viernes, 30 de diciembre de 2011

5557.- RICARDO CASTRORRIVAS





Ricardo Castrorrivas nació en San Salvador, en 1938. Trabajó durante muchos años en labores de tipografía; luego se dedicó a la publicidad. Cultiva el cuento breve y cargado de imaginación. Como poeta se inclina a una expresión de atrevidas imágenes de las que surgen los contenidos eróticos y sociales. Hay ahí sedimentos vanguardistas y cálida espontaneidad.


Obra publicada: Teoría para lograr la inmortalidad y otras teorías, (cuento, San Salvador, 1972); Zaccabé-Uxtlá, (cuento ganador del Segundo Lugar en los Juegos Florales de Quwzaltenango, Guatemala, 1974); publicado en la revista Caracol del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad de El Salvador, 1975); Ciudades del amor, (poesía, San Salvador, 1977); Puro pueblo, (poesía, San Salvador, 1980); Participó en el libro colectivo;(poesía de 7 jóvenes poetas, San Salvador, 1971). Ha ganado diversos de premios en Juegos Florales a nivel nacional y fuera de El Salvador.






La Taza De Café


Es la musa que anima a los poetas
que van al cafetín
de tarde en tarde.
Mientras hablan de versos y cometas,
la cafeína
en sus cerebros arde.


Allí Mendoza, Suárez,
Castrorrivas,
-fumadores, humosos, tabacales-
concentrando sus fuerzas volitivas
construyen mil cajitas musicales.


Y Dago, el escultor.
Los ensayistas.
También los aprendices de poeta.
Uno que otro pintor.
Los periodistas.


Todos beben café.
¡Su vitamina!
Sin pensar que al beber esa agua prieta,
¡beben amarga sangre campesina!










De La Locura Azul


Canciones llegaban desde lejos cuando mordí tus muslos
la vellosidad del durazno.
Y bebí en tus senos como un hijo malo.
Y besé tu boca y tus dientes de tigresa.
Y sorbí la bella muerte de tu copa.


Qué de nocturnidad y qué de delirio
cuando descendí campana.
Espejo mil astillas.


Sobre ti soy golpe de hacha. Soy suicidio.
Hijo malo. Vagabundo sin memoria.


Mujer para siempre y desde siempre mía.
Hoy vivo en tus ojos.
Allí resido desafiante con la locura azul de mis quince años.












El Arroz Con Frijoles


¡Qué alianza tan hermosa!
¡Cerealera!
La del negro frijol
con el nevado
arroz,
que muestra ufano piel de cera,
contraste de un charol engalanado.


Fraternidad de moros y cristianos
en común religión alimentaria.
Abecé de condumios ciudadanos.
Alfabeto total del hambre agraria.


Límpida reunión de dos cereales
con distinto color y afín doctrina,
que al hermanar
sus dos sangres vitales


¡qué claro ejemplo dan a los humanos
cuando entonan a dúo en la cocina,
su Vegetal Canción de los Hermanos!










La Flor De Izote


El izote, a que llaman bayoneta,
¿Qué anuncia o qué defiende
Con su explosión de espadas?
Francisco Gavidia


Catedral de marfil petalecido,
campanularia emerges entre espadas…
Triunfo de la blancura, tus nevadas
corolas que el rocío ha bendecido…


Territorio de albura protegido
por verdes bayonetas sublevadas,
que con fiel vocación de ser espadas,
¡defienden tu ascensión a blanco nido!


Consagración de un blanco en alto grado
de limpidez…¡racimo casi alado!
¡O casi un aletear de albas palomas!


Y como creces libre, -entre las lomas-
cuando desapareces del cercado…
¡con tus hostial el pueblo ha comulgado!










Las Conchas Negras


Concha negra sensual.
Cuando profano
el misterio
de tu cajita negra,
mi apetito de sátiro se alegra,
fáunicamente,
con tu sexo indiano.


En cópula ritual de amor pagano,
tu cuerpo de ostra india,
pelinegra,
suavemente
en mi boca desintegra
su temblor virginal y cortesano.


Impúdica te das,
como bacante,
-imitándole a Eva su venero-
en ofrenda de amor
incomparable.


Y mientras te devoro copulante,
el pobre pescador
en el estero,
se muere de miseria,
miserable.










Las Pupusas


¿De qué las quiere?


¡Ardientes,
perfumadas con loroco!
¡Con queso,
chicharrón y con frijoles!
¡Las mías,
tan calientes como ausoles!
¡Por las revueltas,
yo me vuelvo loco!


Así te celebramos tus virtudes,
pupusa popular.
Pan vehemente,
horneado con aplausos,
que candente
a las manos del pueblo
fiel acudes.


¡Que vivan tus entrañas de mixturas!
¡Dios salve tu abolengo,
tus aromas,
escudo nacional de sabrosuras!


¡Hoy te consagro en todos los diplomas,
benefactora de hambres y amarguras,
y te bendio
en todos los idiomas!








Mi Soledad




Mi soledad es una virgen desnuda.
En la niña de sus ojos se refleja
mi nudez de ermitaño.


Mi soledad me sirve café y tabaco
de húmicas promesas.
Me eleva en aromadas volutas
y me acaricia con cualquier pretexto.


Oficia un santo silencio cuando empiezo a cantar
y cuando callo Ella canta enamorada.


Mi soledad es una piel de oso en cualquier invierno.

ROBINSON RODRÍGUEZ HERRERA [5.556]




Robinson Rodríguez Herrera


Es Médico & Cirujano, graduado en la Universidad de Costa Rica, Labora en el Hospital Nacional de Niños en el Programa de Educación Continua y Mejoramiento de la Calidad de los Servicios de Salud. Proyecto con la Agencia de Cooperación del Japón.

Brinda Servicios Ad Honorem a la Fundación Hogar Manos Abiertas, que se dedica a dar albergue y atención a niños con parálisis cerebral profunda y otras enfermedades graves, que han sido abandonados por sus familias.

Especialista en Anatomía Humana; Master en Psicoterapia con Mención en Psicoanálisis; Master en Psicología Empresarial y Organizacional, Postgraduado en Gerencia de Servicios de Salud (ICAP). Postgrado en Homeopatía en el CTH de Montreal, Canadá. Miembro de la Asociación Americana de Nutrición Parenteral y Enteral. Coordinador certificado de grupos terapéuticos. Profesor universitario en la UACA, UNIBE y USJ.

Trabaja dos días a la semana en servicios de urgencias y emergencias médicas desde hace 14 años. Trabajo tres años como médico en la zona sur de Costa Rica, impulsando programas de salud comunitarios y edificando centros de salud con apoyo de los comités locales de desarrollo.

1981:Mención de Honor del Jurado para la categoría de Cuento. Certamen Internacional de Literatura y Artes visuales. Asociación de Críticos y Comentaristas de las Artes Hispanos. Estados Unidos. 1984: Primer Premio categoría de Cuento Corto en Juegos Florales Universitarios. 1985: Novela, El Edén de los Pecados Menores. 1987: Novela, Ruinas del Imperio Verde 1996: Segundo lugar en Poesía, Juegos Laborales de la Seguridad Social. Este trabajo poético se publicó en una antología. 1998: Primer lugar en Poesía, Juegos Laborales de la Seguridad Social. Trabajo Poético Publicado en antología. 1999-2000: Poemario: Océanida. 2001: Poemario: Islas al Sur de la Noche. Ha publicado poemas y relatos en las Revistas Literarias: Rúptures (Montreal – Québec), La Porte des Poetes (Francia), Revenar (Costa Rica), Norte (México). Traducciones de sus poesías y cuentos: Inglés, Francés, Portugués, Rumano. Miembro del Comité Organizador y Representante Permanente del Encuentro Internacional de Poesía de Santiago de Cuba. 2002: Premio de la Revista Nacional de Cultura de la UNED en cuento corto llamado ¨ La Metamorfosis del Chivo. 2004: Jurado para el Comité Organizador del Certamen de Poesía Certamen poético Prospero Abarca, Comisión de Cultura, Municipalidad de Desamparados.
2005: Cuatro poemarios inéditos.
2007: Antología Elige Vivir, publicada en beneficio de pacientes sobrevivientes al Cáncer de Seno. Coautor participante con su poesía en la citada antología.




ODA A LA AMISTAD

Pasajes grises
limbos silentes
espejismos,
hasta las grietas del alma
llegaron tus palabras
(bálsamos fraternos)
Bendito el pan
que se multiplicó compartido,
como la risa, la voluntad, la aventura.
Conjunción de auras y siluetas
así marchamos por la vida.
Gracias por el auxilio,
el consejo, la paciencia, 
el perdón, el entendimiento
el espacio, la pausa
el abrazo.



CANCIÓN DE NAVIDAD

La Navidad se asoma
y llena el corazón de gozo
ha renacido una vez más la esperanza,
un sentimiento sublime
ya está entre nosotros.
Que todas tribulaciones
abandonen  nuestras almas
Caminantes de la vida:
como los niños, abran los ojos
 extiendan los brazos
regocíjense
porque la paz y la esperanza llegan
tocan con bondad las puertas de los corazones
para quedarse.




Oda a un Poeta del Sur

Allá en el Sur del Mundo
el puerto austral devora el mar de Rawson
rompe las olas
habitado
por una nación de poetas

Soy un peregrino, les dije
busco  un mago
de la estirpe de Orfeo
Sergio Pravaz le dicen
¿Quién le ha visto?
camina bajo la lluvia
con un parasol de letras
y dedos entintados
por tanto anudar gaviotas contra sueños.
¿Quién le ha visto?
las parcas le dieron el mismo hilo
de los inconformes
las Musas
le enviaron gallos rojos y guitarras australes.




COMPLICIDAD



Nos hemos conjurado
amada mía, contra el mundo:
urdiendo íntimas tramas
encuentros furtivos,
colocando atentados
al falso pudor
de las beatas,
pintado las avenidas
con nuestros nombres,
buscando la misma oscuridad
que los complotados,
inventando claves y consignas,
resistiendo batallas
cotidianas,
Inmersos
en nuestra causa
ardiente y clandestina.










PECADO


Te llevas mis ojos donde quieras que vas,
en tus caderas se enredó
mi corazón como una hiedra.
Por ti Adán renunció al paraíso,
David desafió las runas del arca,
Agamenón fue muerto,
cayó la cabeza del Bautista
mientras Salomé danzaba.








MUERTE


Sigo los pasos de la noche,
de la diosa ancestral
hasta el altar del sacrificio.
He visto correr las estaciones
la prisa de los hombres
los aromas salobres,
las lágrimas fluyendo
como océanos.
Tú que me diste vida
de la vida líbrame
cuando llegue la hora.





UN POETA ES UN POETA


¿Te acuerdas de un muchacho triste
que te robaba sonrisas
insomne en el periplo
de sus poemas?
Tu habrás cambiado tanto,
pero ese pastor de sueños
sigue regalando al viento
la vida
de sus versos.







LA POESÍA


La poesía está presente
en cada cosa y momento
de nuestras vidas,
solo espera un alma sensible
que la descubra,
la transforme en palabras
y la comparta.
Así, el murmullo primigenio
de la creación,
el nacimiento y la muerte,
el despertar de la adolescencia,
el odio y el amor,
las caricias y los besos,
la furia de los elementos
y los dioses ...
todo lo llena
la poesía.










FABER POÉTICA


Mirar la vida
como pocos la miran,
maravillarse
como un niño,
tener el espíritu ígneo,
ser tildado de rebelde,
condenado al exilio,
preguntarse el por qué de las cosas,
romper con las cadenas
las culpas
los mitos,
atreverse a pensar
a cuestionar
la memoria,
perderse entre las calles
las miradas
los versos...










NEZAHUALCÓYOTL


No escuchamos la ocarina
o el sordo rumor
que sopla
en el alma
de los caracoles,
nunca se escucharán
los tambores
resonando por el lago
y las calzadas.
No existen águilas
mariposas
códices
palabras pintadas.
El corazón del Mundo
se marchó en los rostros cenizos
de los sacerdotes.
No hay orgullo de obsidiana
cuentas de jade
en la boca de los muertos,
sólo quedas tú
en la noche
sobre el lago que miraste seco,
en el augurio innumerable
de tus poemas





Definición de poesía


Muchos artistas y críticos han tratado de definir lo que es la poesía, abundan definiciones simples, elaboradas, románticas, ingenuas, despreciativas, apasionadas... Pero la poesía sigue estando allí, más allá de las modas, de las creencias, hablando al ser humano en una comunicación sublime que trasciende las barreras del idioma. Con una traducción adecuada, un buen poema lo es en cualquier idioma. Cabe entonces preguntarse ¿por qué es así? o ¿cómo lo logra? Bien, a partir de las mismas palabras que a diario utilizan miles de millones de seres humanos, un poeta reconstruye la realidad y brinda una propuesta que la acerca más al alma, allí reside la potestad de la poesía para emocionarnos. Nació de los cantos junto al fuego en los albores de la inteligencia, nació con el arma más importante del ser humano: la palabra. Dice la Biblia: en un principio era el verbo, dice el Atarva Veda: Oh tierra, danos la miel de las palabras! Para mí la poesía es el canto de la vida de las almas y las cosas.


Derek Walcott, en su discurso de recepción del Nóbel, recogido en el volumen 'La voz del crepúsculo', definía a la poesía como «el sudor de la perfección pero que debe parecer fresca como las gotas de lluvia sobre la frente de la estatua, combina lo natural y lo marmóreo».


Yo he sido testigo de la desolación, de hambre, de la intolerancia, de la guerra, de la violencia infinita. Alguna vez tuve una casa en un país que ahora luce devastado, conocí el temor de los maestros, los llantos de las madres, los campos de cultivo devastados, los cadáveres apilados a las orillas del paisaje... una niña abierta en canal y subida a un tendedero de ropa, las cicatrices de las minas antipersonales... Una vez que se desata, la violencia no conoce límites.


Por eso espero algo distinto de la poesía y de los poetas, porque al lanzarnos escarnios o ignorarnos los unos a los otros, estamos profanando la memoria de todos esos poetas encarcelados, perseguidos, torturados, hambrientos... que lucharon por un mañana distinto. Estas lecciones son muy duras de aprender.


En esto de la literatura es decepcionante pues entre más se lee, se estudia y se aprende más tristes y ridículos te parecen tus trabajos anteriores. A veces por allí revuelvo papeles viejos y me encuentro con mis primeros asomos de poesía y me aterra el solo pensar que hubo un tiempo en que pensé que eran sublimes y artísticos. ¡Qué ironía! Lo que me hubiese gustado verlos publicados en ese entonces, en diarios o revistas literarias, ahora me daría un INFARTO si esos textos llegaran a la luz pública.


Sin embargo entiendo que esto es parte de un proceso evolutivo que nos conduce hacia una manifestación artística mejor. Solamente el tiempo y los coscorrones nos hacen mejores escritores, mejores artistas, el sentimiento y el don lo tenemos desde el nacimiento, pero hay que abonar la planta, y a veces, aunque duela mucho: tenemos que podar algunos brotes.


Así de cruel es este oficio. Más de uno, despechado, corre a cortarse las venas: primero cuando no le publican sus devaneos y luego cuando lee lo que se atrevió a publicar. Pobres de nosotros!!!

jueves, 29 de diciembre de 2011

5555.- JUAN EDUARDO DÍAZ





JUAN EDUARDO DÍAZ (San Bernardo, CHILE 1976)
Ha publicado: Sombras de Valparaíso, Ediciones del Andén, San Bernardo 2001. Ángeles ebrios, Editorial La Cáfila, Valparaíso 2002. Del diario de Teresa y Sylvia, Editorial La Cáfila, Valparaíso 2005. Carta de Ajuste: Antología de poetas inéditos en Valparaíso, en co-autoría al poeta Antonio Rioseco Aragón, Ediciones Cataclismo, Valparaíso 2008. Claveles, Ediciones Caronte, Valparaíso 2009.
Fue becario de la Fundación Pablo Neruda, en el Taller de Poesía de La Sebastiana en Valparaíso (2004).
Dirige el taller de poesía de la Universidad Técnica Federico Santa María (2006). Organiza y produce las dos versiones del Seminario de Literatura Chilena Contemporánea, Universidad de Playa Ancha, Valparaíso (2009 - 2010). Ha recibido varios premios y distinciones por su labor literaria.
















Esta mujer no lee poesía


¡Ah!
que tus dagas de papel cortan mis manos
contaminan mi sangre
y excitan envidioso el verso.
Maiakovski
algún día el roneo de mis libros
gastará tu nube arrebatada al hombre,
sanguinarias calas negras
esperarán fuera de tu nicho
y definitivamente la mujer del teléfono
lamerá mis labios,
desnuda hojeara algún poeta ruso
sin leerlo,
porque ella no sabe de poemas
ni siquiera sabe que hay poetas rusos.


Ángeles Ebrios (2002)












Cómo se llama,
sábado 16 de julio


Tengo algo aquí, no sé, cómo se llama esta parte, justo atrás de mi rodilla que me hace cojear de versos, de original, de sentido, me hace cojear hasta de mujer.
Yo no sé, cómo se llama esta parte.
Me hace doler hasta el cuello, bajo de la oreja.
Me asusta el ritual callejero de encontrarme con mi reflejo, pero las polarizadas vitrinas me sonríen con la simpatía de un bolero rancio de vino.
No sé, cómo se llama esta parte, aquí, bajo el mentón, donde me tocas, donde me gustas…
Y me haces promesas de horizonte, de espalda desnuda,
de tu mano entre las dos.
Yo no sé, cómo es que se llama esta parte que tanto me duele cuando no estás, la misma que sólo recuerdo cuando me miras y donde te alcanzo y te duermes…
Porque tu boca lleva mi ropa interior empapada y un estúpido sortilegio en los labios.
No lo sé, cómo es que se llama este lugar, donde pusiste tu dedo, donde clavaste a modo de zarpa y como a sorbo egoísta tu beso…
Y si me dijeras que no lo sabes… te creería.
Si cogieras nombres al azar con la letra eme al comienzo también lo haría,
aunque no dijeras nada, nunca dejes de mirarme.
Tengo algo aquí, no sé, cómo se llamó esto…


Del Diario de Teresa y Sylvia (2005)










Para morir,
sábado 1 de octubre


Ese puñado de coincidencias como una nota de mensaje telefónico…
donde recogiste al pasar mi nombre hecho colillas de cigarrillos,
hecho manchas de rouge en el vaso, hecho a manos y bocas.
Y es que me ves en todas partes, siempre lo dijiste…
¿En qué formas te encuentras ahora?, ¿cómo te vuelvo a imaginar?
¿Será a caso que escondiste tu alma entre la ropa regada
por el suelo?
¿Podrás entonces reunir mis huesos, las cenizas
de ambas esparcidas por descuido?
Mi oficio obliga a encontrarme con tu ausencia, acompañarme de la mano trémula,
vaciarme por completa de los cajones y respirar la brizna de papeles manoseados.
La veleta insolente que dejó de rabiar cuando ya no volviste.
A pies descalzos soy tu otra en la ventana y el frío es una gota que se desbarranca
por el vidrio…
Todo esto para que logres recibirme aunque sea un poquito, aunque sea por las tardes
y a veces en los amaneceres desatados a la ventolera cruel del frío,
que se quedó en tu nombre para acariciarme, para llorar por ti en mi honor,
para morir por ambas todas las noches…


Del Diario de Teresa y Sylvia (2005)












Sobredosis,
sábado 24 de diciembre 1921


Porque el veronal roba a las rosas, roba a los dioses y a las doncellas, para ofrendarse la vida y los arrecifes a la muerte del sol dibujado en costras.
El vagabundo no sacia su hambre mendigando respeto,
el asesino no gana el infierno produciendo destierros,
la madre no engendra nada, sin sacrificar su lecho, sublimación del sexo…
Ángel lamentable, cada vez que extiende sus alas, sólo prolonga la sombra en un tiempo de guerra…
No es acaso que arrebata las espinas de floridos engendros, alcanzado a veces las barbas de aquellos… dioses, o manoseado de mujercitas,
obsequiándolas a remembranza al desparrama rimel, blanquecino o el negrísimo escrito en el azul de los labios.
El padre disfrazado de arcángel la noche de pascuas, donde no es capaz de esconder su propia sombra, que muerde sus zapatos y los pasos de sus pequeñas muertas antes del parto…
Dime qué amas mujer, sino la sombra del hombre,
negligencia rosa que no te hace a los rayos del sol.
Disuelve el pedestal en que te has puesto, todos tus títulos, todas tus camas,
todas tus tierras, todas tus vidas…


Del Diario de Teresa y Sylvia (2005)









La devanadora


I


Lloverá al rabiar de los queltehues
saldrá el sol a la sombra del escarabajo
a corte de vidrio un grito en la calle y desnudo.


El hábito ensimismado de un monje en penumbras
arrancándose el alma sin siquiera desdoblarse
para hablarle de Dios a un niño
con la fría esperanza de creer en él.




II


Se podría decir que todo esto son los telares
tú un hilo más, el color lo elige cada uno
pero no pienses en los tonos pasteles.


Las puntadas son de parte de la devanadora sabes
aunque su beso no parece tenebroso, ésta es la mano
de quien siempre acomodó tus huesos.










III


El temor a la sangre de tan lejos
no se necesita revisar la memoria
evocar las rondas atado a la mano de…
Quién lo recuerda en estos tiempos?


Podemos hablar de angélicas
esas que alguna vez temieron mirar a los ojos
pues, aunque fueron cándidas
las misas nunca dejaron de torturarlas
hasta hacerlas llorar.








IIII


La que nunca ha de pasar por acá
puede atravesar descalza la fragancia fúnebre
pero es la una también de tres melancólicas.
La del devanador a hilos de piel, cabellos
o como quieras decirlo.


Olor de parto y placenta agria
el útero generoso.
Ahora es el fin de la gestación.
Eres tú, la parca y la madre.


Claveles (2009)








La de las tijeras


I


La decisión puede ser al momento de cerrar el libro
dejar caer las tijeras y marcar la página
con la foto de un niño y su cachorro
atrás toda la familia, porque si fuese necesario


bastaría con sentarse por un momento
contemplar el tabernáculo vacío
y descubrir en el retrato
quién es el que falta.






II


Una anciana en el vaivén de su mecedora
a los pies por millares restos de hebras.
Es el momento justo de hurguetear en el bolsillo
las sorpresas aparecerán de a poco.


Colgante de colores y amaneceres.
Las figuras del ajedrez se hallan lejos
de la matemática del tablero.
La mujer cercena uno a uno los hilos
de aquel colgante.








III


Y según el paso del tiempo
es más difícil engañar a la parca
cuando se es joven un salto y ya está
un corte y listo sentarse a esperar que fluya.


Porque nunca se recuerda cuántos son los peldaños
al bajar rápido la escala.
Ahora si se quisiera
no es posible pintar el cielo del cuarto
cuando ella sonríe a los pies de la cama.








IIII


Es severa esta mujer, la cortesía llegó hasta aquí
descalza, hecha una vida de seda
se ató firme de mi mano, tomó algunos nicotinosos
para el día.
Pero ya la quieres llevar contigo.


Tanto me entregó al esplendor bajo la mesa
todos esos gestos.
Grata no es el adjetivo
las gracias nunca me valieron más en desolación.


Ya está, es esta la composición que recuerda
el olor de los claveles.


Claveles (2009)








Duelo


a Mateo Saavedra


Pues, esta es la correspondencia, el duelo de la pérdida, descubrirse ante todos como la falta de ti mismo, cuando te encuentras en la parafernalia de tu propio funeral, el sepelio de todo y de todos los que te acompañan...
No hacia el presente hay que volver los ojos, ni al pasado, esas postales las conocemos de memoria, es en el futuro donde se encuentra el luto que no advertimos, toda la perdida, todo ese duelo que se nos viene encima,
como la traición del alma sobre su propio cuerpo, la negación del sentido de las cosas,
y es que a Dios no le importa revelarte el sentido de tu vida, el paso del tiempo o peor aún, la perdida de este.
Has estado en campos de gladiolos o de claveles? No es el mismo olor que el de los cementerios?
Pero no son los claveles o los gladiolos, es el agua quien huele a cementerio, ellos siempre huelen a gladiolos y claveles. El agua, es la muerte depositada hasta el olvido, las flores, la celebración del luto.
Éste de todo el silencio es de un afuera y un adentro, como si no hubiera un adentro y un afuera, como si todo fuera un estar y no, como si todo fuera…
Habría que caer dos veces y dos veces más dentro de las tres que caerás.


El duelo en mi garganta recita que algo se acaba. Como el silencio se funde en el espejo de la habitación, en las imágenes
del padre y en la madre, a modo de estigma, de lágrimas, al modo de los claveles y los gladiolos destrozados al tercer día de iniciar el invierno.
Este silencio es el que aúlla por las tardes, cuando todo es ausencia y la falta se te hace como la pena heredada de todo el mundo, en un mortificado jardín de flores de cementerio.


Claveles (2009)





miércoles, 28 de diciembre de 2011

5554.- ZULEMA RETAMAL






Zulema Retamal. Arauco, Chile, 1960Profesora de Castellano, U de Concepción, Chile. Activa gestora cultural de la Provincia de Arauco. Co-fundadora de la revista de Arte y literatura MIRA, año1981. Ha dirigido talleres y revistas literarias tales como “La quinta pata del gato”, “Cuerda floja” y “Araucaria” El año 1996 el Concejo Municipal de la I. Municipalidad de Curanilahue la distingue como la profesional de la educación más destacada en la Promoción y Fomento del Arte y la Cultura. Participa como expositora en Congresos nacionales e internacionales de Poesía. Colabora en diario Crónica de Concepción y en sitios de Internet. En el 2002, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile selecciona su proyecto para representar al país en el III Congreso de Poesía Hispánica de Europa y de las Américas realizado en la Universidad de Pécs, Hungría.


Bibliografía. Las que no somos santas. Santiago: Rileditores, 2001. Trazos de Luna. Talcahuano: Vitral, 1999.




Las que no somos santas
Rileditores, Santiago de Chile, 2001


Las que no somos santas
quemamos las naves
sin golpes de pecho
en la plaza del pueblo
No comulgamos
ruedas de carreta
ni acarreamos el agua
para el propio molino
Miramos debajo del agua
por el ojo de la cerradura
y por el ojo de buey
pero no pasamos
tan fácilmente como el camello
por el ojo de la aguja
Somos memoria del día
y no le debemos
a santo alguno una vela










ME SUGIERE


Me sugiere esta niebla
y los árboles del camino
los territorios íntimos
los lugares sagrados
la hora del alimento
los piñones
el trigo masticado
Me sugiere esta instransparencia
el sueño de los siglos


Más allá no sé si puedas
estar tú
detrás de los álamos en la niebla
de las araucarias
en la punta del cerro


No sé si cerca de este diluvio
de diminutas aguas
puedas estar tú










SOY


La mestiza de Arauco
la perdiz que se escabulle
el espíritu de los árboles
los ojos de la luna


Soy la que deja acoplar
su silueta de pájaro
la que destila salivas en tu boca


Soy Eva , la ingenua
del anteparaíso habitado
la forajida de tus sueños
la playa que sorbe
tus sales de marinero
Soy nada más
la maga que te inunda
en sus trucos naturales










ALTIVA


Voy directo hacia ti
y me ofrezco
como una fuente vacía
voy encontrándote
en el camino desierto
detrás de cada paso
lejos de tu ventana cerrada
y cabalgo la madrugada
sobre estos cerros
azules de miseria
sólo para que tú entiendas
que este crujir de huesos
hacinados
es la respuesta a la osadía
de repetirme-yo misma -
y un millón de veces
el sexto mandamiento










MOMENTOS


En medio del armario
de la abuela
están las palabras
las ocultas y frescas palabras
en el ancho pasillo
en las ventanas
en la tarde
vuelan zumban
como locos matapiojos en nubes
son tantas
que de tantas
me atraviesan y se van
dejando mi estructura
en los campos de poleo
o en ciegas avenidas
que conducen siempre
a la puerta de tu casa.










Primer Encuentro


Me declaro el alma mater
De estos días vagatorios
Y huyo a la faz blanca
De los calendarios.
La tierra de nadie cruje
Fértil y doliente
La luna se troza encarnada
Mientras cubres
Tu sexo imaginario.
Yo te observo satánica
Y constelada
Bajo los notros floridos
Te acecho, te huelo
Te espero
Suelto al viento
Mi carnívora melena
Y un estruendo de nubes rosadas
Pronuncia al fin
El nombre de todos los días.








Razones


Permanecerás
Porque conozco
Tus celos habituales
Porque mansamente
_y a tu gusto_
te revuelves
y aglutinas en mi cuerpo
porque alguna vez
he muerto de la risa
cuando has despertado
en mitad de la noche
pronunciando el nombre
de otra.








Divino Tesoro


Y de tan santas que éramos
Corríamos
Los domingos de madrugada
Para inventarle
Los mil y un pecados
Al cura del pueblo
Que por aquellos días
Era un milagro de Dios.