miércoles, 18 de enero de 2012

5660.- PEDRO LLANES DELGADO



PEDRO LLANES DELGADO (Placetas, CUBA 1962)
Poeta, ensayista y narrador. Ha obtenido el Premio Nacional de Poesía de los Talleres Literarios (1990), Premio de la Crítica (1994), Premio Abril (1995). Premio Frónesis (1999), Premio Calendario (1999), Premio DADOR (2004), y el Premio Internacional de Poesia absoluto Nosside Caribe (2005). Colabora regularmente en las revistas Unión, Letras Cubanas, La Gaceta de Cuba, El Caimán barbudo, Umbral, Videncia, Ariel, El cocodrilo poeta (Méjico), Viceversa (Méjico) y Matanzas.
Tiene publicados los siguientes libros. Diario del ángel, poesía (1993), Icono y ubicuidad, ensayos (2000), Sonetos de la estrella rota, poesía (2000), Partitura hecha por el sinsonte, poesía (2001), y El fundidor de espadas, novela (2003)












LAMMENMOUR (fragmento)


Nos veremos en los salones con luces, puedes dormir mi Lammenmour.
Las chicas de ojos rasgados me trastornan.
Durcoll yo te salvaba del incendio
cuando las furibundas campanas decían el Hosanna.
Lammenmour es el tiempo en que se mueren la flores.
El bruto rojo bramaba en el crepúsculo.
El viento sube. Las arenas nos ciegan: Durcoll no te duelas.
Éramos la delicadas piezas del diluvio.
Alguien pasea su sorpresa, alguien la pasea Lammenmour.
Haced vuestra fiesta en las arenas.
Nadie impedirá los sobresaltos del durmiente.
Conozco vuestros corazones; estaban ahítos en la víspera.
La locomotora pasa. Tiemblan los tallos de las campánulas.
Los monigotes afean mi bañera.
El anciano tuvo un sueño. Los monigotes temblaban tras el sueño.
La cerceta sin prosa ha subido a los balcones.
Sus torpes pasos te hacen llorar mi Lammenmour.
Las paredes, las plañideras posan, las paredes son las mismas.
El barco choca. Sus filosidades dictan el encierro.
Los centinelas gritan, redoblan los tamborileros.
El viento sube, las arenas nos ciegan: Durcoll, no te duelas.
Las plañideras tocan las paredes, no pueden divertirme.
Te digo que no pueden divertirme: No te dejaré, no te dejaré.
Cuando sientas los heliotropos he de volver, Durcoll.
En el mes de los heliotropos nazco a la nueva vida.
El bruto rojo aplastaba los alamillos.
Las plañideras veían el paso del bruto en las corolas.
Te digo que no pueden divertirme: No te dejaré, no te dejaré.
Lammenmour es el tiempo en que se mueren la flores.












DIARIO DEL ÁNGEL (fragmentos)


Heme aquí regidor en el noviembre largo,
perseguido por su sombra corre el tigre.
En la escarcha del patio corre el tigre.
Lo velan extáticos el estanque y la garza.
Desde los atalayadores salta el tigre a la floresta.


Si la salva quedará la escarcha.
Nadie escucha la conceja del tigre.
Heme aquí regidor en el noviembre largo,
junto al estanque hay un niño y un árbol.
Él oye hosco su nombre y me maldice.
En el estanque luce el junquillo, el pasado año, los relentes.
Es el noviembre largo: Desde los atalayadores salta el tigre a la floresta.
Las cosas tienen sus nombres difíciles.
Sea, dice la línea que cruza el agua.
Junto al estanque hay un niño y un árbol.
El niño me regala su bastoncillo de la sola estrella.
Escupo en la tierra y nace una mujer hermosa.
Su nombre es Nara,
duerme, amada en el soto hasta el alba.
Sea, dice la línea que cruza el agua.
A la hora tercia Nara era como una joya finísima.
La vimos dormir sobre las pasionarias.
El niño me regala su bastoncillo de la sola estrella.
A la hora tercia Nara era como una joya finísima.
Duerme amada en el soto hasta el alba.
Sigo la ruta, la ruta blanca que sube los corredores,
de cerca me persigue el tigre.
Su figura se entrecruza a la mía, las dos huyen.


Una multitud numerosa escupía la cola del pavo real.
Adiós a los amurallados.
A las estaciones donde corre gozosa la ventisca de blancos pasos.
Viene el Sr. Haro, herbolario de su excelencia.
Lady Golgate pensaba en sus Modiglianis,
el de las cintillas marinas y la melancólica flor.
.Ella cruzaba el palacio Foscari, Santa María della Salute.
Una multitud numerosa escupía la cola del pavo real.
Lady Golgate se iba por la Porta Della Carta.
El fantasma visto desde la vitrina, querido, dónde está.
No debe mai pensar l`oumo pensando s´invecchia.
Nom debe fermarsi l`oumo in una sola cosa.


Soy el regidor en el noviembre largo.
Hice amargas cartas y nadie las respondía.
Entre el hombre y la esfera hay un frío espacio.
Viene el Sr. Haro, herbolario de su excelencia.
El escucha a la prima en su mayor blancura.
Oh, dulces, oh, árboles de la simiente de Noé.
La plaza y el trastorno, los nepentes Sr. Haro.


Sea, dice la línea que cruza el agua.


Han florecido los manzanos,
os prometo que habrá buenas frutas,
que os daréis el hartazgo en este otoño.






Gira, esfera,
mantennos ajenos a tu frío espacio.
Haz que no te sepamos,
sé lo sibilino,
la aguja por donde cruza el mosaico con el delfín azul.
Sea, dice la línea que cruza el agua.
Torpe sube el relente la rocalla que la ola rige.
.En tal tarde las sílfides paseaban,
alumbraron por los castañares,
en el otoño las veía el dios de los pies de cabra.
El hubiera querido besarlas,
decirles los trabajos del alumbramiento.


En villa Estefanía sur les eaux
estaban más doradas las agua
y el abuelo durmió aquella jornada y otra.


Un sueño tan largo, las tierras de labrantío.
Soñaba el abuelo un sueño recio.
Los ayllus que el invierno dora.


Cusy Coyllur que tiene un nombre,
Soñaba el abuelo un sueño recio.
Cusy Coyllur que tiene un nombre
y en el sueño de abuelo Coyllur era estrella.




Casiopea de las rosas náuticas,
cuando el viento hace varar las marmotas en las islas vírgenes.
Los alcolmoranes huían del cuervo
pero volaban a su izquierda
y el cuervo los perseguía fijo hacia el sur.
En el ala norte del templo vuestra mujeres endechan a Tammuz.
La corneja volaba junto a las endechadoras de Tammuz.
El abuelo vio agua que salía del templo, del lado derecho,
vidi aquam aegredientem de templo a latere dextro.
Era la pausa en que dialogaban el faisán y la flor de horchata.
Estuvo muerto el abuelo, la veía solo.
Por ella corrían los ángeles tras la chirimía.


Distantes pasaron las ciervas por el coto abierto.
Ciervas hechas vida,
oh ciervas,
ellas bramaban tras la sangre del ciervo muerto,
ciervas hechas vida,
oh ciervas




El ciervo vulnerado
por el otero asoma.
Muerto está el que vive, vivo en la muerte el ciervo
aunque no muerto sin morirse el ciervo vive,
ciervas hechas vida,
oh ciervas.
El ciervo vulnerado
por el otero asoma.


El pasado otoño fue difícil.
Los aprendices se sublevaron contra los maestros.
En villa Estefanía sur les eaux
creció el árbol de la horca.
El árbol de la horca tenía sus patibularios,
Sus frutos líbidos como la idiotez.
Fuera vagaban las ánimas de los penantes.
Era el mes de abril, cuando ya el prado,
se sabe furtivo, sus cruzadas líneas giran
y giran en él nombrables los granados,
y oh, el regidor:
tú alanceabas en tal mes los laberintos de ti
con sus semilleros, sus girasoles, sus polaridades.
Los muertos tienen delicadas las carnes.
Ellos repetían, oh regidor, oh regidor.






Huíamos indiferentes como si quisiéramos solemnizar,
presurosos tal si temiéramos, bajábamos, bajábamos.
El riflero nos espera en Clers aux Glières, un largo cementerio.
Éramos sabrosísimos blancos de pié sobre los muros.
El oficio del riflero es serlo Frl. Blenda.
Por la calzada de Clers aux Glières subía el gatopardo.
La maldición de los Bimini está clavada a nuestra puerta.
El agua sale y entra: no debes detenerla,
deja que asome la esclavina de la muerte.
Sus delicadas mejillas tan suaves en la muerte.
Por la calzada de Clers aux Glières subía el gatopardo.
Los alamillos comenzaban a temblar a la hora del gallo.
Los Bímini traían los semblantes turbios.
Detrás los condestables, los maestros de facturas.
Iban descalzos con el sol furioso en las cadenas.
El gatopardo ronroneaba iracundo tras las viñas.
Deja que asome la esclavina de la muerta.
Sus delicadas mejillas tan suaves en la muerte.
En el primer año, el del ratón blanco, el ángel guardaba los antílopes,
estos son mis címbalos, címbalos del ratón blanco: si los tocaras.
He dispuesto saetas que clavan al guerrero en el sueño.
Decidle a los nobles: no trastornéis los designios del ángel,
antílopes asustadizos, gacelas de ojos enamorados.
El ángel guardaba los antílopes.
Las copas finísimas en las que bebe el lancero.
No toques estos muros.
Al borde de los muros mis días han pasado y yo espero.
Quiebran zarzamoras, no toques esos muros.
En el año del ratón blanco el ángel vigilaba los muros.
Soy como el jornalero que poda en el otoño la viña.
La bestia aplastaba las corolas del trébol.
He temido a la bestia Mr. Teasdale, soy como el jornalero en la viña.
Mr. Teasdale, amigo del ángel, lo mismo que las porcelanas;
estaba Ruth en la esquina que junta a la esquina.
Mr. Teasdale, amigo del ángel, hemos esperado, no hagas las caribdis,
jofaina donde los espejos, las gasas avivan, las esquinas.
En el ratón blanco, el camino Mr. Teasdale, lo encontraremos.
Podríamos esperar, pero el provecho, piensa en el provecho.
Los graneros halan oblicuas las doncellas.
Ruth, tú eras también la amiga del ángel,
qué más podríamos hacer: el lavamanos Mr. Teasdale.
El lavamanos en la temporada gólgota.
En el año del ratón blanco la mente rechaza el filo del sueño.
Mejor, qué más podríamos hacer, mejor,
La bestia busca a las gacelas de ojos enamorados.
Lava las manos del ángel,
Mr Teadale. Lávalas, si pudieras lavarlas.
Tú fuiste experto en las arenas,
este otro desierto, la esquina que juntas a la esquinas
aunque sigamos inmóviles, despiertos como la víspera.






Quién puede descifrar el enigma de la ola,
la ríspida ola que oye cantar al ángel.
En los corredores filosos permanecía la estatua.
El barman levantaba la flor, cocteles, gladiolos convulsos.
La nevisca envejece, el astro espolvorea en el loto.
Henderé el espacio, el círculo amurallado, soy la nube.
La sirena me mira silenciosa en el invierno.
Mr. Teasdale, el ángel miente, tengo frío.
Esconde en el armario la pipa.
Tu mano, la recuerdas, la estatua sólo da su frío.
Los erales tan mansos, tu pipa sigue aquí.
Las mangas de los maniquíes juegan con el abanico.
Mr. Teasdale, escuchamos ruido en el jardín.
Alguien cercena los juncos: Al perro que no aúlle,
digo que alguien los cercena, lo hemos escuchado.
Marzo, cuando el gatazo ríspido sale a deambular.
En hileras repletas de aceitunas –guárdalas Mr. Teasdale.
Estoy sentado en las escupideras.
La onza de afiladas zarpas vigila en el jardín.
Los soñadores ojos de la onza, si llegara a caer.
El huracán destruye los más bellos cantos.
Recuerda la elipsis, esplende la sementera, soy la nube.
Planta la viña, planta la viña en la eternidad.
Ya llegan las cartas, no podemos leerlas, el vendaval las arrastra.
En el año del ratón blanco la mente rechaza el filo del sueño.
Lava las manos del ángel,
Mr. Teasdale, lávalas, si pudieras lavarlas.




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