viernes, 30 de diciembre de 2011

5557.- RICARDO CASTRORRIVAS





Ricardo Castrorrivas nació en San Salvador, en 1938. Trabajó durante muchos años en labores de tipografía; luego se dedicó a la publicidad. Cultiva el cuento breve y cargado de imaginación. Como poeta se inclina a una expresión de atrevidas imágenes de las que surgen los contenidos eróticos y sociales. Hay ahí sedimentos vanguardistas y cálida espontaneidad.


Obra publicada: Teoría para lograr la inmortalidad y otras teorías, (cuento, San Salvador, 1972); Zaccabé-Uxtlá, (cuento ganador del Segundo Lugar en los Juegos Florales de Quwzaltenango, Guatemala, 1974); publicado en la revista Caracol del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad de El Salvador, 1975); Ciudades del amor, (poesía, San Salvador, 1977); Puro pueblo, (poesía, San Salvador, 1980); Participó en el libro colectivo;(poesía de 7 jóvenes poetas, San Salvador, 1971). Ha ganado diversos de premios en Juegos Florales a nivel nacional y fuera de El Salvador.






La Taza De Café


Es la musa que anima a los poetas
que van al cafetín
de tarde en tarde.
Mientras hablan de versos y cometas,
la cafeína
en sus cerebros arde.


Allí Mendoza, Suárez,
Castrorrivas,
-fumadores, humosos, tabacales-
concentrando sus fuerzas volitivas
construyen mil cajitas musicales.


Y Dago, el escultor.
Los ensayistas.
También los aprendices de poeta.
Uno que otro pintor.
Los periodistas.


Todos beben café.
¡Su vitamina!
Sin pensar que al beber esa agua prieta,
¡beben amarga sangre campesina!










De La Locura Azul


Canciones llegaban desde lejos cuando mordí tus muslos
la vellosidad del durazno.
Y bebí en tus senos como un hijo malo.
Y besé tu boca y tus dientes de tigresa.
Y sorbí la bella muerte de tu copa.


Qué de nocturnidad y qué de delirio
cuando descendí campana.
Espejo mil astillas.


Sobre ti soy golpe de hacha. Soy suicidio.
Hijo malo. Vagabundo sin memoria.


Mujer para siempre y desde siempre mía.
Hoy vivo en tus ojos.
Allí resido desafiante con la locura azul de mis quince años.












El Arroz Con Frijoles


¡Qué alianza tan hermosa!
¡Cerealera!
La del negro frijol
con el nevado
arroz,
que muestra ufano piel de cera,
contraste de un charol engalanado.


Fraternidad de moros y cristianos
en común religión alimentaria.
Abecé de condumios ciudadanos.
Alfabeto total del hambre agraria.


Límpida reunión de dos cereales
con distinto color y afín doctrina,
que al hermanar
sus dos sangres vitales


¡qué claro ejemplo dan a los humanos
cuando entonan a dúo en la cocina,
su Vegetal Canción de los Hermanos!










La Flor De Izote


El izote, a que llaman bayoneta,
¿Qué anuncia o qué defiende
Con su explosión de espadas?
Francisco Gavidia


Catedral de marfil petalecido,
campanularia emerges entre espadas…
Triunfo de la blancura, tus nevadas
corolas que el rocío ha bendecido…


Territorio de albura protegido
por verdes bayonetas sublevadas,
que con fiel vocación de ser espadas,
¡defienden tu ascensión a blanco nido!


Consagración de un blanco en alto grado
de limpidez…¡racimo casi alado!
¡O casi un aletear de albas palomas!


Y como creces libre, -entre las lomas-
cuando desapareces del cercado…
¡con tus hostial el pueblo ha comulgado!










Las Conchas Negras


Concha negra sensual.
Cuando profano
el misterio
de tu cajita negra,
mi apetito de sátiro se alegra,
fáunicamente,
con tu sexo indiano.


En cópula ritual de amor pagano,
tu cuerpo de ostra india,
pelinegra,
suavemente
en mi boca desintegra
su temblor virginal y cortesano.


Impúdica te das,
como bacante,
-imitándole a Eva su venero-
en ofrenda de amor
incomparable.


Y mientras te devoro copulante,
el pobre pescador
en el estero,
se muere de miseria,
miserable.










Las Pupusas


¿De qué las quiere?


¡Ardientes,
perfumadas con loroco!
¡Con queso,
chicharrón y con frijoles!
¡Las mías,
tan calientes como ausoles!
¡Por las revueltas,
yo me vuelvo loco!


Así te celebramos tus virtudes,
pupusa popular.
Pan vehemente,
horneado con aplausos,
que candente
a las manos del pueblo
fiel acudes.


¡Que vivan tus entrañas de mixturas!
¡Dios salve tu abolengo,
tus aromas,
escudo nacional de sabrosuras!


¡Hoy te consagro en todos los diplomas,
benefactora de hambres y amarguras,
y te bendio
en todos los idiomas!








Mi Soledad




Mi soledad es una virgen desnuda.
En la niña de sus ojos se refleja
mi nudez de ermitaño.


Mi soledad me sirve café y tabaco
de húmicas promesas.
Me eleva en aromadas volutas
y me acaricia con cualquier pretexto.


Oficia un santo silencio cuando empiezo a cantar
y cuando callo Ella canta enamorada.


Mi soledad es una piel de oso en cualquier invierno.

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