lunes, 20 de diciembre de 2010

JESSICA ISLA [2.562]


Jessica Isla

(Honduras, 1974)
Escritora. Licenciada en Letras. Peruana-hondureña

Libros publicados: 

Cassandra. Edit. El cuarto de Carmela. poemario. 2008

Antología de cuentistas hondureñas.Edit. Letra negra. 2006
Ganadora de Juegos florales Santa Rosa de Copán. 2004 
Coordinadora de editorial Capiro 2000-2004, actualmente trabajando en la creación de una editorial propia




Poesía hondureña en resistencia ante el golpe de Estado
A SUYAPA MARTINEZ

Suyapa Martínez es chiclera. Trabaja en el centro de Tegucigalpa y participa siempre de todas las marchas y manifestaciones que confluyen en la Plaza Central. Es poeta popular, y su voz, siempre se escucha en medio de la represión, del canto, desde hace muchos años. Suyapa es un símbolo ineludible de esta Resistencia.

Para compatir, con mucho cariño
A Suyapa, quien inspiró este poema




Presentación

Soy este cuerpo dibujado a golpes
Que camina día tras día bajo el sol, 
bajo este cielo incierto de máquinas aladas,
en medio de ráfagas de humo y
el sonido de fusiles
Soy infinidad de rostros:
el de un chico asesinado,
el de la abuela que camina
el de la gente lenca armada de una paciencia infinita
El de la pintora de mantas, 
El de la chica de las muletas
Que se enfrentan de a pedazos o en conjunto
A las murallas verde olivo cargadas de violencia

Puedo decir que de mi cuerpo salen muchos olores
El de la montuca fresca
El de la tortilla y los frijoles
El de manos sudadas y cuerpos cansados,
pero también
el olor de sangre derramada
el de gas y pólvora
el olor a muerte y a miedo.

Mi garganta
está poblada de voces:
Estoy en las discusiones acaloradas de las asambleas
en el grito de la maestra
En el relato de la joven violada,
En la protesta de los golpeados, de las torturadas
En la voz que canta en las calles

Soy miles de sombreros y 
cientos de palabras,
soy abrazos, lágrimas,
ternura, carcajadas. 
Estoy llena de 
sonrisas que iluminan el día
colores que vienen de todas partes
tengo alegría, ganas de bailar,
tengo esperanza.

Porque sin mí las calles
Se quedarían solas,
Porque sin mí las paredes no dirían nada
Porque soy tus manos, tus pies cansados,
Tu voz.

Yo soy la resistencia


Inconsciencia

Detrás de los espejos
se esconden las Furias, 
no las mitológicas y auténticas
las que buscan venganzas y reparaciones
solo las furias cotidianas,
pequeñas y monstruosas.

Intuyo que un día, cualquiera
podrían traspasar el límite y 
escaparse por los bordes;
pasar acuosas hacia esta realidad.

Una señal
Una mirada cómplice;
Una caricia por el borde del espejo
Bastaría

Desde la orilla de mi luminosidad 
me observo:
enrollada de amor,
propensa a la locura
fraccionada de ansias.

Escucho su llamado:
Soy una Furia perdida y recurrente
Y apenas me doy cuenta. 


Puntos cardinales 

Tengo una seria imposibilidad de levantar mi vista
hacia el norte

Me abruma, 
me entristece,
me aprisiona. 

Descubro que no puedo con tanta muerte
Latiéndome aún entre las venas

No con tanta Centroamérica encima

No con tanta América Latina en las sienes

Para mí, 
que desde pequeña he tenido problemas de lateralidad
Y por ende de ubicación,
el sol puede salir por cualquier lado
En cualquier dirección.

No es posible, me dicen.

Recurro entonces a la prístina memoria
Esa que no me falla

Y mis ojos se llenan de mar, de arena, 
sal antigua y Caribe

Descubro que mi corazón 
no puede saber el norte
porque tiene una 
irredenta.
profunda
y
rabiosa miopía
que me aferra implacable

hacia el centro.



Cassandra 

He visto 
mis manos amputadas
escribiendo en el vacío 
los laberintos entramados de la soledad. 
He sentido mis huesos, deshaciéndose y perdiéndose 
extraños 
en los bruscos arpegios de la nada
y desapareciendo invisibles 
entre polvo de estrellas. 

Los labios abultados han dejado salir 
envueltos en sangre 
los hilos cintilantes de mi ser
El cabello
que sostengo entre mis manos
ha perecido contando los minutos 
de la angustia,
al desasosiego. 

He tratado de abrir 
mi pecho para dar paso 
al dolor lacerante 
que lo sostiene 

He visto lo que se supone que no debo ver.

Y es por eso que vivo condenada
a repetir inexorablemente 
la dulce melodía del silencio, 
sabiendo que de un día para otro
el reloj se moverá 
indefectiblemente 
de reversa

y me encontraré con
una profecía que nadie quiere oír, 
pero que se espera, mientras tanto

Entonces, 
mi túnica se vestirá de rojo 
y cantaré bajo la lluvia 
la sublime tragedia de 
encontrarme por fin, 
detras de las palabras. 









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