viernes, 11 de noviembre de 2011

BRUNO MONTANÉ KREBS [5.144] Poeta de Chile



Bruno Montané Krebs

(Chile, 1957)
Poeta chileno nacido en Valparaíso. De antepasados catalanes y germanos, de muy joven fue un ávido lector, admiraba a Huidobro y a los poetas beatnik, principalmente a Ginsberg, pero también a Rimbaud. De 1974 a 1976 residió en México y a partir de ese año en Barcelona. Su obra poética es escasa, El maletín de Stevenson (1985), Helicón (1987), Cuenta (1998) y El cielo de los topos (2002), aunque ha publicado en diferentes revistas y antologías, entre ellas, Revista de Bellas Artes (México), Correspondencia Infrarrealista (México), Trilce (España-Francia), La zorra vuelve al gallinero (México) y Litoral (España). 

Junto a Roberto Bolaño y otros poetas formó el movimiento denominado “infrarrealista” en 1976, cuya primera obra fue “Pájaro de calor” y a la que siguió un poemario en conjunto llamado “Entre la lluvia y el arco iris”. Precisamente Roberto Bolaño, en su novela Los detectives salvajes (1998), narra esos años de convivencia en México y la amistad que formó con el grupo que dio nombre a ese movimiento. Eran además de Montané y Bolaño, Mario Santiago, Cuauhtémoc Méndez, Juan Esteban Harrington, José Peguero y Guadalupe Ochoa. 

En España fundó la revista RVAC (Rimbaud vuelve a casa), junto a Roberto Bolaño, que convirtieron más tarde en una mini editorial. La poesía de Bruno Montané está escrita a impulsos de precisión, buscando siempre de lo cotidiano el centro existencial desde el cual crea su propio lenguaje.





La palabra

La palabra es hoguera en los palacios
y tienda de campaña en los jardines.
la palabra, tallo de luz,
muela podrida.
Y tú sientes que la sintaxis
es una factoría oculta en el fondo
del pantano, mugido que no para,
silencio que la envuelve.
La palabra es la voz de los resucitados
que no han muerto, es el juego que se aleja
invisible, pero no sin danzar
con sus cortinas flameantes
frente a tu rostro con cerebro,
que es donde vive la palabra
antes de desaparecer.



Sólo

Sólo en la ráfaga de brisa
que atraviesa el circo,
sólo en los andenes flotantes
donde todo se espera.
Sólo en una porción de silencio
cada vez más reducida; sólo frente a
cualquier figura de simultaneidad.
Sólo en el abrazo.
Cuando la soledad sigue siendo
esa emoción primitiva con sus
sigilosos pasos entre las montañas
de desechos dónde ya no es sino
su propio vacío.



ÓMPHALOS

Eje tortuoso y bello,
centro de la piel que me unía al agua.
Desde aquí crezco, desde ahí mismo
seré flor o llama u hongo seco.
Puente de piel no admitido por el vacío,
sueño biológico que no paro de acariciar.
Red de un solo hilo,
anillo que se llena y se vacía.
Precisión turgente y claridad
de la carne una y otra vez respirada.
Se huele el agua, esa rara agua,
ese ámbar de la luz tibia.
Sabor que poco a poco se hace salado,
tacto casi marino y muscular.

Abres las manos y el vientre
se ofrece a la respiración.



RETRATO MOJADO

El arte del retrato ha de enseñarnos
lo que nuestros ojos acostumbrados al día
no ven. El arte del retrato ha de sugerir
que la respiración es el único gesto
que vale la pena mostrar. El arte del
retrato mojado debe decir que el dibujante
da a entender que lo que pretende mostrar
es algo de lo que se siente seguro, pero que
-insiste- no es fácil mostrar.
El arte de ese retrato es como un bloque de hierro
o como el vibrante centro de la paradoja
donde sólo somos personajes que, aunque
lo intenten, no pueden cerrar los ojos.



RETRATO DISTORSIONADO

Piernas largas y muslos anchos,
cintura levemente avispada y efímera.
Pechos de piedras bajo el agua.
Cuello espaciado y lengua rápida.
Respiración pausada y a veces algo opaca.
De mirada larga pero para algunos invisible.
Permanece como si no se viera
pero su mirada lo llena todo -en realidad
es imposible no hacerle caso-.
Ojos levemente alargados y siempre húmedos,
ojos que recuerdan el silbido del aire
en las hojas del último árbol.
O sólo ojos de mar dormido, ojos,
sólo ojos que contemplaron una curva
tan larga que a simple vista parece recta.
Mirada fosforescente en un pasillo oscuro.
Soplo, eterno soplo en ambas orejas.
Leve y húmeda presión en los hombros y en la nuca.



TODO ESO

Un buen verso es como una tabla
bien pulida, o como la perfecta correa
con que atamos al perro del poema.
Una buena palabra es la mejor aparición
en tu sueño, una palabra que primero
tirita y que más tarde se convierte
en un trueno, la palabra buena.
Una buena línea puede ser como la tabla
perfectamente bien trabajada,
pero después de todo
puede ser que una línea no sea más
que un deshilachado hilo que flota
en una trama perfecta. Pero ¿cómo
es un párrafo?, ¿se parece a un pueblo
o a un solitario grupo de árboles
en el centro de un intachable paisaje?
En fin, la página quizá sea un pozo oscuro,
un rincón húmedo en un patio reseco,
un latido en el imperceptible ondeo
de la luz que respira en nuestra mente.



TRAMPANTOJO

Nos acercamos al placer del truco,
entramos en la ambigüedad,
aprendemos de la disociación
y del gesto que creemos
no haber hecho. Nos adentramos
en una mirada que sabemos
distinta como una huella de sangre
en el agujero de las semillas
y los símiles, o como la reverberación
de esas semillas bajo la luz lunar.

Hemos visto algo en un muro
o no sabemos si lo hemos leído en una página.



CRÁNEO

Desde aquí se ve aquello que llamamos mundo,
desde aquí atribuimos cualidad de certeza
a los aciertos de nuestra percepción.
Aquí, a merced de la bóveda de hueso,
en los túneles, los tejidos húmedos
y el temblor de los agujeros iluminados.
Aquí vivimos el sentido y somos
-se dice- la realidad que se mira,
el abrupto puente de la existencia
que juega -o no- a hacer algo
consigo misma.
Desde aquí se puede oír,
no lo duden,
la rara melodía de ese acertijo.



PARALIPÓMENOS

Propongo una última suma
para esta serie de gestos
y suposiciones. Porque siempre
tiemblo con el libro y el poema,
con la noche y con la luz -ya sé-
que el sol vomita. Digo o insinúo
un sueño más o la promesa de un indicio,
la última letra de la frase,
el gesto del animal que no vemos
pero que todo lo determina.Me pido un último intento
para una intensidad distinta
y para que ese cielo y su susurro
no desaparezcan.


TRISTE

No lo supe hasta después,
hasta pasado un rato no me di cuenta
de que estaba triste. Pero la tristeza
era una voz tranquila, a la vez
suave y profunda como una voz
que de pronto regresa,
una voz que por segundos parecía
no haber estado nunca lejos, no haberse ido.
Quizás era su voz que había
escuchado la mía y por un segundo,
mientras yo leía en voz alta,
lentamente se había acercado a mi voz
que recitaba sangrantes imágenes
de ese mismo largo largo sueño.



MIRAR

Para L. M. P. que,
no sin una sonrisa,
temía ser abandonado.

Mira al vacío y ríe,
ríete con los dientes vacíos
-la lógica se reinventa-
el paladar de lo futuro
ya nos pone a prueba.
Siluetas en territorios disímiles
se encienden como bocas
que no debieran callarse jamás.
Cuerpos húmedos en túneles
de fuego, serpientes y monos
anudados a la cruz. Esa cruz
que jode fogosa o apagada.
De niños los curas
siempre me dieron miedo, y
los profesores, los profesores
juiciosos y amables -no tanto-
salían y entraban de los palacios
del Deber y la Nada.

Mientras caminábamos mirábamos el vacío.

EL PASO DE LA LAGUNA ESTIGIA
(1480–PATINIR–1524)

Cruzábamos la laguna la lancha a motor quemaba
petróleo
el humo rozando las espaldas desnudas
Gotas en la mano y el sol
En la orilla el viento ardía entre los árboles
Y en las altas carreteras los encargados
de las gasolineras escuchaban la radio
mientras desde un mirador la escena de la laguna
era proyectada sobre la ciudad
Los santos viajan Los santos tienen frío



PINTURAS NEGRAS

La tela es el techo del aquelarre
y el tótem muge cuando las imágenes nacen
Las pinceladas y la textura Los rostros surgen
Entra por la puerta el cuerpo de la procesión
El pintor mira la aparición sobre el telón
de su sordera
Como un ala que no acabó de extenderse
un párpado que no se cerraba del todo
El taller está en lo alto de un cerro
La luna ilumina las venas en el brazo del maestro



MANO

En el centro de la habitación hay una mano
que acaricia otras partes del mismo cuerpo
A veces su trayectoria deja una línea
de espuma seca sobre el fondo negro
y nosotros pensamos en esa huella
como en una gruta marina oliendo
intensamente a sal a frío o a sudor
Hasta que la ola entra por la ventana
y el suelo se inunda de una lava pegajosa
como el sol bañándote los ojos al despertar
como un chorro de luz en el centro del huracán



EL SILBATO DE LOS MARES

La mujer del capitán tiene la frente salada
Bajo las sábanas ella recuerda y sus pezones
son fosforescentes como el plancton
que un hombre ve brillar desde un barco
Al mismo tiempo se oyen la sirena del faro
y el timbre de la casa
Ella baja a abrir la puerta pero lo único
que la espera es el movimiento del mar
como la blanca mirada de una ciega
sonriéndole




REGRESANDO A LAS FACTORÍAS

Retrato de paciencias que cortan:
como el aire de los suburbios,
como un trayecto en una línea seca.
Y tu mano se acerca al humo
de las adivinaciones, al olor
aproximando su rostro para que comiences
a temblar en otro cuerpo.
Vuelves a los sueños, a los bosques
de decapitados, a las camas deshechas.
Las inmensas naves vacías dejan
avanzar un lánguido fin de semana,
orilla del canal donde mojabas los pies
entre las siluetas de los desaparecidos.




ESTATUAS AL BORDE DE UNA CAMA

Parecemos muertos cubiertos de nieve
junto a una cama de níquel.
Y un almacén lejano guarda el mugido
que generan cintas rojas
salidas de nuestras cabezas.
Una mano encenderá una pequeña fogata
sin lograr remediar el frío.
Pájaros blancos entran por los boquetes
que las bombas han dejado en el techo
y vienen a posarse en nuestros hombros.
Si pudiésemos abrir los ojos
estaríamos salvados.



LA BOCA ES UN DADO NEGRO

El torturador encapucha al torturado
y fuera de la cárcel un témpano
comienza a rozar los muros produciendo
un sonido que encaja en cada pulsación
de los voltios que huyen por el cuerpo tendido
o colgado de las barras de un catre oscilante
como un témpano.
Las preguntas quieren revisar una historia,
empotrar los fragmentos que faltan:
y la memoria busca una respuesta que camine
sin peligro por una pradera sin rascacielos
ni chozas, sin vientres desencajados y brazos
y piernas a punto de quebrarse por los golpes.



A VECES LA LUZ ERA EL CELESTE
MICROBIO QUE ME COMÍA

Bajaba la luz y me comía,
y yo me iba con mi boquete rojo en el pecho,
un poco con la tráquea afuera,
un poco con la lengua salida
por el agujero dejado donde antes estaba
el ojo que ella se había comido.
Y yo era niño, como tú, como nosotros:
veía en el tiempo lo que el tiempo
también es: pequeños patos diciendo cuá–cuá,
tablas que se convertían en casas,
en muros de calles o en garajes.
Y después, unos años más tarde,
la luz estaba debajo de tu pie,
escondiéndose de su propia deformidad,
huyendo de los espejos que ya había digerido.



QUÉ CREES QUE ES LA VIDA

La vida es el collar caliente
que nuestras madres nos regalan.
Una ladera de noche,
ese dinosaurio que duerme dentro de nosotros,
un cuchillo reforzado con espinas.
El malditismo, la podredumbre, el amor
simpático, el capitalismo liberal.
El deseo de hacer poesía.
El amor, el amor que es la bolsa llena de sangre
donde los prisioneros respiran.



LO QUE VIVE EL MAPA

El mapa se mueve mientras
alguien lo busca.
País, ciudad o tesoro.
Frágiles detalles que la conciencia
construye, ordenándolos en fila,
unos juntos a otros o por series.
Mientras los focos de un estadio
irradian un agujero de luz en lo
que te parece es el centro de la ciudad.
Mientras tu memoria organiza
instintivamente sus velocidades
hasta aparecer seis años atrás
haciendo dedo en una gasolinera
al norte de tu país.



LAS BELLAS PALABRAS

La palabra es hoguera en los palacios
y tienda de campaña en los jardines.
La palabra, tallo de luz,
muela podrida.
Y tú sientes que la sintaxis
es una factoría oculta en el fondo
del pantano, mugido que no para,
silencio que la envuelve.
La palabra es la voz de los resucitados
que no han muerto, es el juego que se aleja
invisible, pero no sin danzar
con sus cortinas flameantes
frente a tu rostro con cerebro,
que es donde vive la palabra
antes de desaparecer.



TU CEREBRO SE MUEVE EN UNA FOTOGRAFÍA

La raíz o columna vertebral
de una neurona se llama axón
y está unida, tocándolas como dedos
que se palpan dulcemente bajo el agua,
a otros millones de raíces o médulas
hasta formar un tejido que sientes
flotar dentro de tu cerebro,
quizás una inmensa balsa
en la laguna de un cráter apagado.
Miras la fotografía y tu cuerpo
toma velocidad,
un muslo que vuela,
ojos brillando en la oscuridad.



ZIGZAGUEO

Con la mirada sigues las fases de la luna
mientras el año avanza con sus sistemas,
con sus dulzuras que acaban por ocultarse.
En la ventana de un baño público
una rama rajaba el cielo y tú meabas
mirando las lozas, el chorro amarillo,
la eliminación de todos los vacíos.
Mientras quizás pienses que acumulas
pequeñas historias de vampirismo,
mientras te sientes testigo fantasma
de tus aprendizajes en zonas
suavemente palpitantes.
Cantor de fugaces jardines mentales.


HONDONADA

Baja tu aliento por la línea más suave
de la mano y vienen corriendo
pequeñas procesiones que una selva esconde.
Tu ojo es una colina transparente,
una burbuja que examina el desfile
de muertos que la calle inaugura.
Fosa repleta de cascajos de maquinarias:
allí tu espalda desnuda es la última imagen
que un círculo de días es capaz de contemplar.
Ahora sí estoy dentro.
La puerta es la lejana claraboya que
apoyado en las paredes del pasillo contemplo
para sentir mejor lo que es tu imaginación,
tu cuerpo, tus trabajos.



LA BOCA EN LA NUCA

Sin pensamientos inmediatos en tu cuerpo
la boca se acerca a la nuca.
Tu tablero para jugar es el paisaje:
los túneles en la costa, los canales,
las casas dispersas.
Los labios te tocan la piel, aprisionan,
se separan.
Entonces, sientes los dientes
y su aliento.
Mientras la ciudad es nuestra dispersión
organizada, nuestro oscuro puñado de arroz
refrescado por una pesada lluvia de verano.
Y el cuerpo que te rodea puede ser
tu vapor, tu vino de días sin medida,
tus utopías, tus velocidades.





El Cielo de los Topos (Hanan Harawi Ediciones, 2015) de Bruno Montané Krebs (Valparaiso, Chile, 1957). Roberto Bolaño dijo de Montané: “Su poesía está hecha de pinceladas suspendidas en el aire. A veces son solo apuntes, otras veces miniaturas, en ocasiones largos poemas existencialistas reducidos a ocho o doce versos. Su poesía está hecha de sangre suspendida en el aire… Para mí es uno de los mejores poetas chilenos actuales”. El autor de los libros El maletín de Stevenson (1985 y 2013), Cuenta (1998) y El cielo de los topos (2002), entre otros, ha vivido en diferentes países, ciudades: “Valparaíso, La Serena, Santiago, México, han sido su paisaje de la exploración, de las lecturas y de llevar la literatura a límites de la irreverencia, a lo colectivo de un grupo, como lo fueron los Infrarrealistas, movimiento poético fundado en 1976 en su casa del número 17 de Avenida Argentina, de la capital mexicana.”



Qué Están Esperando


Suena la canción del viejo comienzo.
Entre los gases de la paciencia
y la comida que se pudre.
Resuena en la cabeza lo que decimos.
Lo que nos dicen o imaginamos.
Un programa un tanto patético y sanguinario,
dijo el filósofo-hechicero.
Una coalición de huellas en las ensoñaciones
de un interpretador del Universo.
El equilibrio o el eco acelerado
de nuestras tripas que cantan a media voz.
Y una vez más la balada
de los trabajadores desnudos.
Y una vez más la canción
de los desnudos torturados.




ACUMULACIÓN

Hoy vi el avión que se estrellará
contra el silencio de la especie.
Era un insecto ciego y gigante
que agitaba presagios que sólo
nuestros miedos podrían adivinar.
Con su pesado vuelo construía
una enorme espiral que colgaba
sobre nuestras cabezas.
Hoy vi el avión de la muerte.
Era negro y giraba
contra el cielo gris.



RESTAÑANTE

Ésos eran los luminosos jardines de esa historia,
los fulgurantes tiempos que tañeron los hierros
de los puentes por los que pasaban trenes
con pasajeros que esos días podían volver a casa.
También eran los jardines de las bombas,
mientras, más abajo, los sótanos
aún tenían los suelos
manchados de sangre.



EL AGUA

Con la memoria de las flores y el ruido
tu mirada se mueve en el agua.
Esa música es el movimiento de tus ojos,
estos silencios los pensamientos
que desde el fondo suben
a punto de hacerte feliz.
Al mirar el agua se sabe
qué ha sido y qué falta,
se piensa en qué mueve
cuerpos y tormentas.
Tu mirada se enciende bajo el brillante
techo del agua que traspasa los poros,
las células, el resplandor del cielo.
Y te ríes.



TU IDEA DE LA DIVISIÓN

Sin dinero y aceptando
el absoluto silencio de mi mente,
sin que a nadie haga daño
ni a nadie haga sentir nada,
miro este silencio
que se hunde en mi mano.
Y mientras pensar es un camino,
todo está hecho
de lo que queremos comprender.
O todo es lo que al saberse da dolor
y hace germinar las llamas
de una creación que de todo viene
y a todo mira.









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