domingo, 26 de diciembre de 2010

2671.- MAURICIO ROSENCOF



Mauricio Rosencof. Dramaturgo, nacido en Florida, Uruguay el 30 de junio de 1933. Desde 1960 a la fecha se han producido 25 estrenos de obras suyas en Uruguay, Argentina, Suecia, Finlandia, España, México, Alemania, Noruega y Cuba, entre otros. Algunos de los títulos son: "El Gran Tuleque", "Las ranas", "Los caballos", "El saco de Antonio", "El hijo que espera" y "El combate del establo". Entre 1972 y 1985 estuvo detenido. Fue uno de los nueve dirigentes tupamaros conocidos como "los rehenes", prisioneros que vivieron en condiciones infrahumanas. Su experiencia está documentada en los tres tomos de "Memorias del calabozo" (1988-1989), escritos en colaboración con Eleuterio Fernández Huidobro. Su obra publicada abarca varios géneros: teatro, teatro infantil, poemas, artículos, testimonios y relatos infantiles. Parte de esa obra fue traducida al holandés, alemán, turco y francés, además de las publicaciones que aparecieron en España y Argentina. Desde 1988 recibió siete Premios Bartolomé Hidalgo en distintas categorías. Su última obra teatral estrenada es "Las cartas que no llegaron" (agosto de 2003). El libro que inspira la obra ya va por la décima edición en Uruguay y la segunda en España, y este año se editará en Alemania y Estados Unidos. El último libro que escribió es "Las agujas del tiempo", que fue editado por Aguilar en julio de 2003, agotándose en el primer mes de venta. En el año 2001, conduce "Que nunca falte" por TV Ciudad, por el cual recibió el Premio Tabaré a Mejor Programa Cultural. (Biografía extraída de www.espectador.com).

Hasta aquí la biografía digamos oficial del “Ruso” Mauricio Rosencof. Al igual que tantos uruguayos, debió soportar el horror de la dictadura que gobernó Uruguay entre 1973 y 1985. Pero Mauricio, por pertenecer a la dirección del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLN), ingresó antes en prisión. Fue uno de los nueve rehenes de la dictadura. Soportó las torturas más crueles, tanto físicas como psíquicas. Estuvo varios años enterrado en un pozo de 2 metros x 1 metro. Como dice el propio Rosencof: “Solo nos visitaban las ratas y los milicos”. Pueden encontrar un breve relato de aquellos años de cárcel en una entrevista que publicó el periódico argentino Página 12 (Entrevista Rosencof). Quiero rescatar con este post, toda la ternura que un ser humano es capaz de sentir, incluso en la cárcel. Una de sus obras más populares es “La Margarita”. Fue llevada al teatro si mal no recuerdo en 1987 por el elenco del Teatro de la Gaviota de Montevideo. El personaje central es Margarita. Ahora bien, saben cómo fue escrita esta obra por Rosencof? Mauricio relata que un día apareció en su calabozo un guardia y le dijo: “Ordena decir el sargento si usted es el escritor”. Èl, sorprendido porque los soldados tenían prohibido hablarle, asintió tímidamente y el guardia le espetó: “Ordena que le escriba una carta a su novia”. El arte de Rosencof logró convencer a la novia del sargento y se corrió la voz. “Eso tenía valor de canje”, detalla Rosencof, “a cambio de cartas y poemas conseguí cigarrillos, un pedazo de pan, una vez hasta un huevo duro. Yo ya tenía escrita La Margarita en la cabeza, y cuando un soldado me dejó la parte de adentro de una birome, la escribí en hojillas de fumar y la metí en el dobladillo de la ropa que mandaban a lavar a casa cada mes y medio. Así salió La Margarita”, cuenta el escritor. Jaime Roos, uno de nuestros músicos más importantes le puso música a los textos y los editó como La Margarita. Confieso que cuando lo escuché no lo entendí. Hoy, que ya pasé hace un rato los cuarenta, cada vez que lo escucho y desde hace 5 años, fuera del Uruguay, me conmueve hasta las lágrimas. Es una historia de amor que se puede dar en cualquier barrio montevideano. Pero también de Buenos Aires, Córdoba, Santiago o la ciudad que ustedes quieran. Contada con el lenguaje del barrio. Transmitiendo los aromas y sonidos del barrio. Que tanta ternura haya sido escrita en la cárcel, hace todavía más sensible la obra. Actualmente, Rosencof es Director del Area de Cultura de la Intendencia de Montevideo. Otros dos rehenes de la dictadura, el Pepe Mujica es Ministro de Ganadería y Agricultura y el Ñato Eleuterio Fernández Huidobro es senador. Entonces, cómo no creer en el futuro?




De conversaciones con la alpargata


50

La noche
está oscura
y mi corazón tirita.
Sólo
me sostiene
esta esperanza:
puedo.




131

Algún día volveremos
como antaño
a caminar
por las veredas
de la infancia.
Habrá resurrección
en las esquinas
y volverán a ser
nuestras viejas
recordadas cosas.






135

Siento en mis huesos
los huesos
de aquellos
que fueron.
En mí
esqueletos
son,
somos
lo que soy,
soy
los que ayer
fueron.






TE ACORDÁS

¿Te acordás, Ñata,
del Parque Rodó?
La noche rondando
los faroles
silenciosa,
y en un banco
acurrucados
vos y yo
¡Se esfumaron
tantas cosas, Ñata!
Y eso...Eso no.






NEPO

Tenía
un garabato en la cabeza
y el andar tranquilo.
Nos miramos de lejos,
sin poder hablar.
Sólo esa seña de "bien"
que de tanto uso tiene voz.
Bien, hermano, bien, decía
con la muerte en los labios.
Bien, hermano, bien. Adiós




El Regreso

Usaba blusa blanca y pollera tableada
en paño ingles de paño azul marino
en su pobre roperito lo mas finito
con mocasines nuevos quedaba ni pintada
Yo miraba llegar su silueta delgada
lánguido el braceo el paso cansino
y se llenaba de duendes el camino
y palomas y plantas saludaban al hada
nadie vino a mi con más frescura
ni a nadie aguardé mas anhelante
volverla a aguardar fue la locura
locura aguardarla a cada instante
pero hay en su regreso tanta ternura
que aguardo y aguarda y vuelve palpitante.





Encuentro


La vi una mañana cuando iba al almacén;
la calle estaba llena de verano.
Llevaba un vestidito tan liviano
que el corazón se me fue para la sien.
Me sentí en el aire, sin sostén,
y un sudor tibio humedeció mi mano
cuando se fue con su pasito tan ufano
coqueteando la pollera en un vaivén.
Fue como si me hubiera dado cita;
desde entonces, a esa hora, la esperé.
Ella sin hablarme comprendió mis cuitas
y a veces me miraba con un no sé qué.
Me enteré que se llamaba Margarita
y sin deshojarla supe que la amé.




Turbación

Cuando la muchachada copaba la esquina
y ella pasaba rumbo a algún mandado
la barra respetuosa se hacía a un lado
y ella saludaba lo más fina.

Era una ley no piropear a una vecina
además Margarita era un ser alado.
Leve el andar, el gesto delicado
una voz seriecita y cristalina.

Dejaba en el aire tal perturbación
que nadie hablaba ni con la mirada
y era tan honda nuestra conmoción
que sin causa para ser provocadas
cualquier motivo nos daba la ocasión
para trenzarnos ahí nomás a las trompadas...






Indiferencia

Llegó de portafolios bajo el brazo
la gente murmuró representante
saco blanco de frac muy elegante
la cara pintada camisa con lazo
el público respetuoso le abrió paso
saludo al tesorero con aire distante
y cuando solemne lo anunció el parlante
el contaba los pesos por si acaso
A Margarita le encanto ese caso
así que viví la performance murguera
entre al boliche amargado y caviloso
le pedí al Tincho una caña habanera
que fue lo que me puso lagrimoso
y me reí fuerte para ella lo oyera...






Conversación

La encontré en una velada familiar
matinée bailable del Club Tuyutí
yo era muy diquero y así cuando la vi
saque un cigarro y empecé a fumar
ella impresionada tuvo que admirar
la cancha de hombre conque recibí
su endomingada aparición que agradecí
con la leve seña de querer bailar
La tía que en el baile es todo un rango
le pregunta a la nena donde vas
pero al verme inofensivo con aire de guarango
le dice suficiente andá nomás
Entonces le hable bailando un tango
que le gusta más la típica o la jazz







El beso

Aquel atardecer era el día señalado
una amiga, Albita nos iba a acompañar
caminábamos los tres sin conversar
oscurecía un azul arrebolado
llegamos al fin al baldío abandonado
chircas, tártagos, rumor de mar...
y esperamos la noche para consumar
lo que fue primera nostalgia de enamorado
en la esquina vigilando se quedó la Albita
Emocionada de audacia, desfalleciente,
la voz precipitada cuando va y nos grita:
“Ahora... dale ahora que no hay gente”
Bajó sus pétalos mi Margarita...
y deje en sus labios un beso aún latente...






Lluvia

Aquel atardecer nos pescó el chaparrón
comentando el film que acabábamos de ver
riendo y de la mano
echamos a correr hasta que anclamos en un viejo portón
la calle desierta... nos dio la sensación
de que solo nosotros veíamos llover
el universo sin pájaros... vacíos... voraces
entonces callamos... ya en plena ilusión
la lluvia paró... y volvimos a andar
los faroles rielaban en la calle mojada
cuadras y cuadras sin poder hablar
la tarde oscurecía desolada
no nos podíamos separar
fuera de nosotros... no existía nada...





Nocturno

Crecimos, ella empezó a trabajar
en una farmacia del Cordón.
Salía a las 7 y en alguna ocasión
arreglaba mis cosas para irla a buscar
me pasaba en la vidriera para verla despachar
rubia, de blanco almidón
y eran tales sus gracias y mi metejón
que no había caso y me ponía a fumar
bajábamos del bondi en la otra parada
ganando dos cuadras para caminar
y mirando atentos que nadie viera nada
en los racimos de sombra nos íbamos a ocultar
Ella se limpiaba la boquita pintada
y aquello era una de besar y besar...





Golondrinas

Al salir del Metropol,
íbamos a un bar,
para hablar como mayores,
del futuro..

Era un tema manso, sin apuros
y el futuro, enorme, a qué apurar,
a qué apurar?

Allí, dichosos, nos dejábamos estar,
todo era diáfano, fácil, seguro,
cuando en su universo,
poético y puro, llegaba el mozo,
qué van a tomar?
y qué van a tomar?

Entonces lo mirábamos de medio lado,
con el desdén de los soñadores,
y con el yunte, apenas murmurado,
ella volvía a colgar cortinas de colores ,
y en la pared de un patio sombreado ,

golondrinas de yeso y otros primores...







Maga

Nos sentábamos en las rocas mirando el mar,
embriagados de sol y agua salada.
Ella reclinaba en mi su espalda dorada y adormilada
comenzaba a divagar
pieza a pieza armaba el ajuar
traje de novia, batería esmaltada
y cuando en su lista no faltaba nada
suspiraba un ya nos podemos casar
ese era el final feliz de la poesía
que con anhelos y vidrieras hizo
recostando su fresca piel contra la mia
yo quise con ella cuanto quiso.
Pero amé más que a la tierra... fantasía
a la Maga que la creaba con su hechizo.





Otoño

Aquella tarde de otoño era dorada
árboles y casas tras un tour amarillento
las copas calmas... el cielo tenue
el sol más lento... sus ojos sonreían
estaba enamorada...
Caminábamos los dos la hora encantada
en que el farol garúa su primer aliento
cuando salta a su paso un presentimiento
“...Dios mió...” dice... “ que nunca pase nada”
que puede pasar?... nada
nada va a pasar no se... no se...
“...es que todo es tan hermoso”
nos besamos con miedo
y volvimos a andar
pero tanto silencio se nos hizo penoso
entonces eligió hojitas secas para pisar
y el juego volvió el dorado más luminoso.






En la esquina - Final

Que misteriosa brisa de la memoria
refresca con el tiempo aquel amor
que misteriosa brisa del amor
refresca con el tiempo mi memoria
no hay final para esta historia
tierna sencilla... de puro candor
estuvo y está...
en pleno verdor...
viviendo su eternidad transitoria
en el entrevisto atardecer dorado
y en la hoja otoñal que crepita
en las calles de un barrio añorado
con faroles que encienden
la hora de la cittá
y en esas veredas... que camino confiado
porque se que en la esquina aguarda
Margarita...





No hay comentarios:

Publicar un comentario