jueves, 4 de noviembre de 2010

1735.- FILOMENA ROMERO


Nacida en Melilla, vive en Málaga desde la edad de nueve años.
Cursa estudios en la Universidad Laboral de Málaga (rama enfermería y puericultura). Estudia Dibujo Artístico y Artes Aplicadas en la Escuela de Artes y Oficios de dicha ciudad. Como pintora, ha participado en numerosas exposiciones. Su especialidad es el retrato.
Publica regularmente artículos de crítica literaria en el suplemento cultural "Papel Literario" (www.papel-literario.com) desde el año 2002 hasta la fecha. También poemas suyos han aparecido en revistas como El maquinista de la generación, Empireuma, Río Arga, Extramuros, Entreríos, Alhucemas, Cuadernos de Caridemo, Mujeres al día, etc. Ha participado en numerosos recitales así como en programas de radio y televisión.
En el Ateneo de Madrid efectuó la presentación de su libro Orilla de zafiros (7 de Mayo de 2003).

-POESÍA:
Libros:
Soledades y luces (1994).
Veneros en el jardín de la memoria (1997).
El cielo surrealista(2001). Prólogo de Francisco Ruiz Noguera.
Orilla de zafiros (2002). Prólogo de Juana Castro.
El luthier y los ángeles sin sombra (2006).

Cuadernos y plaquettes
Retratos y voces en el espejo del río (1996)
Cinco sonetos de amor y un perfume y arabescos (2001). (Colección Wallada)




En este palpitar que el reloj marca
sin tiempo de horas ni de espacios,
voy entre brumas de aromas doradas,
envueltos mis sentidos en terciopelo azul.
Merodean sombras que persiguen los días,
me enredan en el arco circular planetario.
Siento prisa, en mis manos cansadas,
de explicar lo confuso que del cosmos me alcanza;
expresarme quisiera en lenguas diferentes…
Qué encierra la oquedad del ámbito infinito.
Limitada mi razón no encuentra las palabras
e invento sensaciones que muestren su estructura.

Imperfecta mi mente, me derrite el helor
de crear un idioma distinto, nuevo de sentimientos…
Donde el hombre se encuentre.

(de El cielo surrealista, Madrid, Devenir, 2001)








Ya estoy cercándome de viento,
atravesando instantes que se borran
en un latir de brisas.
Y ya voy con mis pies desnudos
sobre la barca ensangrentada
que me acerca a la orilla de anhelos presagiados.
Que me acerca a la pena de vuelta de mis penas,
cárceles de mis sueños.
No sé cuál de las dos me borrará el semblante,
me posará en la frente un tatuaje sin marca,
una paloma blanca de certeza,
un pez entre las manos de mi cuerpo
que, prisionero en hambre,
se desliza en el cosmos de locura
por atestar mi casa de esperanza.

(de Orilla de zafiros, Córdoba, Ateneo, 2002)








Se despierta la noche,
con un crujir de muebles sobresaltan
los segundos que son siglos de insomnios.
El leve respirar del gato
mece las sombras grises de las gacelas muertas.
Luciérnagas estallan en los ojos
al intentar cerrarlos.
No importa que el ronquido de este tiempo
traspase las paredes de otros mundos.
Hay una calma insoportable,
insufrible, y qué quieta está la noche…
hasta los pasos de los ángeles,
imperceptibles siempre en el silencio,
se escuchan junto al lecho.

(de El luthier y los ángeles sin sombra,
Málaga, Ayuntamiento, 2006)




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