miércoles, 28 de julio de 2010

293.- MICAELA SERRANO QUESADA

Micaela Serrano Quesada. Nacida en Viladecans, Barcelona, 1967. Licenciada en Filología Hispánica, especialidad de literatura, por la universidad de Barcelona (1985-1990).
Ha publicado en la revista “Thesaurus” de la Universidad de Barcelona, nº 1 (1987) y en la revista bimensual “Entorn” del Ayuntamiento de Viladecans y la Diputación de Barcelona, nº 2 (1988).
Escribe para el diario local DELTAvisión.tv.
Colaboradora habitual de Fundación Espejo de Viladecans. Socia fundadora y secretaria de la Asociación Artística y Cultural “Anceo” de la misma ciudad.
Miembro integrante del grupo literario “El laberinto de Ariadna”.
Forma parte de diferentes antologías: “10 años de poesía” de El Laberinto de Ariadna, Emboscall, 2008, “Siete voces para una misma palabra, poesía”, Bubok, 2009, “Xarnegos-Charnegos”, Sial 2010 y “Sonrisas del Sáhara”, Parnass 2010.
Sus lugares en internet:
http://www.vientosazules.blogspot.com
http://www.anceo.blogspot.com
Su primer libro publicado es “Vientos azules”, Parnass 2009
En preparación su segundo libro de poesía.






MADRE SAHARAUI

No conozco esta tierra que te alimenta,
pero sé de tu sufrimiento,
de tus llagas y heridas
y tus ojos de tristeza ahogada
en medio del desierto.

Tus manos polvorientas cuidan
las pieles desnudas de tus cinco hijos
que lloran cada mañana sus miserias.

No tienes nada que ofrecerles,
quizá un besomariposa
que acaricie sus lánguidos cabellos
y sus fláccidos cuerpos entre piedras.
Pero siguen sonriendo, con la luz
marchita de tantos otoños silenciosos.

Agua y desierto.
Luna desolada que brillas
en la inmensidad de este océano amarillo.
Tan lejos del mundo,
tan cerca del miedo.

Sólo esperas que Alá
te regale un nuevo día
para abrazar a tus niñossoles.






“¿Qué felicidad puede haber
dentro de estos muros
en estas interminables noches
de insomnio y desesperanza?”

Mohamed Salem Abdelfatah, Ebnu

TRAS LAS REJAS

Vacío y silencio de rostros
se esconden tras las rejas.

El último té se derrama
tibio a través de tu garganta.
Crepúsculo amargo.
Humo y sueños vuelan
en las paredes de adobe
maltrechas por el viento.

Te emerges en la letanía
de una noche inmensa,
sin cerrojos ni armarios,
abierta al mar,
al campo de girasoles.

Han pasado varias horas
y tu espalda sigue clavada
al dolor de la sangre.
Mañana, otro día más…
incierto, sin pan que hornear
o leche que tragar.

El día es una pesadilla
y la noche plagada de duendes
remueve los cuerpos,
igual que la arena
con agujeros de lágrimas.

(De “Sonrisas del Sáhara”, Parnass 2010)








“Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia…”

Pedro Salinas


VIENTOS AZULES

El viento se revuelve
como un nudo frío
en mi pálida garganta.
Azul la mañana
con semillas de polen
y pájaros de fuego
encendiendo balcones.

Sí, tengo frío y es mayo,
pero el viento azul
recorre indómito
mi cuerpo despierto,
avivando mi alma certera.
Me sacude, leve,
con sus dedos débiles.

Sí, ya es hora de palpitar,
gritar a la vida
arrojando mil poemas
al mudo vacío.
Ya toca enterrar la inocencia
y volcar las pasiones
en un nuevo universo.





SENTIR en mayúsculas significa detenerse, abstraerse y concentrarse para degustar, potenciar e interiorizar lo más refinado del instante...”

Angela Becerra


¡TE SIENTO!, de nuevo,
mar de mis adentros.
Cuerpo en vilo,
minuto palpitante
de caricias y abrazos.

Respiro la lentitud
de tus tardes venéreas,
y tus mañanas al viento
con rosas en la piel.

¡ME INVADES! siempre,
con la levedad naranja
de sorpresas y esperas,
que arden como fuego
en mi alma desahogada.

¡Qué escándalo, resultas
para mi renacer diario!
Abro las páginas
del periódico de la vida
y cada artículo salta
de casa en casa,
dibujando sueños.

Soy una quiniela
plantada en las aceras
y volando en las terrazas.
Siento, deseo, espero,
gozo, quiero y abrazo
todo lo que tengo
y me rodea, sin descanso,
como un inmenso estallido
de luces tempranas.







QUIERO soplar miradas
de viento azul,
hacia tu cuerpo marginado.

Júbilo para encender
soles, planetas, arrecifes.
Alegría por meses.
Risas, gritos y canciones
abrazándote el alma.

Quiero arroparte a ti,
cálido vendaval
de corazón ardiente.




BLUES DE AGOSTO

Noche de agosto.
Una voz ronca me sacude
y me rompe por dentro.
Deseo.
Melodía descarnada
colgando de la luna.
Me agitan estrellas
y una sed compulsiva
resbala por el cuerpo.
Abrazos.
El amor se agita
con desespero ciego.
Mientras, la noche viaja
desnuda,
celosa,
solitaria...
Dos copas de Whisky
sobre las manos,
tiemblan como lámparas.
Tu cerebro.
Mis venas azules.
Cierro los ojos
extrañándote,
balanceándome contigo.
Me dejo llevar
por tu cintura alada,
tus largos pies de ángel,
y manos de diablo.
Sueño.
No quiero despertar
en una isla desierta,
sin música,
sola,
vacía.




AUSENCIA


Esta mañana me levanté
feliz, curiosa, inocente.

El desayuno, el periódico
y la leve sensación
de no estar en nada.
y de estar en todo.
Plácidamente,
en los relojes,
calendarios,
habitaciones vacías,
despachos y tiendas.

Al mediodía, sólo tu voz
cálida, entre los espaguetis
y el tiramisú.
Ahora ausente, contigo,
buscando mi lugar.

Por la noche, de vuelta,
una suave tristeza
me ronda en los labios.
Ya me perdí.






TENGO el corazón verde
de respirar luz.
Blanca, la frente ancha,
azul, la garganta,
amarillo el plexo
y naranja, el bajo vientre.

Sinfonía de colores
atraviesan la barrera
de mi cuerpo dormido.
Se funden con el miedo.
Buscan el sol.

Magia de vida
afortunada,
bendecida una vez más
por sortilegios.
Ángeles de verano.

Energías fluyendo
día y noche.
Mar de siempre.
Fuego de alas quietas.






“...¡Qué doloroso
fluir del tiempo vivo
desangrándose a chorros”

José Hierro


MUERDO las horas lentas.
Se cuelan minutos
en estancias vacías.
Recuerdos amargos
ávidos de luto.

Sólo retratos de sepia,
enmudecidos,
desgajados,
desprovistos de color
me adivinan el tiempo.

Deshago corazones,
fragancias de canela
y limón con romero.

Me arrodillo al instante,
al gozo que no pasa
y ya no siento mío.

Y finalmente vuelo
hacia el país sin estaciones,
con el pulso en los labios
y latidos de viento.






LOS sueños se dicen
y desdicen en un minuto.
Se acorralan en un patio
indefenso, pendientes de hilos
que manejan esquemas.
Se hacen nudos prietos
en los corazones.

Pero tú conmigo,
vendrás para enseñar
a ese otro mundo
que los sueños viven.
Rompen laderas enteras.
Cruzan trincheras.
Y muerden las avispas
de hombres sin leyes,
sin sueños, sin ojos,
sin almas.





a mi abuela Micaela


TU MANO AUSENTE

Tu mano ausente me arrulla
canciones de olivos,
pan de miel y sueños
vestidos con sonrisas.

Te quedaste sola y fría.
El invierno en tu casa,
tus hijos llorando por su padre
yacente, agujereado
por el miedo y la cárcel.

Tus lágrimas rosas
apenas rozan las mañanas.
La sangre y la fiebre
se amontonan como piedras,
losas que aplastan montañas.

Te dejaste morir,
con el pulso del viento
para que todos recordaran
tu rostro de “niña buena”
y acariciaran tus palabras.

Y tú, mi abuela dulce,
peinas mis horas
con sabor de avellanas
y olor de lavanda.
Me elevas cada día
por encima del sol verde.
Me iluminas…

¡Cuánta serenidad recogida
en las lozas del recuerdo!

(De “Vientos Azules”, Parnass 2009)






“Y tu cuerpo se hizo dorado
y transitable,
feliz como un presagio que
nos enfurecía”.

Luis García Montero

LA RENDICIÓN

Cada día que abro mis ojos
al silencio verde de la mañana
me inundo de sol.

Un sol deshojado de nervios
aplaca mi boca
aún aplastada contra tu cuerpo.

Y tú sigues en tu sueño…
buceando caracolas,
recogiendo las conchas
de la dormida playa.

Me invitas, en breve,
al azúcar de tus ojos
semicerrados,
ángulo de deseos.

Tu cuerpo me está gritando,
“como un presagio que
nos enfurecía”.

Te enredo en los cabellos
de Venus plateada,
y como dos locos
nos adentramos en
la intensa furia del amor.

Desatados los dos,
llegamos a mediodía.
La luz se ha girado en naranja.
Entonces, nos comemos
nuestros anhelos
con los rostros apagados.

Nos separamos…
El día se ha pintado de rosa.
La luz se apaga como cera
invisible de ojos negros.


Hasta el lunes siguiente, amor,
cuando venga otra embestida…
Cuando la luna se complazca
de risa eterna
y los navegantes vuelvan
con sus redes de mares.

No estaré en la oficina,
¡no me llames!
Dejaré mi corazón cerrado
hasta que lo abra tu llave.

Mis vestidos se quedarán
partidos de llanto
porque no encuentran
la luz de tus ojos.

Te esperaré de nuevo,
párvulo corazón amarillo
de mi largo vientre.






BESO DE ESPUMA CALLADA

Beso de espuma callada
deslizándose
por mi vientre.
Lengua sedienta de luz
arrastrándose
por mi largo cuello.
Manos de cisne naranja
acariciando
mis nalgas tenues.
Arrecifes,
océanos voluptuosos,
cabalgando en la lóbrega
noche del quinto piso.

Paso y respiro
tu aliento fugaz
enredándome
como la hiedra
en tu dulce sexo,
aún por nombrar.






BAR DE MEDIANOCHE

Noche de jazz enloquecida,
rota por la voz del trompetista.
Te permití a mi lado
una sonrisa de invierno.

Te marchaste.
Me dejaste herida y turbia,
con miles de recuerdos
rodando en las esquinas
de un bar de medianoche.

No paraba de sonar
aquella melodía de Bonnie Raitt:
“I can´t make you love me!

Mis brazos, conjura de fuego,
resbalaban entre el humo
y el piano huérfano.

De repente,
sólo me confundieron
tus besos nómadas,
espadas palpitantes
de lenguas rotas,
ceguera de tres minutos.





Para mi padre

NO DEJES DE SER LLUVIA

¡Levanta ese ánimo
que te atormenta!
¡No decaigas!
¡No dejes de ser lluvia
para el viejo campesino
que te dibuja campanas!

El reloj de la iglesia
se adormece en marzo
como tus pensamientos.

Vuela y aligera.

Respira el viento
que recoge azucenas
y abraza a los pájaros,
ebrios de sol.

Húndete en la tierra,
en su esqueleto,
masa ósea que te define
y te eleva en forma de árbol.

Déjate llevar por tus sueños,
versos que arañan
sílabas errantes, pausas
y acentos de vida.




“Por incompleto y fusiforme
yo me entendí con las agujas
y luego me fueron hilando
sin haber nunca terminado”

Pablo Neruda

MADEJA DE HILOS

Soy una madeja de hilos
que no termina de crecer.
Se desenreda un frío martes
rompiendo su camino,
al chocar en la madrugada.

Sólo queda el rumor
de una pausa dulce.
Invariable cadencia,
invierno desatado de furias
que no logra asentarse.

Sólo el rojo amanecer
me teje en dos horas,
para volver a completarme
hasta el día siguiente
en que vuelvo a morir.







“Al levantarme,
encendí tu nombre
y el candelabro de plata
para seguir viviendo”

Felipe Sérvulo

APAGO LA NOCHE

Apago la noche
y el temblor de tu cuerpo
en las calles de Madrid.

Todavía otra copa
en un viejo bar de Chueca
y tu piel me acompañará
hasta las escaleras, borracha,
intentando romper mi silencio.

Me desnudas los ojos
y mis brazos de purpurina.
Me besas con la herida
del mañana,
sabiendo que a las doce
te reclamará tu casa
ordenada de niños,
y tu mujer perfecta,
amarga sonrisa
del fin de semana.

“Al levantarme,
encendí tu nombre”
y vi que no estabas.
Robé al sol
los minutos del parque
y me quedé allí
sin sangre ni palabras.

(De “No dejes de ser lluvia”, de próxima publicación)








EL VELERO ROSA

Te alimentan con goteros
de luz y esperanza
cada mañana,
a través de tus venas
para devolverte el color.

Las alimañas no han parado
de comerte el hígado y
el estómago amarillo.
Sientes ese agudo dolor
de martillos y cizañas
que corroen en segundos
hasta las últimas células,
pero ERES FUERTE.
Sabes que tu propio poder
te alza como un mástil ardiente
y no pararás de morder
el aire que te rodea.

Has mirado al vacío,
sin pestañear, en silencio absoluto…

Has buscado una sonrisa cómplice,
una lágrima desangelada,
el calor de unas manos
que tratan de asirte el corazón.

De repente el sol del miércoles
se ha girado frente a ti
enseñando sus dientes
y el lápiz de tus labios
ha pintado un velero rosa.






LLORAS junto a tu madre muerta.
Se marchó la pasada noche
con la sonrisa puesta en el cielo.

Su alma generosa ronda todavía
por los grises pasillos
del hospital de Bellvitge
y sigue abrazando a las azucenas.
No se cansa de abrir las manos
al silencio extraño de la noche.

Se ha quitado los zapatos de tacón
y las medias oscuras
para fundirse en la levedad
de los muertos.

Tus lágrimas caen entre sus faldas
larguísimas…
No encuentran consuelo.

Ella te llena de besos la cara
y te alienta a seguir luchando,
mientras tus dos hijos pintan
soles en las ventanas.

(Inéditos)




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