miércoles, 22 de diciembre de 2010

WYSTAN HUGH AUDEN [2.597]


W. H. AUDEN

Wystan Hugh Auden 

(York, Inglaterra, febrero 21 de 1907- Viena, Austria, setiembre 29 de 1973)

Poeta, dramaturgo, crítico literario  y ensayista británico, nacionalizado estadounidense en 1946, considerado por muchos como el poeta más influyente de la literatura inglesa desde T.S. Eliot.

Hijo del médico George Augustus y de Constante Rosalie Bicknell, Wystan Hugh Auden nació en York, Inglaterra, el 21 de febrero de 1907. Un año después su familia se traslada a Birmingham, donde el padre ejercerá la medicina y dictará clases de salud pública en la universidad. Auden en un principio se interesó por la ciencia, pero pronto centró todo su entusiasmo en la poesía.

En Gresham's School, en Norfolk, cursa sus estudios secundarios, especializándose en biología.

En 1925 ingresó en el Christ Church College de Oxford, en el curso de filología inglés donde se convirtió en la pieza central de un grupo de intelectuales entre los que figuraban Stephen Spender, Christopher Isherwood, Cecil Day Lewis y Louis MacNeice. Antes de decidir sus estudios superiores, antes incluso de descubrir su vocación poética, Auden quería ser geólogo o ingeniero de minas
Después de concluir sus estudios, en 1928, fue maestro de escuela en Escocia e Inglaterra por espacio de cinco años.

En la década que va desde su egresó de Oxford hasta su partida a los Estados Unidos, Auden pasará una temporada en Berlín (1928-1929), donde recibirá la influencia de la poesía alemana y el teatro de Brecht; será maestro en Helensburgh (Escocia), y luego en Colwall; viajará a Islandia, China y España. Son años de gran producción, en los que además de poesía, escribe teatro (en colaboración con Isherwood) y guiones para cine. Para entonces, Auden ya era considerado el poeta inglés más importante de su generación.

Durante la década de 1930, Auden formó parte en Londres de un círculo de prometedores y jóvenes poetas caracterizados por su marcada tendencia izquierdista.

Su libro Poemas (1930), con el que consolidó su fama literaria, estaba basado en el hundimiento de la sociedad capitalista inglesa, pero también mostraba una honda preocupación por los problemas psicológicos.

A continuación escribió tres obras de teatro en colaboración con Isherwood: El perro bajo la piel (1935), El ascenso del F-6 (1936) y En la frontera (1938).

En 1935, se casó con Erika Mann para proporcionarle un pasaporte británico y ayudarla así a escapar de la Alemania nazi. Su pareja de toda la vida fue sin embargo Chester Kallman, a quien conoció en Estados Unidos.

En 1937, colaboró con los republicanos en la Guerra Civil española, conduciendo una ambulancia. Ese mismo año recibió la medalla de Oro del Rey a la poesía, máximo galardón en su país.

En la Guerra civil española, Auden se alistó como brigadista, ocupando un lugar como camillero en una unidad sanitaria. De todos modos no es mucho lo que el gobierno republicano dejaba hacer a los intelectuales, ya que consideraba que la sola presencia de estos en territorio español, era la mejor forma de publicitar la causa. Auden permaneció poco tiempo en España, regresando a Inglaterra con cierta desilusión por lo visto y oído, sobre todo en cuanto al trato recibido por los sacerdotes de parte del bando de la República.

La secuela artística de esta experiencia es "Spain 1937". El poema fue publicado por Faber & Faber, y las ganancias destinadas a la ayuda médica durante el conflicto. El poema es mucho más que un llamado a la defensa de la causa de la libertad en España. Es a la vez una compleja fábula moral que trasciende el tema, donde el autor establece un diálogo posible entre el pasado, el porvenir, y un presente dominado por la urgencia, la necesidad de tomar una decisión que podría en cierta forma, determinar el curso de la Historia.

Tras viajar a Islandia y China -en compañía de MacNeice e Isherwood respectivamente- escribió Carta desde Islandia (1937) y Viaje a una guerra (1939).

El 18 de enero de 1939 Auden e Isherwood se embarcaron rumbo a los Estados Unidos a bordo del transatlántico francés "Champlain". A poco de llegar, la muerte del gran poeta irlandés W.B. Yeats, va a dar motivo a uno de los poemas más famosos de Auden. "En memoria de W.B. Yeats" Auden posteriormente adoptó la nacionalidad estadounidense.

En este país trabajó activamente como poeta, crítico, conferenciante y editor.
Su Hombre doble (1941) y Por la hora presente (1944) reflejan una creciente preocupación por los temas religiosos.

La edad de la ansiedad (1947), un largo poema dramático que comienza en un bar de Nueva York, le hizo merecedor del Premio Pulitzer de Poesía en 1948.
A partir de 1948, Auden, que dos años antes había adoptado la ciudadanía norteamericana, alternó su estancia en Nueva York con viajes a Europa durante el verano, primero a Ischia, y luego, a partir de 1958, Kirchstetten.

Las autoridades municipales de ese pequeño pueblo de Austria, de apenas ochocientos habitantes, decidieron en vida del poeta, poner su nombre a la calle donde estaba su casa. Por otra parte, hacia la misma época le fue otorgada una cátedra en Oxford, lo que lo obligaba a pasar algunos meses del año allí.

Entre su vasta producción cabe mencionar Poemas completos (1945), El escudo de Aquiles (1955), Poemas extensos completos (1969) y varios libretos de ópera escritos en colaboración con Kallman.

Entre 1956 y 1961 fue profesor de poesía en Oxford, y en 1972 regresó a Christ Church como escritor residente. Auden guarda cierto parecido como poeta con T. S. Eliot.

Al igual que éste, poseía un ingenio frío e irónico, a pesar de que era profundamente religioso. Sin embargo, se preocupó mucho más por los problemas sociales. Dotado de una asombrosa capacidad de análisis psicológico, Auden poseía además un exquisito talento lírico. Su influencia en las generaciones de poetas posteriores ha sido inmensa. Muchos críticos lo consideran un maestro de la poesía; su rigor intelectual y su conciencia social, combinados con una fluida mezcla de estilos y una habilidad consumada, lo convierten en parangón de la poesía moderna

W.H. Auden murió en Viena el 29 de setiembre de 1973. 

BIBLIOGRAFÍA:

Poesía:

Poemas escogidos; Visor, 1981; trad. Antonio Resines.
El mar y el espejo (The Sea and the Mirror); Bartleby, 1996; trad. Antonio Fernández Lera.
Un poema no escrito (Dichtung und Wahrheit); Pre-Textos, 1996; trad. Javier Marías.
Gracias, niebla (Thank You, Fog); Pre-Textos, 1996; trad. Silvia Barbero.
Otro tiempo (Another Time); Pre-Textos, 2002; trad. Álvaro García.
Canción de cuna y otros poemas (Recopilación); Lumen, 2006; trad. Eduardo Iriarte.
Los señores del límite (Recopilación); Círculo de Lectores, 2007; trad. Jordi Doce.

Teatro:

El perro bajo la piel (The Dog Beneath the Skin, 1935)
El despegue del F6 (The Ascent of the F6, 1936)
En la frontera (On the Frontier, 1938)



CANCIÓN DE OTOÑO

Ahora las hojas caen aprisa,
Las flores de la nana no durarán,
Las nanas han ido a sus tumbas,
Pero los cochecitos de niño siguen rodando.

Susurrantes vecinos a izquierda y derecha
Nos apartan de nuestro verdadero deleite,
Manos hábiles se ven obligadas a congelarse
Abandonadas sobre rodillas solitarias.

A poca distancia de nosotros, en nuestro mismo camino,
Muertos a centenares gritan “¡ay de mí!
Con los brazos rígidamente alzados para protestar
En falsas actitudes de amor.

Desarrapados a través del saqueado bosque,
Los trolls corren rezongando por su comida,
El búho y el ruiseñor están mudos,
Y el ángel no vendrá.

Clara, inescalable, al frente
Se alza la Montaña de En Lugar De,
De cuyos fríos arroyos en cascada
Nadie puede beber más que en sueños.



SI PUDIERA DECIRTE

El tiempo dirá tan sólo: “ya te dije”
Sólo el tiempo conoce el precio que hemos de pagar;
Si yo pudiera decírtelo, te lo haría saber.

Si debiéramos sollozar cuando los payasos hacen su número,
Si debiéramos tropezar cuando tocan los músicos,
El tiempo diría tan sólo “ya te lo dije”.

No hay fortunas que predecir, no obstante,
Porque te amo más de lo que puedo expresar
Si pudiera decírtelo, te lo haría saber.

Los vientos deben venir de alguna parte cuando soplan,
Debe haber razones por las que las hojas se pudren;
El tiempo dirá sólo “ya te lo dije”…

Tal vez las rosas realmente quieren crecer,
Tal vez la visión quiere en verdad permanecer;
Si pudiera decírtelo, te lo haría saber.

Supongamos que los leones se levantaran todos y se fueran,
Y que todos los arroyos y los soldados huyeran;
¿Dirá el tiempo algo que no sea ya te lo dije?
Si pudiera decírtelo te lo haría saber.



FUNERAL BLUES

Detengan los relojes
desconecten el teléfono
denle un hueso al perro
para que no ladre
Callen los pianos y con ese
tamborileo sordo
saquen el féretro...
Acérquense los dolientes
que los aviones
sobrevuelen quejumbrosos
y escriban en el cielo
el mensaje...
él ha muerto.

Pongan moños negros
en los níveos cuellos de las palomas
que los policías usen guantes
de algodón negro

Él era mi norte mi sur
mi este y oeste
mi semana de trabajo y mi
domingo de descanso
mi mediodía, mi medianoche
mi conversación, mi canción

Creí que el amor perduraría
por siempre.
Estaba equivocado.

No precisamos estrellas ahora...
Apáguenlas todas
Envuelvan la luna
desarmen el sol
Desagüen el océano y
talen el bosque
porque de ahora en adelante
nada servirá.



EL ESCUDO DE AQUILES

Ella miró buscando por sobre su hombro
Viñas y olivos,
Bien gobernadas ciudades de mármol
Y barcos sobre mares indómitos,
Pero allí sobre el metal brillante
Sus manos habían puesto en cambio
Un yermo artificial
Y un cielo de plomo.

Una planicie sin nada distintivo, desnuda y marrón,
Ninguna hoja de hierba, ningún signo de vecindad,
Nada para comer y ningún lugar donde sentarse,
Y aún, congregada sobre esa monotonía,
Se erguía una ininteligible multitud,
Un millón de ojos, un millón de botas en fila,
Sin expresión, esperando un signo.

Desde el aire una voz sin rostro
Demostraba estadísticamente que cierta causa era justa
En tonos tan secos y planos como el lugar:
Nadie se entusiasmaba y nada se discutía;
Columna tras columna en una nube de humo
Ellos se alejaron marchando, sobrellevando una convicción
Cuya lógica los llenó de pesadumbre, en alguna otra parte.

Ella miró buscando por sobre su hombro
Rituales piadosos,
Bueyes enguirnaldados de blancas flores,
Libación y sacrificio,
Pero allí sobre el metal brillante
Donde debía haber estado el altar,
Vio la luz vacilante de la forja
Una muy otra escena.

Alambre de púas cercaba un lugar cualquiera
Donde aburridos oficiales holgazaneaban (uno de ellos hizo una broma)
Y los centinelas sudaban pues el día era caluroso:
Un grupo de buena gente común
Miraba desde afuera sin moverse ni hablar
Mientras tres pálidas figuras eran conducidas y atadas
A tres postes erigidos en la tierra.

La masa y la majestad de este mundo, todo
Lo que es de peso y siempre pesa lo mismo
Estaba en manos de otros; ellos eran pequeños
Y no podían esperar ayuda y ninguna ayuda llegó:
Lo que sus enemigos querían hacer se hizo, su vergüenza
Fue todo lo que el peor podría desear; perdieron su orgullo
Y murieron en tanto hombres antes que sus cuerpos murieran.

Ella miró buscando por sobre su hombro
Los atletas en sus juegos,
Hombres y mujeres danzando
Moviendo sus dulces miembros
Veloces, veloces, según la música,
Pero allí en el escudo brillante,
Sus manos no habían puesto un piso de baile
Sino una campo asfixiado de cizaña.

Un andrajoso chiquilín, perdido y solo,
Vagaba sobre ese baldío, un pájaro
Voló escapando de su piedra certera.
Que haya jóvenes violadas, que dos chicos apuñalen a un tercero,
Eran axiomas para él, que nunca había oído hablar
De un mundo donde las promesas son cumplidas,
O uno puede llorar porque el otro llora.

El forjador de armas de apretados labios,
Hefesto, se alejó cojeando,
Tetis la de los pechos brillantes
Clamó su desaliento
Por lo que el dios había forjado
Para agradar a su hijo, el fuerte
Matador de hombres, Aquiles, el de corazón de hierro
Quien no habría de vivir mucho más. 



1° de Septiembre, 1939

Sentado, aquí, en un bodegón
De la Cincuenta y dos
Inseguro, aterrado, mientras caen
Las más astutas esperanzas
De una década baja y deshonesta:
Un oleaje de ira y de terror
Recorre las soleadas
Y las oscuras tierras del planeta,
Obsesionando nuestras existencias privadas;
El olor innombrable de la muerte
Llega, ofende esta noche de septiembre.


*

Una meticulosa erudición
Puede exhumar toda la ofensa
Desde Lutero hasta el presente
Que llevó a una cultura a la demencia
Y descubrir qué fue que sucedió
En Linz, qué imago ingente
Fabricó un dios psicópata:
El público ya sabe, como yo,
Lo que los niños de la escuela aprenden,
Que a todo aquél a quien se le hace un mal
Hará a su vez el mal.


*


Exiliado, Tucídides ya supo
Cuanto puede decirnos un discurso
Sobre la Democracia,
Y aquello que hace todo dictador,
Las necias y seniles peroratas
Ante una tumba apática;
Todo fue analizado ya en su libro,
Ahuyentada la luz de la razón,
El dolor en costumbre convertido,
El mal gobierno, el sufrimiento:
Todo, otra vez, debemos padecerlo.


*


En este aire neutral
Donde los ciegos rascacielos usan
Toda su altura para proclamar
La energía del Hombre Colectivo,
Cada lengua compite en derramar
Su vana excusa:
Pero quién de verdad puede vivir
Por mucho tiempo en un ensueño eufórico;
Desde el espejo miran
Fijamente la cara del Imperio
Y el rostro universal de la ignominia.


*


Las caras a lo largo de la barra
Se aferran a su resto de jornada:
Nunca deben las luces apagarse,
Siempre debe la música sonar,
Se confabulan todos los modales
Para lograr que este fortín adopte
Un moblaje de hogar;
Para no ver que estamos en verdad
Perdidos entre espectros en un bosque,
Niños que tienen miedo de la noche
Y nunca fueron buenos ni felices.


*


Tanta basura militante al viento
Que Importantes Personas vociferan
Es menos burda que nuestros deseos:
Lo que Nijinsky sobre Diaghilev
Escribió, enloquecido, alguna vez,
Es verdad para todo corazón;
Pues el error que anida ya en el hueso
Del hombre y la mujer
Anhela lo que no puede tener,
No ya el amor universal, sino
Ser el único y solo que es querido.


*


Desde la oscuridad conservadora
Hacia la vida ética, los densos
Viajeros suburbanos se trasladan,
Repitiendo su voto matinal:
“Yo quiero serle fiel a mi mujer,
Tengo que progresar en mi trabajo”,
E ineptos gobernantes se despiertan
Para volver al juego obligatorio:
¿Quién puede ahora liberarlos,
Quién puede hacerse oír por quien es sordo,
Quién puede hablar también por quien es mudo?



*


Todo lo que yo tengo es una voz
Para bregar con el engaño oculto,
La mentira romántica en la mente
Sensual del hombre de la calle
Y la mentira de la Autoridad
Cuyas torres el cielo manosean:
No existe eso que llaman el Estado
Y nadie existe a solas:
No hay elección posible para el hambre
Del ciudadano o de la policía:
Hay que amarse uno al otro o perecer.


*


Indefenso debajo de la noche
Yace azorado nuestro mundo;
Dispersos, sin embargo, aquí y allá
Puntos irónicos de luz
Se encienden donde sea que los Justos
Envían sus mensajes entre sí:
Que pueda también yo, al igual que ellos
Compuesto de Eros y de polvo,
Sitiado por la misma negación
Y desesperación,
Alumbrar una llama afirmativa.

W. H. Auden
Versión de Pablo Anadón
[Villa Dolores – Córdoba, Segunda mitad de noviembre, 2014]


September 1, 1939

I sit in one of the dives
On Fifty-second Street
Uncertain and afraid
As the clever hopes expire
Of a low dishonest decade:
Waves of anger and fear
Circulate over the bright
And darkened lands of the earth,
Obsessing our private lives;
The unmentionable odour of death
Offends the September night.


*


Accurate scholarship can
Unearth the whole offence
From Luther until now
That has driven a culture mad,
Find what occurred at Linz,
What huge imago made
A psychopathic god:
I and the public know
What all schoolchildren learn,
Those to whom evil is done
Do evil in return.


*


Exiled Thucydides knew
All that a speech can say
About Democracy,
And what dictators do,
The elderly rubbish they talk
To an apathetic grave;
Analysed all in his book,
The enlightenment driven away,
The habit-forming pain,
Mismanagement and grief:
We must suffer them all again.


*


Into this neutral air
Where blind skyscrapers use
Their full height to proclaim
The strength of Collective Man,
Each language pours its vain
Competitive excuse:
But who can live for long
In an euphoric dream;
Out of the mirror they stare,
Imperialism’s face
And the international wrong.


*

Faces along the bar
Cling to their average day:
The lights must never go out,
The music must always play,
All the conventions conspire
To make this fort assume
The furniture of home;
Lest we should see where we are,
Lost in a haunted wood,
Children afraid of the night
Who have never been happy or good.


*


The windiest militant trash
Important Persons shout
Is not so crude as our wish:
What mad Nijinsky wrote
About Diaghilev
Is true of the normal heart;
For the error bred in the bone
Of each woman and each man
Craves what it cannot have,
Not universal love
But to be loved alone.


*


From the conservative dark
Into the ethical life
The dense commuters come,
Repeating their morning vow;
“I will be true to the wife,
I’ll concentrate more on my work,"
And helpless governors wake
To resume their compulsory game:
Who can release them now,
Who can reach the deaf,
Who can speak for the dumb?


*


All I have is a voice
To undo the folded lie,
The romantic lie in the brain
Of the sensual man-in-the-street
And the lie of Authority
Whose buildings grope the sky:
There is no such thing as the State
And no one exists alone;
Hunger allows no choice
To the citizen or the police;
We must love one another or die.


*


Defenceless under the night
Our world in stupor lies;
Yet, dotted everywhere,
Ironic points of light
Flash out wherever the Just
Exchange their messages:
May I, composed like them
Of Eros and of dust,
Beleaguered by the same
Negation and despair,
Show an affirming flame.


CINCO CANCIONES DE W. H. AUDEN

I

Mi interior me desaprueba
y me pasma: ¡que me atreva
a estar aquí y a mirarte!
¿Cómo pude ayer jurarte
(incluso a las 3 a.m.)
Amarte hasta que me quemen?
Peores cosas que mentiras
Ve la tierra cuando gira;
Y lo hace tantas veces,
Perdonándome con creces,
Que empiezo a ver poco serio
Tanto hablar del cementerio.
Tempus fugit. "Fuego, estopa..."
¡Pero acábate tu copa!
El corazón es mudable.
¿Pero quién queda que habla
De reglas en los amores?
(Hemos hecho cosas peores.)


II

Digamos que en esta ciudad viven unos diez millones,
Unos habitan agujeros, otros habitan mansiones.
Pero no hay un lugar para nosotros, mi amor,
no hay un lugar para nosotros.
Alguna vez tuvimos un país y nos gustaba
Todavía lo podemos encontrar en un atlas.
Pero ahora, no podemos ir allá, mi amor
ahora no podemos ir allá.
En la parroquia de nuestro pueblo crece un árbol viejo
Que cada primavera florece de nuevo.
Pero los viejos pasaportes no florecen de nuevo, mi amor,
los viejos pasaportes no florecen de nuevo.
El cónsul azotó la mesa con prepotente gesto:
"Si no tienen pasaportes, "oficialmente" están muertos.
Pero seguimos vivos, mi amor, seguimos vivos.
Fui a un comité, me ofrecieron asiento y me escucharon
Y cortésmente me pidieron que volviera el próximo año.
¿Pero qué vamos a hacer hoy mismo, mi amor,
qué vamos a hacer hoy mismo?
Fui a oír a los políticos, a un orador que argüía:
"Si los recibimos aquí, nos quitarán nuestro pan de cada día",
Y hablaba de ti y de mí, mi amor, hablaba de ti y de mí.
Creí que era un relámpago lo que atronaba sobre mí,
Pero era Hitler sobre Europa, diciendo: "Deben morir",
Y pensaba en nosotros, mi amor, pensaba en nosotros.
Vi un perro que pasaba muy orondo y abrigado,
Vi que una puerta se abría para que pasara un gato,
Pero ellos no eran judíos alemanes, mi amor
ellos no eran judíos alemanes.
Bajé a la orilla del mar y me detuve sobre el muelle
Para ver cómo nadaban en su libertad los peces,
Apenas a unos cuantos metros, mi amor
apenas a unos cuantos metros.
Caminé por el bosque, vi en los árboles a los pájaros
Que no tienen políticos, y cantan a su agrado,
Pero no eran de la raza humana, mi amor,
no eran de la raza humana.
Soñé con un edificio que llega hasta el número mil,
Y tenía mil ventanas y sus puertas eran mil,
Y ninguna era para nosotros, mi amor ninguna era para nosotros.
Me paré en mitad de una explanada cuando la nieve caía,
Diez mil soldados marchaban para abajo y para arriba,
buscándonos a ti y a mí, mi amor, buscándonos.


III

Aquellos ojos cayeron al pozo
Y de los ojos lágrimas cayeron:
Se ha derrumbado la torre en el suelo
Desde aquel cielo de invierno en reposo.
Era medianoche, y bajo una lápida
Gime el Amor, por pillos enterrado,
Corazón de huesos asesinados;
Como hojarasca resuenan las ánimas.
Entre la alta marea, y boca abajo,
Roto, esparcido y sin más que decir
Yace Aquel al que pudieron destruir
Los soldados, y después lo botaron.


IV

Chofer, mete el fierro y vete destapado,
Que en la terminal me espera mi amado
Más duro, más rápido y como un avión,
Hasta que te pares en plena estación.
Pues en la mitad de la sala de espera
Me aguarda un muchacho al que quiero de veras.
Si cuando lleguemos no lo encuentro ahí,
Me verás llorando sin él y sin mí;
Aquél que me gana con sólo mirarlo,
Que me reconforta con sólo cogerme la mano.
Me dice que me ama con voz tan sencilla
Que se duplica en mí la maravilla.
Por la carretera los bosques parecen
Saber que los hombres se aman a veces.
Pero a los gerentes y líderes charros
No habrá quien los bese más que sus cigarros.
Si yo fuera el Papa o el Gran Presidente,
Los tendría aguardando por mí eternamente.
A mí que me importan curas y empresarios:
Mi amado es más fuerte y más extraordinario.


V

Trae a tu amada por sobre las aguas
Para que repose bajo los árboles,
Entre palomas (desde luego blancas)
Con brisas y vientos por todas partes
Que canten con gusto, con gusto, con gusto de amor.
Ponle el anillo, con un buen abrazo
Empiecen la dicha que les aguarda,
Y mientras los peces toman instantáneas
Tendrán un sapo (ese cantante clásico)
Que cante con gusto, con gusto, con gusto de amor.
Cuando se casen, en grupos las calles
Vendrán con sus casas endomingadas;
Mesas y sillas dirán las plegarias
Y los caballos con el equipaje
Cantarán con gusto, con gusto, con gusto de amor.




Asilo de ancianos

Todos poseen un límite: cada uno
Tiene un matiz de daño muy distinto. La élite
Es capaz de arreglarse por sí misma,
Caminar apoyada en un bastón,
Leer completo un libro, interpretar
Movimientos de fáciles sonatas.
(Pero acaso la libertad carnal
Es el veneno del espíritu:
Conscientes de lo que ha sucedido y el porqué
Abominan su tristeza sin lágrimas.)
Luego vienen los de silla de ruedas, el promedio
Que soporta la tele
Y guiado por amables terapeutas
Canta en comunidad.
Después los solitarios que musitan 
Palabras en el limbo, y al final 
Los que ya son del todo incompetentes
Y como una parodia de las plantas 
(Ellas pueden sudar sin ensuciarse).
No obstante, hay algo que los une:
Todos aparecieron cuando el mundo, 
A pesar de sus males,
Era más habitable y más vistoso
Y los viejos tenían auditorio
Y un lugar en la tierra.
(El niño reprendido por su madre
Podía refugiarse con la abuela para ser consolado
Y escuchar algún cuento.)
Hoy ya todos sabemos qué esperar, 
Mas su generación es la primera
Que se ha desvanecido de este modo:
No en casa sino asignada a un pabellón, arrojada
Como se arrumban fardos indeseables.

Mientras voy en el Metro para estar
Media hora con una del asilo,
Recuerdo quién fue ella en su esplendor.
Entonces visitarla era un orgullo
Y no una caridad.
¿Seré tan frío como para esperar
Un somnífero rápido, indoloro;
O bien para rogar, como ella ruega,
Que Dios o la naturaleza precipiten
Su función terrenal?
                                                                          1970

Versión de José Emilio Pacheco




Canción de cuna

El estrépito del trabajo queda mitigado,
otro día ha llegado a su ocaso
y se ha cernido el manto de la oscuridad.
¡Paz! ¡Paz! Desprovee tu retrato
de sus vejaciones y descansa.
Tu ronda diaria ha concluido,
has sacado la basura,
respondido algunas cartas aburridas
y pagado una factura a vuelta de correo,
todo ello frettolosamente.
Ahora tienes permiso para yacer,
desnudo, aovillado cual quisquilla,
recostado en la cama, y disfrutar
de su acogedor microclima:
canta, Grandullón, canta arrorró.

Los antiguos griegos se equivocaban:
Narciso es un vejete,
domado por el tiempo, liberado al fin
de la lujuria de otros cuerpos,
racional y reconciliado.
Durante muchos años envidiaste
al hirsuto, el tipo machote.
Ya no: ahora acaricias
tu carne casi femenina
con enorgullecida satisfacción,
imaginando que eres
inmaculado e independiente,
calentito en la madriguera de ti mismo,
madonna y bambino:
canta, Grandullón, canta arrorró.

Deja que tus últimos pensamientos sean todo agradecimiento: 
ensalza a tus padres que te dieron
un Super Ego de fuerza
que te ahorra tantas molestias, 
llama a amigos y seres queridos por doquier,
luego rinde justo tributo
a tu edad, a haber
nacido cuando naciste. En la adolescencia
se te permitió conocer
hermosas antiguallas
que pronto desaparecerían de la faz de la tierra,
locomotoras de caldera venical, motores de balancín
y ruedas hidráulicas de admisión superior.
Sí, amor mío, has tenido suene:
canta, Grandullón, canta arrorró.

Ahora a caer en el olvido: que 
la mente del vientre se apropie
por debajo del diafragma,
del dominio de las Madres,
quienes vigilan las Puertas Sagradas,
sin cuyas mudas advertencias
el yo verbalizador pronto
se conviene en un déspota despiadado,
lascivo, incapaz de amar,
desdeñoso, hambriento de estatus.
Si te acecharan los sueños, no les hagas caso,
pues todos ellos, tanto los dulces como los horrendos,
Son bromas de dudoso buen gusto,
demasiado insípidas para hacerles caso.
canta, Grandullón, canta arrorró.
                                                                                            Abril de 1972
Versión de Eduardo Iriarte
"Canción de cuna y otros poemas"





Dichtung und wahrheit  (fragmento)

L

Este poema que deseaba escribir debería haber expresado exactamente lo que quiero decir cuando pienso 
las palabras Te amo, pero no puedo saber exactamente qué quiero decir; 
debería haberme resultado manifiestamente verdadero, pero las palabras no pueden
verificarse a sí mismas. Así que este poema quedará sin escribir. Eso no importa. 
Llegas mañana; si estuviera escribiendo una novela en la que ambos fuéramos personajes, 
sé exactamente cómo te recibiría en la estación: adoración en la mirada; en la lengua 
guasa y lascivia.
Pero ¿quién sabe cómo te recibiré exactamente? ¿La Dama Bondad?
Vaya, esa sí que es una idea. ¿Se podría escribir un poema (un tanto desagradable, quizá) 
sobre Ella?                                                                                                                                                                                         1959

Versión de Eduardo Iriarte
"Canción de cuna y otros poemas"



Epílogo

Los mundos ficticios e intemporales
de significado manifiesto
no deleitarían,

uno fuera el nuestro
uno temporal donde nada
eslo que parece.

.  .  . 

Un poema; un cuento:
pero cualquiera bueno
nos empuja a querer saber.

.  .  .

Sólo los pájaros poco melodiosos,
guerreros inarticulados,
necesitan un plumaje llamativo.

.  .  .

En una casa de citas, tanto
las damas como los caballeros
tienen motes únicamente.

.  .  .

El Mal enmudecido
tomó prestado el lenguaje del Bien
y a ruido lo redujo.

.  .  .


Un día triste y árido.
¿Qué falsedad pirata
ha decapitado tu raudal de Verdad?

.  .  .


En momentos afortunados parecemos a punto 
de decir de veras lo que creemos que creemos: r
pero, incluso entonces, el ojo honrado debería guiñar.

.  .  .


La Naturaleza, consecuente y augusta,
no puede enseñarnos qué escribir o hacer:
con Ella lo real siempre es cierto,
y lo que es cierto también es justo.




Lullaby

 Lay your sleeping head, my love,
Human on my faithless arm;
Time and fevers burn away
Individual beauty from
Thoughtful children, and the grave
Proves the child ephemeral:
But in my arms till break of day
Let the living creature lie,
Mortal, guilty, but to me
The entirely beautiful.

Soul and body have no bounds:
To lovers as they lie upon
Her tolerant enchanted slope
In their ordinary swoon,
Grave the vision Venus sends
Of supernatural sympathy,
Universal love and hope;
While an abstract insight wakes
Among the glaciers and the rocks
The hermit’s carnal ecstasy.

Certainty, fidelity
On the stroke of midnight pass
Like vibrations of a bell,
And fashionable madmen raise
Their pedantic boring cry:
Every farthing of the cost,
All the dreaded cards foretell,
Shall be paid, but from this night
Not a whisper, not a thought,
Not a kiss nor look be lost.

Beauty, midnight, vision dies:
Let the winds of dawn that blow
Softly round your dreaming head
Such a day of welcome show
Eye and knocking heart may bless,
Find the mortal world enough;
Noons of dryness find you fed
By the involuntary powers,
Nights of insult let you pass
Watched by every human love.




As I Walked Out One Evening

 As I walked out one evening,
   Walking down Bristol Street,
The crowds upon the pavement
   Were fields of harvest wheat.

And down by the brimming river
   I heard a lover sing
Under an arch of the railway:
   ‘Love has no ending.

‘I’ll love you, dear, I’ll love you
   Till China and Africa meet,
And the river jumps over the mountain
   And the salmon sing in the street,

‘I’ll love you till the ocean
   Is folded and hung up to dry
And the seven stars go squawking
   Like geese about the sky.

‘The years shall run like rabbits,
   For in my arms I hold
The Flower of the Ages,
   And the first love of the world.'

But all the clocks in the city
   Began to whirr and chime:
‘O let not Time deceive you,
   You cannot conquer Time.

‘In the burrows of the Nightmare
   Where Justice naked is,
Time watches from the shadow
   And coughs when you would kiss.

‘In headaches and in worry
   Vaguely life leaks away,
And Time will have his fancy
   To-morrow or to-day.

‘Into many a green valley
   Drifts the appalling snow;
Time breaks the threaded dances
   And the diver’s brilliant bow.

‘O plunge your hands in water,
   Plunge them in up to the wrist;
Stare, stare in the basin
   And wonder what you’ve missed.

‘The glacier knocks in the cupboard,
   The desert sighs in the bed,
And the crack in the tea-cup opens
   A lane to the land of the dead.

‘Where the beggars raffle the banknotes
   And the Giant is enchanting to Jack,
And the Lily-white Boy is a Roarer,
   And Jill goes down on her back.

‘O look, look in the mirror,
   O look in your distress:
Life remains a blessing
   Although you cannot bless.

‘O stand, stand at the window
   As the tears scald and start;
You shall love your crooked neighbour
   With your crooked heart.'

It was late, late in the evening,
   The lovers they were gone;
The clocks had ceased their chiming,
   And the deep river ran on. 



Epitaph on a Tyrant

 Perfection, of a kind, was what he was after,
And the poetry he invented was easy to understand;
He knew human folly like the back of his hand,
And was greatly interested in armies and fleets;
When he laughed, respectable senators burst with laughter,
And when he cried the little children died in the streets.



In Memory of W. B. Yeats

I

He disappeared in the dead of winter: The brooks were frozen, the airports almost deserted, And snow disfigured the public statues; The mercury sank in the mouth of the dying day. What instruments we have agree The day of his death was a dark cold day. Far from his illness The wolves ran on through the evergreen forests, The peasant river was untempted by the fashionable quays; By mourning tongues The death of the poet was kept from his poems. But for him it was his last afternoon as himself, An afternoon of nurses and rumours; The provinces of his body revolted, The squares of his mind were empty, Silence invaded the suburbs, The current of his feeling failed; he became his admirers. Now he is scattered among a hundred cities And wholly given over to unfamiliar affections, To find his happiness in another kind of wood And be punished under a foreign code of conscience. The words of a dead man Are modified in the guts of the living. But in the importance and noise of to-morrow When the brokers are roaring like beasts on the floor of the Bourse, And the poor have the sufferings to which they are fairly accustomed, And each in the cell of himself is almost convinced of his freedom, A few thousand will think of this day As one thinks of a day when one did something slightly unusual. What instruments we have agree The day of his death was a dark cold day.



II

     You were silly like us; your gift survived it all:
     The parish of rich women, physical decay,
     Yourself. Mad Ireland hurt you into poetry.
     Now Ireland has her madness and her weather still,
     For poetry makes nothing happen: it survives
     In the valley of its making where executives
     Would never want to tamper, flows on south
     From ranches of isolation and the busy griefs,
     Raw towns that we believe and die in; it survives,
     A way of happening, a mouth.


III

          Earth, receive an honoured guest:
          William Yeats is laid to rest.
          Let the Irish vessel lie
          Emptied of its poetry.

          In the nightmare of the dark
          All the dogs of Europe bark,
          And the living nations wait,
          Each sequestered in its hate;

          Intellectual disgrace
          Stares from every human face,
          And the seas of pity lie
          Locked and frozen in each eye.

          Follow, poet, follow right
          To the bottom of the night,
          With your unconstraining voice
          Still persuade us to rejoice;

          With the farming of a verse
          Make a vineyard of the curse,
          Sing of human unsuccess
          In a rapture of distress;

          In the deserts of the heart
          Let the healing fountain start,
          In the prison of his days
          Teach the free man how to praise.



The Unknown Citizen

(To JS/07 M 378
This Marble Monument
Is Erected by the State)

He was found by the Bureau of Statistics to be
One against whom there was no official complaint,
And all the reports on his conduct agree
That, in the modern sense of an old-fashioned word, he was a
   saint,
For in everything he did he served the Greater Community.
Except for the War till the day he retired
He worked in a factory and never got fired,
But satisfied his employers, Fudge Motors Inc.
Yet he wasn’t a scab or odd in his views,
For his Union reports that he paid his dues,
(Our report on his Union shows it was sound)
And our Social Psychology workers found
That he was popular with his mates and liked a drink.
The Press are convinced that he bought a paper every day
And that his reactions to advertisements were normal in every way.
Policies taken out in his name prove that he was fully insured,
And his Health-card shows he was once in hospital but left it cured.
Both Producers Research and High-Grade Living declare
He was fully sensible to the advantages of the Instalment Plan
And had everything necessary to the Modern Man,
A phonograph, a radio, a car and a frigidaire.
Our researchers into Public Opinion are content 
That he held the proper opinions for the time of year;
When there was peace, he was for peace:  when there was war, he went.
He was married and added five children to the population,
Which our Eugenist says was the right number for a parent of his
   generation.
And our teachers report that he never interfered with their
   education.
Was he free? Was he happy? The question is absurd:
Had anything been wrong, we should certainly have heard.





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