lunes, 25 de abril de 2011

3749.- DONALD HALL



Donald Hall (nació el 20 de septiembre 1928)
en Hamden, Connecticut (Estados Unidos)
Poetry:
Fantasy Poets Number Four (1952)
Exiles and Marriages (1955)
The Dark Houses (1958)
A Hundred Thousand Straightened Nails (1961)
A Roof of Tiger Lilies (1964)
The Alligator Bride (1969)
The Yellow Room: Love Poems (1971)
The Town of Hill (1975)
A Blue Wing Tilts at the Edge of the Sea: Selected Poems, 1964-1974 (1975)
Kicking the Leaves (1978)
The Toy Bone (1979)
The Happy Man (1986)
The One Day (1988)
Old and New Poems (1990)
Here at Eagle Pond (1992)
The Museum of Clear Ideas (1993)
The Old Life (1996)
Without (1998)
Two by Two (2000, with Richard Wilbur)
The Painted Bed (2002)
White Apples and the Taste of Stone (2006)






ORO

Oro pálido de las paredes, oro
de los centros de margaritas, las rosas amarillas
que brotan de una fuente clara. Todo el día
yacimos en la cama, mi mano
acariciando el oro
profundo de tus muslos y tu espalda.
Dormidos, despertándonos,
entramos juntos en el cuarto dorado,
nos tendimos en él, respirando
violentamente, luego
con calma una vez más,
dormitando y acariciándonos, tu mano perezosa
jugando con mi pelo ahora.

En aquel tiempo abrimos
cuartos idénticos y diminutos en nuestros cuerpos
que los hombres que exhumen nuestras tumbas
hallarán dentro de mil años
brillantes y completos.

Traducción Jordi Doce






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IN MEMORIAN JANE KENYON

Versión y nota de Hilario Barrero


Donald Hall y Jane Kenyon



Estos poemas de Donald Hall (1928) narran, de manera descarnada y dura, la pasión y muerte de su mujer, la poeta Jane Kenyon, que a los 52 años murió de cáncer. Dos años después de su muerte Hall, el poeta y el marido (y, a veces, el enfermero), publicó “Without”, que dedicó a su mujer (“In memoriam. Jane Kenyon. 1947-1995”). Estos poemas tienen como argumento principal el dolor por la muerte, el amor y la compasión. Poesía violenta y agresiva, donde la terminología médica es parte del ornamento estético y metafórico. Por “Without” pasan médicos, enfermeras, familiares, ministros, religiosos, amigos y vecinos que hicieron todo lo posible por salvar la vida de Kenyon. Y pasa y queda la presencia de su marido, “que se sentó a su lado mientras jane vivía y que después se sentó en la casa de ellos solo con su dolor, self-pity y furia”.
Los poemas traducidos pertenecen a “Her long illness” y “Last days”, dos secciones que se intercalan a intervalos con una continuidad argumental entre otros poemas escritos en presente, en su mayoría epistolares: “Carta en el día de la Independencia”, “Carta desde Washington”, “Carta en el año nuevo”, “Carta en Navidad”, etcétera.
La intensidad, el dolor, la rabia, la falta de metáforas, el lenguaje áspero, la monotonía estrófica hacen de estos poemas un documento excepcional.



WITHOUT: POEMS (1998)
Donald Hall





SU LARGA ENFERMEDAD

Desde el aurora hasta el anochecer
permanecía al lado de su mujer en el hospital
mientras la quimioterapia goteaba
a través de un catéter en su corazón.
Bebía café y leía
el Globe. Caminaba de un lado a otro,
trabajaba en poemas, frotaba la espalda de ella
y leía en voz alta. Vencidos de temor
lloraban y afirmaban
su mutuo amor, tontamente,
una y otra vez.
Cuando una mañana nevó, Jane miró
a la oscuridad borrosa
de copos. Empujaron lentamente la bomba de IV,
a la que él llamaba Igor,
más allá de la cabina de las enfermeras
hasta la puerta exterior
para que ella pudiera oler el aire nevado.







REVOLOTEABA ALREDEDOR de la cama de Jane
solícito: “¿Qué puedo hacer?”
Hubiera sido insoportable,
mientras ella sufría sus privados dolores,
ver la cara de preocupación de él,
asomándose sobre ella, siempre ansioso de hacer
algo cuando no había
en realidad que hacer. En su interior,
un niño de cuatro años,
sabía que si era bueno, cuidadoso,
considerado, sin tacha,
perfecto, ella no le abandonaría.









SE DESPERTÓ a las cinco de la mañana,
hizo café, tragó pastillas, se inyectó insulina,
se afeitó, puso
en el bolso el chándal de Jane que había lavado
por la noche, llenó los termos,
salió del apartamento en Spring Street
y caminó una calle y media
hasta el piso del cáncer de médula del hospital.
Esperando el cambio del semáforo
para cruzar la avenida imaginó, brevemente,
que se arrojaba enfrente
de ese autobús. Él sabía que no lo haría.








POR TODA la casa
encontraron recuerdos de la ausencia de Polly:
una boina rosa de lana,
sus revistas de labores y modas,
ropas que ella hizo
y The Golden Blow sin terminar de leer
con la tarjeta que ellos enviaron en noviembre
marcando la página a mitad del libro.







Donald Hall (library.unh.edu)

ÚLTIMOS DÍAS

Ya en casa aquella tarde
tiraron a la basura las medicinas.
Jane vomitó. Él gimió
mientras ella permanecía sin llorar, silenciosa
intentando dejar irse. Por la noche
tomó el teléfono para hacer
llamadas que introdujeron
al horror en que vivían a un niño o a un amigo.







A LA MAÑANA siguiente
trabajaron seleccionando entre sus poemas
para Otherwise, eligieron
himnos para su funeral y sugirieron el uno
al otro palabras mientras escribían
y revisaban su obituario. Al día siguiente,
con más trabajo por hacer
en su libro, vio cuán débil ella se sentía
y sugirió que quizá no ahora,
tal vez luego. Jane movió la cabeza y dijo: “Ahora,
tenemos que terminarlo ahora”.
Más tarde, mientras se deslizaba exhausta hacía el sueño
dijo: ¿no fue divertido
trabajar juntos, acaso no lo fue?








HABLARON DE sus aventuras,
de cuando condujeron por toda Inglaterra
recién casados
y de sus excursiones a China y a la India.
También recordaron
días ordinarios: en el estanque los veranos
trabajando juntos en sus poemas,
paseando al perro y leyendo a Chejov
en voz alta. Cuando él elogió
miles de citas vespertinas
que los llevaron
al deleite y al reposo en esta cama pintada,
Jane estalló en llanto
y gritó: “¡No más follar, no más follar!”.






“MORIR ES simple”, dijo ella,
“lo peor es… la separación”.
Cuando ya no pudo hablar
se tumbaron juntos los dos, tocándose,
y ella fijó en él
sus grandes, hermosos, redondos ojos marrones,
brillando sin pestañear,
y ardientes de amor y espanto.





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Hilario Barrero, escritor y traductor español (Toledo 1948) vive en Nueva York desde 1978. Es doctor por la Universidad de la ciudad de Nueva York. Ha enseñado español en la Universidad de Princeton y en la actualidad es Profesor titular en BMCC, (CUNY). Ha traducido a Robert Frost, Ted Kooser, Donald Hall y otros poetas norteamericanos. Es autor de Siete sonetos (Imprenta Ebora, 1976), In tempore belli (Premio de poesía Gastón Baquero, 1999), Las estaciones del día (Llibros del Pexe, 2003), De amores y temores (Llibros del Pexe, 2005), Días de Brooklyn, (Llibros del Pexe, 2007), Dirección Brooklyn (Universos, 2009) y De otra manera, una antología bilingüe con poemas de Jane Kenyon (Pre-textos, 2007). Es colaborador de “Clarín” y sus poemas han aparecido en Aldonza, Hélice, Hueso Húmero, Poesía española, Reloj de arena, Revistatlántica y Turia.




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