sábado, 28 de agosto de 2010

711.- RENÉ CHAR


René Char (L'Isle-sur-Sorgue, Vaucluse, 14 de junio de 1907-París, 19 de febrero de 1988)
Poeta francés. Vinculado al grupo surrealista desde 1930, a partir de 1934 comenzó a distanciarse del surrealismo, aunque sin romper del todo los lazos que le unían a los integrantes del movimiento. Durante la Segunda Guerra Mundial combatió en la resistencia. Su comarca natal y su experiencia en la guerra tuvieron un peso importante en la temática de su obra.
Después de completar su educación en la Provenza francesa, donde nació, Char se trasladó a París a finales de la década de los veinte. Allí hizo amistad con A. Breton, René Crevel y L. Aragon, y escribió sobre su tierra natal. En 1930 firmó el segundo manifiesto surrealista junto con A. Breton y P. Éluard y colaboró en la obra de este último Morir de no Morir (1924).
Su figura como autor tardó en tomar forma debido a la dispersión de sus exiguas aportaciones en plaquettes, que a menudo no fueron puestas a la venta, y por el desconcierto que provocaron sus primeras obras. Hasta 1945, con El martillo sin dueño, no se reunió la parte principal de su obra ya publicada. En este volumen se recogen Arsenal (1929), Artine (1930), L´action de la justice est éteinte (1931), Le marteau sans maître (1934), que da título a la recopilación y Moulin premier (1939).
Char es un poeta difícil, conciso hasta lo hermético; se caracteriza por pequeñas o minúsculas composiciones en verso o en prosa, que a menudo podrían definirse como criptogramas líricos muy sugestivos, breves y austeros informes de pequeñas experiencias. Furor y misterio agrupa su obra poética entre 1938 y 1947, publicada en Solos permanecen (1945), Hojas de Hipnos (1946), Los leales adversarios (1947), El poema pulverizado (1947) y Fontana Narrativa.
La obra de Char, en la que el autor nombra en primer lugar las cosas que ama, el Sorgue y sus habitantes, evoluciona después hacia una poesía caracterizada por la violencia de tono y la densidad de las imágenes, en la que el poeta refleja su humanismo y su ira hacia la brutalidad de la guerra. Sus creencias políticas, así como su condena del comunismo en 1949 y su desacuerdo sobre la base de armas atómicas de la Alta Provenza aparecen con claridad en sus escritos.
En 1955 conoce al pensador M. Heidegger, sobre el cual se dictaron varios seminarios entre 1966 y 1969, en Thor, localidad cercana al pueblo natal de Char. A partir de la segunda mitad del siglo XX escribió importantes obras como El sol de las aguas (1951), Búsqueda de la base y de la cima (1955), Común Presencia (1964), Vuelta atrás (1966) y La noche talismática (1972). La Bibliothèque de la Pléiade publicó sus obras completas en 1983. Fue nombrado Caballero de la Legión de Honor, Oficial de las Artes y las Letras y recibió la Medalla de la Resistencia y la Cruz de Guerra.


BIBLIOGRAFÍA:
Cloches sur le coeur, (1928).
Con André Breton y Paul Eluard, Relentir: travaux (1930)
Le marteau sans maître (1934).
Afuera la noche es gobernada (1938).
Solos permanecen (1945).
Feuillets d'Hypnos (1946).
Furor y Misterio comprende su poesía completa
entre 1938 y 1947.
Los Matinales 1950).
Art bref (1950).
El sol de las aguas (1951)
Búsqueda de la base y de la cima (1955),
Lettera amorosa (1953).
Retour amont (1966).
Sans grand'peine (1973).
Chants de la Balandrane (1977).
Común Presencia (1964)
Vuelta atrás (1966)
La noche talismánica (1972)
Aromas cazadores (1975).
Obras completas (1983).




LOS SOLES CANOROS

La desapariciones inexplicables
Los accidentes imprevisibles
Los infortunios quizá excesivos
Las catástrofes de todo orden
Los cataclismos que ahogan y carbonizan
El suicidio considerado crimen
Los degenerados intratables
Los que se enrollan en la cabeza un delantal
de herrero
Los ingenuos de primera magnitud
Los que colocan el féretro de su madre
en el fondo de un pozo
Los cerebros incultos
Los sesos de cuero
Los que ivernan en el hospital
y conservan la embriaguez
de las ropas desgarradas
La malva de las prisiones
La ortiga de las prisiones
La higuera nodriza de ruinas
Los silenciosos incurables
Los que canalizan la espuma del mundo
subterráneo
Los enamorados en éxtasis
Los poetas excavadores
Los que asesinan a los huérfanos
tocando el clarín
Los magos de la espiga
Imperan temperatura benigna
alrededor de los sudorosos embalsamados
del trabajo.



BEBEDORA

Por qué seguir entregando las palabras
del propio porvenir
ahora que toda palabra hacia lo alto
es boca ladradora de cohete, ahora que el corazón
de cuanto respira es caída hedionda?
Para que puedas exclamar en un soplo:
"¿De dónde vienes, bebedora, hermana
con las uñas quemadas? ¿Y a quién satisfaces?
Nunca hallaste albergue entre tus espigas.
Mi guadaña lo jura. No te denunciaré,
yo te precedo.





PÁGINA BLANCA

Texto en colaboración con André Breton
y Paul Éluard

El mármol de los palacios es hoy más duro
que el sol
Primera proposición

La segunda es algo menos estúpida
El ayuno de los vampiros tendrá
como consecuencia la sed que alienta la sangre
de ser bebida
La sed que tiene la sangre de desposar
la forma de los arroyos
La sed que tiene la sangre de brotar
en los lugares desiertos
La sed que tiene la sangre del agua
fresca del cuchillo

El cuerpo y el alma se reúnen en un abrazo

Tercera proposición ésta de carácter deshonesto
Porque el cuerpo y el alma se comprometen juntos
Porque se sirven de excusa el uno al otro





BAJO PALABRA

Hay llamas
Más vistosas que las manos que hacen rodar
las pesadillas
Sobre la memoria

Se llega al sol por encantamiento
El amor tiene un acentuado sabor a vidrio
Es el coral que surge del mar
Es el perfume desaparecido que vuelve al bosque
Es la transparencia que paga su deuda
Es siempre esa cabeza
De labios deliciosamente entreabiertos
De este lado del muro
Y del otro lado quizás en la punta de una pica





ÚLTIMO ESCALÓN

Almohada roja, almohada negra,
Sueño, con un seno de costado,
Entre la estrella y el cuadrado
¡Cuántas banderas en ruinas!

Cortar, acabar de una vez con vosotros,
Como el mosto se halla en la cuba
Esperando labios dorados.

Cubo del aire fundamental
Que endurece el agua de las marismas blancas,
Sin sufrir, sin sufrimiento al fin,
Admitido en el verbo friolento
Diré: "sube" al círculo cálido.





IVONNE

La sed hospitalaria

Quién la oyó nunca quejarse?

Nadie más que ella hubiera podido beber
las cuarenta fatigas sin morir,
Esperar, muy adelantada, a quienes venían
después;
Desde el alba hasta el crepúsculo era
su esfuerzo viril.

Quien ha excavado el pozo y sube
el agua yacente arriesga el corazón
en la separación de sus manos.





A LA SALUD DE LA SERPIENTE

I

Canto el calor con rostro de recién nacido,
el calor desesperado.

III

Aquel que confía en el girasol no meditará
dentro de la casa. Todos los pensamientos del amor
serán sus pensamientos.

VII

Aquello que viene al mundo para no perturbar
nada no merece ni consideraciones ni paciencia.

XXIV

Si habitamos un relámpago, es el corazón
de la eternidad.

XXV

Ojos que, creyendo inventar el día,
habéis despertado al viento, qué puedo yo
por vosotros, yo soy el olvido.

XXVII

Una rosa para que llueva. Al final de innumerables
años, ese es tu deseo.




PERMANENTE INVISIBLE DE CAZAS CODICIADAS…

Permanente invisible de cazas codiciadas,
Cercano, cercano invisible tan cercano a mis dedos,
Oh presa mía distante la noche en que me inclino
Para un novel cuerpo a cuerpo.
Beber friolentamente, ser brutal restablece.
Sobre este jardín doble se redondea tu tapa.
Tienes la densidad de la rosa que se hará.




CENTÓN

¿Buscáis mi punto débil, mi falla?
¿Su conocimiento os permitiría tenerme
a vuestra merced?
Pero, agresor, no veis que soy el centro
de un blanco y que tu exiguo cerebro
se agota entre mis rayos expirados?
No tengo frío ni calor: gobierno. No obstante
no tendáis demasiado la mano hacia el centro
de mi poder. Hiela, quema... Echaríais a perder
esa sensación.
Amo, capturo y termino en alguien. Soy dardo
y doy a beber claridad al prisionero de la flor.
Tales son mis contradicciones, mis servicios.
En aquel tiempo, yo sonreía al mundo y el mundo
me sonreía. En aquel tiempo que nunca fue
y que leo en el polvo.
Aquellos que miran sufrir al león en su jaula
se pudren en la memoria del león.
Al rey que un corredor de quimeras alcanza,
le deseo la muerte.





BAILEMOS EN BARONNIES

Vestida con falda de olivo
la Enamorada
había dicho:
Cree en mi muy infantil fidelidad.
Y desde entonces,
un valle abierto
una cuesta que brilla
un sendero de alianza
han invadido la ciudad
donde el libre dolor se halla bajo las aguas
vivas





BEBEDORA

Por qué seguir entregando las palabras
del propio porvenir ahora que toda palabra
hacia lo alto es boca ladradora de
cohete, ahora que el corazón de cuanto respira
es caída hedionda?
Para que puedas exclamar en un soplo:
"¿De dónde vienes, bebedora, hermana
con las uñas quemadas? ¿Ya quién
satisfaces? Nunca hallaste albergue
entre tus espigas. Mi guadaña
lo jura. No te denunciaré, yo te precedo."





BIENVENIDA


¡Ojalá vuelvas a tu desorden, y el mundo
al suyo. La asimetría es juventud. No se mantiene
el orden más que el tiempo que se tarda en odiar
su carácter de mal. Entonces se avivará
en ti el deseo del porvenir, y cada peldaño
de tu escalera desocupada y todos los rasgos
inhibidos de tu vuelo te llevarán, te elevarán
con un mismo sentimiento gozoso. Hijo de la oda
ferviente, abjurarás del gigantesco enmohecimiento.
Los solsticios cuajan el dolor difuso en una dura
joya adamantina. El infierno a su medida
que se habían esculpido los limadores de metales
volverá a bajar vencido a su abismo. Delante del
olvido nuevo, la única nube en el cielo será el sol.
Mintamos esperanzados a quienes nos mienten:
que la inmortalidad inscrita sea a la vez la piedra
y la lección.






CONSUELO

Por las calles de la ciudad va mi amor. Poco importa
a dónde vaya en este roto tiempo. Ya no es mi amor:
el que quiera puede hablarle. Ya no se acuerda:
¿quién en verdad le amó?

Mi amor busca su semejanza en la promesa de las
miradas. El espacio que recorre es mi fidelidad. Dibuja
la esperanza y en seguida la desprecia. Prevalece sin
tomar parte en ello.

Vivo en el fondo de él como un resto de felicidad.
Sin saberlo él, mi soledad es su tesoro. Es el gran
meridiano donde se inscribe su vuelo, mi libertad
lo vacía.

Por las calles de la ciudad va mi amor. Poco importa
a dónde vaya en este roto tiempo. Ya no es mi
amor: el que quiera puede hablarle. Ya no se acuerda:
¿quién en verdad le amó y le ilumina de lejos para que
no caiga?





CUATRO EDADES

I

El otoño para la hoja
El agua hirviendo para el cangrejo
Y el favorito el zorro
Ebrio sobre los hombros luminosos de la Actriz

Adherido al balcón naranja
Un ventisquero de rizos
Acampa en la ansiedad de mi corazón.

II

He estrangulado a mi hermano
Porque no gustaba de dormir
Con la ventana abierta
Hermana mía
Dijo antes de morir
Pasé noches enteras
Mirándote dormir
Inclinado sobre tu brillo en el cristal.

III

Apretados los puños
Rotos los dientes
Con lágrimas en los ojos
La vida
Apostrofándome empujándome y riendo
a medias
Yo espiga anticipada de las siegas de agosto
Distingo en la corola del Sol
Una yegua
Me abrevo en su orina.

IV

Mi amor es triste
Porque es fiel
No interpela el olvido de los demás
No cae de la boca como un diario del bolsillo
No es flexible en la angustia que en común
se arremolina
No se aísla en las rompientes de la península
simulando pesimismo
Mi amor es triste
Pues está en la naturaleza turbada
del amor ser triste
Como la luz es triste
La dicha triste
No has pasado libertad tus correas de arena.





ARTINA

Al Silencio de aquella que permite soñar

En la cama que me prepararon había: un animal
sanguinolento y maltrecho del tamaño de un bollo,
un caño de plomo, una ráfaga de viento, un molusco
helado, un cartucho sin pólvora dos dedos de un
guante, una mancha de aceite;
no había una puerta de prisión, pero sí el sabor
de la amargura, un diamante de vidriero, un pelo,
un día, una silla rota, un gusano de seda, el objeto
robado,
una presilla de sobretodo, una mosca verde
domesticada, una rama de coral,
un clavo de zapatero, una rueda de ómnibus.

Ofrecer un vaso de agua al paso de un caballero
que se lanza a rienda suelta en un hipódromo
invadido por la multitud supone, de una y otra parte,
una falta absoluta de habilidad; Artina traía
a los espíritus que visitaba esa aridez monumental.

El impaciente se daba perfecta cuenta de la clase
de sueños que en adelante frecuentarían su cerebro,
sobre todo en el dominio del amor cuya actividad
voraz se manifestaba de ordinario fuera de la época
sexual. La asimilación alcanzaba su desarrollo
en la noche profunda de los invernaderos
herméticamente cerrados.

Artina cruzó sin dificultad el nombre de una ciudad.
Es el silencio que hace surgir el sueño.

Los objetos designados y reunidos con el nombre
de naturaleza-concreta forman parte del escenario
en el cual se desarrollan los actos de erotismo de las series fatales,
epopeya cotidiana y nocturna. Los ardientes mundos imaginarios que circulan sin interrupción por la campiña en la época de las cosechas tornan el ojo agresivo y la
soledad intolerable para aquel que dispone del poder de destrucción. En los cataclismos
extraordinarios, resulta directamente preferible apelar sin reservas a ellos.

El estado de letargo que precedía a Artina suministraba los elementos indispensables
para la proyección de impresiones sorprendentes sobre la pantalla de ruinas flotantes: edredones llameantes precipitados en el insondable abismo de tinieblas en perpetuo movimiento.

Artina conservaba a despecho de los animales y de los ciclones una inagotable frescura.
Al andar adquiría una transparencia absoluta.

Por más que surja en medio de la más activa
depresión el aparejo de la belleza de Artina,
los espíritus curiosos no dejan de ser espíritus
furiosos, los espíritus indiferentes, espíritus
extremadamente curiosos.

Las apariciones de Artina superaban el marco
de esas comarcas de sueño donde el pro y el pro
están animados de igual y asesina violencia.
Ellas evolucionaban en los pliegues de una seda
quemante poblada de árboles con hojas de ceniza.

El carruaje de caballos lavado y renovado
superaba casi siempre al departamento tapizado
con salitre cuando se trataba de acoger
en una velada interminable a la multitud de los
enemigos mortales de Artina. El semblante
de leña muerta era particularmente odioso.
La carrera jadeante de dos enamorados al azar
de los grandes caminos se volvía de golpe
una distracción suficiente para permitir
que el drama se desarrollara, de nuevo, a cielo
abierto.

A veces una maniobra imprudente hacía caer
sobre la garganta de Artina una cabeza
que no era la mía. El enorme bloque de azufre
se consumía entonces lentamente, sin humo,
presencia de por sí e inmovilidad vibrante.

El libro abierto sobre las rodillas de Artina sólo
era legible en los días lóbregos. A intervalos
regulares los héroes acudían a informarse
de las desgracias que de nuevo se abatirían
sobre ellos, de las sendas múltiples y terroríficas
por las cuales sus irreprochables destinos
se empeñarían nuevamente. Sólo preocupados
por la Facultad casi todos tenían un aspecto
agradable. Se desplazaban lentamente,
se mostraban poco locuaces. Expresaban sus deseos
mediante amplios e imprevistos movimientos
de cabeza. Parecía además que se ignoraban
totalmente unos y otros.

El poeta ha asesinado a su modelo.





CURSO DE LAS ARCILLAS

Mira, portero agudo, de la mañana a la mañana,
Largas, adujando su chorro, a las zarzas frenéticas,
Cómo la tierra nos acucia con su mirada ausente,
Cómo el dolor se embota, grillo de canto parejo,
Y cómo un dios no brota sino para aumentar la sed
De aquellos cuya palabra se dirige a las aguas vivas.

Por tanto alégrate, querida, del destino siguiente:
No clausura esta muerte la memoria amorosa.





DYNE

Dejando atrás al hombre extensible y al hombre
traspasado llegué ante la puerta de todos los júbilos,
la del Verbo desellado de sus restos mortales,
formando lo nuevo, creando fuego a partir
de la verdad, y fortalecido por mi verde fe llamé.

Así llegarás tú al país lavado y desierto de tu desafío.
Hasta entonces, sin fechas fijas, lo irás edificando.
¡Severa vanidad!
¿Pero quién hubiera apostado y optado por ti,
desde los parajes inmemoriales hasta la lira
fugitiva del padre?





EL BESO

Maciza lentitud, lentitud martillada;
Humana lentitud, lentitud forcejeada;
Desierta lentitud, desanda tus ardores;
Sublime lentitud, sube desde el amor;
Que la lechuza ha vuelto.






DESHERENCIA

Antigua era la noche
Cuando la entreabrió el fuego.
Igualmente mi casa.

No se mata a la rosa
En las guerras del cielo.
Destierran a una lira.

Mi pena persistente
De una nube de nieve
Gana un lago de sangre.
La crueldad ama vivir.

Oh fuente que mentiste
A nuestros destinos gemelos,
Del lobo trazaré
Este único retrato pensativo.





EL DESNUDO PERDIDO

Llevarán ramos aquellos cuyo aguante pueda
desgastar la noche nudosa que precede y sigue
al relámpago. Su palabra recibe existencia del fruto
intermitente que la propaga dilacerándose.
Son los hijos incestuosos de la cortadura y del signo,
que alzaron hasta los brocales el círculo florido
de la tinaja de la adhesión. La furia de los vientos
los mantiene aún desvestidos.
Contra ellos vuela una pelusa de noche negra.





EL MOLINO

Un ruido largo sale por el techo
golondrinas siempre blancas
agua que salta, agua que brilla
el grano salta, el agua muele
y el recinto donde el amor se arriesga
centellea y marca el paso.





EL REFUGIO MALTRATADO

Siempre me ha gustado la proximidad,
sobre un camino de tierra,
de un hilillo de agua caída del cielo
que viene y va persiguiéndose a sí mismo,
y la tierna torpeza de la hierba mediana
a la que una carga
de piedras detiene -igual que un revés oscuro
pone fin al pensamiento.





EN LAS ALTURAS

Espera aún a que yo venga
A romper el frío que nos retiene.

Nube, en tu vida tan amenazada como la mía.

(Había un precipicio en nuestra casa.
Por eso hemos partido y nos hemos
establecido aquí)





EL JUICIO DE OCTUBRE

Mejilla contra mejilla dos pordioseras
en su desamparo rígido;
La helada y el viento no las han instruido,
las han ignorado;
Niñas de intrahistoria
Caídas de las estaciones que dejan atrás,
y allí apretadas de pie.
No hay labios que las traspongan, la hora pasa.
No habrá ni rapto ni rencor.
Y el caminante pasa sin mirada ante ellas,
ante nosotros.
Dos rosas perforadas por un anillo profundo
Ponen en su extrañeza algo de desafío.
¿Se pierde la vida de otro modo
que por las espinas?
Claro que sí: por la flor, los largos días
lo supieron.
Y el sol ha dejado de ser inicial.
Una noche, el día bajo, todo el riesgo,
dos rosas,
Como la llama ha cubierto,
mejilla contra mejilla con quien
la mato.





GOZO

¡Con cuánta ternura ríe la tierra cuando la nieve
se despierta encima de ella! Día tras día, yacente
besada, llora y ríe. El fuego que la evitaba se casa
con ella apenas desaparece la nieve.





LA COMPAÑERA DEL CESTERO

Yo te amaba.
Amaba tu rostro de manantial abarrancado
por la tormenta y la cifra de tu dominio
que cercaba mi beso. Hay quien se confía
a una imaginación redonda. A mí me basta ir.
He traído de la desesperación un cestillo tan pequeño,
amor mío,
que ha sido posible trenzarlo con mimbre.





LA ETERNIDAD EN LOURMARIN

A Jean-Paul Samson

No subsiste línea recta ni carretera iluminada
hacia un ser que nos ha dejado.
¿Dónde se aturde nuestro afecto?
Un anillo de árbol tras otro, si se acerca
es para hundirse al punto. Su rostro a veces viene
a apretarse contra el nuestro, sin producir
otra cosa que un relámpago helado.
El día que alargaba la dicha entre él
y nosotros no se halla en ningún sitio.

Todas las partes -casi excesivas- de una presencia
se han dislocado de golpe. Rutina de nuestra
vigilancia... Sin embargo ese ser suprimido persiste
en algo rígido, desierto, esencial que en nosotros
hay, donde nuestros milenios juntos alcanzan
exactamente el espesor de un párpado cerrado.

Hemos cesado de hablar con el que amamos,
y sin embargo no reina el silencio. ¿Qué es de él,
entonces? Sabemos, o creemos saber.
Pero solamente cuando el pasado que significa
se abre para darle paso. Aquí le tenemos
a nuestra altura, más lejos, por delante.
En el momento, de nuevo contenido,
en que interrogamos a todo el peso del enigma,
súbitamente comienza el dolor, el de compañero
a compañero, que esta vez el arquero no traspasa.





HAMBRE ROJA

Estabas loca.

¡Qué lejos queda!

Moriste, con un dedo delante de los labios,
En noble movimiento,
Para atajar la efusión;
En el sol frío de un reparto verde.

Estabas tan hermosa que nadie se dio cuenta
de tu muerte.
Más tarde, era de noche, te pusiste
en camino conmigo.

Desnudez sin desconfianza.
Pechos podridos por tu corazón.
A sus anchas en este mundo circunstancial,
Un hombre, que te habÍa estrechado
entre sus brazos,
Se sentó a la mesa.
Estate bien, no existes.





LA ROSA DE ROBLE

Cada una de las letras que componen tu nombre,
oh Belleza, en el cuadro de honor de los suplicios,
desposa la llana simplicidad del sol, se inscribe
en la frase gigante que cierra el cielo, y se asocia
al hombre encarnizado en engañar a su destino
con su contrario indomable: la esperanza.





LAS MURALLAS Y EL RÍO

No querría marcharme precediéndote,
semejante a una hierba
segada, a llamarte contra Thouzon desierto
y su corazón no destruido.





LIED DE LA HIGUERA

Heló tanto que las ramas lechosas
Importunaron a la sierra, se rompieron
en las manos.
la primavera no vio verdecer a las graciosas.
La higuera pidió al amo del yacente
El arbusto de una fe nueva.
Pero la oropéndula, su profeta
-Su retorno calentaba al alba-,
Al posarse sobre aquel desastre
En vez de morir de hambre lo hizo de amor.





EL ÁGUILA

El águila ve como se borran gradualmente
las huellas de la memoria helada
La extensión de la soledad hace apenas
visible la presa que huye
A través de cada una de las regiones
Donde uno mata donde a uno lo matan libremente
Presa insensible
Proyectada indistintamente
Más acá del deseo y más allá de la muerte

El soñador embalsamado en su camisa de fuerza
Rodeado de utensilios efímeros
Figuras que se desvanecen apenas formadas
Su revolución celebra la apoteosis de la vida que declina
La desaparición progresiva de las partes lamidas
La caída de los torrentes en la opacidad de las tumbas
Los sudores y malestares que anuncian el fuego central
Y finalmente el universo con todo su pecho atlético
Necrópolis fluvial
Después del diluvio de los rabdomantes

Ese fanático de las nubes
Tiene el poder sobrenatural
De desplazar a considerables distancias
Los paisajes habituales
De romper la armonía acumulada
De tomar irreconocibles los lugares fúnebres
Al día siguiente de los homicidios provechosos
Sin que la conciencia originaria
Se cubra con el deslizamiento purificador del suelo.






NI ETERNO NI TEMPORAL

¡El trigo verde en una tierra que todavía
no ha sudado, que no ha hecho más que tiritar!
A distancia feliz de los soles precipitados
de los fines de la vida. Rasante bajo la larga noche.
Saciado de agua encima de su luminoso color.
Como guardia y viático dos puñales
de cabecera: la alondra, el pájaro que se posa,
el cuervo, el espíritu que se graba.





REDOBLE

Sobre la mediana de la tarde, el bamboleo
intermitente, el malecón iluminado de una dársena,
y su rechazo del sueño.
El rostro de la muerte y las palabras del amor:
el tálamo de una playa interminable con olas
que lanzan a ella guijarros
-interminablemente. Y la lluvia atemorizada
haciendo puente, para no apaciguar.







LOS PARAJES DEALSACIA

¡Te he enseñado La Petite Pierre, la dote
de su bosque, el cielo que nace en las ramas,
La amplitud de sus pájaros cazadores
de otros pájaros,
El polen dos veces vivo bajo la llamarada de las flores,
Una torre que se iza a lo lejos como la vela del corsario,
El lago que ha vuelto a ser la cuna del molino,
el sueño de un niño.

¡Allí donde me oprimió mi cinturón de nieve,
Bajo el saledizo de una roca moteada de cuervos,
He dejado la necesidad de invierno.
Nos amamos hoy sin más allá y sin prole,
Ardientes o difuminados, diferentes pero juntos,
Apartándonos de las estrellas cuya naturaleza
estriba en volar sin llegar a destino.

El navío se encamina hacia la alta mar vegetal.
Con todas las luces apagadas nos acoge a bordo.
Estábamos levantados desde antes del alba
en su memoria.
Albergó nuestras infancias, lastró nuestra edad de oro,
El llamado, el hospedero itinerante, mientras sigamos
creyendo en su verdad.





REMANENCIA

¿Qué te hace sufrir? Como si se despertara
en la casa sin ruido el ascendiente de un rostro al que parecía haber fijado un agri0 espejo. Como si, bajadas la alta lámpara y su resplandor encima de un plato ciego, levantaras hacia tu garganta oprimida la mesa antigua con sus frutos. Como si revivieras tus fugas entre la bruma matinal al encuentro de la rebelión tan querida, que supo socorrerte y alzarte mejor que cualquier ternura. Como si condenases, mientras tu amor está dormido, el pórtico soberano y el camino que lleva a él.

¿Qué te hace sufrir?

Lo irreal intacto en lo real devastado. Sus rodeos aventurados cercados de llamadas y de sangre. Lo que fue elegido y no fue tocado, la orilla del salto hasta la ribera alcanzada, el presente irreflexivo que desaparece. Una estrella que se ha acercado, la muy loca, y va a morir antes que yo.

*****
SEPTENTRIÓN

He paseado a orillas de la Folie.
A las preguntas de mi corazón,
Si no las planteaba,
Mi compañera cedía
-Así de imaginativa es la ausencia.
Y sus ojos decrecientes como el Nilo violeta
Parecían contar interminablemente sus ganancias que se extendían
Bajo las piedras frescas.

La Folie se tocaba con largas cañas cortantes.
En alguna parte aquel riachuelo vivía su doble vida.
El oro cruel de su nombre, súbitamente invasor,
Acudía a presentar batalla a la fortuna adversa.





2 comentarios:

  1. Ya lo echaba en falta. Un poeta que descubrí de la mano de las espléndidas traducciones de Jorge Riechmann.
    Imprescincible.

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  2. sí, José Antonio, pero hay que ir poco a poco
    y variando los estilos, son muchos los buenos
    poetas, espero que algún día mi antología esté
    lo más completa posible
    un abrazo
    Nando

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