viernes, 16 de julio de 2010

HASIER LARRETXEA [247]


Hasier Larretxea 

Hasier Larretxea, nació en Arraioz (Valle de Baztán), Navarra, en 1982. Ha publicado los poemarios Atakak (Alberdania, 2011), y su traducción al castellano Barreras (La Garúa, 2013), Azken bala / La última bala (Point de Lunettes,2008),  Niebla fronteriza, (El Gaviero,2015), De un nuevo paisaje, (Editorial Stendhal)..  Recibió el Primer premio en la modalidad de poesía con "Eguraldi lainotsua" en el certamen literario Ciudad de Pamplona (Pamiela, 2001), y en noviembre de 2008 el premio Francisco Yndurain de literatura.



Hasier Larretxea: Azken bala / La última bala.
Traducción de Ángel Erro. 
Prólogo de Jabo H. Pizarroso. 
Año de edición: 2008. 


Sinopsis del libro

Azken bala / La última bala es el primer libro bilingüe euskera-castellano que se publica en Andalucía. Su autor, originario del Valle de Baztan (Navarra) ataca de forma radical el concepto de violencia. Azken bala, desde la cultura en euskera, es un disparo (poético) en la línea de flotación de los violentos. Hasier Larretxea, usando la ironía y, a veces, el sarcasmo, hace una apuesta decidida por la paz y por la poesía y la palabra como el arma más perdurable para conseguir cualquier cosa.

Azken bala / La última bala, es una apuesta valiente por la paz. Como la poesía llega al meollo en donde el lenguaje normal sólo merodea, estos versos, llenos de vida, irónicos, puntiagudos, deciden abordar el tema de la violencia vasca de forma decidida. Dice el prologuista Jabo H. Pizarroso: “Hasier habla de verdad y su poesía discursiva, prosódica y liberada nos coloca de espaldas a un muro. Ese muro es nuestra conciencia. Ese muro es nuestro pasado y nuestro futuro y también un gran montón de balas en el desierto y enterradas. Como decía Celaya, la poesía puede obligar a cambiar el mundo, y yo creo que en estos momentos eso es  siempre posible”.

(Azken Bala/La Última Bala Andaluzian euskaraz eta gaztelaniaz argitaratzen den lehen liburu elebiduna da. Bere egilea, Baztango haranekoa (Nafarroa) bera, modu erradikalean erasotzen du indarkeriaren kontzeptua. Azken Bala, euskarazko kulturatik, haizeen flotazio-marrean, tiroketa (poetikoa) da. Hasier Larretxeak, ironia eta zenbaitetan burla erabiliz, bakearen, poesiaren eta hitzaren aldeko apustu irmoa egiten du, ezein gauza lortzeko armarik iraunkorrena bezala.

Azken bala / La última bala bakearen aldeko apustu ausarta da. Ohiko hizkuntza inguru-minguru dabilen tokian poesia muinera iristen denez, bertso zorrotz, ironiko, bizitzaz bete hauek Euskal Herriko bortizkeriaren gaiari zirt edo zart heltzen diote. Jabo H. Pizarrosok aitzinsolasean dio: “Hasierrek zintzotasunez hitz egiten du eta bere poesia diskurtsibo, prosodiko eta askatuak murru baten kontra jartzen gaitu. Murru hori gure kontzientzia da. Murru hori gure iragana eta etorkizuna eta baita basamortuan lurperatutako bala pilo handi bat ere. Celayak zioenez, poesiak mundua alda dezake eta uste dut oraingoan hori posible dela.”)




Erre ezazu autobusa.
Erre, kutxazain automatikoa.
Erre, zaborrontzia.
Erre ezazu auzo guztia. 
Herria, hiria.

Basoa.

Su horretan zu erre baino lehen.



Quema un autobús.
Quema un cajero.
Quema una papelera.
Quema todo un barrio.
Un pueblo, una ciudad.

Un bosque.

Antes de que también tú te quemes en ese fuego.




AZKEN BALA

Azken aukera baliatu dut.

Hitzak baduelako bala batek haina indar.

Zure txanda da orain.

Nahiz eta ni hil, 
poemario honek biziraunen du.
Poemario hau izanen da nire ondorena.
Nire oroitzapena.

Hil nazakezu,
Poesia baina,
ez duzu nehoiz ere erailko.
Suntsituko.



LA ÚLTIMA BALA

Aprovecho mi última oportunidad.

Porque la palabra tiene tanta fuerza como una bala.

Ahora es tu turno.

A pesar de que yo muera,
este poemario sobrevivirá.
Este poemario será mi heredero.
Mi recuerdo.

Me puedes matar,
pero nunca asesinarás,
nunca destruirás la poesía.

Porque la palabra permanecerá en el tiempo.

¿Y la violencia?




Yo,
quien se escurre en giros,
que se escudriña
bajo la sombra interminable
de los últimos versos punzantes,
afilados, ladeados,
ecualizador de la verborrea
sin piel, escamas
ni saliva espumosa,
no soy poesía
Esto
no es
poesía
Aquí
y ahora
nada es poesía.
Y te preguntarás:
¿y entonces, qué es la poesía?
¿Dónde se encuentra?
La poesía
no es más
que todo lo que creías
que no era.
Todo lo que
no has sabido
sentir
ni vivir,
hasta esta palabra
hasta este verso.


*


Prostituta del devenir,
te muestro las cartas marcadas.

¡Pobre iluso!

El futuro no está en tus manos,
sino en las mías.


*

Yo también
me enfrenté a la policía.
Yo también
grité "policía asesina".
Yo también
sentí la misma rabia.
Yo también me sulfuré.
Yo también
luché hasta el final.

Tuve claro cuál podía ser el final.

Por eso,
antes que fuese demasiado tarde, lo dejé.


*


Hoy mi esternón está abierto a pares,
dividendo del caótico desenlace
de la vida en moteles.

Hoy mis piernas están más abiertas
que las tuyas
por la práctica de la necesidad
de dormir bajo un techo.

Hoy, mi cuerpo despellejado
lo he troceado
en bolsitas de 250g.

Para que te quedes con lo que quieras.





Hasier Larretxea
Barreras
La Garúa Libros, 2013

Por  Agustín Calvo Galán

Oigo The Glorious Land de PJ Harvey (canción incluida en su último álbum: Let England Shake, 2011) y pienso en la infancia de la cantante en la campiña inglesa, allí en el condado de Dorset, rodeada de ovejas, aprendiendo a tocar el saxo y la guitarra; y pienso también en Hasier Larretxea, en su infancia en el valle de Baztan (Navarra), rodeado por verdes laderas, aprendiendo a hablar, aprendiendo el sonido de los campos.

La Garúa libros acaba de publicar Barreras, la edición traducida al castellano (traducción realizada por el propio autor en colaboración con Zuri Negrín) de Atakak (Alberdania, 2011), libro escrito originariamente en euskera por el poeta navarro, establecido desde hace años en Madrid. Y es que Barreras incluye esa conexión entre música y poesía, pues Hasier cita a la cantante inglesa. Ciertamente, en el libro se convocan diferentes influencias musicales y literarias, además de erigirse con vigor y tensión vital entre la expresión interior del poeta y las circunstancias (exteriores) o el paisaje en las que habita, en la experiencia de afrontar los límites o las fronteras ante las que nos alzamos como razón de ser individual y también como razón de creatividad.

Barreras se divide en cuatro partes bastante diferenciadas. En la primera el paisaje urbano se hace presente desde el título: Cercado por los escombros de los edificios. Aquí el poeta pisa firmemente el desequilibrio urbano, la capacidad de la ciudad de crearse sobre los escombros y renovarse constantemente. Además, Hasier nos muestra la ciudad no solo como un ámbito más de intemperie que de amparo, ámbito de exteriores deshumanizados, sino también como un no-lugar, como un lugar para el olvido:

Recuerdo,
muralla del pasado.

Cementerio de la memoria.

Y el olvido no es más que la negación de uno mismo, la negación de lo que hemos sido, el borrado de todo lo que somos. No obstante, frente a esa superficie imperativa, frente a esos cercos urbanos, Hasier identifica ríos y riachuelos en su subsuelo, creando imágenes evocadoras y poderosas, flujos de agua que saben su destino, que no dejan de avanzar, que mantienen su rumbo a pesar de todas las barreras, de todas las dificultades; incluso, a veces, a pesar de nosotros mismos. 

En la segunda parte, Pliegues en la ropa tendida, frente a un cierto esperpento irónico de lo urbano, surge un ámbito natural, rural, que es el ámbito familiar del poeta, la casa sólida en la que se crío, el paisaje, la seguridad de lo conocido:

Vidas que se cuelgan del hilo
de la cordura.

El apego no a la tierra sino a una cotidianeidad de sonidos y acciones, a la vitalidad cultivada de los árboles y los prados, una manera de respirar y de enfrentarse a la luz, es el reconocimiento de la propia identidad, del paganismo telúrico que pervive en el subconsciente del autor y que le ayuda a reconocer el mundo y a reconocerse a sí mismo en cualquier entorno. Aquí las barreras son las distancias, y la mayor de las distancias que tiene que recorrer no es otra que la del poeta para retornar a sí mismo.

La tercera parte, La perdurabilidad del resplandor, se nutre de poemas breves donde frente al exterior urbano o rural, el poeta se afianza en un diálogo entre un tú y yo atemporal, eminentemente amoroso:

Que la muerte
te sorprenda conmigo.

En esta parte la poesía es un reflejo en el otro, un mantener la mirada hacia el exterior de uno mismo, un sostenerse en el idioma del conocimiento, es la luz que emana y abraza la sensibilidad y la sensatez, interpretando la complejidad de lo sencillo. En estos poemas breves, casi aforísticos, Hasier nos presenta su yo más reflexivo, más depurado.

Y, la cuarta y última parte, A escondidas con la memoria del olvido, el poeta desentraña una existencia en la que las luces y las sombras forman un conjunto vital y sincero; donde el lenguaje, tal vez de forma totalmente contradictoria, es la herramienta para la superación de cualquier barrera pero también la excusa para levantarlas:

Cuando se habla  para no pronunciar.
Cuando la palabra es un embudo.

Barreras es un libro de una aparente ligereza formal que desvela una honda preocupación por la estética de lo natural y por la belleza del pensamiento. Su estilo limpio y depurado esconde un gran trabajo de contención y expresividad, donde el amor –identificación absoluta–, sin ser nombrado como tal y, por tanto, huyendo de cualquier evidencia, se convierte en el soporte firme, en motor de superación y creación. 

Al fin, vuelvo a PJ Harvey, y es que la cantante inglesa mezcla a la perfección en Let England Shake sonoridades de diversas procedencias, creando así una música mágica, dulce y vigorosa. Permítanme la analogía: Hasier Larretxea también mezcla en Barreras sonoridades y temáticas distintas para crear una poesía convincente y sentida.


CONSTRUYAMOS UN PUEBLO

Construyamos un pueblo
haciendo explotar tres o cuatro bombas diarias
en cascos históricos.

Construyamos un pueblo
embelleciendo con pintura roja y amarilla
y con escritos amenazantes
las sedes de los partidos políticos.

Construyamos un pueblo,
pero quememos antes
sus cajeros automáticos,
sus autobuses.

Construyamos un pueblo,
aunque para ello
tengamos que destruirlo todo.

Aunque ya no nos quede
sobre qué construir.



100 METROS

Precisión
de la zancada.

Ser más veloz
que el recorrido
perpendicular
de la bala.

Aprender a correr
antes que a caminar.

Esquivar
la amenaza
volátil
de la pólvora.

El primer juego
de la infancia.


*

Si no hubieras hecho
lo que hiciste…
No tendría que recorrer cada semana
tantos kilómetros..


No sentiría tanto miedo
cuando en casa tu padre
me da un guantazo.
No lloraría tanto por ti.
No me aguijonaría
tan profundo el dolor.
Tomaríamos juntos un chocolate
esas lluviosas tardes de domingo.
Me acompañarías a comprar ropa.
Te enseñaría a cocinar,
para encandilar con una cena a Amalur.
Si no hubieras hecho
lo que hiciste…
Estarías con tu hijo Ihart
jugando cada día,
podrías acariciar cada día a Amalur, tu mujer.
estarías con tu padre Juankar, conmigo,
con tus tíos, abuelos y amigos.
Próximo.
Más cerca.
Si no hubieras hecho,
lo que hiciste…
Tendrías todo lo que quisieras.

Insúltame.

Golpéame.
Escúpeme.
Grítame.
Hazme
lo que tan bien sabes hacer.
Porque es lo único
que sabes hacer.
Meterme miedo.


*

Al parecer somos el pueblo más viejo de Europa.

Y el único que, para seguir viviendo, mata.
Ese parece ser nuestro hecho diferencial.


*


No puedo dejar de llorar.

Y si por cada muerto
lloro,
espérame sentado.
Que llegará el diluvio


*


Voy buscando mi conciencia particular.

Ese espíritu de libertad.
Y no, no necesito
ni guías,
ni mapas,
ni dogmas,
ni doctrinas.
La palma de la mano
es mi única brújula


*

El dolor
forma
costra
y la costra,

(es) olvido.


*


Lo que trasluce
es el nivel
de confianza

que
permitimos.



***



La poesía es esencia.
Margen. Raíz
de las ramas
en celo.

Pellizco.
Aliento.
Fotograma.
Pérdida.
Pulso.

La poesía debe ser
cristalina,
tijera,
raspa en el pulmón,
aliento encharcado.

Célula madre. Postilla
de la piel
desértica.

Arena.
Puntillismo.
Brocha.
Encuadre.
Desliz
en vida.

Pretexto para una muerte,
digna.




EL sonido del cencerro
marca las horas del día.


Hasta que las campanas de la iglesia rompen la apacibilidad del pueblo,
en el lugar donde ni el viento se atreve.



JOAREN doinuak

eguneko orduen errestoak markatzen ditu.

Elizako ezkilek herriko goxotasuna hausten duten arte,
haizea ausartzen ere ez den tokian.


For the Windows in Paradise, for the fatherless in Ypsilanti
SUFJAN STEVENS
BIZITZA biltzeke diren andere-mahatsen zelaia izatea,
haize doilorra uxatu,
oihan hostotsuaren txistua
haize-bolada batekin fruta freskoa ustel dezakeena
haginkatu gabe.

Ataka herstea nahitaezkoa da. Piketea
alanbrearekin inguratzea. Hodeiek
infiniturako ikuspegiko
goiz dirdiratsua eklipsatu ez dezaten,
non baretasuna dilindaturik den fruituaren
orduen eztialdiaren atseginkortasuna den.

Sinismenaren legea garaitu dadin,
non bizirik diren gorpuek
hedatu berria den koadrozko mantelean
solsztizio berriko uzta dastatzerik duten.



QUE la vida sea un campo de grosellas por recoger,
ahuyentar el viento maligno
sin mordisquear el silbido del bosque frondoso
que de una ráfaga pudre la fruta fresca.

Es necesario cerrar la barrera. Rodear
el piquete con alambre. Que las nubes
no eclipsen las vistas al infinito
de la mañana resplandeciente,
donde el sosiego es placidez de las horas en calma,
del fruto en suspensión.

Que triunfe la ley de la creencia,
donde los cuerpos que vivan
puedan degustar sobre el mantel de cuadros recién desplegado
la cosecha del nuevo solsticio

*Los poemas en euskera son de Atakak (Alberdania, 2011)
*Los poemas en castellano de Barreras (La Garúa, 2013)




Niebla fronteriza, (El Gaviero,2015)

Publicado por Inaxio Goldaracena.

“[…]Que no se nos olvide invocar la cartografía del paisaje mientras murmuramos piedra, musgo, riachuelo, bosque, piquete, leña, chimenea, roble, pasto, hacha, huerta, cordero, helecho, rebaño, abarca, para recomponer así el origen de la memoria, el regazo donde se fraguaron todas las historias que conforman la vida. Todo aquello por lo que somos. Todo aquello por lo que también seremos recordados. El origen es una herida que nunca cierra”.

En la poesía uno se conoce a sí mismo. A través del ejercicio de la poesía se recupera el olvido. Se reivindica la memoria y el alma se reconcilia. También, gracias a ella, uno se presenta ante el lector. Bajo una portada donde la luz agrieta las sombras, Hasier deshace las nieblas de su infancia y nos muestra, con la auténtica bondad que le habita, una existencia trasparente. 

A partir de unos versos casi infinitos, llenos de sugerencia y humanidad, el poeta va construyendo su biografía, endulzando con este lenguaje, onírico y subjuntivo, el sentimiento de los hechos amargos, a la vez que recupera con nostalgia, pasajes donde la figura de la abuela y la madre amamantaron de oxígeno su infancia. 

La decepción en el padre, la lucha por construir una identidad diferenciada, la aceptación en un territorio fronterizo, donde libertad y tradición habitan a corta distancia, donde los idiomas se confrontan, la pérdida y el recuerdo hacia la memoria de los seres queridos conforman esta alegoría vital llena de dicotomías, sin rencores, optimista y serena.

La poesía en prosa inicial, delicada, íntima y reconciliadora de la primera parte (Niebla) se convierte en un verso pausado, amable, filosófico en la segunda parte (Fronteriza) atenuando el dolor de las heridas pretéritas y presentando un escenario reflexivo, donde el poeta toma algo de distancia sobre su propia existencia e, incluso homenajea a personas que le han influido vital o literariamente, como Juan Carlos Mestre, Miguel Sánchez-Ostiz e Izaskun Gracia.

Porque “el vacío es es otro tipo de olvido”, Hasier “escribe a través del paisaje” norteño de su biografía, de manera honesta y reconciliadora. Para preservar la memoria, para unir y evitar esa baldía “tendencia hacia la huida”.

“[…]Que no conociera alguien que supiera tanto del mundo del hacha. Que ha sido el profesor que muchos soñarían. No compartíamos el mismo sueño. Él simplemente cumplía con su deber. Sentía que debía enseñarme los secretos de ese mundo. Que hay cosas que no se olvidan. En la próxima ocasión que vuelva al pueblo cortaré un tronco. Siempre me ha sujetado para que no me cayera antes de dar el último golpe. Siempre he temido la caída.”


“El pensamiento cartográfio
reposa en los cuatro puntos cardinales
de las ventanas abiertas a un nuevo amanecer
de nuestras vidas desperezadas,
en ese punto fugaz
de orígenes, legados y genealogías,
en ese único lugar
donde nos resguarda el abrigo
de la memoria.”


*


LA NIEBLA es frontera,
guarida del bosque.
Punto cardinal
que abriga la tierra dividida.
EL VIENTO raspa
con la insolencia de una flauta desafinada.
La helada paraliza las frecuencias 
perimetrales del pulso acompasado
al galope del desvelo
de los sueños enmarañados.
El aliento del invierno
enfría los riachuelos sanguíneos,
coagula como hojas en el charco
los pasos perennes hacia el cementerio.
Hay un momento en el que las manos
dejan de emanar cobijo, el eje de presencia.
El viento es la bufanda
de la aldea. El abrigo
que limpia las malas hierbas
enterrándolas en tierra yerma.
Es el habla que emerge 
desde los metacarpos que rasgan
el bosque enfermo,
en el interminable poso
de los latidos enfrascados en latas de conserva
que son ataúdes sin fecha
escondidos en las despensas
donde se resguardan las almas solitarias.
Los espíritus errantes.
El cobijo de la arruga.
Es la frecuencia del grito ahogado,
del sollozo del recién nacido
que no llego a tiempo a su destino prescrito
por la cuaresma.


*




Para cuando volvamos al paisaje húmedo
que se esconde tras la neblina
los rostros alejados hallarán
a quien descansa en las rocas resbaladizas del puerto
y no consigue liberarse de la familiaridad disonante
de las campanas de la muerte.

Las ilusiones son crucificadas en el plumaje
del cisne blanco y sus alas heridas
al tropezar con la duda
del destierro en espacios difuminados
por la ceguera de las luces de los faros
en la redondez de vida.

Los copos de nieve no absorben
la indecisión del empeine.

Siempre quedará suspendido algún
guiño en las despedidas amortizadas
por los desvíos regionales.

A las miradas surcadas por el rencor
siempre les quedará ondear la culpabilidad.

En nuestro paso, los restos de las huellas
que se borraron sin incinerar.

El compás del cancionero de los pájaros
dejó de secundar el dictamen
del pensamiento intransigente.

En el atardecer se acuestan
los afluentes espumosos de los sueños.
El amanecer no encuentra sus propias manos
con las que acariciarle a la vida sin féretro,
acunar las miradas sin significado.
Nada más que cementerios ensanchados
a la medida de nuestro temperamento celestial.


*




Hubo vida 
Tierra, coto, fuente,
ovejas, portillo,
vaca en el charco.
Hay desolación.
Restos abandonados
de estancias
cubiertas por la maleza.
Pastor ahorcado 
con la cuerda que ataba al perro.
Torre medieval entre arbustos.



De un nuevo paisaje, (Editorial Stendhal, 2016)

Cada noche
Pulsábamos los interruptoresFOTO Hasier Larretxea 2
Que alumbraban los recovecos azotados
Por la intemperie de las marchas militares
que paralizaba la respiración entrecortada
por el acecho de las sombras en movimiento
hasta sumergirse desde el orificio
de la oreja derecha.

Cada noche
La luz de las bombillas nos despertabaFOTO Hasier Larretxea 1
De los barrotes que insuflaba la amnesia
Propiciada por el subconsciente sometido
A interrogatorios deliberados.

Cada noche
Y durante décadas de desvelos
(tiritábamos con el simple sonido
Que emitían las agujas
Al irrumpir tras forcejeos
A través de las escaleras de madera)foto hasier larretxea 3
Necesitábamos toda la luz
Que dejó de habitar y alumbrar
En nuestras memorias agujereadas
Por las balas que atravesaron
Las puertas que no volvieron a cerrarse más.


*


Escribir
es el paisaje desde donde contemplar

El mirador
desde donde ver
a través de la niebla,
a través de los límites del horizonte,
sorteando y volando sobre ermitas, pastos y portillos.

Escribir la visión
en lo alto del monte,
el sendero, el helecho recién pisado,
la bellota que lanzamos hasta el riachuelo.

Escribir es insuflar (el viento del norte),
acunarlo al sonido del cencerro
y a las gotas de lluvia que se ahogan
en el charco del prado,
el movimiento del tractor
y la soledad del perro.

Escribir
la única manera de atravesar el valle
sin pisarlo.



.

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