estatua de Marte.
Vuestras definiciones,
vuestras sabias verdades,
la inteligencia es pus sobre las frentes
de miles de cadáveres.
Y en la tierra abandonada por la muerte
sólo de visto crecer la flor del hambre.
Muchachos soñadores,
bajaos del corcel, tirad el sable.
Cuando las botas pisen los olivos
y su símbolo aplasten,
coged su savia espesa, echadla al mar
y vereis cómo aplaca tempestades.



Soneto de los quince versos


Todo recuerdo de mi sangre ausente
y todo tacto de mi piel. Me veo
- el madrigal anclado en balbuceo -
como un emocionado adolescente.

Reverdecida para ti mi frente,
yo te brindo el rubor de mi deseo
y esta declaración torpe de reo,
en dos mi voz partida de repente.

¿Qué fue de mi avezada mano impía,
mi porte noble y mi mirada de reto?
De descubierto el fuego y se diría

que escucho la primera melodía
ante el milagro de tu voz sujeto.
Ante el milagro de tu voz la mía

ha olvidado la norma del soneto.



Romance del miedo.


Leve sería el dolor
sin su pregonero el miedo

Infame aurora del mal,
heraldo del sufrimiento,
herida vil que se abre
estando el puñal aún lejos.

Una muerte cada uno
es de tradición que hallemos;
un látigo cada espalda
y cada boca un veneno.

Pero el siervo del temor
a ningún mal es ajeno.
No hay látigo levantado
que no restalle en su cuerpo.
¡Que viviendo media vida
el que está muerto de miedo
no muera de una vez sola
y haya de morirse ciento!

En vano la frente alberga
los más altos sentimientos;
y los ríos de la sangre
- mitad rojos, mitad negros -
se abrirían, generosos,
a la sed de los sedientos.

Marioneta deshuesada,
llega el payaso del miedo,
con sus pies de barro y plomo,
sus esfínteres abiertos,
los ojos por escapar,
erguido sólo el cabello.

Llega a traicionar al alma,
al corazón y al cerebro...

Sísmica pasión que abate
llenando todos los pechos.

Ni los valientes consiguen
librarse del miedo al miedo.
Anda el miedo en libertad.
Sólo el valor está preso.
Raíz de toda cadena.
Yo te maldigo...

Y te temo.


Fría


Fría, Fría, Fría.
Fría está la mano
que busca a la mano que guía.
Fría está la plaza,
fría en el mercado y en la sacristía.
Fría está la mano, muy fría,
la mano que busca a la mano
cualquiera -la tuya, la mía.
Fría,
la mano que pide, que ruega,
que ansía.
Fría, fría, fría,
como la agonía.

Caliente, caliente,
como lo viviente.
Caliente la mano
que toca y no siente,
la mano cerrada
herméticamente,
durísimo fruto
sin posible diente,
que guarda una llave
como su simiente.
Y no se abre nunca,
ni toca una frente,
ni guía, ni salva,
ni pide, ni siente.

Caliente.



Tus labios


Ese lugar de ti donde, evadida,
tu sangre moja el aire y se derrama;
ese lugar de ti donde la llama
está a la vez mojada y encendida.

Ese lugar en fruto que convida
a escalar la cintura de tu rama;
allí donde tu céfiro embalsama
la palabra de amor recién nacida;

ese lugar de ti bebí, sediento.
(Besar es un ensayo de hacer viento
respirable tus huesos y tus venas).

Pero quedé absorbido en el intento.
Ya me duele tu carne y soy apenas
pez de tu sangre y ala de tu aliento.


La maleta


Yo tengo preparada la maleta. Una maleta grande,
de madera.
La que mi abuelo se llevó a la Habana;
mi padre, a Venezuela.
La tengo preparada: cuatro fotos,
una escudilla blanca, una batea,
un libro de Galdós y una camisa
casi nueva.
La tengo ya cerrada y, rodeándola,
un hilo de pitera.
Ha servido de todo: como banco
de viajar en cubierta,
y como mesa y, si me pauran muhco,
como ataúd me han de enterrar en ella.

Yo no sé donde voy a echar raíces.
Ya las eché en la aldea.
Dejé el arado y el cuchillo grande,
las cuatro fanegadas de mi vieja.
...¡La hostelería es buena! - me dijeron.
Y cogí la bandeja.
"Sí señor, no señor, lo que usted mande,
servida está la mesa"...
Yo por vivir entre los míos hago
lo que sea.
Vi las mujeres pálidas del norte
arrebatarse como hogueras,
y llevarse las caras como platos
de mojo con morena,
tanto que aquí no dejan ni rubor
para tener vergüenza.
Vi vender nuestras costas en negocios
que no hay quién los entienda:
vendía un alemán, compraba un sueco
¡y lo que se vendía era mi tierra!

Pero no importa. Me quedé plantado.
Aquí nací, de aquí nadie me echa.
Hasta que el otro día lo he sabido,
y he hecho de nuevo la maleta.
Ha sabido que pronto
van a venir de afuera
técnicos en alambrar los horizontes,
de encadenar la arena,
de hacer nidos de muerte en nuestras fincas,
de emponzoñar el aire y la marea,
de cambiar nuestros timples por tambores,
las isas por arengas,
las palabras de amor por ultimátums,
por tumbas las acequias...

Si se instalan los técnicos del odio
sobre nuestras laderas,
los niños africanos, desvelados
bajo la lona de sus tiendas,
mirarán con horror las siete islas,
no como siete estrellas,
sino como las siete plagas bíblicas,
las siete calaveras
desde donde su muerte y nuestra muerte
indefectiblemente se proyectan.

Yo por mi parte
cojo la maleta.
La maleta que el viejo
se llevó a las Américas
en un barquillo de dos proas.
¡Qué valientes barquillas atuneras!
Tienen dos proas, una a cada lado,
para que nunca retrocedan.
Vayan donde vayan siempre avanzan.
¿Quién dijo popa? ¡Avance a toda vela!
...Y yo ¿voy a quedarme reculando?
¿Voy a dejar que crezca
sobre la tierra mía
toda la mala hierba?
¿Voy a volver la espalda al forastero
que vendrá con sus máquinas de guerra
para ensuciar de herrumbre las auroras,
de miedo las conciencias?
Pensándolo mejor, voy a sacar
de la vieja maleta
el libro, la camisa, la escudilla,
la batea...
Voy a pintar y barnizar de nuevo
su gastada madera,
voy a quitarle el hilo y a ponerle
la cerradura nueva.
Y con ella vacía
me acercaré a La Isleta,
y al primer forastero de la muerte
que llegue a pisar tierra
se la regalo, para siempre suya,
y que la use y nunca la devuelva.
¡No quiero más maletas en la historia
de la insular miseria!
Ellos, ellos,
que cojan ellos la maleta
Los invasores de la paz canaria,
que cojan la maleta.
Los que venden la tierra que no es suya,
que cojan la maleta.
Los que ponen la muerte en el futuro,
que cogan la maleta.
Que cojan la maleta,
¡que cojan para siempre la maleta!


DE LA AMISTAD


Amigos míos: Pienso
que el corazón del hombre
lanza su sangre en un circuito abierto
que llega al corazón de los amigos
para volver al nuestro.
(El que guarda su sangre para él solo
ese es un hombre muerto).
Y que vivir no es más que hacer amigos.
Que vivimos en ellos.
Que hablar sin ser oído es estar mudo,
mirar sin ser mirado es estar ciego.
Que aquel que haya vivido sin amigos
es que ha soñado ¡y ha olvidado el sueño!

Sólo si oís mi corazón, me late.
La existencia se narra como un cuento;
si no se narra y se comparte,
la vida es como viento sobre yermo
que pasa sin mover hoja ni espiga
ni cabello.
Yo viviré lo que deseen ustedes.
Cuando olviden mi nombre, me habré muerto;
pero seré inmortal con que un amigo
me erija un buen recuerdo.
Para entonces dirán de vez en cuando:
- Aquel amigo Pedro,
después de todo no era mal muchacho...

Y guardarán silencio.
Y el pequeño lugar que yo ocupaba
sobre la tierra volverá a estar lleno.
Esa es, amigos míos,
la gloria que les debo.
He conocido acaudaladas gentes
que se han marchado sin que aúlle un perro.
Yo espero que al marcharme,
de verdad, me acompañe el sentimiento.




CARTA AL EXTRANJERO


Hombre de otra ribera.
Mujer de otro jardín, mujer que al hombre
amas de igual manera
aunque jures amor con otro nombre.
Soy vuestro hermano mudo si es que mi voz no es clara.
Para vuestros oídos soy mudo, pero hermano
a quien vuestra muchacha más tímida escuchara
si le dijese versos cogida de la mano.

Sabed que vuestras dulces palabras extranjeras
no separan las sangres de nuestros corazones:
tampoco entiendo al viento cruzando las praderas.
¡Hasta vuestras blasfemias me suenan a canciones!

Sabed que vuestros hijos de raros ojos grises,
antes de haber mirado su libro o su bandera,
riendo en el idioma de todos los países,
podrían ser mis hijos y hablar a mi manera.

Que el aire que aspiráis es aire que yo aspiro,
y es idéntica agua el agua que nos baña.
Cuando miréis la luna sabed que yo la miro
y que en su espejo veo vuestra mirada extraña.

Hombre de otra montaña, de otro mar, de otro río:
el sueño de tu pueblo es el sueño del mío.
Hombre de otra ribera, de otro mar, de otro monte,
ante vuestros soldados, labriegos y poetas,
crucificado sobre el horizonte,
me alzo -abriendo los brazos- mellando bayonetas.

Plantado en esta patria de sol y de aceituna,
recordadme si un día suena el clarín de guerra.
Que este desconocido que os citó en la luna
dormirá con vosotros bajo la misma tierra.



POEMA A LA ESPALDA


Juntad de dos en dos vuestras espaldas.
Las espaldas, hermanos:
ese lugar donde germina el ala.

Sabemos del amor que a dos ayunta;
a tres con más frecuencia, la venganza.
(Un hombre da el puñal, otro lo empuña,
la voz lanza un tercero, un cuarto mata.
El criminal no existe.
Pero la herida sangra).

Por eso yo os digo:
juntad de dos en dos vuestras espaldas.

Las espaldas, hermanos:
ese lugar que cansa;
donde la cruz, donde la edad se apoyan,
donde el abrazo fragua.
Acantilado humano y horizonte
donde se ha puesto el corazón. Muralla.
Sitio para morir de los que huyen
y de los que desprecian la amenaza.
Llanura puesta en pie en escalofrío,
por la que se levanta
la vertebral columna para el Sansón del tiempo.
Ciego lugar donde el cobarde ataca.
Ese lugar, hermano con hermano,
espalda con espalda,
nos hará fuertes dobles.
Yuntas de amor sobre la paz que labran...



BRACEROS


Por baldíos inmensos donde la liebre escucha,
donde el toro embravece
y la perdiz telegrafía amores,
labradores sin tierra, desterrados,
ven persiguiendo frutos voladores
de misteriosos dueños de verano.
¿Qué te pasa, labriego, en las raíces.
que vas al sur en pos de la aceituna,
hacia el amanecer de las naranjas,
por la meseta persiguiendo el trigo?
Cinco millones de labriegos cruzan
las tierras de placer que los señores
poseen sin fecundar, como a rameras.
Trenes asaltan, mulos, pies desnudos.
En una mano el almendruco amargo,
en otra vid dulce.
De sur a norte de España,
de luz a sombra.
¿Qué te pasa, labriego sin raíces,
corriendo tras los frutos
de embrujadas cosechas voladores?
Palpas con una mano al hondo antepasado
lleno de tierra húmeda,
bajo las blandas flores de la honda patata;
después alzas los ojos al pacífico olivo;
te agachas, reptas, hozas,
buscando en lo profundo de la tierra
la dulcedumbre de la remolacha.
Tus hijos mueren con las manos llenas
de los frutos prohibidos,
mientras cinco millones de raíces
se pudren en el viento.



RETRATO DE UN OBRERO CUALQUIERA


Los pintores del mundo han retratado
personajes ilustres y guerreros,
dorados reyes, rojos cardenales,
ángeles blancos y angelitos negros.
Pero nunca han pintado cabalmente
el exacto retrato de un obrero.
Y ya es hora que el arte se preocupe
de temas verdaderamente serios.

Pero es difícil que un obrero adopte
el elegante porte fotogénico,
con la frente bien alta
y una mano en el pecho.

Habría que sorprenderle
antes de que el sol abandonando el lecho,
o emprendiendo el camino desde el alba
con el hatillo al hombro del almuerzo.
O ascendiendo a la gloria de un andamio,
o hundido hasta las minas del infierno,
atronando en el yunque o silencioso
mientras medita el temple del acero...
Sorprenderle una tarde
en las tabernas lóbregas del sueño,
mirándose al espejo de sus hijos
o contando el salario con los dedos...

Mas si yo fuese artista,
sabiendo que este obrero
me fabricó el pincel de pura marta,
tejió con hebra vegetal mis lienzos,
hizo la luz que alumbra mis colores,
coció las rojas telas de mi techo,
lo pintaría igual que se pintaba
a Dios en otros tiempos:
con una bola del mundo en una mano,
puesto que ha fabricado el mundo entero.
En una mano, el mundo; en la otra, nada:
la esperanza y el viento.



KANSAS SCHOOL


¡Con la derecha, niños!
¿Cuándo váis a aprender buenas maneras?
Apoyen el cuchillo en las sortijas,
que así ganará fuerza.
Con la derecha siempre.
Los muertos a la izquierda:
Lutero King, Lumumba, Víctor Jara.
etcétera y etcétera...
No lo olviden. El mango sobre el oro.
Si se quieren sentar en buena mesa,
recuérdenlo: se mata
con la derecha.



CRÓNICA DE UNA GUERRA
 


Tonto,
te declararon tonto.
Te dieron un fusil, de puro tonto.
Disparaste, so tonto, más que tonto.
Asesinaste a tus amigos tontos,
a tus hermanos y a tus tontos padres.
Y así has quedado solo,
tonto superviviente, tonto único;
¡rodeado de listos!




He vuelto al mar

He vuelto al mar, he hincado la rodilla,
hechas mis manos valvas del pecado.
He pedido perdón, he perdonado;
yo a su duro coral, él a mi arcilla.
Mil orejas de nácar a la orilla
han venido y mi voz han escuchado;
pero el mar es muy viejo y ya ha olvidado
mi lenguaje, reseco de Castilla.
Con su ribera impar y su mutismo,
con su arrastrar eterno de cadenas,
su silencio nombrándose a sí mismo,
todo lo olvida el mar, todo, y apenas
quien de él tomó sudario o quien bautismo
es una huella más en las arenas.



Plagios en desagravio de la rosa

Pura, encendida rosa,
émula de la llama,
ya te hemos olvidado los cantores,
pura rosa apagada.
La dicha de los hombres permanece,
mientras muda de nombre su desgracia.
Los tiranos, las pestes,
sus apellidos y sus fechas cambian,
y así será anacrónico
acaso ya mañana
hablar del vietnamita
que defiende su casa.
Tú, en cambio, rosa pura,
hoguera sin mudanza,
aunque fugaz – pues te inauguras y ardes
la víspera del día en que te apagasen
relevo sin fi n, rosa tras rosa,
haces eterna tu belleza en llamas.
Yo particularmente sigo amándote;
mi corazón te lleva en la solapa.
Te acaricio, deshojo tu corola,
sorteando el amor en dos palabras.
Y, sin embargo, yo comparto, rosa,
ese silencio donde en paz descansas,
yo tampoco te canto
porque otras cosas piden la palabra.
Tú eres ya una canción compuesta,
sólo hemos de escucharte y tú te cantas.
Y aunque todos los hombres sin descanso
tu nombre declinaran
- rosa, rosae, rosam.. .la primera
declinación de la feliz Arcadia-,
por eso ni la vida ni las rosas
se tornarían más rosadas.
Aquí y ahora existen
cosas que con nombrarlas se levantan,
que nacen o se acercan si se dicen,
despertando a bandadas la esperanza.
Y es preciso cantarlas sin respiro,
delante de sorderas y de tapias,
delante de las tumbas enronquecer gritándolas.
Yo te quiero en silencio (y aún te canto
en voz baja).
Algún día serás nuestra canción primera,
cuando hayas florecido en todas las ventanas.



Endecha de las dos islas (Tenerife, Fuerteventura)

Mi tierra verde,
tu tierra parda.
Mi tierra erguida,
tu tierra echada.
Mi tierra grita,
tu tierra calla.
Mi tierra vive,
la tuya aguarda.
Sueño tus llanos,
tú mis montañas,
Yo en tu sombrera
con anchas alas.
–Te quiero, hermano.
–Te quiero, hermana;
deja tus suertes,
deja tus gavias.
Fuerteventura,
¡fuerte desgracia
que no vivamos
la misma casa,
puerta con puerta,
cama con cama,
sueño con sueño,
maga con maga!
Mi agua es dulce,
la tuya amarga;
mía la rosa,
tuya la aulaga.
Yo la fatiga. 
Tú la esperanza.



Romance del Corredera (Fragmento)

EL ASESINATO

¡Garrote, garrote vil,
el nombre ya no te sienta;
garrote, más noble eres
que la ley que te manejas!
Sánchez, verdugo de oficio,
con tantas mujeres a cuestas,
ha visto tan alto a Juan
desde su talla pequeña,
que eleva el garrote vil
un palmo más de la cuenta.
Cuando cae en el error
palidece y titubea;
¿habrá que montar de nuevo
la maquinaria siniestra?
Todo el mundo tiene prisa:
que aquella infame tarea
de ahogar a un hombre valiente
les hace sentirse hienas...
De pronto la voz de Juan,
tranquila, hasta dulce, suena:
'No bajen el matadero,
que no merece la pena.
Pongan dos mantas dobladas
en mi banco de madera;
y así alcanzaré la muerte,
que ella donde está me espera'
Lo hacen temblando; 
dos guardias vomitan 
en las tinieblas;
otro llora; al director
no le sostienen las piernas...
'Creo en Dios el creador
de los cielos y de la tierra...'
(Mientras Juan García muere,
Sánchez, el verdugo reza)








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