martes, 16 de noviembre de 2010

1942.- GABRIEL FIGUEREDO


Gabriel Figueredo



Venezuela. Nace en Maracay en 1981 pero reside en San Felipe. Es colaborador de proyectos editoriales como las revistas: Ediciones Yo, Cubile, Pasajeros del bandido, entre otras. Ha publicado “El emisario”. Gran parte de su obra ha sido publicada en diversas antologías de cuento y poesía nacionales e internacionales, así como en diarios locales. Es Co-fundador y actual Director de Ediciones Verbos Subversivos.







Aunque tus besos sin equipajes escriban
cartas al olvido

a Alfonsina Piña


En esta lengua promiscua-ecléctica
este desgano desgastado a besos
en estos ojos violentos
esta armadura desarmada a los pies de rocinante
en tu reforzada alegría compulsiva
de piel desnuda acarbonada
de sonrisas estimuladas
ojos asiáticos y comunistas
en este papel ajeno
en este poema que enseñó los dientes
en esta vara gris de exagerada curva
viaducto para las opacas voces
entrañable prosélito del ciclope dormido
te encontré desnuda
en el pico más bajo del mundo te supe dormida
vuelta ninfa entre amasijos de papel
entre verdes negras y rojas tintas
coloreando olas y soles en tardes de párvula madre
carajita de voz ponzoñosa efervescente
aunque tus besos sin equipajes
escriban cartas al olvido
los duendes de tu cuarto harán tratos
con los míos para sacar un par de trapos de tu maleta
mientras llega el efímero no esperado no deseado
a concluir la primera parte de esta obra







Los silencios del tiempo

Los silencios del tiempo
son los vericuetos intransitables del día
la noche fija posición
basta con ahorrar palabras para el abandono
y cantar elegías a los desterrados del sexo
yo también vomité palabras nocturnas
forniqué en tus altares vulnerables
y me robé la última página del diario de mis padres
para guardar el secreto de la muerte que aún no llega
los silencios del tiempo
hablan a escondidas en los tránsitos de luz
dicotómicas rutinas
de la rauda muerte cotidiana
la luz y el vacío
frontales opuestos
para demarcar dominio
ante el vértigo de la tarde que claudica
en la roja hora transmutada






Tostadas al viento

a mi vieja Juana, Flor e Isabel


La memoria se regodea
la abuela cuela el café y sonríe
me brinda de su tinaja
comemos tajadas de locho verde
se ríe y escupe mundos de colores
se transforma en jardín y me embriaga
con toronjas a la leña
mi abuela es un árbol de mamón
al que pensé nunca se le quebrarían las ramas
una abuela es un cuerpo remojado
que tendido al sol no pierde los surcos
su majarete de blanco pecoso
nunca supo que a ella le tragó la mano
una mapanare nocturna
matando así a las muñecas de trapo
mi abuela es una trinidad de vientre y sangre
una dos tres espaldas dobladas al sol
en el eternal conuco de flores saldas
una dos tres mujeres tostadas al viento
tres sonrisas sin tiempo
consumidas entre adictos






Merecidas Maldiciones

Alzaron banderas blancas
mientras clavaban astas a nuestras espaldas
cantaron amores a la noche
y nos envenenaron con su luna
malditas sean las traiciones de los leales
malditas sean sus palabras inocentes
sus miradas esquivas
y la dicotomía de sus favores
alzaron manos al cielo
y nos patearon a escondidas
se cagaron irónicos en nuestras caras
y fueron a lavarse en casa ajena
por eso insisto en maldecir a los traidores
los que venden su casa por el patio impropio
los de doble ánimo
los tardíos
los que sin prisa arañan pies de plomo
y riegan margaritas en vez de claveles
a la muerte
los géminis
los enviados
los apostólicos romanos
los Kilpatrick
los colonizadores
los nuevos escribas del mercado
que cagan best seller a cada paso






Laberintos fugaces

Estas letras no tienen fe
acaso destellos de ilusión somnolienta
esta poesía no tiene género
está inclasificada en la disputa
de tenerlo corro el riesgo de ser llamado poeto
en este idioma sexista
pero me negaría rotundamente
pues la prefiero así
esta poesía ya no me huele
ha sido fiel a su estirpe
inescrutable
me ha abandonado
sin darle tiempo a la división
del pensamiento prófugo
de las luces
ella retozará en brazos nobles
para esperar mientras soñamos la esencia
la esencia nocturna de los laberintos
fugaces
del tiempo y la memoria





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