martes, 21 de septiembre de 2010

1213.- MINOR ARIAS UVA

Minor Arias con su hija María del Mar

Nace en Pérez Zeledón, Costa Rica, el 10 de enero
Su infancia transcurrió en y alrededor de la montaña, asiste a la escuela
Se gradúa en el colegio
Estudió Administración de Empresas Turísticas en el Colegio Universitario de Cartago.
1999 `Publica su primer libro: “Canción de lunas para un ermitaño”, en la Universidad Regiomontana, Monterrey, México, donde hizo estudios de licenciatura y maestría en Administración de Empresas.

En 1999 es reconocido con el Premio Carmen Lyra de la Editorial Costa Rica, por su poemario“Canción de lunas para un Duende”, publicado por la misma Editorial en el 2004.

2007 Publica el poemario “Mi abuelo volaba sobre robles amarillos” con la Editorial Costa Rica.
2008 Publica “Algunas ranas de salto quíntuple” con la misma editorial.

Doctor en Educación, de la Universidad De La Salle, Costa Rica.
Trabaja como profesor en Colegio Universitario de Cartago, ciudad donde vive.
Tiene la posibilidad de hacer giras de campo con los estudiantes, en las que conviven con las comunidades indígenas y de campesinos. Entran en contacto también con iguanas, árboles, ríos y miradas de jaguar. Esto le genera un inspiración constante.

Permanentemente lee poesía y cuenta sus cuentos en escuelas y colegios, por considerar que el contacto personal es el medio idóneo para que se establezca la comunicación poética, y una de las formas de mantener a los niños y a las niñas en su paradigma natural de igualdad, asombro y creatividad.
“Creo en la humanidad, en su esencia amorosa, solidaria, cuidadora de entornos. Por eso escribo”.
“Nosotros tenemos el poder de la evolución. Nuestra madre tierra confía en ello. Cotidianamente podemos ejercer cambios profundos hacia la vida”



EN MI VOZ GUARDÉ UNA RAMA

I

Detrás de aquellos cedros
está la choza de palos.

El piso de tierra
se ha puesto duro y brilloso
como la espalda de papá.

Tengo siete años,
me gusta trepar al árbol de nances
para ver pasar el río.
Ya no temo a las iguanas,
sé cuándo y dónde dejan sus huevos.


II

Esta selva nos quiere, dijo abuelo,
mientras sacaba dos rábanos grandes.
Zapallos, lechugas, mostazas,
esta selva nos quiere.

A veces los inviernos son largos,
el río se pone amarillo
y pasa cargado de troncos.

La tierra se traga toda esa lluvia
y por las mañanas
con los deslaves de sol,
el suelo huele a tortilla.

Mientras papá revienta los surcos,
amontono las piedras y escucho
a las chicharras que interrumpen a los jilgueros.
Del guarumo se desprende una parvada de viudas,
celestes como el cielo de marzo.

A las dos de la tarde unas gotas,
a las tres de la tarde la lluvia.
Caminamos,
jugueteamos con los charcos,
esta selva nos quiere.


III

Mañana nos vamos a Tierra Verde,
tendremos una montaña,
papá dice que hay más tucanes,
que nunca se alejan los congos.







A MI HERMANO, GERARDO, POR HABER NACIDO
EN LOS MATORRALES Y SER EL CÓMPLICE DE LAS
GUITARRAS PERDIDAS.

Dale a luz mamá,
ya quiero que mire el río.

Ya quiero enseñarle a trepar los peldaños del guayabo,
los secretos de la iguana
y la verdiflorida forma de sembrar un caracol.

Dile, mamá, cuando lo veas,
que susurré su nombre en las orillas del lago,
seguí las huellas frescas de los tapires
y pude ver el pollito de monte,
la espalda del duende
y la luna llena surcando cafetales.

Que ya tengo listo su caballo
y su barco.

Que mañana y cuando despierte la noche,
le explicaré la manera en que las ardillas escalan el pino.

Dale cuando lo veas, mamá,
esta ranita.







CONGA, SILENCIOSA SELVA, SALVAJE RECUERDO
DE LOS PRIMEROS PELDAÑOS

En el río asustando a los patos,
en el campo dispersando a las ardillas,
en mis angustias, tu jadeo intermitente.

Aprendiste a lamer mis lágrimas
sin lanzar aullidos,
a escuchar mis augurios
sin abandonar mi rostro.

Ese día te amarré en el patio,
el sol verdugo quemó tus pupilas,
escurrían hormigas por la cuenca de tus labios
y ya no nos miramos.

Después vinieron Oso, Lobo, Filomena,
aulladores, mordedores de mis lágrimas.

Sólo tú callabas.

Sólo tú
ardes en mis sueños







TENGO UNA VENTANA PEDREGOSA

I

Estoy enfermo de metáforas,
busco mariposas en el cuadro de los lirios,
conejos y centzontles hacia el fondo de la cama,
también busco sonatas en el rincón de los cajones.

Anochezco solo,
con la seguridad de tenerme.

La montaña lo sabe
y se cubre de nubes para sentir el vuelo.

No me molestan los grillos,
se han integrado a mi nostalgia
y al igual que el Canon de Pachelbel
fluyen vivos por mis sueños.


II

Que tengo un corazón de gruta,
me dijo Sabines
y me eché a correr por el río.

A veces la lluvia es lenta.

Un día subiré a ese caballo,
treparé por los olmos
y no buscaré más palabras.

III

A mí me parió la selva,
mi madre fue a recogerme.
Jamás vaticinó las hilachas de mi poesía,
pero debió de sospecharlo:
en mi voz guardé una rama
y en mis pupilas el atardecer florecía de rato en rato.

Tierra
fue mi primera palabra.





Leve laberinto de un gol



Me gusta la redondez del universo,
la luna, la tierra,
el vientre de mamá creciendo.

Me gustan los balones de fútbol
llenos de colores y giros caleidoscópicos.

Más allá del cerro,
me gustan los granos de café
que viajan con luminosa armonía
hasta los canastos

Las frutas,
que redondean de lunes a domingo
su jugosa existencia.

Los goles son ternuras acústicas
que ponen a la gente de pie
para que canten sus himnos.

Un gol ensancha el corazón
hasta convertirlo en volcán,
o lo contrae hasta volverlo un nido
donde la esperanza
sigue su perpetuo nacimiento




Poema
s circulares

Regresamos a la casa donde nos parieron.
Hemos venido juntos.
Ahora galopa, lejos, el miedo.

---

La belleza navega en la retina
cuando nos viene un recuerdo del mar

Este es un día de luces redondas,
los perros ladran, olfatean,
toman agua en frescos entretiempos.

Brillan los Laureles de la India,
los árboles Llama del Bosque
vibran trepidando el azul.

Alguien a esta hora
lee un cuento de hadas
y cree en el amor.

---

Los poemas son crónicas de la incertidumbre,
cáscaras frescas del recuerdo cósmico

Los helechos danzan frente al volcán.
Es un día ventoso
y los árboles, como las iguanas,
lucen afirmativos.

La humanidad sintoniza un aplauso
por los delfines que nadan libres
y por los cenízaros y caobas que brotan
como recientes supernovas.

Escuchamos el canto:
es la onda que ha viajado en el vacío
para sostenernos sobre celestes hamacas.

Allí se mece completa la existencia
como una niña de trenzas y vestido azul.

Así amanece
hasta que quieras
y aunque no quieras,
así amanece.

---

Eres mi mandamiento cósmico

Te atraigo con mi pensamiento
una y otra vez.
Hace frío, tiemblan los lagrimales
y como el amanecer
una y otra vez
te regreso.

Me llamas y me devuelves los colores del eucalipto,
los subsiguientes saltos de la rana,
el rincón pulido donde parece dormir el universo.
Tu voz es la señal siempre esperada.

Salgo a la calle con la promesa tuya
y me vuelvo infinito entre la gente.

---

El universo en tu mirada

En nosotros subsisten
árboles, ballenas, hormigas, atardeceres.

Conservamos materiales de estrellas
y las primeras canciones
que fueron tejidas en lejanas galaxias.

Tenemos un gato negro de patas blancas
y una montaña de pájaros inquietos.

Como felices guardianes
conservamos en nuestra mirada
la sustancia multiplicada de la creación.

Somos animadores de una fiesta que se entiende,
hacia adentro, eternamente.

El abrazo es un camino para tender todos los puentes



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