viernes, 8 de julio de 2011

4106.- ALBERTO DÍAZ-VILLASEÑOR


Alberto Díaz-Villaseñor nació en 1959 en Peñarroya-Pueblonuevo (Córdoba), donde reside y donde es profesor de Francés en el IES Alto Guadiato. Es poeta, novelista, poeta visual y periodista. Tiene publicado el libro de poesía "Illo tempore" (col. Chomún, Málaga 1995), y la novela corta "El tesoro de los franceses" (ed. Almuzara, Córdoba 2008). Ha participado en el ciclo poético "Los versos del Sol" (Córdoba, enero 2009), y como poeta visual en la edición de 2008 de la muestra universal "Cosmopoética" (Córdoba, abril 2008). Ha participado en la publicación colectiva de relatos breves "Córdoba cuenta" (Córdoba, mayo 2008). Premiado con el primer premio de relato corto en la V (2005) y en la IX (2008) ediciones del certamen literario "Vivir en el Guadiato". Premiado con el primer premio en la VIII edición del certamen de relato "Sierra de Villaviciosa" (2009) Creador y divulgador de poesía visual, imparte conferencias sobre este ámbito artístico. Como investigador literario es miembro del grupo PAI de la Universidad de Córdoba “Andalucía Literaria”, habiendo publicado con este grupo el libro "El universo literario del Duque de Rivas" (Ed. : Alfar, Sevilla 2009). Con este grupo ha participado en 2008 en unas jornadas de la Universidad de Córdoba sobre "Problemas de creación y edición en nuestros días". Ha publicado un estudio sobre las influencias francesas en El Quijote, en la revista de investigación pedagógica Cuzna. Periodista, articulista de opinión en el diario CÓRDOBA. Redactor de la revista Sierra Albarrana. Previamente, redactor y colaborador en diversos medios de comunicación locales y comarcales, tanto escritos como radiofónicos. Ha organizado y dirigido cuatro congresos de francés y ha recibido del Gobierno de Francia la Orden de Caballero de las Palmas Académicas.
Publicaciones
"El tesoro de los franceses". Narrativa. 2008.

Otras publicaciones
"Poetas docentes en el aula. Miradas poéticas sobre textos del 27". Poesía. 2008.
"Córdoba cuenta". Narrativa. 2008.
"Vías de escape". Poesía. 2009.
"Illo tempore". Poesía. 1994.

Premios
Primer premio de relato corto "Vivir en el Guadiato". 2005. Narrativa. Mancomunidad de municipios del Valle del Guadiato.
Primer premio de relato corto "Vivir en el Guadiato". 2008. Narrativa. Mancomunidad de municipios del Valle del Guadiato.
Primer Premio VIII edición del certamen de relato corto "Sierra de Villaviciosa". 2009. Narrativa. Ayuntamiento de Villaviciosa.



Breve Antología de:
Alberto Díaz-Villaseñor


LA CHICA DEL BUFFALO GRILL

(Del libro “Apuntes de Lutecia: vías de escape”)

Cuando llueve en domingo
y París te sonríe
una chica se calza
de medias y tacones.

¿Qué se oculta, perdido,
en la ducha del alba?
¿Qué recuerdo se escurre
por su cuerpo de seda?
Atrás, sobre la cama,
su amante ronca un beso
que el deseo le dejó
como sola propina.

Cuando llueve en París
y el reloj da las doce
comensales con prisa
la espían de soslayo.
El filete de búfalo
empaña sus miradas
pero ella sonríe, bella,
vestida de manteles.

La chica va en volandas,
calcetines bajados,
y su olor reconforta
como un bistec poco hecho.










JAZZ DE SUBTERRÁNEOS

(Del libro “Apuntes de Lutecia: vías de escape”)

Si la tarde te cae
gris, como una losa;
como un suspiro gris
y humo de autobuses
busca de París el fondo,
el fondo más al fondo
de escaleras y sótanos
por el puente de Alejandro.

Busca aquel subsuelo
de garitos de angustia
donde el jazz de los negros
se hizo patria y lodo
después que chansonniers
y poetas borrachos
vomitaran su alma
perdida de entreguerras.

Huye, si es ya tarde,
de pirámides de estafa
que sólo te conducen
derecho a una taquilla
buscando otro subsuelo
de cuadros y jarrones
y naturalezas muertas.

Si te encuentra la noche
con un whisky en la mano
y John Coltrane, Miles Davis
o acaso Aretha Franklin
del Sena resucitan
como ratas de barco,
mon ami, has triunfado,
tutéale a los dioses
de perlas y de ébano
y ofrece el mejor trago
(que suele ser el último)
en sacrificio divino.

París comprenderá
y te será propicio.












FEMMES

(Del libro “Apuntes de Lutecia: vías de escape”)

Porque París es mujer
en sus macetas de barrio
o en el metro muchacha
descolorida, indefensa,
con melena, boina
o flequillo de cortina.

Porque París es hembra
que huele a primavera
de confiado regazo
y sonrisa cuyo espanto
es el origen del mundo.

Porque París son dos niñas
de uniforme colegial
corriendo de la mano
y sabiéndose vehículo
de esencias y misterios
que la geografía concede.

Porque es París ciudadana
que ni sabe ni contesta
al oculto piropo
que el rumor de un bus eleva
con derecho a circular.

Por eso París engendra
cada día sus auroras
de rojo carmín de labios
y mirada inteligente.











VÍAS DE ESCAPE

(Del libro “Apuntes de Lutecia: vías de escape”)

Un tapete verde al rojo
(lado izquierdo de rue Blanche según subes
desde plaza Trinidad).
Del club de bridge
destilan las ventanas
su rumor de naipes entreabiertos
como celosías de un prostíbulo de lujo.

Más arriba, o más abajo, según mires,
mutilados de guerra en asamblea extraordinaria
en su sede eligen presidente,
mejor, superviviente
frente a un cuartel de bomberos.
Aplauden ortopédicos, plas plas y aun guiñan
al incorrupto oficiante
el ojo sano
y se esparce un sahumerio de fúnebres pompas.

Escapas y no puedes
correr como en los sueños cuando alguien te persigue.

La oficina del paro cerró ya sus puertas
(la esperanza tiene horarios que deben respetarse).

Huir a rue Lepic
con sus macetas de flores y cuestas insulares
es la opción más sensata en las noches de insomnio.
Una última absenta apurada en La Galette
te aclara claramente, como a Toulouse-Lautrec,
el espectro impasible de aquel pasa-murallas
que salía de la cárcel saludando a la francesa.

Y es la noche París de alucinados fantasmas
con puertas y ventanas que se abren a tu paso
y se cierran de súbito como párpados que caen.

Intentar no caer en su fuerza centrípeta
en noches que cuelgan de copa su sombrero
en percheros abiertos a salas de cancán
es como elegir laberintos como vía de escape.











BERNARD PIVOT Y LA CEDILLA

(Bernard Pivot es un reconocido y polifacético showman)
(Del libro “Apuntes de Lutecia: vías de escape”)

Bernard Pivot juguetea
con las letras del idioma.
En el congreso reclama
atención al pavoneo,
caricato de conceptos.
La sala estalla en negrura
y en haces de luz dirigida.
Destellan los escalones
sus pupilas de emergencia.

Bernard Pivot cedillea,
carcajea, inventorrea,
pero hay mujeres remotas
soñando con el regreso.
Un eco se espolvorea
en el templo del idioma,
es Bernard que pivotea,
Pivot que rebernardea
y feliz chisporrotea
con acento circunflejo.

Dicta Bernard sus cedillas
de showman televisivo,
ríe, cae, caracolea
y con su guiño cursivo
hace fintas por la sala
sola de diccionarios.

Recién comienza el congreso
es un rumor la salida
invadida en mil revueltas
de repetidos pasillos.
Autobuses a Wagram,
metros hacia cualquier quai,
rumbo a lo bien conocido.












PIEDRA DE TOQUE

(Del libro: “Nuevo lapidario”)

Hay extraños veredictos
impuestos por los testigos.

La nobleza más antigua
es probada en los mercados.

Todo el valor de los héroes
se esfuma tras la derrota.

La razón de lo evidente
no aguanta una carcajada.

Más zafio es aún, que un beso
mida la verdad del sexo.











CANTO RODADO

(Del libro: “Nuevo lapidario”)

¿Cuándo empieza la eterna rodadura?
La libertad no nos sirve de nada
por sí misma, subyacente, aislada,
ebria de golpes, carne de rotura.

¿Dónde queda la carne desgastada
de la piedra en su andadura
acólita de vientos y fracturas,
vestida de piel erosionada?

Rodar es contemplarse destrozada,
sí, pero desatada de ataduras
expuesta a una libertad deliberada

inútil, dolorida, rota, oscura,
del mal exploradora, aventurada,
piedra feliz perdida en la espesura.











MINERAL

(Del libro: “Nuevo lapidario”)

Y seré mineral, cristal y polígono
vestido de tierra y sudario.

Y moriré como todos,
muerto de miedo y al miedo abandonado.

Cuando llegue la hora sacadme
al viento,
abrid las ventanas, las puertas
de mi casa.
Abridme los ojos si ya los he cerrado
por la fiebre o el coma,
abrídmelos y dejad que mire afuera,
al último rumor de los árboles,
al frío de la nieve y de mis manos,
al azul del cielo que me aguarda.
Derribad la pared o la reja, sacadme
al jardín o a la calle.

Porque si he de morir como todos,
muerto de miedo y de sueño eterno
no quiero barreras ni párpados
frente al aire o la lluvia.

No quiero entierros ni duelos al sol,
mis células deben ser polvo que atosiguen
la tierra
como un nuevo veneno en catálisis y abono.
Mis arterias y huesos serán mineral nuevo
y luego rocas,
piedra de otras casas, orgánica ciudad
de nueva planta.

Pero sacadme, sacadme, oh sí, sacadme
afuera.
Arrojadme a la vista de tormentas y acacias
sin prescripción facultativa.
Quitadme agujas y sondas transparentes,
quiero escapar sin ataduras.

Porque al morir quiero hacerlo como nadie,
desnudo bajo un árbol mirando de cara
a las nubes,
vestido con nuevas vestiduras
de mineral y de sueños.











BELLA

Te recorrieron, mujer,
te recorrieron
ocultos valles, mujer,
y tus llanuras.
Por blancos montes, mujer,
de terciopelo
te recorrieron, mujer,
y estabas bella.

Luego los dedos, mujer,
fueron de cuero
y esa mano, mujer,
antes amiga
un duro puño, mujer,
contra tus lágrimas.

Más tarde, un día, mujer,
no estabas bella.
Tu geografía, mujer,
valle y llanuras,
montes nevados, mujer,
se tornó roja.

Carne morada, mujer,
como estas lilas
que ya en tus manos, mujer,
en ramo acoges.

Enrojecida carne, mujer,
como la llama
de cirios blancos, mujer,
que hoy te rodean.

Tu carne en paz, mujer,
al fin de todo
y otra vez bella, mujer,
con ese rictus.





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