martes, 16 de noviembre de 2010

1943.- JAIRO PRIETO


Jairo Prieto



Venezuela. (Ocumare del Tuy, 1987). Estudiante de Comunicación Social en la Universidad Católica Santa Rosa.
Ha Participado en la V bienal internacional de literatura “Elías David Curiel” (Falcón- Venezuela 2006); al igual que en el XIV Encuentro Binacional de Escritores (Venezuela – Colombia) Gobernación Norte de Santander (San José de Cúcuta 2006) y, otras ferias nacionales.
Publicó en el 2006 el libro de poemas Cuánto pesa un río nadie nos edita editores / casa de bello. Primicias de huesos se encuentra en imprenta. Poemas suyos han sido traducidos al portugués







Para alguien que quiero mucho y no quiere ser nombrada
Existe una abejita que sigue el rumbo del aire
Ella quiere subsistir en la memoria de las calles
Ella es un monumento que se ha despedido a la turbación del miedo y la desconfianza
A ella la arrastra una decepción; pero esta abejita va llorando pasos, escurre su piel como alba por la mañana
Ella quiere ser eterna, ella esta aquí, ella adora el mar y detesta la soledad
Ay abejita, si tuviera las respuestas te las escribiera en el pecho
En tu alma prevalecerá la insuficiencia de la quietud
Yo vago por las calles y te encuentro distraída.
Sin saberlo, el destino nos untó para ser parte dúctil uno del otro.
Este gozo de ser amantes itinerantes, justarnos ola y arena para hacer el amor sin tiempo, improvisadamente pasan los días y, sé que más allá de mí existen otras praderas que quieres conocer; muchas más antiguas, más dadas; menos fatales,
en la sucesión del tiempo voy extrañándote como un viaje futuro.

Abejita de noche, abejita de tarde, abejita amante, abejita querida del licor, abejita de pecado
Eres una cerveza vista por un alcohólico sin plata
Abejita quieres ir al infierno, abejita llena de dudas; abejita tú mereces un gran poema, pero como escribirlo si esta en ti
Tu desnudez es la ondulación de la parsimonia hecha deseo
Todo se detiene ante ti, date cuenta que soy una de las tantas flores que les quitas el polen.
Date cuenta la proliferación del llanto en los días

Abejita, recuerda que en cada pradera renace un sueño.










¿Por qué quieres pasar por todas las aguas del mundo?


Por todas las aguas del río del mundo
quieres pasar, ¿Por qué ser viento en una montaña brisa?
Ríes, ríes de pena, de resignación.
Eres una cerveza vista por un alcohólico sin dinero.
Estás más resignada que la muerte.
Ojalá encuentres agua fresca, que te haga volar más allá de los 9 infiernos.
Sí, un poco más.
Y, si es hasta mí te recibiré contento.








Esta alba abre los brazos…

Esta alba abre los brazos y
se deshoja; desde su alma
cae en mí, desnuda, y,
oculta su antigua
lobreguez de pasos dados; ha de
permanecer presente
aquí, en este corazón que
se ha considerado
a su hermosura.









La Noche Anhelante

Al caer la tarde
llena de ruidos
inverosímiles.
Me pareció
Imprescindible
escuchar tu pecho
atiborrado de flores,
Pisoteada
por abejitas,


un viento
inalcanzable
más que
por mis besos
es
por el recuerdo.
Me quedé extasiado
con el olor
que se desprendía
de tus pezones
de pétalos de luz
Y
la noche
se encendía
a cada instante.
Con una hoguera
que
eran nuestros
cuerpos desnudos.
Así
nos disipamos,
uno
sobre el otro.
Dando vueltas
y
vueltas incongruentes
en un solo gemido.
Fuimos
desvaneciendo la tarde
hasta que
llegó la noche
Y
nuestros cuerpos
se fueron poniendo
como tizones
separados.
Poco a poco
la intensidad
se iba evaporando.
Las caricias
se fueron
apagando
Y
tus ojos
primero
se quedaron
dormidos,
doblaste
tu
cuello
contra la almohada
y tomaste mis manos
y las colocaste en tus nalgas
extasiadas
y acurrucaste
tu cuerpo junto al mío
y te quedaste dormida
y me invitaste
a meterme en tus sueños
Y
me comencé
a perder
dentro de
enmarañadas quimeras
a tu lado.
Oliéndote.





1

Para qué
buscarle forma al agua,
si es tu rostro
el que me trastoca
Esas delgadas
piernas tuyas
como ríos solemnes,
donde mis manos
pueden navegar
hasta la cueva púrpura
de las ilusiones.
Quién hace tanta bulla
en tus pechos acurrucados.
Para qué recordar
tormentos.
Yo voy constelado
para hacerte
un cielo colorido
de estrellas.
Dame el suspiro
de tus senos,
la complejidad
de tus besos,
la desnudez
de tus palabras,
tus embrujos multiplicados
Caminando
sobre el aire de
mi boca hasta acostarte
en mis vocablos
Y
así entrar
en la cueva de tus encantos.
Quién hace tanta bulla
en tus pechos
envilecidos.
Inventarte
es lo paradisíaco.

Saberme
de presencia tus lunares,
cada esquina
de tu cuerpo.
En mi memoria
hay una sala de
parto donde
amamanto tus
promesas
y no puedo ser
más dado
por perdido.
Tú seguirás
siendo tú
y yo
seguiré
creyéndome yo
en esta
savia inmensa.






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