viernes, 9 de diciembre de 2011

MAURICIO MOLINA DELGADO [5.316]


Mauricio Molina Delgado


(Costa Rica, 1967) es un poeta latinoamericano.
Mauricio Molina Delgado nace en San José, Costa Rica, en 1967. Es licenciado en Estadística y Máster en Ciencias Congnoscitivas por la Universidad de Costa Rica y doctor en Psicología por la Universidad Aristóteles de Salónica, Grecia. Formó parte del Taller de Poesía Activa Eunice Odio, de la revista Kassandra y del colectivo artístico Octubre-Alfil 4. Representó a Costa Rica en el encuentro de Oaxaca Poetas del Mundo Latino 2001. Actualmente, se desempeña como profesor e investigador en la Universidad de Costa Rica. Además, gracias a él se realizó el libro de cuentos de terror de Alfaguara, ya que seleccionó los cuentos y redactó el prólogo.

Reconocimientos


II Premio Internacional de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz, 1998.
Mención honorífica del V Concurso de Poesía Neruda, 2000.
Premio Editorial Costa Rica, 2003.

Obras


Abominable libro de la nieve. 1999, México: CONACULTA y 1999, San José: Perro Azul.
Maremonstrum. 2000, San José: Perro azul
Abrir las puertas del mar. 2004, San José: ECR.
Las cenizas de Orfeo. 2004, San José: Perro azul.


Amantes

(de Abominable libro de la nieve)

Podría compartir contigo la nieve
a la que conozco poco
tomarla por el cuerpo
para cortar un cristal
con las hojas de un pino

Escondidos
cubiertos
listos para morir
sumisos a cualquier mandato
cerraríamos los ojos
protegiéndonos del viento

Pero aparece el sol
para arruinar incluso la muerte




El Kraken

(de Maremonstrum)

Los marineros distraídos hacían arder los
leños sobre su lomo buscando calor en una
hoguera. Ellos perdidos en el mar de sus ojos
y el Kraken en su soledad salada.
El no sabe de otro amor que arremeter
desvencijados barcos. La furia es la cópula
con las húmedas tablas de las naves. Está
terriblemente solo en la necia lentitud de su
océano, y no es justo que los náufragos
locos lo confundan con una isla.




Homenaje a Harlan Ellison

(de Abominable libro de la nieve)

Viajaré hasta el centro del universo
donde un monstruo emplumado
cantará su amor

Borraré la noche
al encerrar tus ojos
en la máquina del tiempo,
amaré tus hologramas tibios,
tu voz de supernova.

Sentado en el sillón
pensaré en aquel niño
que escribe su historia
amarrando quipus*.

Año 2004:
robots que arrastran
en la nieve.




El grifo

humo que brota en la melena de los leones
sueño de mares verdes en la hecatombe de
carneros

has subido la escalera de mi cuerpo
has dado oxígeno a mi mente
visión de cuervos y de pinos

camino que riegan líquidas hierbas
visión sin visiones
animal de amor que camina
los bosques de cedro

he conseguido beber el mar de los tigres
la distancia inmensa de las distancias
el tiempo real de los relojes :
comprender al león profundo
que habita los corderos



Anima Maris

Los delfines no sabían que te amaba
ni los parques de la Habana
consagraban vino por nuestros amaneceres.

Disfruté en tu cuerpo,
Lloré camino al malecón
con la presencia salada del Caribe
Bailamos la canción de Compay
y dijimos amarnos los tres:
Vos, yo y la isla.

Es San José:
el olvido llueve con locura.
Sobre aburridos líquenes
Tiembla el corazón de los moribundos
amantes.




Los gatos Seréis como ángeles sin alas
especies y no cuerpos solitarios
Desde dioses persas
hasta siluetas en el fuego
Llorando entre torturas
pagando el pecado de ser hermosos
Habría desead que volvierais a ser brujas
compartir con vosotras
vino y lecho.




de Abrir las puertas del mar

X
a la memoria de Alexander Abrahams
Delarm

mirar la música directamente a los ojos y hallar el iceberg. recorrer
sus manos por un camino de helechos y barcos perdidos. todos
los cuerpos se herrumbran al contacto del sol, del agua salada y
fría de los sueños. el mundo es el invierno, los amantes son
invierno y son invierno los agujeros de la noche.

la música que sostiene el cielo con sus ángeles y sus estrellas
improvisa canciones lentas y escritas con frío.



la mesa es el icono profano
la espera de los candelabros.
la mesa es un ídolo sin barbas
sin alas.
es el reloj sin manos
la lejanía del mar
la esclavitud del loco.
una mesa sola
aguardando la mañana.

Este grupo de poemas pertenece al libro abrir las puertas
del mar.

Traen todos un titulo en japonés.
Aquí pongo el título (jiragana), la descripción fonética (romanji)
y la traducción,
porque en el poema solo aparecería el título.


Yume (Sueño)
Umi (Mar) うみ
Hoshi (Estrella) ほし
Yuki (Nieve) ゆき
Kumo (Nube, Araña) くも
Yoru (Noche) よる
Ame (Lluvia) あめ
Natsu (Verano) なつ
Namida (Lágrima) なみだ


ゆめ
el ojo cuelga y se derrama sobre el lecho
una mujer se desnuda
y luego nada bajo las aguas
frías del iris


うみ
Atrás del mar
el horizonte se desnuda
con su forma de beso


ほし
siembro estrellas sobre la tierra del jardín
miro las flores iluminando la noche.


ゆき
en el sitio exacto
donde tu cuerpo cayó sobre la nieve
el calor del sol
ha dibujado un tigre


くも
La nube que viaja hacia el oriente
por un capricho
de las palabras del viento
parece ahora
una araña


よる
Es de noche
Alguien cierra los ojos:
se hace de día


あめ
La lluvia
es la sed
del impaciente


なつ
El verano
es la hoja arrugada del otoño
que se mira al espejo.


なみだ
Dentro de la lágrima
un niño
(pequeño como grano de arroz)
llora y mira su rostro
reflejado en una gota.

http://www.revistapingpong.org/2008/11/mauricio-molina-delgado.html





Reseña del libro de Mauricio Molina, ganador del Premio Nacional de Poesía

El poemario Treinta y seis daguerrotipos de Diotima desnuda se publicó en Sevilla, España.

POR CAMILO RETANA 

El libro fue publicado en Sevilla, España, y todavía no se consigue en Costa Rica.

Según Tess Gallagher, “la poesía no es simplemente el recipiente para los sentimientos que deseamos expresar”. A saber: los libros no sustituyen las sesiones de terapia ni son el buzón de quejas a la vida por todo lo que no salió como queríamos. La poesía es literatura y eso quiere decir que requiere de un empleo esforzado del pensamiento y de un empeño para interpretar con rigor y profundidad el mundo. Sentir, sentimos todos, pero la poesía es otra cosa.

La literatura de Mauricio Molina (1967) se ha caracterizado desde sus primeras obras precisamente por una comprensión del oficio poético que no riñe con la inteligencia. Es una poesía que se piensa en diálogo con tradiciones milenarias y que no desaprovecha ocasión para entrar en relación con una gama vasta de referencias: el cine, la historia, la cultura pop y la filosofía. También, es un trabajo un poco heroico y hasta un tanto solitario, porque si al leer a otros buenos poetas actuales podemos reconocer en ellos los paisajes urbanos que habitamos, al leer a Molina advertimos un déficit en nuestras horas de biblioteca. Es como si el poeta escribiera porque advierte la necesidad de continuar por otras vías lo que lee.

Aun así, Molina nunca ha sido un escritor pedante. Hay en sus libros, al contrario, una especie de invitación a que nos emocionemos con él. No se trata, la de Molina, de una inteligencia que busque medirse a la de nadie. Como escribió Alexander Jiménez, la erudición de sus libros no es nunca amenazante.

Sin embargo, si ese equilibrio entre emotividad y erudición ha sido el sello de la poesía de Molina desde siempre, hay que decir que las dosis no habían estado tan cuidadosamente calibradas como ahora en Treinta y seis daguerrotipos de Diotima desnuda , su libro recientemente publicado en Sevilla por el sello Siltotá Poesía y ganador del Premio Nacional de Literatura Aquileo J. Echeverría.

En ese texto, Molina ha ampliado sus registros incluyendo la ciencia, ha añadido un coqueteo profano con la teología y ha desplegado una serie de juegos vanguardistas todavía más atrevidos que en sus textos anteriores. Pero, al mismo tiempo, se trata del más emotivo de sus libros.







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