lunes, 7 de noviembre de 2011

5115.- TEÓFILO D. FRANGÓPOULOS


Teófilo D. Frangópoulos nació en Atenas en 1923. De profesión abogado, durante la Ocupación (1941-1944) participó en la resistencia en las Fuerzas Armadas del general Zervas, Épiro. Más tarde, fue empleado del Banco Nacional de Grecia, luego emigró a Beirut y, a su regreso en Atenas (1959) fungió dos veces como director del Organismo Nacional de Turismo. Maestro de literatura griega moderna en varios colegios de Atenas, en la Universidad de Bochum, Alemania, en la Universidad de Boston y en el Queens College en Estados Unidos. También ha trabajado como comentarista de libros en la radio griega y columnista regular del periódico El cotidiano. Traductor al inglés de los ensayos de Seferis y de muchos escritores alemanes y estadunidenses al griego, es autor de varias obras de teatro y de diez libros de poesía, y sus poemas han sido traducidos al inglés y al italiano. El poema que presentamos está tomado de La poesía griega, antología y gramatología T. I, de Aléxandros Argyríou, Atenas, Ediciones Panagiotis Sokolis, 1982.






Poesía trágica

VI

Qué pocas cosas sé
y cuán difícil me resulta
decirlas.

De un momento en adelante todas
las palabras
se vuelven difíciles
porque ya no existen.
Te quedas solo
en un mundo ajeno
donde todos te saludan
con falsa cortesía
y te miran envidiando
lo que ellos mismos no tienen.

Y avanzas
con el lodo hasta la mandíbula
devolviendo las reverencias
que ya te han enseñado
a realizar normalmente.
En el instante preciso
en que en alguna fábrica de guerra
de este mundo
insospechadas manos fabrican
la bala que lleva
escrito
mi nombre.

Versión de Francisco Torres Córdova








Los ojos de un muerto
me saludan
con prisa
cada día,
en la sonrisa irónica
del día que se inicia.
Los ojos de un muerto
con las preguntas rotas
y las frases empezadas
y los extraños detalles,
que también vuelven
el instante en que los quieres,
esos ojos
los ves
menos
en el horizonte nocturno,
cuando las luces de las casas lejanas
una a una se apagan.
Los ojos del muerto
con los brillos de la miel
me miran
en la noche
en la seguridad de mi habitación
y en las horas cerradas
que fluyen
antes de la vida,
después del sueño.
En estos años
quién no tiene un muerto
que lleva dentro
para que le dé órdenes–
yo al menos tengo más suerte,
tengo sólo sus dos
ojos
para recordar
cómo también yo
alguna vez
estuve vivo.

[Teófilo D. Frangópoulos, El Sobreviviente -versión en español
de Francisco Torres Córdova]



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