ADOLFO BURRIEL BORQUE
Nacido en Aldealpozo (Soria en 1043), ha vivido desde los 2 años de edad en Aragón. Reside en Zaragoza y es Licenciado en Derecho.
Bibliografía:
Furtivos días (Algaida Editores, 2005).- IX Premio de Poesía “Alegría”. La ciudad nombrada (Editorial Ángaro, 2006) Premio Ángaro de Poesía 2005; La memoria es el viaje (Ediciones Vitruvio, 2007) Accésit Premio de Poesía Vidente Martín 2007; Cuadros de una exposición (Diputación Provincial de Zaragoza, 2008) Premio Reina Isabel de Portugal 2007; Colores desunidos (Colección Abezetario, 2010) Premio Flor de Jara de Poesía 2010; Teatro de sombras (Ediciones Vitruvio, 2013)
Participación en libros colectivos de poesía, relatos y ensayo:
100 poetas (1997) Memoria del Estatuto (2002) Memoria de los Partidos (2003), Memorial democrático (2008), 20 poetas aragoneses expuestos (Olifante, 2008), Vicente Cazcarra y el Aragón de su tiempo (2010), ) Las fuentes de la edad (2014), etc.
Participación en revistas como Turia, El Alambique, El invisible anillo, Oriflama, etc.
Furtivos días
Algaida poesía 2.005. IX premio de poesía alegría
Furtivos días
Furtivos días,
vetas del sueño,
iluminadas sombras,
cenizas de cristal,
espera ingobernable.
Beso
Hebras diminutas de mar
al corazón del bosque.
Ventanas abiertas
Ilusa nieve,
noria de pájaros,
soñábamos el viento.
Mordazas
Verso callado,
el silencio envenena los caminos
del agua.
Ciudad sitiada
Habla,
ciudad sitiada,
deja en tus ojos pardos
correr,
vivir a los caballos.
Epitafio
Párpados cerrados,
laberinto de los sueños.
(Rilke extiende
su larga ternura).
Acércate
Con las manos de orilla,
borde de mar,
agua de luna
o negro terciopelo,
callada tempestad.
Pacto
Pondré en tu pelo
un nido de serpientes.
Afilaré un cuchillo
en la grieta de tus labios.
Húmeda tierra
sin pétalos tu cuerpo.
Comeré frutos acres en tu sexo.
Después,
pactaremos la muerte con el diablo.
Jardines de Verlaine
La diosa,
violada por la luz,
agita
la trémula lujuria del recuerdo,
desnuda bailarina de cristal.
DE: Cuadros de una exposición.
Premio Santa Isabel de Aragón, reina de Portugal.
CIUDAD DE SUEÑO
1921 (Paul Klee)
Mi corazón
es un paisaje de recuerdos,
una ciudad de lunas,
el tuyo es hoy
sueño del río que nos huye
y del desierto,
estancia que se yergue entre los pliegues
de un prodigio evocado,
cielos en fuga,
sinfonía al color
arrebatada.
dedicado al cuadro Elegía por la República española, nº 134, de Robert Motherwall:
Sois los negros destellos de las voces,
el absurdo color de los ojos
cegados,
alzad conmigo el vaso,
como si no estuviera
la barrera sombría del penúltimo
sueño,
la pared miserable
de hierro, sal,
y olvido.
CRIMEN PERFECTO
Rosa perdida,
sola,
atraviesa las sombras
su impura soledad,
envenena los sueños
su crueldad de sexo.
(De “Furtivos días”)
Para qué llamar caminos
a los surcos del azar?...
Todo el que camina anda,
como Jesús, sobre el mar.
Antonio Machado
Tal vez los vientos llevan
y no existe morada.
Las estrellas, fugaces.
O tal vez es el tiempo
que cambia los lugares,
las piedras
y la casa,
tal vez los laberintos.
O se trata del mar, siempre variable,
que amó y mató a sus hijos,
desordena las islas,
preside los naufragios.
Los pasos, las alas,
o los barcos,
la copa de cristal manchado,
las lluvias, la palabra
que esperaba al amor desconocido.
Tal vez el viaje,
diseño del acaso.
Nosotros, sus riberas,
ni dueños del timón,
ni vientos,
ni luz de la derrota.
(De “La memoria es el viaje”)
AZUL, VERDE, Y MARRÓN, 1951
(de Mark Rothko)
Naufraga aquí
al lado único
del único horizonte,
salta del aire,
entrega la oscura claridad
del sentimiento
al dios que irrumpe en los sigilos,
invade el infinito,
deja que solo un alma inexplicable
ponga el final a tu mirada.
(De “Cuadros de una exposición”)
La senda que termina en el umbral
del laberinto
está llena de besos minerales,
y muslos de granito,
y sexos azulados por el hielo.
Arden las zarzas a su sombra
pero el fuego no quema sino el canto.
Tiempo hace que los pájaros
se hicieron invisibles
y que la luz que pone los milagros
no muestra sus secretos,
dejó de tener nombre,
se ausentó de los días fascinantes.
La senda que conduce al laberinto
no ofrece un buen refugio
a quienes fueron expulsados.
Los labios hieren como nieve,
los muslos de granito no se templan,
y los sexos dejaron de soñar
con las mareas.
Esta senda que muere en el umbral
del laberinto
es hermana del ángel del viejo testamento.
(De “Colores desunidos”)
En el nombre bastardo de la rosa
proclama dios sus desvaríos.
(De “Colores desunidos”)
DE LA MAR INFINITA Y OTRAS SOLEDADES
Aceros de la mar, nadie en la orilla,
el aire por mirada y por quimera,
la mar para ser mar, o ser espera,
horizonte, la mar que lo acuchilla.
Inmenso soliloquio donde brilla
la luz, tan solo mar, solo ribera,
presagio de qué todo, de qué esfera,
presagio de qué cumbre, a quién humilla.
Isla quizás, quién sabe, de otros mares
con rutas hasta aquí, con qué navíos.
O silencio que clama y se detiene,
precipicio lugar de más lugares,
azul despeñadero de los ríos,
soledad que se vino y que nos viene.
(Premio al mejor soneto clásico Jerez de los Caballeros 2008)
Dua Khalil
amamantó la nieve con sus pechos,
guardó la lluvia entre sus ingles,
entre sus besos escondieron
las abejas su enjambre.
En sus ojos sin sueño
se posaron inmóviles
los pájaros,
un exilio de rosas
abría los portones de las noches,
y madres disfrazadas
velaban a sus hijos.
Dua Khalil nunca existió
sino en las cárceles
del miedo.
(De “Teatro de sombras”)
Oh los ríos de baba, las grandes catedrales, los tocados de seda,
obedientes actores secundarios, mamíferos con patas,
libros cerrados, oh los ríos de baba,
coleccionistas de falenas, piedras sombrías adheridas a grandes catedrales
ocupadas por áulicos pasillos y esbeltos doctorandos,
oh los ríos de baba,
ojos inciertos de las águilas láureas que vuelven,
pequeños niños con sueños como de hombres,
vasos jamás comunicantes, el fin de los caballos que eran redoble de explanadas,
Samsa el escarabajo viendo morir la hierba, viendo crecer al monstruo,
oscurecerse el ruido de la casa, desencajarse el mundo, transformarse
y ser como las babas de la noche,
oh los ríos de baba,
hombres tumbados boca arriba, viendo ascender el humo, viendo morir estrellas
sin sus celdas de nácar para el fuego, sus celditas de novia luminosa,
las grandes catedrales con retablos de frac y anillos en los huesos,
ojos huecos,
las águilas azules,
metales duros estampados con finura de artista,
ramos de rosas que olvidaron su sitio y tu regazo,
oh los ríos de baba,
lirios deformes con luz desordenada,
la luz con su revés también oscuro,
los pájaros sobrevolando las grandes catedrales,
componiendo bandadas de sombra
[innumerable,
piedras sombrías adheridas al polvo del cortejo,
oh los ríos de baba,
las frutas desprendidas de la cima del árbol,
qué silencio,
qué voz, oh los ríos de baba,
qué dios,
oh qué perfectas soledades.
(Inédito)
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Me han parecido poemas de una extremada sensibilidad
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