jueves, 23 de junio de 2011

3984.- MAYO MUÑOZ


Mayo Muñoz. Nació en Illapel (Chile), en 1951. Libros publicados: Alambradas Rotas (1981); 56 kilos de carne y hueso (1984); Para criar cantando (1987); Homenajes de poetas chilenos a Ernesto Che Guevara (1997); 25 poetas de Arica-Iquique (1998); Norteamar (2004). Funda en 1996 y preside la Sociedad de Escritores de Tarapacá y dirige la revista El Tabacazo. Ha sido citado en Diccionario de la Literatura chilena (Efraín Szmulewicz). Es licenciado en Educación.




ROSA DE FUEGO

En nuestro territorio
tenemos encendida
aún la rosa
y juramos
que ni siquiera
la mordedura del hambre
ni los húmedos ladrillos
podrán tapiarla para siempre
en el foso del silencio.







¿QUIÉN ES?

¿Quién se esconde
tras anteojos oscuros
y derriba mi puerta
en la alta noche
De qué se nos acusa ahora
si ya no tenemos heredad,
¿De qué?, si de poco el dolor
lo fue anegando todo.

¡Ah, pero en nuestra miseria
no permitiremos insolencias.
No estamos afiliados al partido.
Sólo somos partidarios
de la vida y la alegría
y no podrán acallarnos
a menos que.







Elementos vitales

Los nocturnos que construyen el pan
amasarán también la greda humilde
y el hombre
que fabrica estrellas en su fragua
colmará el aire de campanas,
porque pan y belleza
son elementos vitales,
caminan con el ser
desde la infancia
y le acompañan
en la profunda intimidad
de su esperanza.








Dame tu boca

Dame tu boca me dijiste
y nuestro corazón se pobló
con desgarrada mansedumbre.
Allí comprendimos que el amor
era también mirar a nuestro lado
y fue tanto el dolor desparramado
sobre esta tierra oscura.
Fue tanta lágrima salada
La que empapó nuestra conciencia
y nuestros huesos
que un soplo de viento repentino
borró nuestras pisadas
y nos puso de pie para el combate.








Entrad en esta casa

¡Entrad en esta casa!- ¡Qué importa si no es
tuya ni mía! Aquí como en la última morada
no cabe adiós ni pertenencias. Entrad, aquí
podéis guareceros de la mano que os persigue,
del hambre que os aprieta, de la pena que os
aflige. Bebed de este vino. Entrad por esta
arteria al río interminable que como cascada
no herida por el tiempo, nos recorre
y crece, levantando banderas,
desatando jubiloso el canto,
desbordando combates.
Entrad. Aquí
como
en la
última
morada
No cabe adiós ni pertenencias. Bebed.
¡Bebed y alegraos por otro día más de vida!







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