viernes, 26 de noviembre de 2010

2121.- MARTA LÓPEZ VILAR


Marta López Vilar (Madrid, 1978) es licenciada en Filología Hispánica. Por el libro De sombras y sombreros olvidados obtuvo el “Premio Blas de Otero” de poesía en 2003 (Madrid, Univ. Complutense, 2004 y Madrid, Amargord, 2007. 2ª edición). En 2007 consiguió el premio “Arte Joven” de poesía de la Comunidad de Madrid con el poemario La palabra esperada (Madrid, Hiperión, 2007).
Como traductora de literatura ha realizando la edición del libro de cuentos catalanes Dos viajes al más allá (Madrid, ELR Ediciones, 2005) y ha publicado traducciones de poesía catalana y griega contemporánea en revistas como “Salamandria”, “Hache” u “Oniria”. Ha sido antologada en diversos libros de poesía como La voz y la escritura (Madrid, Sial, 2006), Hilanderas (Madrid, Amargord, 2006) o Los jueves poéticos (Madrid, Hiperión, 2007). Ha publicado sus poemas en revistas del ámbito nacional. Es autora de artículos y reseñas de su especialidad en revistas como “Clarín” o “Cuadernos Cervantes”.





LOS CIEN OJOS

A Jorge, que respiró mis auroras aquel verano.

Es la aurora quien nos observa con los cien
ojos de Argos, quien recorre
uno a uno tus cuerpos fatigados y dormidos,
tu brillo constelado entre la cama.
Dentro de ti se despierta un cauce
de olvido y de memoria
del que yo bebería cada amanecer
si no durmieras.

De De sombras y sombreros olvidados (2004)






EL SUEÑO O HAMPSTEAD

Bastaría extender mi cuerpo en este mar,
esperar el alba
con sus tres mil ángeles desnudos
y saber que la próxima noche
quien buscará la parusía
seré yo,
mientras todo lo demás arde en el olvido
y sólo añora la ceniza.

De De sombras y sombreros olvidados (Amargord, 2007)



ATENAS

Al igual que los dioses, hay ciudades necesarias
para borrar lo oscuro,
la tiniebla poderosa de la palabra rota
o ese no querer despertar otra vez
de la caverna del olvido y de la muerte.

De De sombras y sombreros olvidados (Amargord, 2007)




ADRIANO HABLA AL CUERPO MUERTO DE ANTÍNOO

Ya nada persigo, nada se presenta ante mi puerta.
Ninguna juventud sentí sino la tuya,
ninguna ciudad, ningún otoño desbordó
por mis manos el cabello de la luz,
los misterios del aire.

Duermen contigo aquella sangre derramada
en sueños, la noche sin refugio
con redes de oro, el perfume
cuajado de amapolas en tus labios
mientras yo contemplo la patria destruida de tu cuerpo,
recién abandonado.

Contemplo al dios que me arrojó a la vida
yaciendo en la sombra inmensa
de lo que ya no tendré…

La muerte ha llegado al mundo, mi dios,
y nada ya podrá espantar mi frío.

De La palabra esperada



La sibila

¿Habrá otro nombre para el lugar
donde no hay recuerdo tuyo?
Eugénio de Andrade

-¿Habrá otro nombre para un lugar vacío,
para la sombra cayendo en las ciudades,
para el vino derramado, para el corazón
latiendo en mi memoria?

-Será un lugar desnudo, cerrado
por el tiempo, donde el invierno
florece anónimo y mezclado
entre tus manos.

-¿Habrá otro nombre para su recuerdo,
para la nieve iluminada cada tarde?

-Será tu muerte, tu pérdida dormida sobre el frío,
la palabra esperada imitando tu alimento,
el desierto, los surcos de su voz,
su compañía.



PARÁPONO
(QUEJA)

Me envuelve la voz de lo que nunca dije,
ese destierro fértil de las cosas perdidas
que embadurna mis ojos con la sal de los mares
que nunca navegué para encontrarte.

Del libro La palabra esperada (Hiperión, 2007)





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