miércoles, 28 de septiembre de 2011

4838.- ERNESTO FERNANDO IANCILEVICH


Ernesto Fernando Iancilevich
Poeta y ensayista argentino (Buenos Aires, 1952). Licenciado en bibliotecología y documentación por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde cursó estudios de filosofía. Es miembro del Colegio de Graduados de Filosofía y Letras, de la Asociación de Bibliotecarios Graduados de la República Argentina, de la Red Mundial de Escritores en Español, de la Sociedad Internacional de Autores y de la Sociedad Internacional de Escritores. Integró durante dos años y desde su fundación el equipo editor de la revista literaria Palabras Diversas, que se edita en España. Ha sido jurado nacional e internacional en certámenes literarios. Coordina seminarios de estudio sobre la obra de Martin Heidegger, taller literario y cursos de redacción para profesionales. Ha dictado conferencias y talleres para escritores y bibliotecarios durante 2007 y 2008. Forma parte del Tribunal Evaluador del Movimiento Solidario por las Letras, fundado por la Sociedad de Escritores de General Pico (La Pampa). Colabora con prestigiosas publicaciones en al ámbito del pensamiento y la palabra. Su último libro de poesía, Luz en la piedra de la noche, ha sido presentado en la Feria Internacional de Libro de Buenos Aires 2007 y en la Noche de la Cultura de San Martín (Provincia de Buenos Aires) el mismo año.



Poemas de lo desnudo, de lo que busca a tientas




a la luz de la lámpara

a la luz de la lámpara
cuando afuera oscurece
leo y escribo
me escucho por dentro
la palabra en el cuerpo
azul es la noche donde miro
azul profundo
como de mar abierto









abierto lo vacío

abierto lo vacío
y sin embargo
cubierto de epigramas
textura piel paisaje
un afuera de nombres
como si hiciera falta
como si alguien lo esperara
como si no bastara
ser y estar presente









no escribas el deseo

no escribas el deseo
más que con las letras del deseo
patio recién lavado al sol del verano
reflejos en el agua que resbala
de las paredes de piedra
sorteando las lajas
rumbo al sumidero









siete veces te alabo

siete veces te alabo
tres veces te niego
vertical de luz
horizonte de sombra
imagen de nadie
semejanza de todo
en la espera: nunca
más que siempre: ahora









pregunto

pregunto
en la noche
enciendo el fuego
respiro en su llama
ilumino el círculo
dibujo signos
de mirada invisible
acompaño la ausencia
como una cifra abierta
avanzo y regreso








me dejé a Dios en los talones

me dejé a Dios en los talones
me lo dejé cuando me iba
pisándome las ganas
contándome los pasos
me lo dejé mirándome de atrás
como una sombra fiel
que sigue iluminando
me lo dejé para salir a buscarme
pero me lo dejé ahí
en los talones del regreso
en las mochilas del paso
me lo dejé esperando






las cosas que se acumulan en cada palabra
sobran
así como falta la palabra única
para esta cosa irrepetible
de manera que para restituir el equilibrio
entre aquello que sobra y esto que falta
en stock
acaso resulte preciso
realizar un nuevo pedido
en demanda de otro lenguaje
y de otra realidad






Enjambre de lucidez,
en tu entramar nada inventas:
enciendes oscuridad por dentro,
sosteniendo el foco en el telar de araña
cuando te acercas al hechizo del centro.






Un hombre se desconoce en el espejo.
Mira una bestia, una sombra, el cuarto
sin espejo y se da la vuelta,
e inflama en sus ojos el metal de la piedra,
y arde con buena llama roja y azul
y por momentos verde
y violeta luego,
con piadosa plenitud secreta.

Un hombre en el espejo
enciende su infierno
para avivar el cielo.





Busco un lenguaje
debajo de la palabra
debajo del pensamiento
debajo del fondo que sostiene palabra y pensamiento
debajo de lo que está abajo
donde nada se nombra
ni es nombrado
porque nada se rinde
ni es dominado
pues allí me zambullo
insomne
sigilante
busco un lenguaje
anterior a la palabra
anterior al pensamiento
debajo del tiempo
en el revés de la historia

busco
y mientras
leo
escribo
dibujo memoria
y me acerco al olvido.

–De Memoria y Olvido—








Luz en la piedra de la noche
gajo luminoso
¿quién te toca?
¿a qué cuerpo te entregas?
como en sueños
paseo entre ruinas
donde se hace de noche
y la carne se extravía
en la amusgada sangre
con el vuelo
inmóvil
disuelto
cristal coloreado
roto
en satillas
como una cruz de manos abiertas
donde abrir el pecho
donde morirme
en comunión
poblarme de ausencia

–Luz en la piedra de la noche-





La mirada
como un centro dividido
y la palabra que falta
como un amor que no se encuentra:
la palabra que nombra
y que nos falta abrir







Esperar la palabra
como brote de silencio
su gratuidad de hogaza
en la mesa de la ausencia
esperar la palabra
para poder nombrarme







Una pausa sostiene cada verso,

dedicado a Roberto Juarroz

Una pausa sostiene cada verso
como posdata de algo
que está detrás del poema
como una escritura paralela
que prosigue
cuando el poeta se levanta de la silla
o se rasca la cabeza
algo que muerde
los bordes del poema
los bordes del verso
los bordes de cada palabra
y dobla hacia adentro
el poema el verso la palabra
pero sospecho
que detrás de la pausa
debajo del doblez
nada nos espera
nadie nos aguarda
no un andamiaje
con retenes de lo mismo
no un feudo avasallante
de culpas y deseos
perdones y gracias
promesas y esperas
sino un no vertical
como una sombra caída
un no que siendo nada
sólo así nombraría
pero tanto nos hemos habituado
a la presencia surtida
de palabras y cosas
y de nosotros mismos
que la pura ausencia
me temo
no podría nombrarnos
a no ser que saltáramos
por debajo del doblez
detrás de la pausa
por donde todo se escurre
se desnombra
se anonada
se deshace:
la escritura del cero
debajo del silencio
el vacío sin figura
detrás de Dios





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