lunes, 29 de noviembre de 2010

2168.- NICOLÁS ALBERTE


Nicolás Alberte (Montevideo, 1973) ha publicado cuatro libros de poesía: tres en Uruguay: el cuidado que ponemos diariamente en no morirnos (Ed. De la Feria del Libro, 2004), vacío en partes iguales (Artefato, 2005) y montevideanas (Artefato, 2007). Uno en México: unapalabramáslargaquelanoche (Limón Partido, 2006). Además, ha editado la novela ópera prima (Artefato, 2007). Ha participado de los encuentros internacionales de poesía Estuario (Montevideo, 2004), Estoy Afuera (Ciudad de México, 2005) y Poquita Fe (Santiago de Chile, 2006).
Estos textos pertenecen al libro unapalabramáslargaquelanoche.


no es ibérico mi nombre...

no es ibérico mi nombre
aquí soy bosque de pan
me arrancan, me comen, me caminan
transformado en el aceite y la semilla
del grano que llueve desde el pozo en la niñez frente un río
siento la profundidad de las cosas que laten
de lo que duele siento el estigma en la rodilla
que va al piso
aquí soy bosque de pan
soy lo que late de las cosas
un muerto, dos muertos, tres muertos
una familia entera de exiliados de la vida
crezco en lo silvestre
un whitman de cemento entre los autos
“yo me hundo, yo me desprecio”
soy el desperdicio de unos padres muertos
no soy único aunque mi dolor es único
en este instante mi dolor es único
soy el que late de las cosas que se han ido
mis padres no me han tenido
y mi nombre no es ibérico


están en una casa...

“En medio de las aguas congeladas o hirvientes
un puente, un gran puente que no se le ve,
pero que anda sobre su propia obra manuscrita…”
José Lezama Lima

están en una casa de la que el mar no se salva
dejan todo ahí, son
como todo y se dejan ir
pero no ven las olas porque el mar no se ve desde aquí
desde esta vivienda no se ve el agua
y ellos ahí, desde la inútil ventana
sin vivir porque no es vida
estar sin mirar el mar
sin escuchar el seseo del pez que inspira
y expira el canto como la flor en vaso
y no lo saben y el mar no lo sabe
y la naturaleza muerta no se salva
por más palabras
que le pongamos
a esta caza


no les perdono...

no les perdono que no tengan tetas
las palabras
que no pueda estrujarlas
acariciar o morder
según me den las ganas

no les perdono que no yagan
como brazos de la tierra en el mar
como piernas de los puertos de montaña
y que no pueda treparlas
acariciar o morder
según me den las ganas

no les perdono que no tengan filo
que no vayan destripándome
y que no pueda usarlas
para matar o morir
según me den las ganas


cada uno obra...

cada uno obra sus milagros como puede
la luz y el agua, los trajes de las fiestas
las parte de abajo de las cosas
el adentro y el afuera
yo siento que en el verbo está el misterio

cada uno se desdobla en obras milagrosas
una comida, un beso, una montaña mágica
gigantes con los pies de pasto
y las pisadas en la arena
yo vengo de morder una manzana

cada uno es la parte de dios que le ha tocado
los ojos, las manos, la boca abierta hacia los labios
un barco en la alta mar
y un avión en el cielo
yo me regocijo con tu carne y soy ateo


déjame decirte...

déjame decirte que no tengo palabras
salvo estas, que se siguen a las lágrimas
y me salvo yo entre las líneas tan bien
dejo abierto el paraguas por la cosa ocurrida
adentro de la casa no-esperando
que caiga y que se repita
pero escucha esto, porque no son palabras,
son cosas sencillas que caen como del cielo
emulando a la lluvia como la mula al burro, pre
destinadas, déjame decirte que lo siento mucho
que no hay manera de expresar el sentimiento
y si te digo la verdad te miento
no tengo palabras, lo que siento es esto:





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