lunes, 13 de junio de 2011

3912.- NOEL JESÚS ARMAS CASTILLA


Noel Jesús Armas Castilla nació en 1994 en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife. De padre y madre gomeros, siente las fronteras del mar desde una perspectiva poética al tener su corazón dividido entre la isla que lo vio nacer y la que guarda la cuna de sus ancestros. Ha ganado certámenes como el recital de poesía “Leyendo a Tomás Morales”, de donde salió con el primer premio, y ha escrito para blogs y periódicos como La Laguna Mensual. Actualmente, estudia en el instituto Andrés Bello de la capital tinerfeña y cursa el bachillerato.






Poema 1

El listín telefónico
se siente solo
en la esquina del rellano abandonado.
Me siento a su vera y estrecho
las rodillas entre mis brazos.
Los ojos que debaten inundarse,
pretenden pedirle al tiempo
que se trague la memoria y sus conjuntos.

De repente, despierto
y me encuentro acostado en el rellano.
Me habían desvelado ciertas quejas
de un suelo que alegaba
cómo el rodapié lo observaba
tan altivamente.
Todo lo que sintió algo en este mundo
–hasta las propias piedras-
tiene demasiadas prioridades
para un universo tan pequeño.








Poema 2

El ferrocarril
puebla los tornillos
de los fríos vagones
con las historias de sus pasajeros.

El viento
puede soplar
contra las ventanillas.

La mar puede oxidar
la carrocería.

Pero el tren sigue siendo
testigo de mil historias.

Pasa, tan indiscutiblemente
soberano,
sobre las vías obreras.
Pero el tren es, y sigue siendo,
tan solemne
y tan ajeno a las condiciones
que su maquinaria aparta.

El aire se rompe a su paso.
El tiempo se acorta en su presencia.

Y tantas vidas
en el tren, en el tranvía:
Un guante blanco
en un asiento
pierde de vista a su dueña,
un revisor
se enamora
de quien no debía,
y un cuaderno olvidado
viaja en el vagón incorrecto.

¡Pero cuántas vidas
se calla el ferrocarril!
¡De cuántas historias
es testigo
un tren!









Poema 3:

La marea
trajo consigo
un ejército
de olas estridentes
que bailan un vals
de torpezas peligrosas.

Los barcos
necesitan puertos
porque ni la mar
ni sus inclemencias
saben de naciones ni fronteras.

Y sin embargo,
a pesar del humor
que la mar brinda
los barcos de vapor
aún se despiden
de sus puertos.








Poema 4:

¡Ay cuántas veces
habíamos creído
que hay juramentos eternos,
ignorando que el viento
no es más que un verdugo
que levanta
la oquedad de las palabras!









Poema 5:

Tus labios pretenden
fundirse con los míos
-deseo en vano
al que no alcanzan
cuando no consiguen
siquiera rozarse-.

Algo hay
que nos imanta
al mismo polo,
pues el viento frío
se levanta, se alborota
e impide aquel contacto.

Hay indicios de que Eolo
ha conjurado a favor
del verdadero triunfo
que Cupido labró
hacia mi persona.








Poema 6:

Las notas de una guitarra
se diluyen en el aire.

Y una nube de recuerdos
se estalla de emoción.

A la vez
que un corazón claudica
en sus empeños
y la nostalgia se rinde
ciertos homenajes.









Poema 7:

Pues los pinos grancanarios
me han contado
desde las altas cumbres
de Tejeda
que no es la primera vez
que rompen
corazones en las piedras







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