viernes, 17 de septiembre de 2010

1147.- GERRIT KOMRIJ



Gerrit Komrij Winterswijk, Holanda, nació en 1944 y falleció en el año 2012. Poeta, novelista, antologista, traductor, dramaturgo y crítico. Llamó primero la atención de un público más amplio a través de sus artículos y columnas. El sarcasmo cáustico caracteriza los artículos de Komrij sobre arte y literatura así como sus notorias críticas de la televisión, la caja fúnebre. Sus ensayos le hicieron acreedor al Premio Busken Huet (1979) y al prestigioso Premio P.C. Hooft (1993). El volumen de poesía Del op del os del klokketoren ganó el Premio Herman Gorter. En 1994 salió a la luz el voluminoso Alle gedichten tot gisteren ( Todos los Poemas hasta Ayer). Además de su poesía, novelas y obras de teatro, Komrij es también un traductor muy valorado y ha hecho que parte de la herencia cultural holandesa sea accesible a un amplio número de lectores a través de su antología de poesía holandesa del duodécimo al vigésimo siglos.



Poemas de Gerrit Komrij

[III]

Las palabras volaron aún más lejos, a las ciudades.
Crearon forma, cultura y nos amasaron
A golpes, conscientes del pasado.
Hicieron alma del polvo y oro del bronce.

Convertidas en flechas errantes para profeta,
Contratos para prestamistas. Jaculatorias
Para pecadores con miedo. Fútiles las palabras
Se usaron, como calderilla, trilladas.

El sol brilló en la ciudad. Sonó una risa.
Cantó un pájaro. Conversábamos.
Algo bonito sobre el amor. Nadie veía
Los puños de acero, en la verja los cascos.







[IV]

Cascotes de vidrio en la valla. Alambrera.
Bombas de fuego. Sólo la cultura
Es capaz de cultivar bárbaros.
‘Las palabras ya no son lo que fueron.

Las hemos adornado de tanta retórica
Y dotamos su ser de tanto peso,
Nos han aplastado. Ningún canto de cisne
Se nos ha concedido: Tan sólo queda un eco.

El eco de un idioma que inocente
Iba de boca en boca. La parada final paraíso.
Sólo un instante y él también habrá muerto.
Ni réquiem. Ni ojos para ver la guadaña.





[V]

Aún bailamos, aunque el Arca se ha hundido.
Fingimos tras un montón de tramoyas
Un Jardín de Edén y confundimos
Un nudo Gordiano con débiles enredos.

A veces brillaba algo genial, algún talento
En mitad del sombrío clamor callejero,
Pero nadie lo cuida o reconoce.
Se corre una atrevida carrera sin camino.

Donde ciudades y cultura son tumores
En una gran hidrocéfala cabeza, sólo capaz
De un banal estribillo - como éste - los oídos
Todavía por alcanzar. Sueño y noticias, todo es uno.



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