sábado, 16 de julio de 2011

4196.- FELIPE SÉRVULO


FELIPE SÉRVULO. Jaén.
Licenciado en Historia por la Universidad de Barcelona, miembro de la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña. Miembro fundador del grupo y de la revista literaria Alga. Presidente de la asociación Cultural El Laberinto de Ariadna. Editor del pliego de poesía El Laberinto de Ariadna y coordinador de la revista electrónica del mismo nombre. Columnista de La Voz. Articulista de la revista cultural Ojos de Papel. Actualmente formo parte de la tertulia del Real Círculo Artístico y dirijo la del Ateneo , ambas en Barcelona. Tengo inéditos los libros: La Ciudad de Hielo, una incursión poética al norte de Europa en un tiempo pasado y La Pureza de la Tierra, acercamiento a los sucesos, en clave poética, ocurridos en julio de 1928 en el Cortijo del Fraile (Almería) y que dieron lugar al drama lorquiano de Bodas de Sangre.

Publicaciones
"Las noches del sur". Poesía. 1996.
"Casi la misma luz". Poesía. 1999.
"Cartografía de la materia". Poesía. 2005.

Otras publicaciones
"Hasta el límite de las violetas". Poesía. 1995.






De hasta el límte de las violetas


Córdoba

TE LO dije:
Había y un río y una calle.

Un poema que rondaba
Y casi ninguna palabra. Había
Un sabor vacío
De no tenerte. Apenas
Un humo y un deseo.

Pero no.

Llegará otro aliento,
La voz enronquecida
Y el tiempo que mueve
Y mata la tarde. Llegará
Otro silencio
Como carne viva.

Y entonces ya no estarás.

O estarás lejos.

Porque había otro camino
Y otro recuerdo.

Como el mismo río
Que siempre pasa.
Y otra calle,
El mismo poema
Que ronda,
Que se repite

Y te hace eterna.











De las noches del sur

Déjame grabado un sueño

SI ME llamas y no estoy
Déjame grabado un sueño.

Sea tu voz en bronce,
Y un pequeño dios
En las palabras.

Déjame

Las calles en rumor
Y el aliento sin mesura.

Déjame grabado uun sueño
Y sea Abril y los colores…

A mitad de esperanza
De tu verdad
Y en los límites de mi deseo.










De casi la misma luz

IV
YO TAMBIÉN he estado allí,
Donde habitan pájaros, palmeras,
El esplendor del sol,
El azul muy brillante y los sueños
Que se adentran más allá
Del rompeolas.

Luego la noche llena,
Frío y otros pasos diferentes
Sobre el mismo suelo:
Fanny, “Devórame por cinco mil”.

El malva de sus medias y la mirada
De paisajes perdidos.

Después de todo
La soledad no se detiene,
Rambla del Mar,
Ni en calles como esta.










IX

APARECIERON las horas,
Pero las horas eran tuyas
Y te volvían por el crepúsculo.
(Aquí sólo reina el tiempo,
Me dijiste,
Y los blancos rebordes
De las formas.)

Apareció el camino
Y pensé donde tu cuerpo,
Pero mis manos de nubes
Encontraron la lluvia,
Hielo en el patio
Y su cerezo seco.
(Hierve el mercurio
De la fiebre y la loba que baja y bordea la cama fría…)

Al levantarme,
encendí tu nombre y el candelabro de plata
para seguir viviendo.

Que al despertar,
Me confunde la aurora
Y la aurora al día
Y el día que te pierde.









XI

RESULTA que descubres
La palabra mayo
Y esperas las estaciones
Como una verdad.
Luego, la ciudad
Muestra su faz envejecida,
La multitud envolvente,
La calle inmensa que desanda los pasos…

(Al declinar la tarde
Vi al hombre del fez
Y a la mujer de los zarcillos,
Y supe por qué, extrañamente,
Se ama a distancia):








De la ciudad de hielo

EL HECHICERO, y su poder oculto,
Ha mentado tu nombre por dos veces
Y he vuelto al silencio
Para sentir el crepúsculo
Y la hojarasca.

Dondequiera que estés,
Me trae el aire
El aroma del espliego en flor,

Tristeza verde
Y soledad que callo.

Te lo juro hoy, que escampa el día
Y tanta vida queda por delante.

HE BUSCADO flor de saúco,
Al sentir tu nombre
Hasta la desesperación,
Porque morabas los sueños
Y temía no encontrarte
Al despertar.

Sobre las cuatro he visto
Al cegrí que viniera de Granada
Y me ha relatado la vieja historia
De la crisálida en el laberinto.

Está sobre un desierto Y el sol nunca se apaga.

El prodigio: verte la única noche
Que te haces mariposa.

DE OCURRIR la profecía,
No esperes más allá
Del medio atardecer.

Que vendrá el mal
De la región ignota
Donde nunca crece la sementera.
- Bésame ahora,
Que no queda ningún dios
En esta noche de locura -.










De la puerza de la tierra

YA NO
Amor, sólo si dormito
Vuelvo a ti. Ojalá
Lloviera ahora
Que sangra el sol
Y tanto abandono.

Y el viento que marchita.

Al cabo de las casas,
Ningún murmullo
Y las corolas amarillas. Ojalá
Lloviera ahora
Que escuece el recuerdo
Y que tanto madruga.

Ya no
Amor, sólo escombros
Y el tiempo que se pudre
Y se hace dulzón
Y se hace como de mármol
Negro.


1 comentario:

  1. Felipe Sérvulo es inmenso y sublime. Escribe a una suerte de nostalgia y melancolía dulce que -casi- deseas sentir esa tristeza del amor imposible.

    Gracias, Nando, por traerlo aquí.
    Sois dos poetas fuera de serie.

    Besos!!!

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