sábado, 3 de septiembre de 2011

4564.- JOSÉ LUIS GALLERO


José Luis Gallero fotografiado por Alberto García-Alix



José Luis Gallero (Barcelona, 1954), poeta, editor y crítico de arte. Ha publicado: Antología de poetas suicidas (1989 y 2005), Sólo se vive una vez. Esplendor y ruina de la movida madrileña (1991), Ocho poetas raros (1992), La vida imposible (1992), 88 Fragmentos (2003), El camino más largo (2006), Tintas comunicantes (2006) y Heráclito. Fragmentos e interpretaciones (2009).





Fragmentos y poesía de José Luis Gallero


De
88 Fragmentos
(Cuadernos del Vacío,2003)



El sentido recóndito de las cosas es inseparable del misterio que las hace transparentes. Cuanto más intensa la certeza de haber adquirido un conocimiento profundo, más insondable se revela el enigma.



Tejida de infinita espera, la escritura acaba por convertirse en lo único que paradójicamente no puede esperar.



No darle la espalda al final. No perder de vista el principio. Alentar simultáneamente la memoria de lo conocido y la pasión por lo desconocido.



Sólo la oscuridad del camino conduce hasta casa.



Errores: lugares de paso de una disciplina secreta que consiste en transformar cada experiencia fallida en un experimento logrado.



El arte y la vida deberían celebrarse mutuamente. El trabajo, el juego, no son nada el uno sin el otro.



Amar, escribir: procesos de eliminación, cuyo término definitivo es sólo un espejismo.



La vida nueva está siempre en el amor. Porque sólo el amor responde a las viejas preguntas.



Investigar los pasos de alguien es investigar sus tropiezos.



Buscar la aguja perdida en el pajar es casi siempre la única manera de ir al grano.



Una vida extraordinariamente monótona, en la que cada día nos fuera concedida la gracia de escuchar el canto de un pájaro desconocido.


De
El camino más largo
(Área de Cultura del Ayuntamiento de Málaga, 2006)



Poema, novela, ensayo, reportaje: cuál es la diferencia. No elegimos seriamente la escritura mientras no descartamos cualquier posibilidad de vivir que no cuente con ella.



En la trabazón de las palabras y los días, esfuérzate sin prisa. Cuanto menos parezca sonreírte la fortuna, más a salvo estarás de la calamidad.



Sólo se vive una vez. ¿Existe peor contratiempo para un ser cuya condición esencial es la de principiante?



Con el bolígrafo que me obsequió el viajero a quien habían asaltado y socorrí, escribo: “El dolor es el sufrimiento que sabe por qué; el sufrimiento es el dolor que ignora. Toda la literatura se basa en el hallazgo de una semejanza, de una discrepancia; cada analogía, cada antagonismo representa para el escritor un cabo de vela, un último tren, una dama con quien bailaría si no estuviera muerta”.



Escribir una novela en diez días. Y con prisa, como si hubiera que coger un tren. Pero no sin haber esperado diez años.



Madruga el amor para hacer realidad el bien soñado. Desde antes del alba, acechan su paso los perros del ocaso.



Los viejos parten; los jóvenes están llegando siempre. Somos sepultureros, comadronas los unos de los otros.



Cada muerte renueva el misterio de estar vivo: el misterio del fugitivo intercambio de los mortales con lo eterno.



Sólo la muerte revela la verdad. Por eso la verdad es misteriosa.



En la práctica del bien —intrigante disciplina que procura sentido a lo que hacemos—, el yo representa un obstáculo necesario. Sólo para quienes lo salvan, la realidad se vuelve generosa. Sólo para quienes lo superan, la muerte no significa el final de la aventura.




De
Añicos
(inédito)

Quehacer. Ningún término tan apropiado para designar la condición radical de la existencia, su carácter interrogativo y laborioso. Qué hacer. Qué hacer para conciliar el deseo de aventura con la necesidad de repetición. ¿No sacrificar ninguno de los dos —la necesidad, el deseo—, como quien firma un incómodo contrato para sobrevivir, sino ejercitarse en ambas —la repetición, la aventura— con la serenidad de quien tiene una respuesta: Qué hacer, salvo libros?



Meditación a los 54. Fugada la agridulce primavera, retirado el claroscuro estío, brindar una íntima bienvenida al invierno, ahora, en mitad del otoño,cuando envejecen las hojas y brilla un último deber inexcusable: comenzar a dar las gracias.



Pueden decirse tantas cosas viejas sobre el futuro como nuevas acerca del pasado. La realidad está presidida por un incesante proceso de discrepancia y coincidencia. La paradoja es el lenguaje mismo del acontecer. A remolque de la fugacidad, la vida deviene infinita. Porque morimos, filosofamos. Y porque filosofamos, vivimos.



La experiencia sólo sirve para hacernos saber que el dolor antecede al conocimiento, como el exceso preludia a la excelencia. “Incluso en el fondo del mar hay sequía”, dices. Hemos llegado juntos hasta este momento, desde cuya atalaya contemplamos el mundo haciéndose añicos. Cantan el ruiseñor y la rana. Sonríe el filósofo.



La imaginación ama la realidad por encima de todas las cosas. La ficción forma parte del fraude. Falsifican su única vida, y para colmo se consideran acreedores de otra. ¿Cuántos megalómanos no esperan que su dios los resucite de entre los muertos a fin de perpetuarse como siervos? Sin duda abandonamos este mundo por otro mejor. Pero no es preciso resucitar para alcanzarlo. Algo inmortal alienta en la condición efímera del hombre cada vez que encuentra en su corazón una palabra justa.

De
Titulcia Suite
(inédito)

Petrarca en Titulcia

real demasiado real es el lugar
al que nos han conducido nuestros sueños

un valle devastado y un río en cuyas aguas
ensucia la luna su sonrisa

ya no duermen las garzas en el cañaveral
no anidan en el cantil las gaviotas

pero patrulla el grajo la línea de ribera
un ánade risueño chapotea entre escombros inauditos

ulula el chotacabras medra la retama
afila sus uñas el esparto

señal de alarma entre las siemprevivas
una amapola solitaria se ha encendido

bajo la alta estela de un avión juega el milano
contra el viento del norte una hilera de cigüeñas remonta la
corriente

mudas un instante las graveras
dejan escuchar el traqueteo de un tren de cercanías

prende entonces el murciélago las luces de Titulcia
senda del buen amor frontera de la mala guerra

jamás el Jarama discurrirá tan veloz
como se aleja bajo sus puentes el tiempo de la vida


Ausiàs March en Titulcia

lirio entre cardos los dones del querer
fuego en cuyo seno la vida se refresca

vuestro solo nombre inspira espanto amor
que imantáis por igual la carne y el espíritu

del porvenir no espero compasión alguna
nada es para mí mejor que nada

pues toda riqueza convertís en duelo
y toda indigencia en bonanza


Jorge Santayana en Titulcia

la vida cotidiana es el único horizonte del espíritu poético
el único presente capaz de volver sobre el pasado
transformado en porvenir

sólo el diálogo alumbra la verdad
sólo en la contraposición se expresa la justicia

el espíritu poético jamás desaparece del horizonte cotidiano
leal a lo fugaz arraiga en lo perenne

tras un efímero baño de luz sobre la tierra
un sueño interminable



CACTUS



Los que buscan oro cavan mucho y encuentran poco.
Heráclito [Fragmento 22]


1
Una certeza que nunca cambiará en nosotros: todo aquello que
para la supervivencia práctica carece de importancia, precisa ser
honrado.Trabajadores en la zona de sombra del lenguaje,explora-
mos el abismo sin fondo de la claridad.


2
Una buena noticia podría desmoralizarnos,nunca una mala.Kiló-
metros y kilómetros de angosta realidad remonta la caravana del
sueño.No se nos pide traspasar el límite,sino vivir en él.No es
indispensable descifrar el sentido, sino aprender música: advertir
una nota callada,un sonido inaudito en la vasta partitura.


3
Cautivo en la cárcel de cuanto no está a su alcance expresar,
madura el escritor su ineludible fuga.



4
Se finge escritor,pero en realidad es un músico.Hace desaparecer
las palabras.


5
El otoño agasaja a los muertos con flores de níspero.Acostumbra-
das a temblar,las columnas de la ciudad conservan su equilibrio.
Esbeltas palmeras recortan su silueta en el cielo naranja del ama-
necer,en el rojo pomelo de la tarde.


6
Desde la sima del incesante entremezclarse de las estaciones, un
desorientado deseo de vivir —cristalina fe sin rumbo— retorna
sin descanso al punto de partida.Escribir no es otra cosa que tra-
bajar en un basurero.La cuchilla de la soledad afila cada párrafo.


7
Como peces de colores en el interior de un acuario,parpadean los
aviones que cruzan la noche.Me pregunto hacia dónde.Preparo
té con agua de lluvia y miel del desierto.Destierro de mi corazón
los caminos forzados.







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