domingo, 15 de agosto de 2010

483.- GRACIA IGLESIAS


Nací en Madrid en 1977. Aunque soy licenciada en periodismo y mis inicios profesionales se dieron en el campo de la información y la crítica de arte, en la actualidad me dedico principalmente a la escritura, la realización de performances y la actividad docente. Soy autora de los poemarios Sospecho que soy humo (Torremozas, 2002), Aunque cubras mi cuerpo de cerezas (Gil-Albert, 2005) y Distintos métodos para hacer elefantes (Amargord, 2006) y de los textos que acompañan a los aguafuertes de Luis Feito en la carpeta de grabados Tiempo de luz (Galería BAT, 2004). He ganado, entre otros, el premio de poesía joven Gloria Fuertes y el Premio Nacional de Poesía Miguel Hernández y quedé finalista en el XXXV Concurso de Cuentos “Hucha de Oro”. Mis poemas han sido traducidos al inglés y al euskera, y mis textos (tanto poéticos como narrativos y críticos) figuran en casi una treintena de antologías y volúmenes recopilatorios de España, Inglaterra, México y Japón.
En el ámbito de la literatura infantil he publicado el álbum ilustrado Mono Lolo (Kukudrulu, 2008) y he escrito más de una veintena de cuentos para primeros lectores. Además ejerzo como cuentacuentos e imparto talleres de animación a la lectura para niños y jóvenes. He sido jurado en concursos literarios dirigidos a estudiantes de ESO y Bachillerato.
Como complemento a esta actividad literaria, siento especial interés por la creación e interpretación de performances y espectáculos en los que la poesía se fusiona con otras artes plásticas y escénicas. Dentro de esta faceta he actuado para instituciones como la Comunidad de Madrid, Obra Social Caja Madrid, el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), Intermón Oxfam y UNICEF; y en bibliotecas, galerías, salas de exposiciones, teatros y otros espacios culturales de España, Inglaterra, Austria y Alemania.
Os invito a conocer mi trabajo en http://valsdeloselefantes.blogspot.com/



CUESTIÓN DE ESTADO

Cuatro muertos se inmolaron ayer por sus principios
delante de una multitud de espíritus atónitos
y sumamente atormentados.

Las momias en cuestión
viven hoy en un barrio de lujo
a las afueras de Madrid.

El ministro de asuntos fúnebres
ha manifestado su preocupación
por que cunda el ejemplo
y el caso se convierta en epidemia.

Como medida disuasoria, de momento
ha prometido nichos para todos.

Pretende así impedir una resurrección en masa
que haría peligrar
la frágil paz lograda con los vivos.

(De Distintos métodos para hacer elefantes)






ÚLTIMA HORA

Nos confirman que Dios estaba ausente.
Los timbales, el pífano y el arpa que tañían los justos
no fueron escuchados.

La puerta no se abrió
y algunas almas limpias se enfrentaron al hambre
con la cédula rota.

Nos confirman que en esa espera eterna algunos niños
arrancaron la carne a varios perros.

Que las madres se apagaron los ojos
para no ver la lápida de un ángel.

Y los hijos de Lot, hincados de rodillas,
suplicaron volverse sal de piedra.

La puerta no se abrió.
Dios no escuchaba,
no oía las febriles oraciones.

Nos confirman que Dios sigue aguardando
—a solas e infinitamente mudo—
a que el hombre lo encuentre
en una oscura cripta, en algún templo.

(De Aunque cubras mi cuerpo de cerezas)




MURCIÉLAGO QUIZÁS

Se miró en el espejo
convencido de que no se gustaba.
Resolvió ponerse boca abajo
y entonces se vio mejor.

(De Sospecho que soy humo)




EL REFUGIO

Tu boca, poligonal e incierta,
fría y extraña como los elefantes de la calle Sevilla,
acostumbra a posarse en los recodos
del alfabeto egipcio
y permanece allí durante páginas
y música
y memoria.

Mientras tanto
hay quienes saben predecir el nombre
que arrastrarás después
cuando llegues exhausta al confín de la tarde
con el cabello convertido en nácar
y los labios heridos
transparentes.

(De Distintos métodos para hacer elefantes)



Del poemario
SOSPECHO QUE SOY HUMO

No tengo ganas de anuncios.
La última vez llegué tarde
y los pastores se habían enterado por la prensa.
Tan sólo me aguardaban
las huellas dibujadas en el talco.
Y ni siquiera el talco olía a nieve.
Apestaba a estrellas podridas,
a serrín quemado,
a excusas y a vacío,
a de seguir así la cosa
te quedarás sin trabajo
y tendrás que entregar las alas.
Cuando volví al lugar de la noticia
no encontré animales,
la madre estaba ausente,
el niño no era niño:
no había lugar.
Supongo que era tarde,
habían transcurrido 2000 balas.





de “El gorila de montaña”

III

Todavía era de noche, pero se aproximaba el momento
más maravilloso de África: el alba
Ryszard kapuscinski
Cierto polvo de luna se ha enredado en la hagenia
y al marcharse las sombras besando los bambúes
tiñe de plata el dorso del gorila más grande.
Amanece en el bosque de niebla y de senecio
el clan se despereza
y el aire traspasado de zorzales
llena de esencia el día que acaba de nacer.




VALIENTE

Le daban miedo las pisadas
las puertas entreabiertas
las cortinas
los pies de las esfinges
la lengua de los gatos

Le asustaban la risa de los viejos
y las fotos de niños con corbata
los osos de peluche
las gaviotas de cine
de los años sesenta.

Temía sobre todo
ver llorar a su padre
recorrer un pasillo
cortarse con papel
y morir cada noche.

Pero era tan valiente
que miraba a los ojos
y derramaba el alma
y decía te amo
y era cierto




ACECHA

en el cordón de estas sandalias
un pecado que asciende, enredadera,
hacia la cóncava humedad
que nos resume.
Desdibujar la línea en los tobillos
sería convidar a la serpiente.

El nudo me castiga,
la piel quema debajo de la sangre.

Desenredas la cruz:
al fin es libre.


ÉRAMOS,

como lo fuimos siempre,
detrás de las orejas
sin más misterio
que el del oscuro ruido
de un adiós al caer;
sin más temor
que el del labio que seca
ciertos resquicios líquidos del alma
y luego ha de volver a pronunciar
el nombre de la lluvia.

Éramos simples
y escuchábamos
el teclear intenso de la pena
que emborronaba un sueño.

Éramos tú o quizás de ti
blancas en ti, por ti siempre desnudas.

Éramos hasta ayer.
Pero te fuiste.


A SOLAS

en la humedad oscura
todas vuestras caricias
atormentan mis ingles
y azoto una pared que me devuelve
la carne que perdí en cada batalla.

Ya sois arcilla en mí,
ya sois el lirio seco
de esta mano culpable.

Crecéis,
crezco en vosotros.
Me derramo y no encuentro
una sed suficiente
para saciar la vida que me sobra.
Dónde está la garganta
capaz de sostenerme.

Me penetra el vacío.
Os busco,
os busco a oscuras,
os invento y os busco.
Os busco
sola.


PUDOR

Para no ir con los zapatos rotos
borró sus pies con gran delicadeza
y empezó a caminar sobre las manos.

Al cabo las heridas
comenzaron a hacerse perceptibles
y a llamar la atención manchando el suelo
así que, recatado,
decidió prescindir también
de palmas, dedos, uñas y muñecas.

Le resultó sencillo andar de hinojos,
como rogando siempre una limosna.

Pero un día notó que sus rodillas
se habían vuelto andrajos repugnantes,
que vestía camisa desgastada
y que el decoro
había abandonado sus muñones.

Sin prisa, quitó entonces
lo poco que quedaba de las piernas,
cintura, pecho y brazos,
hasta el cuello.

Ojalá los zapatos fueran más resistentes,
pensó un segundo antes
de borrarse la vida y el recuerdo.


AMO TU IMPERFECCIÓN

las grietas de la historia entre tus yemas,
tu virtud de pecado,
las ignotas heridas
de otros tantos secretos,
esa lengua invisible
que construye la espuma
y pájaros añil, sexo de sauce.
Los dientes en mis dientes,
tu arquitectura extraña.

Cuando duermes pareces un naufragio.




LECCIÓN DE ECOLOGÍA

Cada pliegue una arista,
carne viva, cartón deshabitado.

Pero la última gota,
la última promesa de la sed
que habría de saciar toda esta lucha,
permanece en los labios de algún sexo sin nombre
rescatado de un cubo cementerio
lleno de decepciones amarillas no biodegradables.

Sobra la explicación.
De qué sirve la piel sobre el vacío.
Todo lo que antes fuera ya no importa,
la probidad es para vientres llenos.

Que me reciclen.
Hoy quiero ser un libro.



ADIÓS A LILJEVALCH

Atravesamos
una tierra tostada y espinosa.
Nada que ver con el asombro frío de Mälaren
ni con los tristes ánades del hielo.
El polvo
que arrastran nuestros dientes
ha perdido
cuanto de boreal
guardaba la memoria de sus átomos.
Un abrazo de miel
cubre la seca espalda
de las colinas.

Lejos
la música de huellas
escrita sobre el blanco de las calles
que se desperezaban
al compás de su ritmo vagabundo;
Gambla Stan, Riddarholmen…
los sensuales encajes de la reina
tendida a nuestros pies
cuando la contemplábamos
desde el observatorio:
lencería de plata y estalagmitas negras.

Rendida
la línea del recuerdo nos convierte en camino
y empezamos a andar
detrás del tiempo.

(2005)


SÉ QUE TE HACES PREGUNTAS

Perdurará junto a las ramas secas

Qu¿Has visto la ciudad?
se ha plegado en sí misma
como un animal muerto, sus escamas
paladean la luz
y el líquido cristal de las antorchas
se derrama en sus venas tapizadas de invierno.

¡Cómo!
¿no entiendes que es lo mismo,
que nada se destruye salvo los calendarios
y que aún allí
vive fosilizada la memoria
de cuanto arrinconamos cada día?

No,
mejor no temas tanto.

(2005)













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