lunes, 30 de enero de 2012

5722.- SONIA SILVA-ROSAS

Sonia Silva-Rosas
(México, D.F. 1971)
Poeta, periodista, narradora y promotora cultural. Colabora con revistas de Montreal, Canadá, de Madrid y Huelva, España y con revistas que promueven la poesía chicana en Los Ángeles, CA. También colabora con revistas de Venezuela, Chile y Argentina. Fue corresponsal de las revistas Época, Siempre y Artes de México. Su desempeño como editora le ha dado la beca Edmundo Valadés para revistas independientes del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y en dos ocasiones el apoyo Financiarte del Consejo para la Cultura de Nuevo León. Su obra aparece en las antologías: Poetas de Tierra Adentro II, en el Diccionario de Mujeres Poetas de Nuevo León, en Desierta Memoria (Saltillo, Coahuila), en Antología de Poesía Hispanoamericana y en la Muestra de Poesía Hispanoamericana Siglo XXI de la Asociación Prometeo de Madrid, España. Tiene publicados: Laberinto de Siluetas (Col. La hoja murmurante de Toluca, Estado de México), Ídolos de Sal (Historias de Entreten y Miento de Saltillo, Coahuila), Lluvia ácida sobre la danza de las horas (Ediciones de Pasto Verde, Orizaba, Veracruz), Tanta Memoria (Fondo Editorial Tierra Adentro, CONACULTA) y Cuentos para entristecer al payaso (2009) Editorial C&F, Guadalajara, Jalisco.






Huir del olvido
Sonia Silva-Rosas
Para Alí Chumacero






Más allá de la primera imagen
de la mirada que arrojó Dios Padre sobre estas piedras
del mármol que revienta las cuencas de los muertos
de las palabras y sílabas y nombres
que faltan por nombrar
de las sombras aún ocultas en el vacío
y los últimos pellizcos de luz que contemplan los sentenciados.


Ahí,
detrás de la lucha circular entre noches y tardes,
en algún dedo que hábil señala
la caída y renacimiento de las estrellas,
detrás del grito de las parturientas
y del equipaje del viajero que nunca se decide a partir.


Más allá, justo en el hueco
que deja el dolor,
en el límite preciso entre ruido y silencio
me descubro con mi lápida a cuestas
en franca huida del olvido.






Eterno retorno
Sonia Silva-Rosas


A esta hora
todos hemos envejecido lo suficiente
como para soportar el eterno retorno de las cosas.
Los días caben perfectos entre los dedos
y encuentro a Nietzsche crucificado,
pregonando aún la muerte de Dios,
este Dios que resiste el final de la historia.


A esta hora
todas las palabras se han dormido.
Algunas lo hacen ancladas al rostro enjuto de los ancianos,
otras, sin más ni más,
en los labios infantiles que buscaban descifrar algo nuevo.


A esta hora,
señores,
todos ignoramos que Dios nos señala,
nos amarra a la penumbra
y con su dedo índice nos perfora
para arrancar las hojas de ese gran árbol que llevamos dentro.
Para cuando termine
de las ramas penderá el corazón
y las palabras asomarán entre los huecos,
los días lanzarán su último hilo
para tejer en la mano abierta de quien los sostiene
algún atardecer que haga mutis
y guarde santo y seña de lo sucedido


mientras tanto
envejecemos


A esta hora
Nietzsche continúa pregonando la muerte de Dios
y Dios ríe a carcajadas
grita “corte”
y nos obliga a repetir la escena.






Close Up
Sonia Silva-Rosas


Súbitamente
un helicóptero rasguña el cielo


más abajo


los pájaros pasean a la luz
que trémula se derrama en sus picos y alas


cantan


mientras más abajo


una mujer barre la buganvilia
los hombres acomodan sus corbatas
y corren presurosos bajo el sol


intentan
sólo intentan


mientras más abajo


entre flores secas,
aceite y colillas de cigarro
una hormiga corre con el mundo a cuestas.






Plegaria
Sonia Silva-Rosas
Para Lolita Castro


Dolor,
cinco letras que saben a café
cinco letras que se van con el tabaco.


En el dolor de la tarde nos perdemos
en el dolor de Cristo nos refugiamos.


Hijo del dolor, el hombre,
lo disfruta, en sus fonemas se deleita,
pues con dolor llega a este mundo
y se marcha con él a tierras lejanas,
siempre con su sentir a cuestas,


y en el costado izquierdo de Dios se reconstruye,
como los días y las noches
- y de nuevo los días –
porque en ese costado se gestan
los abandonados, suicidas y locos;
esos que no soportaron la carga del fonema,


esos poetas,
náufragos del dolor en el bajel vespertino que anuncia
la fingida muerte de los días.


Dolor:
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suplicamos,
gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.






El canto de las horas
Sonia Silva-Rosas


A Isabel Fraire


Las horas
repetir la lentitud
de las horas
y beber sublime
el cáliz de las horas
repetirme y beber lenta hasta ahogarme
en ese cáliz de las horas
y a su paso descubrir en mí
el cáliz de las horas
y con un rosario de lunes y sábados
rezar por la vida eterna
de las horas
mientras preparo mi sepulcro
y observo cómo en mi rostro escarban
las horas.




http://www.laotrarevista.com/2010/12/sonia-silva-rosas-el-verso-de-frente/

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