Robert Creeley
Poeta estadounidense de la Beat Generation (Arlington, 1926; Texas, 2005). Usualmente, es asociado con los poetas de Black Mountain, aunque su estética difiere de los de esa escuela. Tuvo afinidades con los poetas Charles Olson, Robert Duncan, Allen Ginsberg, John Wieners y Ed Dorn. Se desempeñó como profesor de poesía y humanidades en la Universidad de Búfalo y vivió en Waldoboro (Maine), Búfalo (Nueva York) y Providence (Rhode Island), donde enseñó en la Universidad Brown. Recibió el Premio literario Lanna por el logro de una vida. Es autor de poesías minuciosas y breves escritas en tono conversacional. De su obra, que abarca más de 60 libros, se destacan El látigo (1957), Una forma de mujeres (1959), Palabras: poemas (1967), Was that a real poem and other essays (1979), The company (1988), Gnomic Verses (1991), Life & Death (1993), Echoes (1994), Life & Death (Nueva York: New Directions, 1998), On Earth: Last Poems and an Essay (Berkeley: University of California Press, 2006) y las valiosas entrevistas publicadas a lo largo de su vida, donde es posible reconocer uno de los pensamientos reflexivos de mayor claridad en torno a la poesía y la vida del escritor.
PARA MI MADRE: GENEVIEVE JULES CREELEY
(9 de abril de 1881 -7 de octubre de 1972)
Tiernos, semi-
articulados parpadeos
de tu
presencia, todos
esos años
idos,
ochenta
y cinco, imposible
contarlos
uno a uno, como
una suma, una
resta, sin
saltar ninguno. La última
posición que adoptas
acurrucada
hacia adentro de ti
en la cama, el cabello
recogido
sobre tu cabeza, un
rodete, cuerpo
esquelético, ojos
cerrados,
debe ser
un bullicio distante—
respirando una capa delgada
de tiempo, se queja
suavemente por los intervalos
días, días y
años de eso,
trabajo, cambios,
dulce carne atrapada
en los bordes,
el dilema extinguido
de la dignidad. Es
tu vida, oh,
nunca nadie
olvidó
nada. Quieren
hacerte
feliz cuando
recuerdan. Camina
un poco,
levántate, ahora, muere
sin contratiempos,
tranquilamente hacia
tu soledad, demasiado
cansada
como para
seguir y seguir.
Olas rompen en
la oscuridad
bajo el camino, sonidos
en la tenue
suavidad de la noche. Míralas
atrapando
la luz, borde
blanco cuando doblan—
siempre una
y otra vez. Muerta
una, dos,
tres horas—
todos estos minutos
pasan. ¿Una vez más,
estás, estuviste sola
alguna vez?
¿cuánto
tiempo
resististe?, tu
orgullo, tu
adorada, confusa
discreción. Madre, te
amo —lo
que sea que eso
signifique,
haya significado— más
de lo que sé, el cuerpo
me dio mi
propio, generoso,
inexorable lugar
tuyo. Siento
la lentitud
de la boca, se resbala
en las vueltas de las cosas
dichas, a ti,
demasiado pronto, demasiado tarde,
quiere
regresar al comienzo,
olores del cuarto
del hospital, el doctor
al que ella responde
ahora, la
orden —llévame
allí. «La muerte
te ha dejado en libertad—»
se hace realidad,
esto, eso,
una vida infinitamente
circular, y
regresamos
¿para verte una
última
vez, esta
vez? Tu cabeza
se sacudía,
me pareció, tus
ojos querían
ver,
pensé,
quién era.
Estoy aquí,
y voy a seguir aquí.
Bolinas, California.
15 de octubre, 1972.
CUEVAS
4
Arrastrándose uno por odiosos
y estrechos pasajes, la altura
de la entrada, el largo, tortuoso
apretado pasaje, la mente parpadea, la luz de una lámpara
parpadea, deja que la imagen proyecte
lo que pueda, lo que sea, mira allí
la guerra como deseo, mira la vida como un río,
mira los árboles como un bosque, la familia como
otros, mira el respiro de un momento,
oye el canto oculto de un pájaro, continúa,
continúa constreñido, odiándose,
implosivo, se arrastra
imaginando más, no tiene
tiempo, tiene odio, terror, poder.
Ninguna luz al final del túnel.
5
El guía habla de música, las
estalactitas, las estalagmitas creando un
xilófono posible, y ciertos
negocios de baile nocturnos
de sábado, digamos, ¿cada tres
o cuatro mil años? Uno
mira y mira y el tiempo
es lo variable, lo determinado
como siempre el río, perdido en el camino,
impulsado, dobla y continúa.
El residuo es finalmente silencio,
interno, la propia mente obligada
a enfocar como cualquier cámara vieja
fija en su función.
Como todas las buenas preguntas,
ésta parece no tener respuesta,
deja atrás al que llaman
humano. Se abre su propio camino
y toma lo que encuentra
como propio y continúa.
6
Es hora de ir a la cama
una vez más, apaga la luz,
acuéstate, estira
la almohada y trata de dormir.
Mañana será otro día
y eso fue así hace miles
y miles de años,
miríadas de generaciones, hasta
las piedras deben parecer cambiadas.
Los huecos en el tiempo,
los tiempos de los que uno no puede dar cuenta,
la práctica que tomó todo eso
incluso hacer esas imágenes,
los significados todavía borrosos
aunque se reconoce
el tema, algo se tiene
que haber perdido, pasado por alto.
Nadie enciende simplemente una luz.
Uno mismo deviene imagen.
El eco se ha adelantado,
comienza de nuevo lo que se acabó
justo en el momento en que se acabó.
Nadie puede ponerse al día, encontrar
un lugar en el que nunca estuvo
con amigos que nunca tuvo.
Aquí es donde se conecta,
sin significar nada que uno
pueda saber. Aquí es donde
uno se adentra y eso es lo que se encuentra
más allá de todo pensamiento o hábito,
un espacio arqueado, oscuro, la roca,
y lo que sobrevive de lo que queda.
LA ESPOSA
Conozco dos mujeres
una de ellas
es sustancia tangible
carne y hueso
La otra en mi mente
se presenta
mantiene su estricta
proporción allí.
Pero cómo podría yo
proponerme vivir
con dos semejantes criaturas
en mi cama —
O cómo él
que tiene una esposa
brinda dos a una
y ve a la otra morir.
(Traducción de Alfredo Casey,
Dos siglos de poesía norteamericana,
Ed.A.Zamora, Bs.As., 1969,
Ed.no bilingüe)
LA NIEVE
La quebradiza nieve debía abandonar sus huellas
en las paredes de ayer, los senderos hacia adentro
y traer amigos a nuestra puerta
en algún momento del oscuro invierno.
Alguna vez en abril conseguiré al fin
las flores prometidas a ti hace mucho tiempo,—
pensar en ello
nos ayudará a seguir.
La noche es un placer para nosotros,
pienso durmiendo, y qué cálidas seguridades
me traes tú,
libre de tí misma, dando al fin.
Yo era viejo, estaba confundido, estaba esperando,-
para concluir con una vieja canción,
no obstante el último eco hiriente
traído al hogar.
(Traducción de Alfredo Casey,
Dos siglos de poesía norteamericana,
Ed.A.Zamora, Bs.As., 1969,
Ed.no bilingüe)
LA INOCENCIA
Mirando al mar, una línea
ininterrumpida de montañas.
Es el cielo.
Es la tierra. Allí
vivimos, sobre ella.
Es una niebla
ahora tangencial a otra
quieta. Aquí llegan
las hojas,
allí se muestra la roca
o da un testimonio.
Lo que vengo de hacer
está parcialmente guardado.
(Traducción de Alberto Girri)
ADVERTENCIA
Por amor: te partiría
la cabeza en dos y metería
detrás de los ojos
una vela.
El amor se nos muere
si olvidamos
las virtudes de un amuleto
y la sorpresa.
LA COLINA
Ha pasado cierto tiempo
desde que me encuentro ante
lo que alguna vez me devolvió
y transformó mi cabeza
en un cruel instrumento
Es fácil confesarlo.
Y habiéndolo hecho, partir,
partir lejos, para volver otra vez.
Pero esa forma, debo decirlo,
está muerta en mí por completo.
Y no dejaré que reaparezca.
Llamadla perversidad, la deliberada,
magnánima crueldad
que está en mí
como una colina.
LA INOCENCIA
Mirando el mar
hay una línea
de montañas intactas.
Es el cielo.
Es la tierra. Allí,
sobre eso,
vivimos.
Es una niebla
que toca a otra,
muda.
Aquí vienen las hojas,
allí está la roca
en evidencia.
Lo que vengo a hacer aquí
es parcial, parcialmente oculto.
LA FLOR
Creo que cultivo tensiones
como flores
en un bosque
que nadie visita.
Cada herida es perfecta
y se encierra en un leve
imperceptible brote,
que causa dolor.
El dolor es una flor como aquella.
Como ésta,
como aquella,
como ésta.
COCINA
En la mañana, la luz
que viene de las ventanas
de enfrente
deja la forma de un lazo
sobre la mesa y el suelo
*
En el silencio de este cuarto,
alto y cuadrado,
el sonido contiguo del reloj
pareciera marcar un tiempo viejo
*
Barriéndolo perpetuamente
deseo que este cuarto sea
como era antes
NATURALEZA MUERTA
móviles:
que el viento aferra
contra sí
una hoja una trama de hilos
para ser vista
en el foso de la escalera
Hemos dispuesto el contorno de una fórmula aquí
hemos sacado el contenido
y el viento es una vaga emoción
Contar con los aspirantes a la mirada
en estas acciones
estos esperanzados movimientos
requiere de un viento fuerte y constante
que no supere la velocidad prevista
Y que la hoja permanezca
Que los hilos
se estremezcan apenas
AMOR
Hay palabras tan voluptuosas
como la carne
en su humedad,
su calor.
Tangibles,
ofrecen el consuelo,
el placer
de ser humanos.
No decirlas
vuelve abstracto al deseo
y a su muerte al final
UNO
Qué
curiosa condición vertical
floreciente...
entra aquí,
vuelve aquí.
*
Quién era yo que
pensé que era
otro uno por sí
mismo dividido o multiplicado
da uno.
*
Este tiempo, este
lugar, éste:
uno.
*
Tú no eres
yo, ni yo tú.
*
De todas maneras.
*
Como de un palo
o piedra, algo
tan
fijo que tiene
una cabeza camina,
habla, lleva
una vida.
DOS
Al principio cuando
fueron hechos, toda la
tierra debió de haber
sido sus cuerpos
reflejados, por un momento—
una inundación de semejanza
vuelta por un momento hacia
los reflejos del agua—
qué encantadores venían.
*
Lo que tú querías
lo sentí, o sentí que lo sentía.
Y era más de uno.
*
Este nivel de la llamada
conciencia es para siempre
una palabra inventándose
este mundo de más
o menos de lo que es.
*
No me dejes.
Quiéreme. Uno con uno.
*
Como si al sentarse
a mi lado hubiera otro
ya sentado. Para
así poder
hacerte, en la mente,
para conocerte.
TRES
Ahora vienen con
uno en el medio—
un lado igual
que otro. ¿Sabe uno
quién es el otro
o simplemente caminan
con este eje entre los dos?
Aquí las formas cobran posibilidad.
*
Cuando o éste
o el otro se vuelven
elección, se da
este hecho de cosas.
Lo que había sido
acordado ahora
cambia a
dos y uno,
de todas maneras.
*
El primer
triángulo, de la forma,
de la gente,
sonó una
solitaria ocasión,
pienso—el
círculo comienza
aquí, intangible—
ya un nacimiento.
CUATRO
Este número para mí
significa comodidad, un seguro
hecho de cosas. La
mesa se levanta sobre
cuatro. El perro
camina cómodamente,
y dos por dos
no es un ejército
sino amigos que se quieren
unos a otros. Cuatro
es un cuadrado,
o un círculo pacifico,
que celebra la vuelta,
la reunión,
el triunfo del amor.
*
La carta del cuatro
de corazones tiene que
significar experiencia duradera
de vida. Qué otro
significado podría tener.
*
Es una puerta,
el cuarto—pero
quién entra.
*
Abstracto—sí, como
dos y dos
cosas, cuatro cosas—
uno y tres.
CINCO
Dos con
dos ahora
con otro
en el medio
o si no
al lado
*
Desde cada una
de las cuatro
esquinas traza
una línea a
su punto
contrario. Donde
se crucen
estará
el cinco.
*
Cuando era joven éste era
un número que usaba
para contar y
para imaginar un grupo
útil. De alguna manera el uno
sobrante—el que es más que cuatro—
me confirmaba que habría
suficiente. Doses y treses o
uno y cuatro es mucho.
*
Una forma de dibujar estrellas.
SEIS
Trenzando
como formas suyas
dos y tres—
en el sexto
día había terminado
toda creación—
de ahí lo sagrado—
o que el sol
está “lo más alejado del
ecuador & parece
detenerse, antes
de volver...”
o porque “contiene
el primer número par
(2), y el primer número
impar (3), el primero representa
el miembro masculino, y el último
la muliebris pudenda...”
O dos triángulos entrelazados.
SIETE
Somos siete, retumba en
mi cabeza como una pesadilla de
responsabilidad—siete
días de la semana, siete
años hasta la crisis de la
inequívoca relación.
*
Mira
a
la
luz
de
esta
hora.
*
Nací a las siete de
la mañana y mi
padre tenía un monumento
de piedra, una columna, justo
a la entrada del
hospital, del que era director.
*
Entre seises
y sietes—el bolígrafo
perdido, el papel:
una noche de borrachera
a muerte. Por qué
la muerte de algo ahora
tan cerca si este
número es sagrado.
¿Son todos
los números uno?
Es contar para siempre
empezar de nuevo.
*
Que éste sea el fin del siete.
OCHO
Di “ocho”—
sé paciente.
Dos cuatros
muestran el camino
*
Sólo este número
marca el ciclo—
el intervalo de ocho años—
porque esa confluencia
hace que la luna llena brille
en el día más largo
o en el más corto
del año
*
Ahora se apaga el verano.
Agosto, su mes—
este intervalo.
*
Tiene ocho
años, lleva
un gatito, y
me observa.
*
Dónde estás.
Una mesa.
Una silla.
*
Cuenta el intervalo en finas líneas.
El ocho hace que el tiempo espere en silencio.
*
No hay vuelta atrás—
aunque la mitad sea
cuatro y
la mitad otra vez
dos.
*
Oct-
ag-
on-
al.
NUEVE
No hay lugar
para el descanso aquí.
Flaquea,
refleja múltiplemente
el tres
por tres.
Como un espejo
vuelve aquí
estando ahí.
*
Tal vez
implícito en el énfasis—
una y otra vez—
“tríada de tríadas”
“triplemente sagrado y perfecto
número—¿eso
qué resuelve—
en la cambiante
y decadente contención?
*
De alguna manera el juego
en el que una cáscara de nuez cubre
un objeto, una
moneda o una piedra, y
la mano es más
rápida que el ojo—
cómo es que hay nueve,
y no tres
oportunidades, a no ser que
pudiera haber tres
ideas de ello, y son dos
los que juegan—
dando seis, pero
el mundo es real también
en sí mismo.
*
Más. Los nueve meses
de espera que descubren
la vida o la muerte—
otra vida o muerte—
ni la tuya ni
la mía, mientras miramos.
*
La disminución en
serie o la progresión de
los productos que me
ayudaban a recordar:
nueve por dos uno-ocho
nueve por nueve es ocho-uno—
a cada final,
in entonces hacia delante, hacia
atrás, y los mismos
números aparecerán.
*
Qué ley
o
misterio
implicado
se protege
a sí mismo.
CERO
¿Dónde estás—tú, que
al no estar aquí
estás aquí, pero aquí
al no estar aquí?
Con la realidad no hay trucos—
una mente
lo consigue, cualquier
mente. Pasas
por los años en una
nada, un no
lugar que conozco tan bien como
el último aliento
que tomé, exhalando el humo
de una boca
que tampoco irá a ninguna parte,
pues ha encontrado su camino.
*
Leyendo que los sistemas primitivos
parecen volver de forma natural
a uno, después de diez—
pero esto no es diez—de
la nada, uno, para volver a eso—
los americanos lo dicen de forma graciosa—
alguien escribió un poema acerca de ello—
acerca de no “hacer nada”— ¿Qué más
deberían, pueden, hacer?
*
Eso que
al ser no
es—es no
al ser.
*
Cuando los agujeros sepan bien
los pondremos e el pan.
(Traducción del inglés por Marcos Canteli)
Perteneciente al libro PEDAZOS. Bartleby Editores. Madrid 2005
A Poem
If the water forms
the forms of the weeds, there—
a long life is not by that
a necessarily happy one.
My friend. We
reckon on a simple
agreement,
the fashion of a stone
underground.
A Wicker Basket
Comes the time when it’s later
and onto your table the headwaiter
puts the bill, and very soon after
rings out the sound of lively laughter--
Picking up change, hands like a walrus,
and a face like a barndoor’s,
and a head without any apparent size,
nothing but two eyes--
So that’s you, man,
or me. I make it as I can,
I pick up, I go
faster than they know--
Out the door, the street like a night,
any night, and no one in sight,
but then, well, there she is,
old friend Liz--
And she opens the door of her cadillac,
I step in back,
and we’re gone.
She turns me on--
There are very huge stars, man, in the sky,
and from somewhere very far off someone hands
me a slice of apple pie,
with a gob of white, white ice cream on top of it,
and I eat it--
Slowly. And while certainly
they are laughing at me, and all around me is racket
of these cats not making it, I make it
in my wicker basket.
Age
Most explicit--
the sense of trap
as a narrowing
cone one’s got
stuck into and
any movement
forward simply
wedges once more--
but where
or quite when,
even with whom,
since now there is no one
quite with you--Quite? Quiet?
English expression: Quait?
Language of singular
impedance? A dance? An
involuntary gesture to
others not there? What’s
wrong here? How
reach out to the
other side all
others live on as
now you see the
two doctors, behind
you, in mind’s eye,
probe into your anus,
or ass, or bottom,
behind you, the roto-
rooter-like device
sees all up, concludes
“like a worn-out inner tube,"
“old," prose prolapsed, person’s
problems won’t do, must
cut into, cut out . . .
The world is a round but
diminishing ball, a spherical
ice cube, a dusty
joke, a fading,
faint echo of its
former self but remembers,
sometimes, its past, sees
friends, places, reflections,
talks to itself in a fond,
judgemental murmur,
alone at last.
I stood so close
to you I could have
reached out and
touched you just
as you turned
over and began to
snore not unattractively,
no, never less than
attractively, my love,
my love--but in this
curiously glowing dark, this
finite emptiness, you, you, you
are crucial, hear the
whimpering back of
the talk, the approaching
fears when I may
cease to be me, all
lost or rather lumped
here in a retrograded,
dislocating, imploding
self, a uselessness
talks, even if finally to no one,
talks and talks.
Kore
As I was walking
I came upon
chance walking
the same road upon.
As I sat down
by chance to move
later
if and as I might,
light the wood was,
light and green,
and what I saw
before I had not seen.
It was a lady
accompanied
by goat men
leading her.
Her hair held earth.
Her eyes were dark.
A double flute
made her move.
“O love,
where are you
leading
me now?”
America
America, you ode for reality!
Give back the people you took.
Let the sun shine again
on the four corners of the world
you thought of first but do not
own, or keep like a convenience.
People are your own word, you
invented that locus and term.
Here, you said and say, is
where we are. Give back
what we are, these people you made,
us, and nowhere but you to be.
Water Music
The words are a beautiful music.
The words bounce like in water.
Water music,
loud in the clearing
off the boats,
birds, leaves.
They look for a place
to sit and eat—
no meaning,
no point.
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