domingo, 15 de agosto de 2010

PAUL CELAN [456]



PAUL CELAN

Poeta rumano de origen judío nacido en Chernovtsi en 1920.

Creció en un ambiente familiar donde se manejaron varios idiomas, razón por la cual habló fluidamente el rumano, el alemán, el ruso el francés y el hebreo. En 1938 inició estudios de medicina en Paris y al estallar la II Guerra mundial regresó a Rumania donde fue condenado a trabajos forzados mientras sus padres morían en un campo de concentración. Liberado por los rusos en 1944, trabajó inicialmente como traductor y editor en Bucarest y Viena, para radicarse definitivamente en Paris donde obtuvo en 1950 la Licenciatura en Filología y Literatura por "L'Ecole Normale Superieure". Más tarde adquirió la nacionalidad francesa.
Considerado como el más importante poeta en lengua alemana de la posguerra, alcanzó la fama desde la primera publicación surrealista "Amapola y memoria" en 1952, gracias al lenguaje innovador y a su perfecta sintaxis.
Tradujo entre otros, a Rimbaud, Mandelstam, Michaux, Char, Valéry y Pessoa.
En 1960 obtuvo el premio Georg Büchner, y a partir de 1965 fue internado varias veces en un asilo psiquiátrico donde escribió varios textos en hebreo.
Se quitó la vida arrojándose al Sena en 1970

A una y otra mano...

A una y otra mano, allí
donde me crecían las estrellas, lejos
de todos los cielos, cerca
de todos los cielos:
¡Cómo
se vela allí! ¡Cómo
se nos abre el mundo a través
de nosotros!

Tú estás
donde tu ojo está, estás
arriba, estás
abajo, yo
encuentro salida.

Oh ese centro errante, vacío,
hospitalario. Separados,
te caigo en suerte, me
caes en suerte, uno del otro
caído, vemos
a través:

Lo
Mismo
nos ha
perdido, lo
Mismo
nos ha
olvidado, lo
Mismo
nos ha -

De "La rosa de nadie" 1963
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999





Aquí

Aquí -es decir, aquí donde la flor del cerezo quiere ser más negra que allí.
Aquí -es decir, esta mano que le ayuda a serlo.
Aquí -es decir, aquel barco en el que remonté el río de arena:
amarrado
fondea en el sueño que esparciste.

Aquí -es decir, un hombre que conozco:
sus sienes son blancas,
como las ascuas que apagó.
Me arrojó su vaso a la frente
y volvió,
pasado un año,
para besar la cicatriz.
Profirió su maldición y su bendición
y no volvió a hablar desde entonces.

Aquí -es decir, esta ciudad,
regida por ti y la nube,
desde sus tardes.

De "Umbral en umbral" 1955
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999







Argumentum e silentio

Para René Char

A la cadena atada
entre oro y olvido:
la noche.
Ambos quisieron prenderla.
Ambos consintió en su hacer.

Pon,
pon también ahora allí lo que quiere
albear del crepúsculo junto a los días:
la palabra sobrevolada de estrellas,
sobrebañada de mar.

A cada uno la palabra.
A cada uno la palabra que le cantó,
cuando la jauría le atacó por la espalda -
A cada uno la palabra que le cantó y quedó helada.

A ella, a la noche,
lo sobrevolado de estrellas, lo sobrebañado de mar,
a ella lo logrado al silencio,
cuya sangre no cristalizó cuando el colmillo del veneno
traspasó las sílabas.

A ella la palabra lograda al silencio.

Contra las otras que pronto,
prostituidas por las orejas de los desolladores,
también trepan por el tiempo y los tiempos,
testimonia por último,
por último, cuando sólo cadenas resuenan,
testimonia por la que allí yace
entre oro y olvido,
hermana de ambos de siempre -

¿Pues dónde
alborea, di, sino en ella,
que en la cuenca de su río de lágrimas
a los soles sumergiéndose la semilla muestra
una y otra vez?

De "Umbral en umbral" 1955
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999







Asís

Noches de Umbría.
Noches de Umbría con la plata del címbalo y de las hojas del olivo.
Noches de Umbría con el canto que hasta aquí trajiste.
Noches de Umbría con el canto.

Mudo cuanto ascendió a la vida, mudo.
Desocupa y vuelve a llenar los cántaros.

Cántaro de barro.
Cántaro de barro con el que creció la mano del alfarero.
Cántaro de barro que cerró para siempre la mano de una sombra.
Cántaro de barro con el sello de la sombra.

Cantos por doquier, cantos.
Deja que entre el borrico.

Borriquillo.
Borriquillo en la nieve que esparce la mano más desnuda.
Borriquillo ante el verbo que se cerró de golpe.
Borriquillo que come el sueño de la mano.

Brillo que a consolar no alcanza, brillo.
Los muertos, los muertos aún mendigan, Francisco.

De "Umbral en umbral" 1955
Versión de Felipe Boso







Bisiestos siglos...

Bisiestos siglos, bisiestos
segundos bisiestos
nacimientos, novembreantes, bisiestas
muertes,
en automáticos panales archivados
bits
on chips

El poema-menorá de Berlín,

(¿inasilado, in-
archivado, in-
asistido? ¿En
vida?),

estaciones de lectura en la palabra tardía,

puntas de llamas vigilantes
en el cielo,

perfil de crestas bajo el fuego

sensaciones, tejidas
por la helada,

arranque en frío-
con hemoglobina.

De "Compulsión de luz" 1970
Versión de José Ángel Valente







Canción a una dama en la sombra

Cuando la Taciturna llegue y decapite los tulipanes,
¿Quién saldrá ganando?
¿Quién saldrá perdiendo?
¿Quién se asomará a la ventana?
¿Quién pronunciará primero su nombre?

Alguien que es portador de mis cabellos.
Los lleva como se lleva a los muertos en las manos.
Los lleva como llevó el cielo mis cabellos aquel año en que amé.
Los lleva así por vanidad.

Ese saldrá ganando.
No saldrá perdiendo.
No se asomará a la ventana.
No pronunciará su nombre.

Es alguien que está en posesión de mis ojos.
Los tiene desde que se cierran los portones.
Los lleva en los dedos, como anillos.
Los lleva como añicos de fruición y zafiro:
era ya mi hermano en otoño;
y ya cuenta los días y las noches.

Ese saldrá ganando.
No saldrá perdiendo.
No se asomará a la ventana.
Pronunciará su nombre el último.

Es alguien que tiene lo que dije.
Lo lleva bajo el brazo, como un bulto.
Lo lleva como el reloj su peor hora.
Lo lleva de umbral en umbral, mas no lo arroja.

Ese no saldrá ganando.
Saldrá perdiendo.
Se asomará a la ventana.
Pronunciará su nombre el primero.

Será decapitado con los tulipanes.

De "Amapola y memoria" 1952
Versión de Felipe Boso







Ciégate para siempre...

Ciégate para siempre:
también la eternidad está llena de ojos-
allí
se ahoga lo que hizo caminar a las imágenes
al término en que han aparecido,
allí
se extingue lo que del lenguaje
también te ha retirado con un gesto,
lo que dejabas iniciarse como
la danza de dos palabras sólo hechas
de otoño y seda y nada.

De "Cambio de aliento" 1967
Versión de José Ángel Valente






Coagula

También tu
herida, rosa.

Y la astada luz
de tus búfalos rumanos
en lugar de una estrella
sobre el lecho de arena,
en el émbolo que habla,
el superrojoceniciento.

De "Cambio de aliento" 1967
Versión de Felipe Boso








Con todos los pensamientos me fui...

Con todos los pensamientos me fui
fuera del mundo: allí estabas tú,
mi sosegada, mi abierta, y-
nos recibiste.

¿Quién
dice que se nos murió todo
cuando se nos quebraron los ojos?
Todo despertó, todo comenzó.

Grande vino un sol flotando, radiantes
se le enfrentaron alma y alma, claras,
imperiosas le presilenciaron
su órbita.

Suve
se abrió tu seno, silente
subió un aliento al éter,
y lo que se hizo nube ¿no era,
no era forma y a partir de nosotros,
no era
tanto así como un nombre?

De "La rosa de nadie" 1963
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999







Corona

En mi mano el otoño come su hoja: somos amigos.
Extraemos el tiempo de las nueces y le enseñamos a caminar:
regresa el tiempo a la nuez.

En el espejo es domingo,
en el sueño se duerme,
la boca dice la verdad.

Mi ojo asciende al sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos palabras oscuras,
nos amamos como se aman amapola y memoria,
nos dormimos como el vino en los cuencos,
como el mar en el rayo sangriento de la luna.

Nos mantenemos abrazados en la ventana, nos ven desde la calle:
tiempo es de que se sepa,
tiempo es de que la piedra pueda florecer,
de que en la inquietud palpite un corazón.
Tiempo es de que sea tiempo.

Es tiempo.

De "La arena de las urnas" 1948
Versión de José Ángel Valente







Cristal

No busques en mis labios tu boca,
ni en la puerta al extraño,
ni en el ojo la lágrima.

Siete noches más arriba
pasa el rojo hacia el púrpura,
siete corazones más adentro
insiste la mano en la puerta,
siete rosas más tarde
se escucha el rumor de la cisterna.

De "Amapola y memoria" 1952
Versión de José María Pérez Gay







Cualquier piedra que levantes...

Cualquier piedra que levantes-
desnudas
a los que piden la salvaguardia de las piedras:
desnudos
renuevan el entramado desde hoy.

Cualquier árbol que abatas-
armas
el lecho en donde
las almas nuevamente se acumulan,
como si no temblase
a su vez este
eón.

Cualquier palabra que pronuncies-
das las gracias
a la corrupción.

De "Umbral en umbral" 1955
Versión de José Ángel Valente







De oscuridad en oscuridad

Abriste los ojos -Veo vivir mi oscuridad.
La veo hasta el fondo:
aún allí es mía y vive.

¿Traslada como tal a la otra orilla? ¿Se despierta al hacerlo?
¿De quién es esta luz que sigue mi paso,
para que apareciera un barquero?

De "Umbral en umbral" 1955
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999







De viaje

Hay una hora que hace del polvo tu escolta,
de tu casa en Paris, lugar de sacrificio de tus manos,
de tu ojo negro, el más negro ojo.

Hay una estancia donde un tiro de caballos se detiene para tu corazóm.
Tu cabello quisiera ondear en el viento cuando te vas - eso le está prohibido.
Los que quedan y hacen signos de adiós no lo saben.

De "Amapola y memoria" 1952
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999







Elogio de la lejanía

En la fuente de tus ojos
viven las redes de los pescadores de la mar del extravío.
En la fuente de tus ojos
el mar cumple su promesa.
Aquí arrojo yo,
un corazón que se detuvo entre los hombres,
mi ropa y el esplendor de un juramento:

Más negro en lo negro, más desnudo voy.
Sólo infidente soy fiel.
Yo soy tú si yo soy yo.

En la fuente de tus ojos
desvarar suelo y sueño un rapto.

Una red prendió una red:
nos separamos enlazados.

En la fuente de tus ojos
un ahorcado estrangula la soga.

De "Amapola y memoria" 1952
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999







En los ríos, al norte del futuro...

En los ríos, al norte del futuro,
tiendo la red que tú
titubeante cargas
de escritura de piedras,
sombras.

De "Cambio de aliento" 1967
Versión de José Ángel Valente







Esa única...

Esa única
noche
de estrellas
propias.

Enhebrada de aliento de cenizas
hora va, hora viene,
por el sombreado de los párpados
de ojos cerrados de sueño,
reafilados
en almas
finas como flechas,
enmudecidas en la plática
con tartaleantes
carcajes con barbas
de algas aéreas.

Una colma
concha de luz pasa
por una conciencia.

De "Soles filamentos" 1968
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999







Estaba...

Estaba
la pizzca de higo en tu labio,

estaba
Jerusalén anuestro alrededor,

estaba
el aroma de los pinos albares
sobre el barco danés que regraciamos,

yo estaba en ti.

De "Estancia del tiempo" Poesía póstuma
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999








Fuga de la muerte

Negra leche del alba la bebemos al atardecer
la bebemos a mediodía y en la mañana y en la noche
bebemos y bebemos
cavamos una tumba en el aire no se yace estrechamente en él
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus
mastines
silba a sus judíos hace cavar una tumba en la tierra
ordena tocad para la danza

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos en la mañana y al mediodía te bebemos al atardecer
bebemos y bebemos
Un hombre habita en la casa juega con las serpientes escribe
escribe al oscurecer en Alemania tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita cavamos una tumba en el aire no
se yace estrechamente en él
Grita cavad unos la tierra más profunda y los otros cantad sonad
empuña el hierro en la cintura lo blande sus ojos son azules
cavad unos más hondo con las palas y los otros tocad para la
danza

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía y la mañana y al atardecer
bebemos y bebemos
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita él juega con las serpientes
Grita sonad más dulcemente la muerte la muerte es un maestro
venido de Alemania
grita sonad con más tristeza sombríos violines y subiréis como
humo en el aire
y tendréis una tumba en las nubes no se yace estrechamente allí

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos a mediodía la muerte es un maestro venido de
Alemania
te bebemos en la tarde y la mañana bebemos y bebemos
la muerte es un maestro venido de Alemania sus ojos son azules
te hiere con una bala de plomo con precisión te hiere
un hombre habita en la casa tus cabellos de oro Margarete
azuza contra nosotros sus mastines nos sepulta en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro venido
de Alemania
tus cabellos de oro Margarete
tus cabellos de ceniza Sulamita

De "Amapola y memoria" 1952
Versión de José Ángel Valente








Había tierra en ellos...

Había tierra en ellos y
cavaban.

Cavaban y cavaban y pasaba así
el día y pasaba la noche. No alababan a Dios
que, según les dijeron, quería todo esto,
que, según les dijeron, sabía todo esto.

Cavaban y nada más oían;
y no se hicieron sabios ni inventaron un canto
ni imaginaron un lenguaje nuevo.
Cavaban.

Vino una calma y vino una tormenta
y todos los océanos vinieron.
Yo cavo y tú cavas e igual cava el gusano
y aquel remoto canto dice: cavan.

Oh uno, oh nadie, oh ninguno, oh tú:
¿Adónde iba si hacia nada iba?
Oh, tú cavas y yo cavo, yo me cavo hacia ti,
y en el dedo se nos despierta el anillo.

De "La rosa de nadie" 12963
Versión de José Ángel Valente







Habla también tú...

Habla también tú
sé el último en hablar,
di tu decir.

Habla-
Pero no separes el No del Sí.
Y da a tu decir sentido:
dale sombra.

Dale sombra bastante,
dale tanta
cuanta en torno de ti tú sabes extendida entre
medianoche y mediodía y medianoche.

Mira en torno:
ve cómo alrededor todo se hace viviente
¡En la muerte! ¡Viviente!
Dice la verdad quien dice sombra.

Pero se estrecha ahora el lugar donde estás:
¿Adónde ahora, despojado de sombra, adónde?
Asciende. Tanteante, asciende.
Te haces más sutil, más irreconocible, más fino.

Más fino: un hilo
por el que quiere descender la estrella
para abajo nadar, al fondo,
donde se ve brillar: sobre móviles dunas
de palabras errantes.

De "Umbral en umbral" 1955
Versión de José Ángel Valente







Los años de ti a mí

De nuevo se ondula tu cabello cuando lloro. Con el azul de tus ojos
cubres la mesa de nuestro amor: un lecho entre verano y otoño.
Bebemos lo criado por alguien que no era yo, ni tú, ni un tercero:
saboreamos algo vacío y último.

Nos vemos en los espejos del mar profundo y nos pasamos más de prisa las viandas:
la noche es la noche, comienza con la mañana,
me tiende junto a ti.

De "Amapola y memoria" 1952
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999








Los cántaros

Para Klaus Demus

En las largas mesas del tiempo
beben los cántaros de Dios.
Beben hasta el fondo los ojos de los videntes y
los ojos de los ciegos,
los corazones de las sombras imperantes,
la mejilla hundida de la tarde.
Son los más poderosos bebedores:
igual se llevan a la boca lo vacío que lo lleno
y no rebosan de espuma como tú o yo.

De "Amapola y memoria" 1952
Versión de José Ángel Valente







Mandorla

En la almendra -¿qué hay en la almendra?
La Nada.
La Nada está en la almendra.
Allí está, está.

En la Nada -¿quién está? El Rey.
Allí está el Rey, el Rey.
Allí está, está.

Bucle de judío, no llegarás al gris.

Y tu ojo -¿dónde está tu ojo?
Tu ojo está frente a la almendra.
Tu ojo frente a la Nada está.
Apoya al rey.
Así está allí, está.

Bucle de hombre, no llegarás al gris.
Vacía almendra, azul real.

De "La rosa de nadie" 1963
Versión de José Ángel Valente







Marianne

Sin lilas, tu cabello, tu cara, cristal de espejo.
De ojo en ojo pasa la nube, como Sodoma hacia Babel:
como fronda destroza la torre y brama en redor del zarzal de azufre.
Entonces te brinca un relámpago en torno a la boca -esa cañada con los restos del violín.
¡Con níveos dientes alguien mueve el arco: Oh más bellas se oyeron las cañas!

Amada, también tú eres la caña y nosotros la lluvia;
un vino sin par tu cuerpo y nosotros copeamos los diez;
una barca en el cereal tu corazón, la bogamos noche adelante;
un cantarito de cielo, así retozas ligera sobre nosotros que dormimos...
Delante de la tienda desfila la centuria y entre copas te llevamos al sepulcro.
Entonces tintinea sobre las losas del mundo el duro tálero de los sueños.

De "Amapola y memoria" 1952
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999







No es ya...

No es ya
esa
gravedad, cayendo
a veces contigo
en la hora.
Es otra.

Es el peso que retiene el vacío
que iría
contigo.
Como tú, no tiene nombre. Tal vez
seáis lo mismo. Tal vez
un día también tú me nombres
así.

De "La rosa de nadie" 1963
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999







No obres de antemano...

No obres de antemano,
no envíes nada fuera,
mantente
dentro:

transfundido de nada,
libre de cualquier
plegaria,
sutilmente acordado según
la pre-inscripción
insuperable,

yo te acojo
en lugar de toda
paz.

De "Compulsión de luz" 1970
Versión de José Ángel Valente







Oí decir que en el agua...

Oí decir que en el agua
hay una piedra y un círculo
y sobre el agua una palabra,
que pone el círculo en torno a la piedra.

Yo miré mi álamo descender hacia el agua,
miré cómo su brazo se alargó hacia la hondura,
miré sus raíces vueltas al cielo implorando noche.

Yo no corrí tras ellas,
sólo recogí del suelo esa migaja
que tiene de tu ojo la figura y la nobleza,
te quité del cuello la cadena de los dichos
y con ella adorné la mesa donde yace la migaja.

Y ya no vi más a mi álamo.

De "Umbral en umbral" 1955
Versión de Pablo Oyarzun







¿Por qué este brusco hogar, medio afuera, medio adentro?...

¿Por qué este brusco hogar, medio afuera, medio adentro?
Yo puedo sumergirme en ti, mira, como un glaciar,
tú misma asesinas a tus hermanos:
antes que ellos
estuve contigo, Neviscada.

Echa tus tropos
al resto:
uno quiere saber
por qué no estuve
ante Dios de otro modo que ante ti,

uno quiere ahogarse dentro,
dos libros en lugar de los pulmones,

uno que se punzó en ti
insufla la punzada,

uno que fue para ti el más cercano,
se extravía a sí mismo,

uno adorna tu estirpe
con tu traición y la suya,

tal vez
era yo cada uno

De "Parte de nieve" 1971
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999







Que seas como tú...

Que seas como tú, siempre.
Stant vp Jherosalem inde
erheyff dich *.

También quien cortó la ligazón contigo,

inde wirt
erluchtet**

la anudó de nuevo, en la remembranza

trozos de fango tragué, en la torre,

lenguaje, lindero de tinieblas

kumi
ori***

* Lévantate, Jerusalén
y álzate.

** y relumbra

***Álzate
relumbra.

De "Compulsión de luz" 1970
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999







Reja de lenguaje

Redondez del ojo entre los barrotes.

El párpado, animal ciliar,
boga hacia arriba,
deja libre una mirada.

Iris, nadadora, sin sueños, sombría:
el cielo, gris-corazón, ha de estar cerca.

Sesgada, en la férrea arandela,
la tea humeante.
Por el sentido de la luz
adivinas el alma.

(Si yo fuera como tú, si tú fueras como yo.
¿No estuvimos
bajo un alisio?
Somos extraños.)

Las losetas. Encima,
bien juntos, los dos
charcos gris-corazón:
dos
bocanadas de silencio.

De "Reja de lenguaje" 1959
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999







Salmo

Ya nadie nos moldea con tierra y con arcilla,
ya nadie con su hálito despierta nuestro polvo.
Nadie.

Alabado seas, Nadie.
Queremos por tu amor
florecer
contra
ti.

Una nada
fuimos, somos, seremos,
floreciendo:
rosa de
nada, de nadie.

Con
el pistilo almalúcido,
cielo desierto el estambre,
la corola roja
de la palabra purpúrea que cantamos
sobre, o sobre
la espina.

De "La rosa de nadie" 1963
Versión de José Ángel Valente






Shibboleth

Junto a mis piedras
crecidas bajo el llanto
tras las rejas,

me arrastraron
al medio del mercado,
allá,
donde se iza la bandera, a la que
no he prestado nunca juramento.

Flauta,
flauta doble en la noche:
piensa el sombrío
y doble rojo
en Viena y en Madrid.

Pon tu bandera a media asta,
recuerdo.
A media asta
hoy para siempre.

Corazón:
dalo también aquí a conocer,
aquí, en medio del mercado.
Haz que resuene, el shibbólet,
en lo extranjero de la patria.
Febrero. No pasarán.

Unicornio:
sabes de las piedras,
sabes de las aguas,
van,
te llevo
hacia las voces
de Extremadura.

De "Umbral en umbral" 1955
Versión de José Ángel Valente







Sueño y sustento

El aliento nocturno es tu sábana,
la tiniebla se acuesta a tu lado.
Los tobillos te roza, las sienes;
te despierta a la vida y al sueño,
te rastrea en el verbo,
en el deseo, en las ideas,
duerme con cada una de ellas
y te atrae con halagos.
Te peina la sal de las pestañas,
te la sirve a la mesa,
les escucha a tus horas la arena
y la pone a tu alcance.
Y aquello que era cuando rosa era,
sombra y agua, te lo escancia.

De "Amapola y memoria" 1952
Versión de Felipe Boso







Tardío y profundo

Maligna como palabra de oro esta noche comienza.
Comemos las manzanas de los mudos.
Hacemos un trabajo que bien puede dejarse a su fortuna;
en pie permanecemos en el otoño de nuestros tilos, como rojas
banderas pensativas,
como abrasados huéspedes del Sur.
Juramos por Cristo el Nuevo desposar el polvo con el polvo,
el pájaro con el zapato vagabundo,
el corazón con la escalera de agua...
Hacemos ante el mundo los santos juramentos de la arena,
juramos con gusto,
juramos en voz alta desde los techos del sueño sin imágenes
y agitamos la blanca cabellera del tiempo...

Ellos nos gritan: ¡Blasfemáis!

Desde hace tiempo lo sabemos.
Desde hace tiempo lo sabemos: ¿qué importa?
Vosotros moléis en los molinos de la muerte la blanca harina de
la Promesa
y la ofrecéis a nuestros hermanos y a nuestras hermanas.

Nosotros agitamos la blanca cabellera del tiempo.

Vosotros censuráis: ¡Blasfemáis!
Lo sabemos de sobra,
que venga sobre nosotros la culpa
que venga sobre nosotros la culpa de todas las señales de peligro,
que venga el mar burbujeante,
el viento acorazado del retorno,
el día de la medianoche,
que venga lo que no ha sido todavía.

Que venga un hombre de la tumba.

De "Amapola y memoria" 1952
Versión de José Ángel Valente








Tenebrae

Estamos próximos, Señor,
próximos y apresables.

Ya apresados, Señor,
uno en otro enzarzados, como
si la carne de cada uno de nosotros fuese
tu carne, Señor.

Ora, Señor,
invócanos,
estamos próximos.

Ladeados por el viento íbamos,
caminábamos para inclinarnos
sobre la zanja y la oquedad.

Al abrevadero íbamos, Señor.

Era sangre, era
lo que tú has derramado, Señor.

Brillaba.

Nos arrojó tu imagen a los ojos, Señor.
Los ojos y las bocas tan abiertos están, tan vacíos, Señor.

Hemos bebido, Señor,
la sangre con la imagen que en ella estaba, Señor.

Ora, Señor.
Estamos próximos.

De "Reja de lenguaje" 1959
Versión de José Ángel Valente







Toda la vida

Los soles del sueño ligero son azules como tu cabello una hora antes del amanecer.
También ellos crecen rápido como la hierba sobre la tumba de un pájaro.
También los enreda el juego que jugamos como ensueño en los barcos del placer.
En las rocas calcáreas del tiempo también los encuentran los puñales.

Los soles del sueño profundo son más azules: así fue tu cabellera sólo una vez.
Yo, viento nocturno, me demoraba en el seno venal de tu hermana.
Tu cabello colgaba en el árbol sobre nosotros, pero tú no estabas.
Nosotros éramos el mundo y tú eras un zarzal ante las puertas.

Los soles de la muerte son blancos como el cabello de nuestro hijo:
se elevó de las aguas cuando armaste una tienda en la duna.
Alzó sobre nosotros el cuchillo de la dicha con ojos apagados.

De "La arena de las urnas" 1948
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999







Tú con la palabra que yo dije...

Tú con la palabra que yo dije,
tú con tu silencio,
tú contigo misma
en el mundo su-
bi-
da,

tú mi amor:

perdida, extra-
viada, una
y ora vez
regresada en el dolor: es

tarde.

Ayúdame,
ayúdate,
ayuda.

El camino de horas anduvo lo que dije.
El camino de horas anduvo lo que callé.
Anduvo y anduviste,
por lo infinito anduviste,
hacia delante y hacia atrás,
hacia ninguna parte, hacia la palabra, hacia allí.

Deja.
Un nombre se te abre,
otro:
quédate.

De "La rosa de nadie" 1963
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999








Tu cabello sobre el mar

También tu cabello vuela sobre el mar con el enebro dorado.
Con él se vuelve blanco, entonces lo tiño de azul-piedra:
el color de la ciudad donde al final fui arrastrado hacia el sur...
Con jarcias me amarraron Ya cada una ataron una vela
y me escupieron Con sus bozos brumosos y cantaron:
«¡Oh atraviesa la mar!»
Yo sin embargo pinté como una barca mis alas con púrpura
y con mi estertor dime brisa y antes que durmieran me hice a la mar.
Tus rizos, ahora, debía teñírtelos en rojo, pero me gustan azul-piedra:
¡Ay, ojos de la ciudad, donde caí y fui arrastrado hacia el sur!
Con el enebro dorado vuela también tu cabello sobre el mar.

De "Amapola y memoria" 1952
Versión de José Luis Reina Palazón
Obras completas - Editorial Trota 1999






Tubinga, enero

A la ceguera per-
suadidos ojos.
Su -«un
enigma es
manantía pureza»- su
recuerdo de
flotantes hölderlinianas torres en
un vuelo circular de gaviotas.

Visitas de carpinteros ahogados con
estas
sumergidas palabras:

Viniera,
viniera un hombre,
viniera un hombre al mundo, hoy, llevando
la luminosa barba de los
patriarcas: debería,
si de este tiempo
hablase, de-
bería
tan sólo balbucir y balbucir
continua, continua-
mente.
(«Pallaksch, Pallaksch.»)

De "La rosa de nadie" 1961
Versión de José Ángel Valente








Una hoja sin árbol

Una hoja, sin arbol
para Bertold Brecht:

¿Qué tiempo es éste
en el que una conversación
es casi un crimen
porque incluye
tantas cosas explícitas?

De "Parte de nieve" 1971
Versión de José Ángel Valente




Poesía después de Auschwitz: «Todesfuge», de Paul Celan
 
Traducción y comentarios por
Santiago Martín Arnedo
 
 
Friederike Schrager se empeñó, enamorada como estaba de la lengua y la literatura alemana, en que en casa su pequeño, Paul, creciera en esa lengua. El padre por su parte lo educó en el hebreo y en el Antiguo Testamento, de suerte que esta familia judía de origen rumano, cultivó el gran legado cultural europeo y Paul acabaría estudiando en la universidad literatura y lenguas románicas. Cuando los nazis lo dejaron huérfano, el padre murió de tifus, la madre de un tiro en la nuca, ambos deportados a campos de concentración, en Paul se revolvió algo muy dentro. Él mismo fue internado en un campo de trabajo y la llama de la poesía lo abrasó. Su primer libro de poemas no despertó mucha atención. Posteriormente se convirtió en uno de los más grandes poetas de lengua alemana. Pero, y de esto era bien consciente, escribía en la lengua de sus verdugos. De ahí que le dedique estos versos a la madre asesinada: «Und duldest du, Mutter, wie einst, ach daheim, den leisen, den deutschen, den schmerzlichen Reim?» (¿permites, madre, la rima alemana, dulce, dolorosa, como entonces, como en casa?). Cuánto tuvo que ver todo esto con en el cuadro de depresiones severas que padeció en una época de prestigio intelectual, cuando se codeaba con Heidegger —de quien esperó inútilmente un gesto de arrepentimiento—, con Adorno —a quien hizo desdecirse de su famosa frase («después de Auschwitz no es posible la poesía»)—, y con su idilio con la poetisa Ingeborg Bachmann. Cuánto tuvo que ver todo esto con el hecho de que la noche del 19 de abril de 1970 acabara con su existencia arrojándose al río Sena en París. La imagen del horror necesitaba olvidarla para seguir viviendo, pero al mismo tiempo tenía que denunciarla y hacerla presente.



Todesfuge

Schwarze Milch der Frühe wir trinken sie abends
wir trinken sie mittags und morgens wir trinken sie nachts
wir trinken und trinken
wir schaufeln ein Grab in den Lüften da liegt man nicht eng
Ein Mann wohnt im Haus der spielt mit den Schlangen der schreibt
der schreibt wenn es dunkelt nach Deutschland dein goldenes Haar Margarete
/er schreibt es und tritt vor das Haus und es blitzen die Sterne er pfeift seine Rüden herbei/
er pfeift seine Juden hervor lässt schaufeln ein Grab in der Erde
er befiehlt uns spielt auf nun zum Tanz
Schwarze Milch der Frühe wir trinken dich nachts
wir trinken dich morgens und mittags wir trinken dich abends
wir trinken und trinken
Ein Mann wohnt im Haus der spielt mit den Schlangen der schreibt
der schreibt wenn es dunkelt nach Deutschland dein goldenes Haar Margarete
/Dein aschenes Haar Sulamith wir schaufeln ein Grab in den Lüften da liegt man nicht eng/
Er ruft stecht tiefer ins Erdreich ihr einen ihr andern singet und spielt
er greift nach dem Eisen im Gurt er schwingts seine Augen sind blau
stecht tiefer die Spaten ihr einen ihr andern spielt weiter zum Tanz auf
Schwarze Milch der Frühe wir trinken dich nachts
wir trinken dich mittags und morgens wir trinken dich abends
wir trinken und trinken
ein Mann wohnt im Haus dein goldenes Haar Margarete
dein aschenes Haar Sulamith er spielt mit den Schlangen
Er ruft spielt süsser den Tod der Tod ist ein Meister aus Deutschland
er ruft streicht dunkler die Geigen dann steigt ihr als Rauch in die Luft
dann habt ihr ein Grab in den Wolken da liegt man nicht eng
Schwarze Milch der Frühe wir trinken dich nachts
wir trinken dich mittags der Tod ist ein Meister aus Deutschland
wir trinken dich abends und morgens wir trinken und trinken
der Tod ist ein Meister aus Deutschland sein Auge ist blau
er trifft dich mit bleierner Kugel er trifft dich genau
ein Mann wohnt im Haus dein goldenes Haar Margarete
er hetzt seine Rüden auf uns er schenkt uns ein Grab in der Luft
er spielt mit den Schlangen und träumet der Tod ist ein Meister aus Deutschland
dein goldenes Haar Margarete
dein aschenes Haar Sulamith.
 

Propongo esta traducción:


Fuga de la muerte

Negra leche del alba la bebemos por la tarde
la bebemos al mediodía por la mañana la bebemos por la noche
bebemos y bebemos
cavamos una fosa en el aire allí se reposa sin angostura
un hombre vive en la casa juega con las serpientes escribe
escribe cuando oscurece a Alemania tu cabello dorado Margarete
escribe y sale da casa y refulgen las estrellas silba a sus perros
silba a sus judíos les hace cavar una fosa en la tierra
nos ordena hacer música para el baile
Negra leche del alba te bebemos por la noche
te bebemos por la mañana y al mediodía te bebemos por la tarde
bebemos y bebemos
un hombre vive en la casa juega con las serpientes escribe
escribe cuando oscurece a Alemania tu cabello dorado Margarete
/tu cabello de ceniza Sulamita cavamos una fosa en el aire allí se reposa sin angostura/
cavad más profundo en el suelo unos cantad otros tocad
echa mano al arma en su cinturón la esgrime sus ojos son azules
hincad con más profundidad las palas otros tocad para el baile
Negra leche del alba te bebemos por la noche
te bebemos al mediodía y por la mañana te bebemos por la tarde
bebemos y bebemos
un hombre vive en la casa tu cabello dorado Margarete
tu cabello de ceniza Sulamita él juega con las serpientes
él grita tocad con más dulzura la muerte la muerte es un maestro de Alemania
/él grita tocad más sombríamente los violines entonces ascenderéis al aire como humo/
entonces tenéis una fosa en las nubes allí se reposa sin angostura
Negra leche del alba te bebemos por la noche
te bebemos al mediodía la muerte es un maestro de Alemania
te bebemos por la tarde y por la mañana bebemos y bebemos
la muerte es un maestro de Alemania y su ojo es azul
te alcanza con una bala de plomo te alcanza sin equivocarse
un hombre vive en la casa tu cabello dorado Margarete
azuza a sus perros sobre nosotros y nos regala una fosa en el aire
él juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro de Alemania
tu cabello dorado Margarete
tu cabello de ceniza Sulamita.
 

 
Se presentan dos momentos vivenciales dentro de un mismo recinto: un campo de exterminio. El «nosotros» (wir), que son los judíos condenados a muerte, los reclusos; y el «él» (der Mann), que es el verdugo. A los primeros se les alimenta con leche corrupta, con leche negra (Schwarze Milch) mientras cavan fosas —que son más espaciosas que los barracones donde se apiñan los presos. Aquí fungen las imágenes bíblicas de la bebida, del oro, del cabello… El negro es el color de lo fúnebre. El segundo, en su casa recluido —lugar de vigilancia del campo—, escribe una carta de amor. El que ama es el mismo que acaba con la vida. Es la distorsión más insoportable de un momento de la vida universal. Lo que hace imposible la reconciliación. Estos dos momentos vivenciales representan los temas en contra-punto, que a la manera de una fuga musical, se repiten y contrastan entre sí, de tal modo, que no es la puntuación (de la que carece el poema) la que marca el ritmo y la musicalidad, sino la aparición estructurada de estos motivos, se les da la vuelta, se los desordena, etc.

Del verdugo se dice que escribe una carta para Alemania (nach Deutschland). El campo de concentración debe hallarse fuera, en Polonia. Mientras juega con serpientes (der spielt mit den Schlangen). Éstas son un símbolo bíblico del mal, de la tentación en el paraíso, de la profanación de la inocencia. Y escribe: tu pelo dorado Margarete (dein goldenes Haar Margarete). La serpiente parece haberse transformado en los bucles de un cabello. Un cabello típico de la raza aria, por su color dorado. Margarete, Gretchen, es el nombre de la enamorada de Fausto, símbolo primordial de la cultura alemana. Heine recogerá en la leyenda de Loreley la mujer seductora que peina su cabello dorado. Celan está recurriendo a los tópicos visuales y poéticos de la tradición alemana.

El verdugo sale de casa y silba a sus perros guardianes (er pfeift seine Rüden herbei) —imagen del miedo. Donde el término alemán rüde también significa rudo, majadero, por lo que no queda claro si se refiere a los reclusos. De hecho, en la frase siguiente de idéntica construcción (er pfeift seine Juden hervor), a quien silba ahora es a «sus judíos». Quiere que continúen cavando (en la tierra y en el cielo). Quiere que toquen música para bailar. A veces bailaban las muchachas judías para luego ser violadas. La danza de la muerte (Totentanz) también es un tópico de la cultura alemana romántica, cuando estaban fascinados por la representación de la muerte en la Edad Media. Muchos compositores de entonces utilizaron la melodía gregoriana del Dies Irae (‘Juicio Final’) para confeccionar su romántica Totentanz.

La segunda estrofa, de 6 versos (la primera fue de 9, y la tercera de 3) reexpone el tema de la leche negra y los mismos elementos en diferentes órdenes. Además aparecen dos imágenes nuevas, los ojos azules del vigilante y la figura de Sulamita.
Los ojos azules, arios, según el arquetipo que vendió la propaganda nacionalsocialista, se singularizan en un guiño, en un solo ojo abierto (sein Auge ist blau) para apuntar y no marrar el tiro.

Sulamita, nombre de origen incierto, es la amada en el poético libro del Antiguo Testamento El Cantar de los Cantares. Con esta presencia se contrapone la figura hebrea de la mujer al prototipo germano de Margarete. Pero la primera tiene el cabello de ceniza. No se nombra el horno incinerador, ni la chimenea por la que asciende la ceniza, ni se describe la ejecución, aunque sí el humo. Pero algo profundamente desolador desprende este poema, repetitivo, desde los ojos que van a morir sin justificación, en una cantidad desmesurada de sufrimiento gratuito, como si quisieran quitar la razón a los optimistas de la historia, como si condenaran al género humano a algo no susceptible de ser amado en su conjunto. La ceniza del cabello de Sulamita es el símbolo de las víctimas del Holocausto.

La muerte es un maestro que viene de Alemania (der Tod ist ein Meister aus Deutschland). Pero un maestro tan magistral como perverso, una maquinaria perfecta para producir cadáveres. Son racionales íntegramente. Pero una razón que excluye la moral, la compasión. ¿Cómo es posible que de la misma cultura de la que se nutrió Goethe o Schiller, Kant o Hegel, Bach o Beethoven, por nombrar solo a unos pocos, haya surgido el verdugo? Han sido maestros pero también en la barbarie.

Los dos últimos versos conforman el acorde final, pero es disonante. Lo hebreo y lo germano no pueden sonar conjuntamente. El hiato que los separa es de profundidad infinita. El poner a las dos mujeres juntas, germana y hebrea, no es una yuxtaposición trivial, es la expresión de un lamento. La corroboración de la tensión entre dos culturas. Y la nota final que resuena es el llanto de Sulamita, la del judío sacrificado, sin límite ni compasión. Porque después de este dolor solo cabe el silencio. Tras esa disonancia radical, cualquier comentario sobra.
 



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