domingo, 26 de septiembre de 2010

1285.- CLARA REBOTARO


Clara Rebotaro: Nació en Aceval (provincia de Santa Fe, Argentina) en 1933. En 1954 se trasladó a la ciudad de Rosario, donde reside en la actualidad. Es Licenciada en Ciencias Políticas y Diplomáticas. Asistió a la Escuela de la S.A.D.E. y fue alumna del poeta Hugo Gola, en el Taller Municipal de Poesía, dictado en Rosario. Desde 1990 hasta 1995 cursó estudios en la Escuela de Letras de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario. Ha publicado los libros “En sazón” (1989), “Sin voz”(1990), “Altos mares” (1992), “Poemas con insectos” (1994), “Hematopoemas” (1996), “El color exigido” (1999), “Mineral desterrado” (2001) y “Sala de música” (2004).





OISEAUX EXOTIQUES

Deambulábamos
ociosos
por las habitaciones
con el impudor del fruto
o de la flor
sin ropaje

De pronto
acudieron las aves
del gran ciprés
al oírse
en la música de Messiaen
imitando la dignidad de su canto

Conmovidos
compartimos el goce sutil
de la simple existencia animal

Cuando la música cesó
regresáronse las aves
al gran ciprés
y nosotros nos vestimos
para deambular
ociosos
por las habitaciones




A VECES

A Susana Valenti

Probaste tu soledad
excluyéndome.
Hostil modo de olvidar.
A la intensidad del beso
largamente gozado
surgió el temblor de morir
cuando peinabas mi pelo
disculpándote.
Yo tomé tu cabeza
como una gran copa
hasta confundirla
con mis manos.
……………………………….
Cuando me salgo de vos,
a veces,
canto.







HAY UN LUGAR

Hay un lugar
en las extensiones desconocidas
de mi cuerpo
que sólo vos has mirado
con ojos sostenidos
y visión intacta.
Hay un lugar
en la geografía
de mi vientre
donde sólo vos has hundido
dulcemente
tus dedos
como en polvo lunar.
Hay un lugar para mi grito
que es una boca muda
sólo por vos abierta.
………………………………….
La música celestial
se parece a mi grito.





NADIE SABE LA HORA

Nadie sabe la hora
del deleite inequívoco:
alba, mañana o siesta,
la noche más poblada…
El mediodía ardiente…
Pero sí todos saben
que se eclipsan los soles
en brillantes pupilas
y no se escuchan cantos
por suspiro o gemido.
Nadie sabe la hora
de tantas repetidas muertes.






TONO MENOR

Tengo todo
en mi mitad entera
roto en mi red
de innúmeras retículas
inmóviles y frágiles
íntimas de intimidad fatal.
Tengo todo
y estoy
sola
toda
sola.



(DE POEMANÍA)


_________________________________________







Escritura

Escribiste
en mi oqueda más resguardada
un mensaje
para una eternidad
diferente.

Escribiste tu nombre
con seminal premura,
a la vera de un río
de inesperados lirios
sobre un mechón pubiano.
Escribiste la notas de mi canto
con un gemido ronco
en tu garganta.
.......................................
Con mayúsculas






FLOR EXCESIVA

¨Quinientas flores amarillas se amontonan
en el centro de una margarita que en realidad es,
en sí misma, un ramo completo¨
..........................................

Quinientas palabras silenciadas se amontonan
en el centro de tu mirada que en realidad es,
en sí misma, un poema completo.







ARMONÍAS

La música de cámara
reemplazaba
esa noche
a los cuentos terrestres
A medio amansar,
mi rebeldía te pedía
el sonido
multiplicador
de las palabras
¡Animador fogoso!

Viejo arcángel deslumbrante
me diste jarabe azucarado
para sosegarme
y escuché,
en tu regazo,
el último movimiento
de un cuarteto de Haydn.

(Del libro inédito SALA DE MÚSICA)







SAUNISTAS

Prisioneros en un cubo de madera
nuestros desnudados cuerpos
se liberaban
en la sudación
de inútiles sustancias.
Piedras porosas encandecían
y como la piel arrebatada
clamaban por un poco de aire
húmedo.
Vos me acariciabas
con ramas tiernas de abedul
impetuosamente
y el agua
helada
completaba la purificación.


Nosotros no hablábamos
porque lo erótico
es
esencialmente silencioso.

(Del libro EL COLOR EXIGIDO, 1998)







JARDIN NOCTURNO

Estaré allí
a la hora de la armonía
cuando sean ciertos el amor
y la fecundidad de la estatua
cuando el único y último grito de la rana
signifique su éxtasis
y por mis poros multiplicados
penetre la savia lechosa del jazmín
para acallar mi linfa férvida.
La luna, que corrompe la carne del pez,
será propicia con la nuestra
ante el portento de la vida
elaborada en un tardío amanecer.
Y el búho de la torre alta
permanecerá inmutable
porque vos y yo...no existimos.

(Del libro EN SAZÓN, 1989.)


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