jueves, 28 de abril de 2011

3763.- SILVIA CUEVAS MORALES


Silvia Cuevas-Morales nació en Santiago de Chile en 1962. En 1975, a raíz del sangriento Golpe Militar en Chile, su familia emigró a Australia donde vivió hasta 1998. En Australia completó sus estudios, licenciándose con una Maestría en Filología Hispánica por la Universidad de La Trobe (Melbourne). Durante ocho años dictó clases de lengua y literatura en diversas universidades y academias australianas, trabajo que complementó con su otra pasión – la poesía, la música y el periodismo.

En 1994 conoció a la editora Elvira Siurana y en 1997 decidió emigrar por segunda vez. Tras varias denegaciones, y muchas idas y venidas, por fin se pudo establecer en Madrid donde trabaja como editora y traductora literaria.

Sus artículos, poemas y cuentos han sido publicados en Australia, los Estados Unidos y en España. Su poesía ha sido publicada en diversas revistas (en inglés y en español) y en los libros: "Purple Temptations", Melbourne, 1994; "She’s a train and she’s dangerous", Western Australia, 1994; "Amor y sombra. Antología de poetas hispanos en Australia", Sydney, 1995; "Respiro de arena", Madrid, 1996; "Sur/South Poem(a)s", Madrid/ Melbourne, 1998; "Sobre el horizonte. Antología bilingüe de poetas hispanoamericanos/as en Australia", Madrid/ Melbourne, 1998; "Al filo de la memoria/At memory’s edge", Madrid, 2001; "Sappho’s dreams and delights", Sydney, 2001; "Canto a Némesis: poemas de una extranjera", Madrid, 2003; "Rodaré maldiciendo: poemas y arte callejero", Ed. Cambalache, Oviedo, 2008.

También es autora del extenso estudio bio-bibliográfico De la “A” a la “Z”: diccionario universal de autoras que escriben en castellano, siglo XX y del libro de fotografías de dramaturgas españolas Vínculos teatrales.










Mujer mutilada

Nos cortaron la cabeza
por ser insumisas.

Las manos, ya que armas
no sabíamos manejar.

Nos extirparon el clítoris
para que no pudiéramos gozar.

La lengua
para no poder denunciar.

A algunas nos quemaron con ácido
por no querer ser propiedad.

Nos cosieron los labios
para que mantuviéramos la virginidad.

Nos dejaron rajarnos hasta el ano
en el famoso parto natural.

Y así nos han ido mutilando poco a poco
¿Y todavía hay algunos que osan decir
que existe la igualdad?



Fernando Sabido Sánchez con Silvia Cuevas Morales





A veces sucede...

Que me canso,
me canso del hombre feo y gordo,
con un dedo en la nariz
que me mira insinuante
al creerse que lo miro por su belleza y
no porque sencillamente
tiene el dedo en la nariz.

Me harto de los viejos verdes
que acuden al Rastro, no para mirar el arte
sino para tocar traseros y frotarse contra el pecho
de jóvenes descuidadas.

Hay días que al ver un cura le daría un puntapié
o lo haría bailar salsa con la monja
para que ambos olvidaran el hábito
de ir por el mundo con mentiras.

Y días que le arrancaría los ojos
a aquellos policías que vigilan
pero que no cuidan,
aquéllos que escudriñan con la mirada
al árabe, al negro, al sudaca, al gitano...
Aquéllos prepotentes impotentes
que sueñan con el Viagra.

Pero también a veces sucede que me entristezco
al no ver a mi amigo “loco”, él del metro,
al ver al toxicómano, sentado en su lugar
con la jeringuilla en la mano, y los ojos idos.

Y miro a las ecuatorianas,
con sus niños a cuestas y sus hermosas trenzas
corriendo de los uniformados que intentan confiscar
su único modo de supervivencia.

Y a cada rato tropiezo con una mano extendida,
un cuerpo tirado en medio de la acera...
y me avergüenzo de ser persona
y a veces sucede que me canso
de tener que oír esa palabra
¡EXTRANJERA!






Mientras los pro-vida...

Mientras los pro-vida luchan por la vida
de los no nacidos,
los recién nacidos luchan por vivir
y no morir de hambre en este mundo mal parido







primer mundo

Aquí, en el “primer mundo”
donde hasta los sordos
escuchan los bocinazos.
Donde los ciegos tropiezan
con vallas y andamios.
Donde los parapléjicos
en jaulas viven obligados.
Donde los ancianos piden limosna
a las puertas del supermercado.
Donde los inmigrantes como bestias
cargan bombonas de butano,
y los parados sólo consiguen contratos basura
y las prostitutas son apaleadas
en la Casa de Campo.
Aquí, donde enviamos caridad
al “tercer mundo”
para que no crucen nuestras fronteras...
Aquí, donde pisoteamos mierda
y los borrachos se orinan en los rincones
y los drogadictos se pinchan
infectándose de cualquier manera.
Aquí, en este país donde vivo
donde no quieren pateras
ni chilenas extranjeras.
Donde invaden la isla Perejil
y sueltan al otro Gil.
Donde todavía existe el Valle de los Caídos
mientras los caminos están llenos de fosas
con los valientes vencidos.
Aquí, donde todo va bien
porque no va para ningún lado.
Ni a la izquierda
ni a la derecha
sólo al centro
para mirarse el ombligo.
Y la tele nos emite
farsas en mil actos
y nosotros andamos furibundos
en éste, el tan mentado
“primer mundo”.






He perdido el apetito

Y masticamos lágrimas
sofocándonos de calor.
Pedacitos de palabras
se nos adhieren a los dientes,
y en vano tratamos de escupirlos
y caen de nuestra boca torpemente.
Las sílabas corren de comienzo a final.
Se tropiezan y caen,
y las vomitamos
hasta que yacen confundidas,
perdidas en todo sentido.
Palabras decapitadas.
Mutiladas.
Torturadas.
Todas visten uniforme,
y se ocultan detrás de un antifaz.
Caen silenciosamente sobre orejas muertas.
Se nos escapan de nuestras lenguas,
y las cuerdas vocales ya no significan nada.
Meros trocitos de carne insípida
que ahogan el lamento del necio.
Las preguntas no cesan,
pero la maquinaria se oxida
y cuando lentamente deja de funcionar,
sólo se escucha un grito sordo
interrumpiendo el silencio de la noche.
La gente se despierta atemorizada,
se abraza a sus seres queridos.
La mujer trastornada no tiene a nadie.
Sólo se tiene a sí misma para abrazar.
Y su temor es de doble filo,
ya ha oído aquel grito en otra ocasión...










Mentiras piadosas

Te mentí cuando te dije
que buscaba sexo sin complejos
cuando dije
“no te quiero”
Cuando cerré los ojos
para que no vieras
mis sentimientos
Cuando casualmente
recogí mi ropa
y aspiré muy hondo
tu perfume para
llevarlo muy dentro
Cuando dije no a las ataduras
y sin embargo por dentro
temblaba con tus besos
Cuando me despedí
con un beso ligero
cuando quería aferrarme
a tus labios
y acariciar tu lengua
sin soltarte jamás
hasta el próximo encuentro
Te mentí cuando dije
que no era nada
que el sexo era sólo eso
Sexo
Te mentí cuando la realidad
es que ya formabas parte
de mi universo
Te mentí
con descaro
con todos mis miedos
Te mentí
Te mentí cuando te dije
que quería sexo sin complejos


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