Ana Lilia Chig
Los Mochis, Sinaloa, México, 14 de agosto de 1974 . Comienza su actividad literaria en la ciudad de Tijuana, lugar donde reside desde hace más de catorce años colaborando en diversas revistas electrónicas.
Ha dedicado parte de su vida a la promoción cultural, colaborando con organizaciones en la promoción y difusión de actividades. Es fundadora de la Revista MEnsual de Poesia Frontera Esquina y de Nodulo ediciones.
http://migracionestacional.blogspot.com
LO NO DICHO
Algo de ti en el día, sin peso, forma, color
Algo como palabra que se oculta, los besos no dados
Cada mañana a lo largo de esa calle que se inunda de eucaliptos
Avanzo, sujetas mano al deseo que de mí…
Siempre las horas para verte, entrar
hacer la plática mientras en mi mente, voy haciendo el amor
Sonreírte, verte sonreír, y yo imaginando el rubor de tu desnudez
Cada mañana, algo de ti, palabras que se ocultan
Algo tan tibio como el café, la noche extraviada
Algo como nombrar en silencio el amor propio,
algo no dicho cada instante
frente a ti…
ARCO INSULAR
Habrá zambas, tragos y noches
Estanques de arena en la ciudad
llenándose invariablemente en cada lluvia
Yermas caerán las horas
Vestigios del cuerpo
es decir, el tuyo que estuvo en camino por el mío
El arco insular alguna vez unido por tus manos
Estará la memoria, la insidia
Los retazos de ciertas noches ocupando hoy
tu espacio.
SIEGO
Quieta, ante rezumos de la tarde
Fija en simétrica piedra junto al rio
Vendas del tiempo sostienen mi cuerpo fracturado
Muros negros se alzan impasibles
La noche tiende su alambrada
Mi alma, escombros de un llanto sostenido
REPETICIONES
Contemplo desde el arco, estrecho el cielo
Suelto el cabello, aroma jabón y salvia
Pie desnudo, la mirada cargada de imposible
Camino por pasillos de la ciudad, el corredor, la línea
Pasan nubes diluyendo el tiempo, tic tac tic tac… los segundos
Detenida en el barandal a mitad del puente, observo y callo
Nada que decirle a quien convoca este instante,
sólo gestos, murmullos, muecas a la noche
El desnivel del río, las hogueras lejanas,
voces clamando por sueños en botellas y jeringas
pasan carros, huyen de la garita con logros ocultos
un avión levantando el vuelo encima de la Libertad
Quizá te buscaba entre las calles y mi pensar
En las siluetas que poco a poco se acercaban a esta sombra
Quizá era sólo tomar conciencia del tiempo y no soltarlo
Des-mem-brar-lo len-ta-men-te en su avance
Para no disiparte,
para no perderte a ti… en él.
DEL PUENTE AL ARCO
Nubes imponen el silencio en los hostales
Lejanas sombras se congregan al calor de neumática
fogata
Una manta de liquen y el sopor del invierno ovilla
mi cuerpo -junto a ellos-
Todo es posible en el asidero fantasioso de la urbe
Hombres y quimeras residen en los rincones,
bajo el puente
Afiladas puntas penetran sus venas, un río negro
les circula nutrida la esperanza
En acodo, deletreo lejanos muros que contienen más
sangre que razones
Un cúmulo arriscado sobresale tras los techos
junto al arco
El campaneo parroquial –y su ausencia- induce obligada,
la partida.
AÚN EN OTOÑO
Voy a correr para alcanzar un cuerpo
Alejar las manos que descienden mi cintura
Cortaré esas felpas nacidas debajo de la cama
Hacer lo que el tiempo, una vida sin patria
Arrojarme ebria bajo los puentes, junto a los musgos
Remontar escaleras, paisajes, el deseo constante de su boca
Dormitaré entre nubes inventadas en las manos
mientras concilio la pugna del polvo y la ceniza
Diré finalmente las palabras que se dicen
al despedirse amores, hijos o ciudades.
Ana Chig, es la poeta mexicana, cuya voz llena de ternura y sensualidad, abre las puertas de la poesía mas allá de las fronteras salvadoreñas, y se convierte así en la primera escritora de carácter internacional en ser publicada por Editorial EquiZZero.
"La noche sobre el rostro desarrolla el tema del amor erótico, en el que la noche es más un cómplice que el escenario de los encuentros. En los poemas que dan vida a este libro, la voz que los crea es consciente de su aliento febril e impone una plasticidad dinámica en cada uno de ellos, donde el paisaje exterior es una correspondencia fiel del paisaje interior.
En sus poemas Ana Chig logra integrar a la pasión amorosa notas de nostalgia, que dan como resultado una mirada a la distancia justa, desde la que se ensaya cada uno de los efectos miríficos del encuentro amoroso. La noche sobre el rostro logra un equilibrio de fuerza y gracia, donde los cuerpos son paisajes y los sonidos de la noche cuentan historias que se incendian en nuestra lectura."
Mijail Lamas Alfaro
Poeta, traductor y crítico mexicano.
Selección poética
Lo nombrado
Eso que nombramos a la orilla de los ríos…
quizá muerte desleída extendiéndose en el sexo.
Noche que se vuelve tibia en nuestros cuerpos,
niebla avanzando rieles indefinidos.
Como todo lo vago en la palabra, en el recodo íntimo
del vientre que olvida concepciones, del falo deslizado
entre las sombras inquietantes de los cuerpos.
Lo nombrado, lo intacto en el silencio de la roca,
caudal de islas nacidas bajo la lluvia del invierno.
Quizá es tu mano o esas redes rebosantes del esperma,
las nubes que construyes cuando tu boca acaricia mis labios
son dioses abandonados que resultan al amarnos.
Tropical
Te amo. Inmóvil acaricio la placidez de tu frente,
penetro más allá del cálido abrazo sujeto a la nostalgia,
más allá de la promesa —pacto obligado que sosiega el dolor—.
Sucede que te amo cuando la roca se derrama en los abismos
y un calor del trópico detiene su marcha en la habitación.
Nocturno
Posé mis manos sobre la noche dilatada.
Un húmedo rumor deshabitaba el cielo y sus estrellas.
Fue el tiempo, ociosidad de un deseo esculpiendo los instantes.
Vientre, sombra, bahía, fluente de lluvia oscura.
Parpadeo, relámpago furioso del acto consumado.
Quedó el cuerpo desnudo en la quietud de los latidos,
río estremecido en el sueño de un invierno agonizante.
La noche sobre el rostro
La noche temprana se allega sobre tu vientre.
Su desnudez invade y transforma los contornos.
Soy tierra cercada por el agua, península inaudible
suspendida entre los muslos.
Enlazas la palabra al numen solitario, me desplaz.
Voy a tu cuerpo sumergido como la noche siguiendo al alba.
Se adentran mis dedos entre la espiga, me abrigas exaltada.
Tus caderas acogen la soledad estéril, te sostengo con mis manos.
Te quedas desnuda como astro luminoso alzándose en mi boca,
un halo ebrio del aliento te suspende, te aquietas en el brocal.
Mi lengua es un ancla que agita la marea, una ola en quietud
de su viaje hacia la arena, noche hundida mojada sobre el rostro.
Abandonas tu vida sobre mi cuerpo, renazco sobre tus senos.
Más, te abres y el deseo como humo ascendiendo entre los campos.
Abandono mi vida sobre tu cuerpo, renazco ahora entre tus labios.
Creencia
Tu vientre es un parque de incendios protegidos,
adentrado umbral donde las rutas germinan claridades,
la semilla desnuda cayendo a tierra entre la lluvia.
Tú eres el milagro de un lenguaje edénico, del frío incierto
sostenido entre latidos, la primordial morada de la noche.
Eres el proverbio estéril precipitándose al vacío de los sordos.
Tu piel es camino de palabras inusuales, una escala continua,
el lomo de una nube aglomerada entre mis manos.
Existencia
Habitamos cuerpo,
muros caídos como sombras,
recuerdos como una plaza entre los días.
Habitamos la tarde
como nubes imponiéndose al ocaso,
como sueño descendiendo entre los cuerpos.
Habitamos palabras,
la lectura comentada de los cuerpos,
palpo, entalladura, insomnio combatiendo entre los hechos
Fuera del tiempo, te asomas al vacío
como sombra trasgrediendo los portales,
resuelta en el estrado íntimo de voces habitando los destellos.
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