jueves, 11 de noviembre de 2010

GRACIELA PEROSIO [1.815]


GRACIELA PEROSIO

Poeta y escritora argentina, nacida en Buenos Aires en 1950. Egresó de la Facultad de Historia y letras del a Universidad del Salvador en 1972. Dirigió el Departamento de Extensión Cultural del Instituto de Cultura Religiosa Superior. Recibió la Beca de Investigación del Fondo Nacional de las Artes para estudiar la obra del poeta argentino Carlos Latorre. Tiene publicado siete libros de poesía: Del luminoso error, Brechas del Muro, La varita del mago, La vida espera, La entrada secreta, Regreso a la fuente y Sin andarivel. Desde 1968 coordina el taller Las voces, dedicado al estudio y fomento de la creatividad aplicada a la escritura. Su obra ha servido de inspiración a otros artistas destacándose la muestra escultórica sobre La vida espera que Aroldo Lewy hiciera en el Museo Luis Perlotti. Un grupo de jóvenes que investiga las posibilidades de las perfomances multimediáticas, bajo la dirección de Elizabeth Dib, ha montado dos de ellas como comentario a Regreso a la Fuente (Centro Cultural de la Cooperación y Casa de la Lectura, respectivamente) Su obra está siendo traducida al portugués y al italiano, habiéndose difundido a través de diferentes publicaciones gráficas y sitios de la red.


De Brechas del Muro, (1986)


1. INVITACION

Si no me acompañan cuando yo me suelto vendrá el barrilete y un poco de viento, subiré empinada a jugar el vuelo sin hamaca corta, sin avión al cielo, juntando a sorbitos el jugo pomelo y el calor de tarde en lata refresco porque voy muy lejos de lo que yo debo a jugar de nuevo la soga que gira y venzo los records. La mancha me toca y al moño lo pierdo cuando la escondida, temblor y deseo, estalla en la siesta de los grandes retos. Cuando los muñecos pidieron ser míos y en su rebeldía decidí quererlos y cruzar las plazas vedadas al puedo del capricho acorde al rezongo abuelo. Cuando a la hermosura la repaso en tablas del 2 hasta el 9 dividir no quiero porque es toda una aunque para todos y la señorita que no y a la fila que no se pregunta el color de un pero, que calle la ronda de la regla agujero que arrima campanas de tañir colegio.

Si no me acompañan cuando yo me suelto quién sabrá la risa más allá del lápiz, quién sabrá la goma donde yo me encuentro cuando en los papeles blancos del cuaderno de una vez descubran que me volví cero.


2. PAREDÓN CON TINTA

patié ilusiones veredeando calles los amigos paredón
una amarga esperanza tardeaba en los encuentros
las mateadas los libros tinta roja en el gris del ayer
la TI99 juega con mis hijos pisa pisuela y la palabra
patria
se ha enfermado de solemnidad paqueta
quién robó mi niñez en qué rincón luna mía volcás
una amarga esperanza entre los libros los amigos paredón
vía vía o este pie volcás como entonces color de ciruela
tu clara alegría

De La varita del Mago, (1990)


3.

esperarte es un niño bajo la lluvia*
inmóvil en la esperanza de tu mano
lloviéndome el pelo de la infancia
entre los ricitos mojados tu dulzura
terrón de azúcar que sacaba el frío
indefenso estruja nubes con los ojos
desmoronando silencios en la angustia
bajo la lluvia espesa un niño se sostiene
acorazado en la costumbre de esperar. 

* verso de Juan Gelman


4.

cielo casa en la luz tu música no dicha
horneros amarillos con nidos como fuegos

¿sabías mozart que existen también desiertos húmedos?
que cascos corcoveantes marcan compases de la pampa
que hoy hubo una mirada con flecos como poncho
y aún me abriga en mi alero de pamperos deshecho
cielo amparo intemperie sostenida por mozart
flotando como un rayo no te lleves
el último brasero que me queda
no dejes de mirarme 
y tejerme con lanas de colores y crines
la bandera envolvente contra la soledad entera
contra toda muerte no dejes de tocar.

De La Entrada Secreta, (1999)


5. LA CANCION DE MORGANA

La belleza me estalla y no lo puedo decir.
Días hay así como el pulso de la vida.
Cómo decir, cómo contar
este temblor,
este desasosiego de hermosura
y a quién le importa.
¿Quién comprendería que lloro de belleza?
Este crujir de la luz desde la entraña.
Desde el centro del mundo
Un universo duda de sí,
De su capacidad para nombrar el sueño.
Lo perfecto como sospecha
y yo lo estoy oyendo
y se me abre la mano de sollozos
como diamante que quebrase la siesta.
Y quién acude
a escuchar
aquí, a mi lado,
cuando el secreto zumba
en los poros del basalto
y me hundo en el misterio
primordial
y busco
como buzo en abismo,
hipocampo encendido
-último sobreviviente-
que perdió la certeza.
que soltó la amarra.
Sumergida.
Sumergida en la fría corriente
hacia un color palabra.
Un color que no existe

De Regreso a la fuente, (2005)


6.

Caudaloso río iluminado por enervante sol del desierto se revuelca y me revuelca de olas de juncos de algas arco iris de barro y remolino burbujas caracoles movimiento la forma de las formas se perfila crece crecen plateados peces traslúcidos almibarados crustáceos del inicio quelonios pétreos escondidos vamos hacia la orilla desbordada vamos venimos nos golpeamos recalamos y nuevamente una potencia nos arranca nos lleva nos deshace nos hace nos renueva nos forma y nos deforma vamos a un tobogán túnel de limo subimos rodamos más allá no se detiene marcha al galope el río desbocado marcha en torrentes corre y se abre se abre y abraza al mar al mar al que se vierte hacia él nos vence nos envía burbujas remolinos olas que se van aquietando se deslizan por la arena de plata de diamante de bronce de corales madreperla infinita la playa disemina y en ella la silueta apenas pura luz que descarta con suaves movimientos de medusa con espasmódicos ritmos de de delfines la bella hija de Urano la Dorada está naciendo ved del proceloso océano el espejismo de horizonte invulnerable y trae el regalo el don que ha de otorgarnos el erótico sexo que define al ser que llegará y habrá de amarla
victoriosa por siempre la divina Afrodita.

De Sin andarivel, (2009)



7.

a fines de agosto el parque ensaya
para la pascua florida con ritmos del sur.
los sauces intensifican su verde,
el ceibo ennegrece reconcentrándose para el salto,
los suchanes y los ginkos estallan
en yemas verdes, encendidas y tiernas.
pero el álamo permanece
con su presencia traslúcida de fantasma.
el álamo austero, a fines de agosto,
me recuerda que siempre
hay un hueso
duro de roer.


8.

no es que se pueda cruzar
el río por cualquier parte,
todo lo contrario,
cada cual buscará por dónde
le corresponde
y solo es una forma
para cada uno.
no hay puente, ni guía ni instrucción,
únicamente por la propia
cuenta y riesgo
y te va la vida
en el cruce.
por supuesto, ni se te ocurra
quedarte simplemente en la orilla
contemplando.

es preciso partir
así el goce de la corriente:
sin andarivel.




GRACIELA PEROSIO. BALANDRO




sólo atiende a esta vela
que corta
el viento de los senderos habituales
las ansias y temores del porvenir

navega tu corazón
en el exacto
balandro
del ahora

ésta es la travesía
en un mar de maravillas



*

en el espejo de la laguna
los pescadores
se reflejan cabeza abajo
con sus cañas negras
a contraluz del sol
de pronto
sobre mi cabeza pasa simétrico
contra el cielo azul de otoño
un flamenco rojo
que corta la tarde



*

También es de las que saben
qué es la noche.
Buscó un país inocente
en el cerco donde crecen frutillas.
Envolvió su timidez de pájaro
en un diploma al uso
y dejó el timón
al bramido del viento.


*


En la noche de febrero, densa,
algunas ventanas insomnes
se iluminan en la ciudad mal dormida.
Esta viscosidad nos reporta
la invalidez del cansancio.
No alcanza para merecer el sueño.

De pronto, la sospecha de un trueno.
El ansia de la lluvia en los sauces
y sus grandes cabelleras agitadas.

El deseo es una tormenta
en la duermevela
agobiante del verano.



*

Hay una edad en que las escenas,
las personas y anécdotas
vuelven como rompecabezas
para armar.
La memoria busca
o inventa sentido.
Y no se sabe bien
si los hechos fueron así
ni a quién le importa.
Vuelven, reclaman un lugar
en la escritura.
Y ella, como historiadora excéntrica,
documenta batallas mínimas,
exámenes de entomólogo,
descubrimientos ópticos
en el microscopio del recuerdo.



*


Lo que sucede cada día,
los pequeños hechos cotidianos
o los importantes
que te marcan, te desbaratan.
Los recuerdos, aún
sus distintas versiones.
Las personas que encontramos,
los compañeros de trabajo,
la familia, el vendedor de diarios
de la esquina, el encargado,
también son balandros posibles,
navegables
hacia un océano de plenitud,
ola tras ola y más oleaje.
Todo depende del timón,
es decir, de las manos de la vida,
temblorosas pero firmes,
en el timón.




El privilegio de los años, Leviatán, Buenos Aires, 2016.


cómo soportar la propia historia
el peso de todo lo que hicimos
y el de lo que no
sin poder cambiarlo y midiendo
ahora, las consecuencias
del vértigo
del miedo
o de la ineptitud
cómo soportar y soltar riendas
a ver qué hace el próximo jinete
y qué entregar aún
cuando hayamos
traspasado la montura
qué otra palabra
capaz de alquimia
o acaso de perdón
y aún así
cómo soportar
haber envejecido
y no saber


*



a veces, raras veces
al mirar atrás hacia las raíces
con los ojos cuajados de relámpagos
porque los temporales se agazaparon allí
pensás “¿será verdad que es ésa nuestra vida?
¿será cierto que los hechos ocurrieron así?”
la memoria se divierte con la fragilidad
de nuestros sentimientos
y dibuja historias fáciles de confundir
la palabra “yo” nombraba algo
hace tres meses
que hoy no nombra
aún no había llegado el correo
que nos sumergió en la incertidumbre
ni había muerto ella
a quien llamaban mi alter ego
y su voz me inundaba de risa
en el teléfono
eso que dice la palabra “identidad”
es tan cómico
porque nunca es idéntico
lo idéntico y al mirar atrás
qué ves, acaso
¿el cuento de la noche
para poder dormir
o la esperanza
de despertar
y averiguarlo?


*



hubo en mi infancia un patio amarillo
hubo además, un acolchado rojo
que los años fueron destiñendo
lo tendía en el centro
para recostarme encima
con el propósito expreso
de mirar nubes
cuánto amaba seguir las transformaciones
de castillo a dragón, de princesa
a caballo, a pajarito, a mariposa
y mi vieja desde la cocina: Graciela,
andá al almacén, necesito manteca
y yo: pero no puedo, mami, estoy ocupada,
estoy pensando
mi vieja impávida, sin saber
qué hacer con su enojo
porque intuía que la hija
no le daba una excusa, sino que era cierto
el pensamiento siempre fue mi fortaleza
frágil e invencible
como las nubes
el deseo de la piel
en cambio
se me perdió
¿cómo encontrar hoy esa voz subterránea?
apenas, el gemido de una niña
que se quedó sola con las hadas
no del todo confiables

                                                     (a Leonardo Martínez)


*


agotada de libros y papeles
–tanta letra–
salgo a despabilarme por el Rosedal
al llegar al lago, oigo el atronar
de un avión que despega
lo veo girar al elevarse de la pista
sobre el río, invisible desde aquí,
en la curva distingo
que es un Airbus de Tam
miro la hora, sí, en él
viaja a Brasil, mi nieta
siento que el futuro va
allá arriba por el aire
con el canto de las mujeres de casa
el mar de Génova
las alturas de Chiávari
unidas a la selva africana
al samba brasileño
ahora se aleja, sube, sube
ya no hay ruido de motores
sólo queda flotando
sobre el agua
la palabra
ella



.

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